16 enero 2014

Coincidiendo con la presentación del partido Jaime Mayor Oreja anunció su decisión de no repetir como candidato del PP en las europeas

Nace el partido político VOX liderado por Santiago Abascal y apadrinado por Ortega Lara y Alejo Vidal-Quadras

Hechos

  • El 16.01.2014 se presentó públicamente el partido político VOX por los Sres. D. Santiago Abascal, D. José Antonio Ortega Lara, Sr. González Quirós, Dña. Cristina Seguí y D. Ignacio Camuñas.
  • El 27.01.2014 D. Alejo Vidal Quadras anunció que dejaba el PP y se pasaba a VOX.

Lecturas

PRINCIPALES ROSTROS DE VOX:

VIDAL-QUADRAS, EL CABEZA DE LISTA PARA EUROPA

vidal_quadrasVox D. Aleix Vidal Quadras, que fuera presidente del PP de Catalunya entre 1990 y 1996, aparecía como cabeza visible del partido. Ocuparía el puesto primero en la lista de Vox para las elecciones europeas de ese año en las que el nuevo partido se jugaba si tendría o no presencia política.

GONZÁLEZ QUIRÓS, EL PRESIDENTE DEL PARTIDO

Vox_GonzalezQuiros D. José Luis González Quirós, ex militante de UCD primero, del CDS después y del PP, se le atribuía haber redactado discursos para el Duque de Suárez y el programa electoral del PP en 1996.

SANTIAGO ABASCAL, EL ‘HOMBRE FUERTE’

Voxsantiago_abascalD. Santiago Abascal, ex diputado del PP vasco bien relacionado con pequeños grupos de comunicación anti-izquierdistas como LIBERTAD DIGITAL o INTERECONOMÍA, después de fracasar en su intento de reemplazar al Sr. Basagoiti como presidente del PP vasco había estado haciendo gestiones durante casi un año para formar un nuevo partido político.

CRISTINA SEGUÍ, DEFENSORA DE LA VIDA

Vox_Segui La joven Dña. Cristina Seguí fue la primera dirigente de Vox en ser fuertemente criticada en los medios de comunicación por su posición a favor de la vida y en contra del aborto. El diario EL MUNDO, editorialmente posicionado a favor de Vox, la acusó de que con sus intervenciones estaba ‘derechizando’ el partido.

RIÑAS PERIODÍSTICAS

Algunos periodistas se lanzaron rápidamente en defensa de Vox desde sectores ‘decepcionados’ con el PP, como el Sr. Luis del Pino o el Sr. Kiko Méndez-Monasterio. Por contra periodistas como D. Federico Quevedo, considerados próximos al PP, criticaron a Vox dando a entender que la nueva formación estaba deseando que ETA volviera a matar para que quitara votos al PP y se los diera a Vox.

 

15 Enero 2014

¿Qué estamos haciendo mal para que Ortega Lara dé este paso?

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

Leer

EL SIMPLE hecho de que la víctima de todas las víctimas, el hombre que pasó 532 días en un zulo, la imagen viva de la barbarie de ETA, se vea en la necesidad de abanderar una nueva formación política para combatir a los dos grandes partidos es la prueba definitiva de que la sociedad española está haciendo algo mal. Rematadamente mal. En cualquier otro país, Ortega Lara sería un héroe nacional, la persona a la que convocarían todos permanentemente como referente de la resistencia y la victoria de las libertades sobre la sinrazón del terrorismo. Con la ventaja añadida de que Ortega Lara reúne todas las condiciones para ser un emblema del sistema democrático y del constitucionalismo: no es ningún radical; al contrario, es alguien prudente y ponderado. PP y PSOE deberían haber puesto todo de su parte para tenerle cerca y, sin embargo, cualquiera diría que es un estorbo para ambos. Su paso, al margen del recorrido que tenga, debería hacer reflexionar a políticos y ciudadanos acerca de dónde estamos fallando.

