29 septiembre 2014

Muere Miguel Boyer Salvador, marido de Isabel Preysler y ex ministro socialista que acabó pidiendo el voto para el Partido Popular

Hechos

El 29 de septiembre de 2014 falleció D. Miguel Boyer Salvador.

30 Septiembre 2014

Una gran pérdida de talento

Guillermo de la Dehesa

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Miguel ha sido siempre una persona con criterio propio y total independencia. Fue encarcelado durante el régimen de Franco, en 1962, y posteriormente abandonó la Ejecutiva Federal del PSOE cuando, en su XXVII Congreso en 1976 lo definieron como un partido “marxista”.

Tuve la suerte de conocerle, personalmente, un año después de su salida y me impresionó por su gran intelecto, su amplio conocimiento de todas las ciencias, especialmente de la física, las matemáticas y la economía, habiendo sido premio extraordinario por la Complutense en Física y Economía y trabajando como físico en la Junta de Energía Nuclear y economista en el INI. Además, siempre fue un gran conversador que le llevaba con mucha facilidad hasta la madrugada y también un gran seductor con esa sonrisa a medias que cultivaba con gran éxito.

En 1982 y contra todo pronóstico, fue llamado por Felipe González, que siempre ha tenido un ojo inmejorable, para ser ministro de Economía, Hacienda y Comercio, la cartera más importante del Gobierno, así como a Carlos Solchaga para ser ministro de Industria y Energía. Yo trabajaba entonces en el Banco de España, donde Miguel y Carlos habían trabajado en su Servicio de Estudios a las órdenes de Ángel Rojo y para mi sorpresa Luis de Velasco y Miguel Boyer me propusieron para ser Secretario General de Comercio.

Fue un ministro diferente, en las reuniones del Comité de Dirección del ministerio, que se celebraban en una sala adjunta a su despacho, en Alcalá 9, retiró varios cuadros de antiguos ministros, para colocar una pizarra de trabajo. En ella, discutíamos durante horas las decisiones y propuestas más importantes, todas ellas basadas en modelos económicos muy recientes y avanzados para que tuvieran una base seria y solvente. El primero fue un modelo para calcular, con gran detalle, la sostenibilidad de la deuda española que era muy baja. Tras dichas discusiones en pizarra se decidió que había que ofrecer una amnistía fiscal a todos aquellos que compraran una emisión especial de pagarés del Tesoro, para evitar una inevitable restructuración o impago de la deuda. En 1991, Carlos Solchaga tuvo que hacer otra, canjeando pagarés del Tesoro por otra deuda pública especial. En julio de 1985, abandonó voluntariamente el ministerio por discrepancias con el vicepresidente, Alfonso Guerra, que tendía a oponerse a todo lo que planteábamos en la Comisión de subsecretarios y secretarios de Estado que presidía y a todo lo que Boyer proponía en el Consejo de Ministros. Le sustituyó Solchaga, del que tuve el honor de ser su secretario de Estado de Economía.

Tras dejar el Gobierno se enamoró, cortejó y poco después se casó con Isabel Preysler con la que ha tenido una hija y ha convivido hasta su fallecimiento. Han sido una pareja feliz, atenta, cariñosa y entrañable con sus amigos, entre los que Michele y yo tenemos el gusto de encontrarnos. Tras su grave ictus en 2012, Isabel ha dedicado la mayor parte de su tiempo y de su cariño a intentar que se recuperara con todos los medios y cuidados disponibles, hasta su fallecimiento. Una gran pérdida para todos.

