14 noviembre 1957
Su sustituto, Antonin Novotni, seguirá fiel a los designios de la Unión Soviética
Muere el presidente de la Checoslovaquia, Zapotocky, Antonin Novotni se consolida como cabeza de la dictadura comunista en este país
Hechos
El 13.11.1957 falleció el Presidente de la República Popular de Checoslovaquia, Antoni Zapotocky.
Lecturas
Era presidente desde la muerte del anterior dictador comunista de Checoslovaquia, Klement Gottwald.
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Todo seguirá igual en Checoslovaquia – 14 de noviembre de 1957
Con Antonin Zapotocky desparece una gran figura de la Checoslovaquia saelitaria de la Unión Soviética. El fallecido presidente participó de modo activo en los sucesos políticos que culminaron con el golpe de Estado de febrero de 1948. Porque la sovietización del país se llevó a cabo de una manera lenta y perfectamente calculada. Las tropas rusas entraron en Praga como libertadoras de la ocupación alemana, restablecieron la República y el orden interior. Y aparentemente allí terminó la labor de Moscú. Sin embargo, en 1946 los comunistas ocupaban la tercera parte del Parlamento. Zapotocky, dirigente del Movimiento Sindical Revolucionario, trabajaba en la sombra valiéndose de esta poderosa palanca. Y cuando Masaryk cayó o fue arrojado por una ventana de su despacho y Benes fue apartado del poder, el antiguo miembro de la socialdemocracia checa, destacado masón, Antonin Zapotocky, emergió de la oscuridad y se incorporó a la política activa. Los comunistas en la persona de Clement Gottwald habían tomado las riendas del Gobierno de la República. Y no hay que olvidar que Zapotocky militaba desde 1921 en esta ideología y que un año más tarde había llegado ya a la Secretaria General del partido. Ni tampoco que, en definitiva, el triunfo de la subversión comunista en Checoslovaquia se debió en buena parte a Zapotocky, que de este modo se acercó más al pináculo del poder.
Como jefe de Gobierno, siempre cerca de Clement Gottwald, pudo consumar la entrada de Praga en el bloque soviético. Probablemente ignoraba que en el Kremlin se miraba con recelo su vertiginosa carrera. Zapotocky no había recibido su educación política en Moscú y su comunismo podía caer en el desviacionismo y convertirse en un comunismo de carácter nacionalista.
Con esa misma desconfianza fue mirada la designación de Zapotocky para la Presidencia de la República en marzo de 1953, apenas una semana después del fallecimiento de Gottwald. Pero esta actitud recelosa fue borrada por el paso del tiempo. En todo momento permaneció leal a la línea de Moscú, a Bulganin y a Kruschef. No hubo dificultades con Checoslovaquia. Y es probable que tampoco las haya en el futuro si Siroky, actual jefe del Gobierno – en Moscú asistió a los actos conmemorativos del XL aniversario de la revolución bolchevique que – sucede al presidente fallecido todo continuará igual. El nuevo Secretario General del Partido Comunista y, como tal, dictador de Checoslovaquia será Antonin Novotny, considerado fiel seguidos de las consignas de Stalin, Gottwlald y Zapotocky.
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EL NUEVO DICTADOR: NOVOTNI
El Análisis
La muerte del presidente Antonín Zápotocký el pasado 13 de noviembre cierra un ciclo sin alterar la dirección de la maquinaria comunista checoslovaca. En los países del bloque oriental, el título de presidente es meramente simbólico; el verdadero timón lo lleva quien controla el partido único. Tras la muerte de Klement Gottwald en 1953, Zápotocký heredó la presidencia, pero fue Antonín Novotny quien se hizo con la Secretaría General del Partido Comunista, el cargo que en estas latitudes equivale al trono absoluto. Con la desaparición de Zápotocký, Novotny consolida su dominio y asume también la presidencia del Estado, acumulando funciones que lo convierten en dictador de facto y nuevo virrey de Moscú en Praga.
Novotny no es un rostro nuevo en los engranajes del terror. Fue un colaborador cercano del despiadado Gottwald, artífice de las purgas más cruentas que ha vivido Checoslovaquia, donde figuras como Rudolf Slánský, Vladimír Clementis u Otto Šling fueron enviados al patíbulo por el pecado de ser sospechosos de «desviacionismo», un concepto tan elástico como útil al servicio del terror estalinista. Aún hoy, otros fieles comunistas como Gustav Husák permanecen entre rejas sin otro motivo que no haber sido lo suficientemente serviles. La desestalinización iniciada por Nikita Kruschev en la Unión Soviética parece no haber cruzado los montes Tatra: en Checoslovaquia el frío de la ortodoxia aún cala los huesos.
La concentración de poder en manos de Novotny no augura aperturas ni reformas. Checoslovaquia sigue siendo una pieza rígida del ajedrez soviético, donde las palabras «autocrítica», «deshielo» o «revisión» son percibidas como amenazas y no como oportunidades. Mientras en Hungría las esperanzas fueron aplastadas por los tanques y en Polonia Gomulka camina con pies de plomo, en Praga se refuerza el continuismo. El mensaje es claro: aquí no se mueve nada que Moscú no autorice… y de momento, Moscú calla.
J. F. Lamata