17 Enero 2014

Vox o la conciencia perdida

Hermann Tertsch

Leer

Ningunear al recién llegado es la reacción lógica de los partidos tradicionales. Prefieren pensar que los nuevos son anécdotas y flor de un día

YA pueden tener algunos cuidado con la arrogancia. Sobre todo con la de esos mandos de segunda fila o esas gentes de los recados que tienen todos los partidos y, sobre todo, por supuesto, los que gobiernan. Algunos de los trovadores del poder con más celo laboral ya han dicho que al Partido Popular no le inquieta nada la creación de Vox, un nuevo partido en la derecha en España. Ningunear al recién llegado es la reacción lógica de los partidos tradicionales. Prefieren pensar que los nuevos son anécdotas y flor de un día. Pero ya saben hasta ellos que en la España actual todo se ha puesto en movimiento y no solo las fuerzas más odiosas de la discordia, el resentimiento y el separatismo.

El espectro político español en general está mutando. Y aquel bipartidismo que se turnaban la cama con los nacionalistas para gobernar a expensas de concesiones, ha muerto, por mucho que algunos en PP y PSOE lo añoren y pretendan reanimarlo, incluso con una versión momificada en la próxima legislatura. Para eso dan algunos oxígeno a líderes ya amortajados. El establishment español –y ahí caben muchos– querría volver a esa situación. Pero no hay vuelta atrás. El final del perverso minueto de partidos grande y partidos nacionalistas se ha manifestado de forma irreversible cuando la mayoría absoluta actual dejaba a los chantajistas fuera de juego. Las fuerzas separatistas se han montado en el tigre. Pero no solo ellas están en movimiento. Quienes infravaloraban este fenómeno se han equivocado. Sucedió con UPyD hace años y fueron legión a derecha e izquierda los que sufrieron una muy desagradable sorpresa cuando tuvieron que reconocer el éxito sin precedentes de ese animal político que es Rosa Díez. Pasó con Ciudadanos en Cataluña, recibido con sarcasmo y altivez por todos, hasta que, con el liderazgo de otro fenómeno político de primer orden, Albert Rivera se ha convertido en una gran fuerza en Cataluña y puede aspirar a serlo en el resto de España. Y ahora ha aparecido Vox que es la primera fuerza que surge como desafío directo al PP en el poder. Entre los dirigentes hay gente que militaba aun en el PP hace unos meses. A su cabeza una personalidad extraordinaria y símbolo para España del sufrimiento ante el terrorismo, José Antonio Ortega Lara. En cualquier otro país sería símbolo incuestionable de toda la sociedad y todos los partidos. Ahora será símbolo del nuevo partido. Que a su vez quiere ser la conciencia perdida de un PP marcado por la falta de empatía de su líder y una cúpula que, para muchos militantes, ha despreciado principios, programa y promesas con arrogancia.

Santiago Abascal, Ana Velasco, Ignacio Camuñas, Cristina Segui, Ivan Espinosa de los Monteros y otros han llegado a fundar Vox como declarados huérfanos de un proyecto liberal y conservador de regeneración nacional que una mayoría vio en el PP y que consideran abandonado por el Gobierno de Rajoy. Les llegan reproches de que dividen la derecha. Han llegado a la conclusión de que los valores de la derecha estarán mejor protegidos si el PP tiene que pactar con ellos. Y no secuestrados e ignorados por un aparato de partido que ni lo defiende ni los aplica, movido por un pragmatismo que ellos consideran indolencia. El PP deberá ahora esforzarse por demostrar que es capaz de defender esos valores mejor que el nuevo partido. Lo cierto es que es verosímil que Vox esté haciendo un favor al PP para la próxima legislatura. Porque Vox podría movilizar votos en la derecha decididos a no volver jamás al PP de Rajoy.

18 Enero 2014

La extrema izquierda busca un muerto… Y la ultraderecha, otro

Federico Quevedo

Leer

Gamonal no es el problema. Es la excusa. Eso a estas alturas ya queda bastante claro. A ninguno de estos violentos que han vuelto a buscar el incendio de las calles de España le importa un comino que se construya o no un bulevar en un barrio de Burgos porque, si eso fuera así, nos pasaríamos la vida prendiendo fuego a todos los pueblos de este país porque en todas partes cuecen esas habas. Que no nos tomen por idiotas: ninguno de estos energúmenos sabía siquiera hace cuatro días que existía un barrio en Burgos llamado Gamonal. Es más, seguro que muchos de esos zoquetes ni siquiera sabrían señalar en el mapa de España donde está situado Burgos, pero lo utilizan como excusa para su campaña de agitación social en pro de una democracia a la cubana.