30 Septiembre 2014

El socialista heterodoxo

Vicente Lozano

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El 2 de diciembre de 1982 el PSOE asumió el Gobierno en España tras arrasar en las elecciones generales. Era un partido renovado, sí, pero que acababa de renunciar al marxismo apenas tres años antes y se disponía a gobernar España con un poder inusitado en la naciente democracia. ¿Iban a aceptar los poderes empresariales y financieros una política económica de izquierdas? ¿Hasta dónde sería capaz de llegar el PSOE para salvar un país sumido todavía en una profunda crisis? Miguel Boyer fue el hombre encargado de pelear por vencer todas esas reticencias, avanzar en la modernización de España que muchos no creían posible con el socialismo y, sobre todo, hacer ver a la sociedad que, en lo económico, el PSOE podía seguir llevando las riendas de España, con el reto de integrarlo en lo que entonces se llamaba Mercado Común.

En definitiva, Boyer fue la figura con la que el socialismo gobernante mostraba que, realmente, el PSOE había dejado atrás el marxismo y aceptaba lo que se denominó entonces, una «economía social de mercado». Lo diría más tarde Felipe González: Boyer «proyectaba una imagen de sabio atómico, de que sabía lo que decía. Era un factor de confianza poco discutible en aquella coyuntura». Carlos Solchaga, ministro también en el primer Gabinete de González, describió el papel que jugó Boyer de forma similar, al hablar de cómo se ganaron los socialistas a esa reticente clase empresarial: «La confianza surge cuando estableces una pauta de comportamiento, cuando acaban por decir: ‘Bueno, quizás va en la buena dirección’». Boyer dio a conocer esa «pauta de comportamiento». Además, fue quien introdujo a Felipe González en los ambientes de una clase empresarial que desconfiaba de los socialistas. Por eso, aunque apenas estuvo dos años y medio en el Gobierno, muchos consideran que ha sido el ministro de Economía más influyente desde la reinstauración de la democracia.

Miguel Boyer Salvador nació el 5 de febrero de 1939 en San Juan de Luz (Francia), donde su familia se encontraba exiliada por la Guerra Civil. Una familia de izquierdas –su abuelo fue denunciado por la Gestapo en 1941 y condenado a muerte– que Boyer plasmó en su juventud al ingresar, ya universitario, en la Asociación Socialista Madrileña y afiliándose al PSOE en 1960. Dos años después fue detenido junto a Luis Gómez Llorente y Miguel Ángel Martínez y pasó cinco meses en la cárcel de Carabanchel.

Se licenció en Ciencias Físicas y en Económicas. Decidió dedicarse a la economía e ingresó por oposición en el servicio de Estudios del Banco de España. Allí se relaciona con representantes del sector público empresarial, entonces infinitamente más grande que ahora, y a establecer relaciones con la clase dirigente que serían claves en su etapa como ministro. En 1974 se incorpora al Instituto Nacional de Industria, presidido por Claudio Boada, y un año después, llega a Unión de Explosivos Riotinto como director de planificación. Su carrera profesional ya empieza a entretejerse con la política. En diciembre de 1976, tras el XXVI Congreso, ingresa en la Ejecutiva Federal del PSOE, pero la abandona dos meses después por discrepancias ideológicas. En aquel momento el partido sigue siendo marxista. Se afilia a la Federación Socialdemócrata de Francisco Fernández Ordóñez, formación que también deja cuando ésta se integra en la UCD. Vuelve al PSOE poco antes de que el Congreso Extraordinario de septiembre de 1979 eliminara el marxismo como ideología oficial del partido. Boyer es elegido diputado por Jaén en las elecciones de marzo de 1979. El 2 de diciembre de 1982, tras la victoria socialista, González le entrega la todopoderosa cartera de Economía, Hacienda y Comercio.

