17 marzo 1991

Fue expulsada de Falange Española de las JONS cuando Márquez Horrillo quiso romper vínculos con la dictadura

Muere Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio y una de las mujeres más importantes durante la dictadura franquista

Hechos

El 17.03.1991 se hizo público el fallecimiento de Dña. Pilar Primo de Rivera.

Lecturas

PERDIÓ A SUS HERMANOS, ASESINADOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA, Y PRESIDIÓ DURANTE CUARENTA AÑOS LA ‘SECCIÓN FEMENINA’ DE FALANGE / EL MOVIMIENTO NACIONAL.

DISCURSO DE PILAR PRIMO DE RIVERA SOBRE LAS SECCIÓN FEMENINA DE FALANGE (1938)

“Tenéis que daros cuenta de que a las Camaradas de las Secciones Femeninas hay que formarlas y enseñarles nuestra doctrina sin apartarlas para nada de la misión colosal que, como mujeres, tienen en la vida. El verdadero deber de las mujeres para con la Patria es formar familias con una base exacta de austeridad y de alegría en donde se fomente todo lo tradicional, en donde se canten villancicos el día de Navidad alrededor de un Nacimiento y en donde, al mismo tiempo, haya una alegre generosidad de las acciones, en donde haya comprensión absoluta para las malas cualidades de los demás y haya, sobre todo, ausencia completa del chisme, de la pequeñez de espíritu… Así, pues, junto con la educación deportiva y universitaria, irá esa cosa que las prepare para que sean el verdadero complemento del hombre. Lo que no haremos nunca es ponerlas en competencia con ellos, porque jamás llegarán a igualarlos y en cambio pierden toda la elegancia y toda la gracia indispensable para la convivencia. Y ya veréis como estas mujeres, formadas así con la doctrina cristiana y el estilo nacional sindicalista, son útiles en la Familia, en el Municipio y en el Sindicato […]

Esto en cuanto se refiere a la formación de las afiliadas. Ahora tenéis que saber también cómo se forman las jefas. Al buscar alguna camarada para entregarle un puesto de mando, tenéis que mirar únicamente sus cualidades personales, la moral de aquella camarada y sus dotes de organización, capacidad, espíritu de justicia, conocimientos de nuestras normas y todas esas cosas que se requieren para desempeñar bien una jefatura local o cualquier delegación de servicio. Lo que no podéis hacer nunca es elegir una camarada para un puesto de confianza sólo por su posición o porque sea de familia conocida. En falange se han acabado las castas y los privilegios […].”

18 Marzo 1991

La hermana

Ramón Pi

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Los que nacimos después de la guerra civil, aunque fuese inmediatamente después, ya veíamos la figura de José Antonio Primo de Rivera como formando parte de los libros, esto es, como un recuerao Justo rico. Nos pasaba con el hijo del dictador más o menos lo que les pasa a nuestros hijos hoy con Franco. Los que ejercíamos de periodistas por los años sesenta sabíamos que Pilar Primo de Rivera era la hermana de José Antonio, el fundador de la Falange, pero habría sido lo mismo que hubiera sido una sobrina o una nieta. Ya nos olía todo’ aquello a naftalina entonces, así que excuso decir lo que al lector menor de treinta años puede sonarle la evocación de esta mujer que acaba de morir, cumplidas ya ocho décadas de vida. Sin embargo, Pilar Primo de Rivera fue, también, la hija del general que mandó en España entre 1923 y 1930, y hermana del joven abogado que se metió en política para defender la memoria de su padre y que, hijo de su tiempo al fin y al cabo, resultó mucho más influido por el fascismo de lo que después sus propios seguidores han querido reconocer, hasta el punto de fundar, con un grupo curioso e interesante de fascistas, monárquicos, católicos confesionales y populistas, Falange Española, partido que se fusionó con las JONS y que, en plena guerra civil, perdió lo que le quedaba de identidad propia como consecuencia de la «unificación», impuesta por Franco, de FE de las JONS con los tradicionalistas.