Esta ha sido una semana de florecimiento de los extremos, aunque la extrema izquierda se deja sentir con violencia y la extrema derecha con una educada vehemencia verbal, pero los objetivos son los mismos: acabar con el sistema, reventarlo o, sencillamente, hundirlo. Hace unos días un alto cargo policial me lo decía clara y contundentemente: la izquierda, la extrema izquierda -yo tengo muchos amigos de izquierdas, buenos demócratas, que luego se quejan si no hago esa distinción-, “busca un muerto, quiere poner un muerto sobre la mesa del Consejo de Ministros” y así provocar una oleada imparable de agitación social que obligue al Gobierno a claudicar y convocar unas elecciones de las que surgiría un Parlamento tan extremadamente polarizado que sería imposible gobernar el país.

Hace unos días un alto cargo policial me lo decía clara y contundentemente: la extrema izquierda ‘busca un muerto’

Lo curioso es que la extrema derecha busca más o menos lo mismo, aunque por vías distintas. Desde que gobierna Rajoy la extrema derecha ha hecho del asunto del fin de ETA su campo de batalla, negando la realidad del fin de la violencia terrorista y la victoria de la democracia sobre la banda, y esperando que un error del Ejecutivo lleve a ETA a volver a atentar de nuevo. Otro muerto sobre la mesa de Rajoy que tendría unas consecuencias catastróficas. De uno y otro lado se intenta que el Gobierno fracase, que lo haga estrepitosamente, y que se vea abocado a unas elecciones anticipadas de consecuencias imprevisibles.

La clase política, a galeras

Es curioso cómo los extremos se buscan mutuamente. Uno lee los manifiestos fundacionales de los dos ‘experimentos’ que por la derecha y por la izquierda se han asomado a la actualidad esta semana, y algunas coincidencias son asombrosas. Otras no, evidentemente. Pero en ambos casos se quiere dar una lección a la clase política actual y mandarla a galeras, como si todos los políticos de España fueran delincuentes y tuvieran la culpa de nuestras desgracias, como si ellos mismos no formaran parte, en el fondo, de ese mismo sistema que tanto critican y desprecian pero del que se alimentan necesariamente.

A la izquierda y la derecha se quiere dar una lección a la clase política actual y mandarla a galeras

Los radicales de uno y otro lado quieren sangre que manche la imagen de España ahora que parece que fuera de nuestras fronteras se nos empieza a mirar con una benevolencia que nosotros no tenemos para nosotros mismos, ahora que parece que empezamos a salir del atolladero vamos a amargar la fiesta antes de que sea demasiado tarde y se extienda más allá de lo aceptable para los aguafiestas de uno y otro lado.

España nunca ha sido un país de extremos, pero sí un país en el que los extremos se hacen notar más que en ningún otro lado, y es cierto que la crisis y la impopularidad de las medidas de este y del anterior Gobierno han sembrado el descontento por casi todos los rincones, pero este es el momento en el que algo empieza a cambiar, y aunque no lo parezca la gente normal lo nota, y eso ha hecho saltar las alarmas en los cuarteles de invierno de los antisistema de uno y otro lado: si llega la recuperación, remitirá el descontento, y sin descontento no ha lugar a que prenda la llama de la revolución obrera ni la luz que alumbra la unidad de destino en lo universal. Hace falta un muerto, o dos, uno por cada bando, para que el país se encoja definitivamente y no vuelva a ser capaz de recuperarse en décadas.

¡Qué triste destino el nuestro, siempre en manos de enemigos que hemos amamantado a nuestros pechos!

20 Enero 2014

Miedo a Vox

Kiko Méndez Monasterio

Leer

Que los impulsores de Vox abandonen cualquier esperanza mínima cortesía política por parte del Partido Popular.

Estilo Jerry Maguire, en una de esas raras muestras de honradez que a veces nos regala la política, Santiago Abascal ha decidido establecerse por su cuenta. Muchos celebran el nacimiento de Vox con el entusiasmo de quien asiste a la refundación de la derecha española, precisamente ahora que el PP ya no disimula su lejanía -y en ocasiones hasta su beligerancia- con cualquier enunciado del conservadurismo. La larga marcha de Rajoy y Soraya -y Arriola- para convertir el partido en la marca blanca del PSOE, ha creado un vacío político sin parangón en Europa, y era del todo lógico pensar que pronto habría de ocuparse, porque no era posible entender que en España no existiera siquiera la posibilidad de un voto liberal-conservador.