Ahí empieza la proyección pública de Boyer en todo su esplendor. El 23 de febrero de 1983 el Gobierno expropia Rumasa, el grupo empresarial de José María Ruiz-Mateos. Una decisión muy polémica, que llegó incluso al Tribunal Constitucional tras un recurso planteado por Alianza Popular, y que fue declarada acorde con la Carta Magna por el voto de calidad de su presidente, Manuel García Pelayo. Boyer explicaría en 1993 que «fue una medida de política económica con la que se quiso evitar la crisis total de un grupo en quiebra, que, en las difíciles circunstancias de 1983 nos pareció que podría tener unas consecuencias muy graves». Rumasa generó muchas dudas sobre la orientación del novel Gobierno socialista en política económica, pero quizá el paso de los años y las posteriores andanzas de Ruiz-Mateos ayuden a entender por qué Boyer llegó a tal extremo. Sin duda, Rumasa fue el episodio más mediático de los años de Boyer al frente del Ministerio y el que dejó una de las escenas más tragicómicas de la temprana democracia: aquel «Que te pego, leche, que te pego» con el que Ruiz-Mateos le recibió a las puertas de un juzgado el 3 de mayo de 1989, cuatro años después de que Boyer abandonara la política.

La gran labor de Boyer fue poner orden en unas maltrechas finanzas públicas. Durante sus dos años y medio en el Ministerio se logró el equilibrio de la balanza de pagos, que alcanzó un superávit de 2.500 millones de pesetas en 1984 y se redujo la la inflación del 14% al 9% fruto de una política monetaria restrictiva y ajena al impulso del gasto más propio del socialismo.

Pero esa política no fue suficiente para frenar la caída del consumo interno y aumento del desempleo y entendió que la economía española necesitaba un revulsivo para que cogiese velocidad, siempre con la vista puesta en el Mercado Común. Comprendió que había que dar un golpe de timón. Aprobó un Real-Decreto, conocido como decreto Boyer, que liberalizaba los horarios comerciales, la inversión extranjera y suprimía la prórroga forzosa de los alquileres. Con ello consiguió dinamizar la economía, pero también que alguien empezara a cavar su fosa política. En junio de 1985, sólo dos meses después del decreto, Boyer dejaba el Gobierno al no lograr de González una vicepresidencia con poder sobre las áreas económicas del Gabinete por la oposición de Alfonso Guerra, Joaquín Almunia y Enrique Barón.

Tras abandonar la política fue presidente del Banco Exterior, entonces público, hasta que en noviembre de 1988 fue nombrado presidente de Cartera Central, la sociedad tenedora de las acciones que los Albertos y el grupo Kio tenían en el Banco Central y en Banesto. Fue el intento de González de controlar la fusión de ambos bancos, pero no resultó. Tras la separación de los Albertos de las hermanas Koplowitz, siguió en sus negocios con ellas.

Miguel Boyer volvió a ser portada en los medios de comunicación por dos motivos que nada tienen que ver con la economía. El primero, su sorprendente boda con Isabel Preysler, la más genuina representante de la sociedad acomodada madrileña y la reina incomparable de la prensa del corazón. Boyer y Preysler se casaron el 2 de enero de 1988 y tienen una hija. Eran las segundas nupcias del ex ministro, que en 1964 había contraído matrimonio con Elena Arnedo, con quien tuvo dos hijos. La unión con Preysler fue un fiel reflejo de lo que se denominó beautiful people, esa nueva tipología de políticos, empresarios y financieros adinerados nacidos al calor del socialismo.

El otro episodio es el no menos sorprendente apoyo a la política económica de José María Aznar en 1996. Después, abandonó el PSOE y se incorporó como consejero a FAES. En 2011, un presidente Zapatero agobiado ya por la crisis le puso al frente de la recién creada Comisión Asesora de Competitividad, que tenía como fin la elaboración de análisis que pudieran servir de apoyo a la política económica del Ejecutivo. Quizá Zapatero se acordó de aquellos gobiernos de González y, 25 años después, pensara que Boyer era el socialista más indicado para proseguir esa liberalización que entonces no le dejaron acabar.

Miguel Boyer Salvador

05 Octubre 2014

Los otros Boyer

Joaquín Estefanía

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1.- La primera vez que Miguel Boyer aparece en una fotografía en la primera página de EL PAÍS no es como poderoso ministro de Economía socialista, sino cuatro años y medio antes, cuando casi nadie había oído hablar de él. Se le ve de lejos, entre la multitud, pero en primera línea, en la tumba del cementerio civil de Madrid en la que fueron depositados los restos de Largo Caballero, tras una formidable manifestación de centenares de miles de personas. Era abril de 1978, y Boyer atravesaba la etapa más izquierdista.