Fusilado José Antonio Primo de Rivera en Alicante en 1937, quedó su hermana. Como ella misma dijo alguna vez, la vida hay que tomarla como viene, y a ella la vida le llegó con su apellido, con la guerra, con Franco vencedor, con su cargo a cuestas y con unos primeros años cuarenta en los que el fascismo triunfaba en Europa. Y si de esta atmósfera participaron mentes preclaras como Laín Entralgo, o RuizGiménez, o López Aranguren; si la vida española estaba organizada de modo que Torrente Ballester se hizo falangista o Camilo José Cela se hizo censor; si Antonio Tovar hizo doctor «honoris causa» a Franco por la Universidad de Salamanca; si ocurría todo esto y bastante más, que algún día habrá que contar cuando ya sólo sea una pura investigación histórica y no se interprete como meterle el dedo en el ojo a nadie, no tiene gran cosa de particular que Pilar Primo de Rivera se viera convertida en el mascarón de proa de las mujeres del Régimen franquista. En realidad, Pilar Primo de Rivera no fue importante, lo que se entiende por importante, nunca. Fue una mujer dócil, llena de deseo de ser útil, hija de un general conservador y populista y hermana de un abogado simpático, «echao p’alante» y con fibra de activista. Pero no podía ser importante en la política española, porque nadie la temió nunca. Pilar Primo de Rivera se hizo querer de muchos, pero jamás se hizo temer, ni acaso lo habría logrado si se lo hubiera propuesto. Fue una pieza del franquismo y aceptó serlo. Lo aceptó hasta el extremo de comprender que ya no se iba a casar, según ella mismo declaró, y que su vida sería siempre la de quien está en el escaparate de la Sección Femenina por definición. Yo no sé si se acabó creyendo en serio lo del franquismo, la revolución pendiente y demás decoración retórica del régimen de Franco, pero estoy por pensar que sí, porque encaja mucho más en esta mujer pequeña y obediente la fe indiscutida en los dogmas que el cinismo de decir que sí a todo por fuera y reírse por dentro, pero conservando el coche oficial.

La Sección Femenina de Falange (luego llamada de FE de las JONS, después de FET y de las JONS y finalmente del Movimiento) respondió a un esquema clásico de rama femenina de un partido único en el poder. Nada original, todo previsible: trabajos de rescate de cantos, tonadas y costumbres ancestrales, de bailes regionales, de bordados y otras artesanías populares; responsabilidad de controlar el «servicio social» (una especie de mili para mujeres) que fue degenerando hasta ser poco más que un engorroso trámite burocrático; un memorable y extraordinario libro de cocina doméstica española tradicional, que todavía hoy se edita y se reedita, y que sigue estando en la cumbre de los más vendidos en su especialidad, resistiendo brillantemente el paso del tiempo y los ataques de la «nouvelle cuisine». Pilar Primo de Rivera era la cabeza visible de todo eso, se dedicó por completo a su labor, y jamás pretendió salirse de su sitio. No tenía más ambiciones, y quién sabe si por eso la querían todos tanto y la tenían en cuenta tan poco. Ahora acaba de morir este símbolo de toda una época, convertido en más símbolo todavía por su apellido resonante y preñado de evocaciones históricas. A la Sección Femenina del Movimiento se le atribuyeron oficialmente todos los avances de la legislación en lo tocante a la equiparación de la mujer en la vida política, económica y social; pero la presencia de las mujeres en el régimen fue siempre más adjetiva que sustantiva, como lo había sido antes, como lo fue después y como lo es ahora. La razón fue, es y será la misma: mientras exista una «sección femenina», o una «cuota de señoras», o un «Instituto de la Mujer», las mujeres no formarán parte de la vida política o social con normalidad, porque se las seguirá considerando como una forma peculiar de marginalidad.

Ramón Pi

20 Marzo 1991

Pilar

Maruja Torres

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La radio y la televisión oficiales han dado la noticia de la muerte de Pilar Primo de Rivera remitiéndose a una interpretación incompleta e incluso manipulada de su biografía. Para las generaciones que no sufrieron la aplastante influencia en sus vidas de nuestra Elenita Ceausescu particular, semejante reacción es una estafa informativa. Para quienes la padecimos, es sencillamente una infamia.Lo que durante la dictadura en Chile significó Lucía IrIarte de Pinochet, aquí, en el largo viaje a ninguna parte del franquismo, se encarnó en dos mujeres. De un lado, lo suntuario, representado por la rapiña de Carmen Polo de Franco y sus collares. De otro, lo práctico-popular, mediante el adiestramiento de las mujeres de este país, la amputación de su condición de personas, la reducción a una feminidad emparedada entre el uso de pololos para hacer gimnasia y la implacable Formación del Espíritu Nacional, según los cánones de Falange Española. Esto último estuvo a cargo de Pilar Primo de Rivera. Fascismo puro.

La Sección Femenina fue para nosotras lo que las Damas del Voluntariado de Pinochet para las chilenas. Puede que a las señoritas ricas y de derechas les saliera bien, pero sobre las pobres aquellas guardianas carcelarias reinaron mediante la coacción, la presión y la denuncia. No hubo justicia social, sino sometimiento al poder. Caridad a cambio de obediencia; documentos que eran nuestros por derecho, como el pasaporte, a cambio de bordados, himnos y consignas.

No conozco a ninguna mujer de mi tiempo que haya sido mejor gracias a la extinta. Nos hicimos a pesar suyo, y no resultó fácil.

Desde las esferas oficiales se ha jugado a la conciliación y al olvido. Será porque los de ahora también tienen un pasado que borrar. Un pasado que alguien pudo, alguna vez, creer de izquierdas.

Maruja Torres