Huyendo de cualquier estridencia o extremismo, Abascal -junto a Ortega Lara y otros- se ha limitado a indicar que existe un camino a la derecha, en buena parte empujados por el clamor de un electorado que siente una orfandad dickensiana, ya sea procedente de las expoliadas clases medias, de los abandonados a su mala suerte frente al totalitarismo nacionalista, o bien de quienes entienden que el núcleo de la crisis está en las estructuras de un sistema que ya sólo satisface a sus élites, encerradas en un nuevo búnker inmovilista, que sólo conocen la calle desde la ventanilla ahumada del coche oficial.

Para desgracia del PP, el partido de Abascal se ha presentado en la misma semana de la rendición de Burgos a la extrema izquierda, que resulta la enésima cesión de los populares ante los violentos, y en la que ni siquiera cuentan con la torpe excusa de un certificado médico -como en la liberación de Bolinaga-, o de una sentencia europea como la que ha encubierto la última amnistía otorgada al terrorismo.

Y por esta misma razón -porque a nadie le gusta que le señalen sus vicios por muy públicos que sean- que los impulsores de Vox abandonen cualquier esperanza de ser tratados con un mínimo de cortesía política por parte del Partido Popular. Ni siquiera se van a tomar con ellos el café relajante que no dudan en compartir con Bildu en Guipúzcoa o con Izquierda Unida en Extremadura. La consigna es no ofrecerles ni agua. De hecho ya han puesto en marcha a su cohorte mediática, y los que escriben sus columnas con copia y pega del argumentario que les manda Génova, se han lanzado a desacreditar a Abascal con una furia que no utilizan ni con Artur Mas ni con Amaiur.

Federico Quevedo, por ejemplo, flor y espejo del periodismo hecho al dictado, arremetía en televisión contra el político vasco, negándole cualquier legitimidad por haber disfrutado durante años de cargos públicos a la sombra del que fue su partido. La singular batalla que mantiene Federico para no caer en las garras de la decencia le hace decir estas cosas, sin reflexionar en que está dando más valor todavía al nuevo proyecto. Si es cierto que Abascal ha desempeñado cargos públicos con el PP -y que estos estaban muy bien remunerados- su aventura adquiere más legitimidad moral, precisamente porque ha renunciado a la vida cómoda y regalada que habría conseguido sólo con mantenerse callado. Así que Federico, en realidad y sin querer, a quien está criticando es a todos los que tragan sapos y serpientes enroscadas en hachas con tal de mantener la sopa boba.

Sus antiguos compañeros también le afean a Abascal el hecho de que sus primeros pasos en la política los ha dado en el PP, diciendo que eso le resta credibilidad para liderar un proyecto de regeneración. Resulta un argumento excéntrico y peligroso porque, aplicando la misma lógica, Rajoy no estaría capacitado para liderar la formación de centro izquierda que ahora dirige, ya que sus orígenes políticos están ligados a la muy derechista Alianza Popular, con quien fue flamante diputado.

En fin, el tiempo y las urnas dirán si Vox tiene espacio electoral y proyecto alternativo. En gran parte depende de ellos mismos. Pero de momento se puede saborear el miedo y la vesania que produce en el establishment el simple enunciado de su nombre.

27 Enero 2014

Vidal-Quadras deja el PP y Vox sigue creciendo

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

Leer

ALEJO Vidal-Quadras se suma al goteo de dirigentes y militantes del PP que han abandonado el partido para incorporarse a Vox, la nueva formación liderada por Santiago Abascal con Ortega Lara como referente. El político catalán, actual eurodiputado, se despide de Rajoy con una carta en la que le reprocha su «fatalismo escéptico», su falta de «pasión», su pasividad frente al desafío de Mas y su política antiterrorista. Vidal-Quadras hace gala de la brillantez que ni siquiera sus críticos más acérrimos le niegan con una metáfora sobre el PP. «Un partido no es un rebaño flanqueado por mastines que sigue dócilmente a su pastor». El ex presidente del PP catalán encabezará la lista de Vox al Parlamento Europeo. El nuevo partido va sumando, lo cual es preocupante para el PP.