2.- Enero de 1983. Apenas hace unas semanas que ha tomado posesión el primer Gobierno socialista químicamente puro de la historia de España. El presidente y sus ministros de Economía y Hacienda e Industria, Boyer y Solchaga, comparecen juntos por primera vez desde que son poder ante más de un millar de empresarios convocados por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD). Su anfitrión es Claudio Boada. La expectación es enorme. Sólo habla Felipe, arropado por sus principales colaboradores económicos. Los aplausos son atronadores. Únicamente intenta poner algunas pegas José María López de Letona, exgobernador del Banco de España y vicepresidente del Círculo de Empresarios, que es acallado con bisbiseos por los colegas. En aquel momento, el presidente ya ha asumido el pensamiento económico de Boyer y tirado a la basura el programa keynesiano con el que ganó las elecciones. Boyer está en su etapa socioliberal, la más larga.

Felipe siempre arropa a su ministro de Economía, sea el que sea. Así sucedió en los 14 años largos de mandato socialista. Lo contó Boyer, después de dimitir apenas dos años y medio después de aquella asamblea empresarial: «Las reglas del juego que teníamos eran que los ministros hacían sus peticiones al titular de Economía y si no había acuerdo, el presidente actuaba como árbitro. Ello significaba la continua intervención del presidente por los temas más insignificantes. Entonces planteé la conveniencia de que el ministro de Economía fuese vicepresidente y pudiera decidir sus apelaciones. El partido se opuso [Alfonso Guerra] y dimití».

Ese «sindicato del gasto» de ministros, que lógicamente quería siempre más dinero para aumentar el gasto social y cumplir las expectativas del socialismo, se reúne tras la dimisión de Boyer en una terraza del paseo de Rosales. Están conmocionados y se sienten en parte huérfanos pese a sus contradicciones con el arrogante titular de Economía, aunque creen que es el momento de equilibrar los superpoderes que hasta entonces ha acumulado éste. Allí están los Maravall, Solana, Almunia, Lluch, Romero… , patas negras del socialismo español. Piensan que el sucesor natural de Boyer sería Narcís Serra, pero éste no puede dejar el Ministerio de Defensa, embarcado como está en la reforma militar que alejará el golpismo para siempre. Apuestan por Solchaga, que es el que elegirá Felipe González.

3.- Después de haber pertenecido a la Comisión Delors para la creación de la Unión Economía y Monetaria —con idas y venidas dialécticas sobre las condiciones en que se creaba el euro, premonitorias de los problemas que luego se darán en la eurozona— Boyer es nombrado por Aznar patrono de la Fundación FAES, en 1996, y sólo la abandonará en 2004 cuando comienza la invasión de Irak tras la foto de las Azores. Nadie en su antigua familia ideológica entiende esa contorsión. Creen que lo acepta por resentimiento. Es su etapa más derechista.

La vida de Boyer estuvo llena de vaivenes ideológicos, pero el vector resultante es el socialdemócrata liberal. Su influencia en Felipe González y en el devenir de la política económica del PSOE, para lo bueno y lo malo, ha sido de muy largo alcance. Trascendió con mucho el tiempo que estuvo en el Gobierno. En este sentido, fue un hombre muy influyente. La explicación de su acción política está contenida en un largo texto titulado El segundo ajuste económico de la democracia española, sepultado entre otras colaboraciones más o menos anodinas en la obra colectiva titulada Economía y economistas españoles (Galaxia Gutenberg), dirigida por Fuentes Quintana. Allí, en el tomo cuarto, figura esta pieza central para entender un tiempo, un país y una persona.

¿Qué tiene todo esto que ver con la prensa del corazón?