22 octubre 1945
Nace la IV República de Francia con una Asamblea Constituyente en un delicado equilibrio entre la mayoría comunista y la influencia militar del General De Gaulle
Hechos
Comenzó el 22 de octubre de 1945.
Lecturas
El nacimiento de la IV República de Francia (La III finalizó con la derrota militar frente a Alemania en 1941) y el consiguiente triunfo del general De Gaulle han quedado plasmado en la masiva repuesta de los electores, al respaldar la convocatoria de una Asamblea Constituyente.
Con una participación de 85% del electorado, 19 millones de electores votaron afirmativamente. En cuanto a los partidos que estarán representados en la Asamblea, los comunistas aparecen en primer lugar, con 152 escaños, les sigue el Movimiento Republicano Popular (de derecha católica), con 140 escaños, los socialistas ocupan el tercer lugar con 133 escaños.
El inicio IV República deja fuera del poder al General De Gaulle, que no tiene partido político alguno. De momento el militar se aparta del poder, pero tiene el apoyo del ejército.
Un apoyo que se evidenciará durante los sucesos de 1958.
El Análisis
Francia ha decidido cerrar el capítulo del régimen de Vichy y no reinstaurar, como muchos esperaban, la vieja III República. En su lugar, nace oficialmente la IV República: una arquitectura institucional nueva, parlamentaria, pluralista y democrática, pero ya con un aire conocido a inestabilidad. El General Charles de Gaulle, símbolo indiscutible de la resistencia contra el nazismo y líder natural de la Francia liberada, ha renunciado a continuar como jefe del Estado. Podía haberse perpetuado en el poder como lo han hecho Franco en España o Salazar en Portugal, pero ha optado por entregar el mando a los partidos y volver a los cuarteles, no sin antes advertir del riesgo de un régimen dominado por una asamblea sin equilibrio de poderes. Su retirada, sin duda honorable, deja al país en manos de una coalición frágil entre socialistas de la SFIO y los conservadores del Movimiento Republicano Popular.
No se ha querido volver a la III República, manchada por su tibieza ante Hitler y hundida por sus divisiones internas. Se proclama una IV, como si bastara cambiar de número para conjurar los viejos fantasmas. Pero en esencia, el sistema vuelve a depender de mayorías parlamentarias volátiles, pactos efímeros y primeros ministros que podrían sucederse a un ritmo de vértigo. Francia quiere reconstruirse, mantener su estatus como potencia mundial, incluso conservar sus dominios coloniales en Indochina y el Magreb, pero ¿cómo sostener un imperio sin un poder ejecutivo fuerte?
La IV República nace bajo el signo de la libertad, pero también con una fragilidad estructural que no será fácil de ocultar. En un mundo que se divide entre bloques, entre potencias autoritarias y democracias sólidas, Francia elige el camino de la pluralidad, pero también del riesgo. Democracia sí, pero la historia reciente recuerda que sin estabilidad, la democracia puede tambalearse.
J. F. Lamata