13 Febrero 2014

Una propuesta para la regeneración democrática

Ignacio Camuñas

Leer

No es frecuente que en las democracias consolidadas aparezcan, en un corto lapso de tiempo, nuevas formaciones políticas que traten de disputar el terreno a las históricamente ya asentadas. Si bien es cierto que España no se puede comparar, en este sentido, con otros países del mundo occidental —puesto que nuestro actual sistema de partidos data de hace tan solo unas décadas—, no deja de ser significativo que, en muy poco tiempo, la situación de los partidos políticos en nuestro país se encuentre en un proceso de abierta agitación que ha originado la situación que vamos a analizar. Si surgen nuevos partidos habrá alguna razón de peso para que esto ocurra y no encontramos otra más evidente e inmediata que esta: hoy en España existe una profunda insatisfacción respecto del funcionamiento de las fuerzas políticas del arco parlamentario. Así, los distintos sondeos de opinión acreditan a diario que los partidos políticos han pasado a ser, para la mayoría de españoles, uno de los problemas más graves de nuestra democracia. No cabe la menor duda, sin embargo, que la severa crisis económica que padecemos es también un poderoso caldo de cultivo para la insatisfacción y el desasosiego que sufre un amplio sector de la población. No obstante y dada la situación descrita ¿es raro que aparezcan nuevas formaciones políticas que traten de dar respuesta a las legítimas aspiraciones de una ciudadanía crecientemente desalentada? La respuesta, lógicamente, es que es entendible lo que está sucediendo.

La primera sonada aparición en el escenario político se produjo en el campo de la izquierda hace tan solo unos años con la creación de UPyD. En Cataluña, también ante la grave situación que se está viviendo —en vista de la alocada apuesta del nacionalismo catalán a favor de la independencia y dada la pasiva actitud del partido del Gobierno y la crisis que desgarra al PSC—, ha surgido Ciudadanos, un partido joven y sin complejos que parece estar ganando terreno aceleradamente y al que se le augura una considerable presencia en el futuro Parlamento catalán. Por tanto, ¿por qué no puede surgir una fuerza política que trate de dar satisfacción a un electorado que se muestra tantas veces desconcertado ante la trayectoria y comportamiento del Partido Popular? Es público y manifiesto que una gran parte de los millones de votantes que dieron su apoyo al PP en las últimas elecciones generales, no parece entender cabalmente el rumbo que lleva el partido de Mariano Rajoy hasta el momento, según manifiestan la mayoría de los sondeos de opinión.

Si además, a diario se sigue contemplando la continua aparición de casos de abusos y corrupción que afectan a una gran parte de los partidos políticos actuales sin que, en realidad, se tome medida práctica alguna para impedirlo, no es extraño que cunda la desafección y el pesimismo.

¿Resulta extraño que ante este panorama que venimos describiendo surja una fuerza política como Vox? Un proyecto político que proclama en su ideario la necesidad de una profunda regeneración democrática y una reforma eficaz de las estructuras del Estado desde el convencimiento de que la unidad de España es innegociable y que la soberanía nacional reside en el conjunto del pueblo español. Las distintas medidas que propone Vox en su manifiesto fundacional ponen de relieve la defensa del principio de libertad como condición imprescindible para la articulación de una verdadera democracia ya que es la libertad la que debe presidir la organización de la vida política, económica y social. Todo lo cual supone una firme garantía de que Vox es un partido que defiende hasta sus últimas consecuencias la democracia en España. Cualquier lector de buena fe que se moleste en leer nuestro manifiesto atribuiría, por tanto, a Vox una filiación claramente liberal y democrática por su defensa infatigable de la libertad individual, el Estado de Derecho, el imperio de la Ley, y su apuesta decidida por la separación de poderes y por una auténtica independencia del Poder Judicial.

Por todo ello causa sorpresa que un periódico de la seriedad y envergadura de EL PAÍS pueda incurrir en el error de distraer a sus lectores con un superficial trabajo que, sin embargo, adorna con imponentes fotografías repletas de banderas inconstitucionales dando a entender que Vox pudiera suponer una amenaza y un asalto a nuestra democracia queriéndonos condenar, al parecer, al extremismo y la marginalidad en un burdo intento de confundir interesadamente a la opinión pública

A los que llevamos ya más de 40 años defendiendo la libertad y la democracia en nuestro país —antes de que la propia Constitución aún existiera— nos parece una broma de mal gusto que se nos quiera asimilar a grupos políticos con los que no tenemos coincidencia alguna ni en España ni en Europa.

Comprendemos que nuestra salida al ruedo político ha de incomodar a más de uno y, aunque estamos muy satisfechos y esperanzados con las adhesiones que a diario recibimos, tenemos asumido que deberemos aceptar el desprecio de los arrogantes, la descalificación de nuestros competidores y el alejamiento y la orfandad de los que viven al calor de la protección gubernamental. Pero todas estas actitudes, si bien nos apenan, no van a sembrar duda ni causar desfallecimiento en lo que son nuestros ideales y compromisos fundacionales.

España, lo venimos afirmando muchos desde hace un tiempo, se encuentra en el final de una época. Una época que algunos ayudamos a poner en marcha con esfuerzo y una inmensa esperanza pero que, con el paso del tiempo y el desgaste sufrido, necesita un conjunto de reformas serias y decididas que están aún pendientes de llevarse a cabo. Si no lo hacemos con prontitud el edificio que hoy ya da señales inequívocas de estar agrietado corre el riesgo de venirse abajo, que es lo que ninguno de nosotros deseamos, porque el pueblo español no se merece quedar sumido de nuevo en un período de incertidumbre con el riesgo de volver a dar saltos en el vacío.

La necesidad de un cambio de rumbo es inapelable. Vox nace con la convicción de que puede ayudar a ese cambio que el país precisa. Nosotros no ofrecemos meras palabras ni vagas promesas. Por el contrario, los nueve puntos de nuestra Agenda para el Cambio que se especifican en nuestro manifiesto fundacional constituyen un buen inventario de problemas y posibles soluciones que es preciso debatir y tratar de acordar.

No hay tiempo que perder. La hora del diagnóstico y la denuncia ya está cumplida. Ha llegado el momento de la movilización y la acción, de la responsabilidad y del compromiso cívico.

Ignacio Camuñas Solís es exministro de UCD y miembro fundador de Vox.

El Análisis

ESBOZÁNDOSE TRAS ORTEGA LARA

JF Lamata

No pretendo despreciar la valía personal que pudieran tener el Sr. González Quirós, el Sr. Camuñas o los Vidal-Abarca (cuya tormentosa salida de la AVT no quedó clara), pero que ellos formaran un partido político dudosamente hubiera merecido demasiado espacio en ningún medio de comunicación.

En cuanto a los ‘cerebros’ de Vox, D. Santiago Abascal y D. Aleix Vidal Quadras (que andubo de ‘tapado’ un rato hasta dar el salto), tampoco se puedan decir que fueran pesos pesados del PP. El Sr. Vidal Quadras, todo lo más, fue presidente del PP catalán, el Sr. Abascal ni eso. ¿Eran ellos pesos suficientes como para considerarse ‘escisión’? Una escisión letal podría ser la liderada por figuras históricas como Dña. Esperanza Aguirre cuya marcha del PP si hubiera sido un auténtico maremoto para el partido. ¿Pero la marcha del Sr. Abascal de verdad le importaba a alguien? (a parte de ser más que previsible tras ser ignorado en su intento de ser presidente del PP vasco) ¿La del Sr. Vidal Quadras, que ya había sido excluido de las listas para europa? Seamos claros, se iban del PP dos pesos medios cuando ya no tenían nada que perder y sólo consiguieron algo de eco porque se esbozaron detrás de una de las figuras simbólicas más queridas por la ciudadanía: D. José Antonio Ortega Lara. Sólo EL MUNDO, que deseaba chinchar como pudiera al PP les dio algo de eco (y dejó de hacerlo tras la defenestración de D. Pedro J. Ramírez).

No obstante, del fracaso de Vox, la figura del Sr. Ortega Lara mereció igualmente elogios, podría haber aprovechado para hacer un discurso radical y demagógico que como víctima de las torturas de ETA gran parte de la ciudadanía le hubiera entendido, pero no, en todo momento el Sr. Ortega Lara, incluso como candidato de Vox mantuvo una actitud positiva, moderada y razonada. Una derrota de Vox, por tanto, que no mermó en absoluto el cariño y respeto de la población al Sr. Ortega Lara.

J. F. Lamata