Nacho Álvarez Peralta rompe con Podemos después de que el partido le prohíba aceptar la propuesta de Yolanda Díaz de ser ministro representando al partido en lugar de Irene Montero

Hace ya una década, desde su fundación en 2014, he venido trabajando con esfuerzo, ilusión y compromiso en el desarrollo de Podemos, un proyecto que ha sido trascendental para entender los cambios que se han dado en la política española durante los últimos diez años.

Podemos ha sido una herramienta crucial en nuestro país: consiguió redefinir y oxigenar el mapa político español, puso fin a un bipartidismo que – gobernase quien gobernase – ofreciera políticas muy similares a la ciudadanía y permitió construir al primer Gobierno de coalición progresista de nuestra democracia. Es más, la presencia de Podemos en el propio Gobierno de coalición ha permitido empujar durante estos últimos años un nuevo abanico de políticas públicas que han ampliado los derechos sociales, laborales y civiles en España, ensanchando así nuestra democracia.

Estoy orgulloso de haber formado parte de esta historia, como miembro de la dirección del partido, como Secretario de Economía y también como Secretario de Economía y también como Secretario de Estado de Derechos Sociales en el Gobierno de Coalición. Han sido muchas las horas de trabajo y muchos los esfuerzos personales, pero bienvenidos sean si han servido para que haya ciudadanos en nuestro país que puedan vivir algo mejor.

Hoy he recibido la propuesta de Yolanda Díaz de ser ministro en el próximo Gobierno de Coalición, propuesta que la dirección de Podemos no respalda. Agradezco mucho la confianza que Yolanda deposita en mí, pero yo no voy a aceptar ser ministro del próximo gobierno si la dirección de mi organización no lo comparte ni lo aprueba. En mi cultura política no es concebible aceptar un cargo institucional al margen de la organización de la que uno forma parte.

Durante estos años he tenido en diversas ocasiones diferencias relevantes con la orientación de mi partido, y siempre las he trasladado en los órganos de dirección. Considero que la auténtica lealtad a un proyecto político pasa por buscar los puntos en común que nos unen, expresar con honestidad las diferencias para trabajarlas y hacerlo en los órganos de dirección, no en los medios de comunicación. Bajo ese prisma he entendido siempre mi compromiso político, tanto en Podemos como en Sumar, la coalición en la que nos hemos integrado.

Es evidente que la actual dirección de Podemos ha perdido la confianza que depositó en mí cuando me nombró miembro de la Ejecutiva del partido. Considero por tanto que lo más honesto es dar un paso a un lado y dimitir de mis cargos en el partido, dejando tanto la secretaría de Economía como en el Consejo Ciudadano Estatal y la Ejecutiva.

En los próximos días concluye mi mandato como Secretario de Estado de Derechos Sociales y, una vez finalizado éste, volveré a mi puesto de trabajo como profesor de economía en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido un honor desempeñar este cargo sirviendo a mi país durante estos cuatro años, y quiero agradecer tanto a Pablo Iglesias como a Ione Belarra la confianza que depositan en mí al nombrarme.

La principal fortaleza de las fuerzas progresistas y de izquierda pasa por la unidad y, sobre todo, por la fraternidad entre los diversos proyectos. No lo olvidemos. Los partidos no se deben a sus responsables a los ciudadanos a los que aspiran a representar.

Seguiré trabajando por impulsar la igualdad, la libertad y una sociedad más justa y equitativa. Ese es un camino que sólo podemos recorrer de la mano de otros y con la voluntad de trazar un sendero común. Estoy seguro de que en ese camino seguiremos encontrándonos.

Nacho Álvarez

1.- Esto no es «una pelea entre Yolanda Díaz y Podemos». Esto es Yolanda Díaz ejecutando la voluntad de Pedro Sánchez. El líder del PSOE ya intentó vetar a Podemos del gobierno en 2019 y ahora se ve con mucha más fuerza para hacerlo porque tiene una socia que le está haciendo el trabajo sucio. Y esto no es opinión, es el artículo 100 de la Constitución Española donde se explica que es el presidente del Gobierno el que nombra a los ministros. El único que tiene la capacidad de vetar a Podemos o no hacerlo es Sánchez. Si hoy lees alguna pieza o escuchas alguna tertulia en la que te cuentan que esto es únicamente cosa de Yolanda Díaz y que estamos ante una pelea entre Sumar y Podemos, una de dos: o estás ante un periodista muy mal informado, o estás ante un periodista corrupto que «va con ello, aunque sea demasiado burdo».

2.- No ha habido ninguna negociación sobre los ministerios entre Yolanda Díaz y Podemos ni entre Pedro Sánchez y Podemos. Enviar un PDF y a los 15 segundos pasarlo a tus periodistas de confianza para que lo publiquen inmediatamente no es ninguna negociación, es una artimaña para intentar construir un relato mediático falso que deje en mal lugar al otro y a ti te exonere de toda culpa. Cualquiera que haya cursado primero de parvulitos de «negociación» sabe que esto es un hecho, y no porque lo diga yo. Si hoy lees alguna pieza o escuchas alguna tertulia en la que te cuentan que esto tiene algún tipo de parecido con una negociación, una de dos: o estás ante un periodista muy mal informado, o estás ante un periodista corrupto que «va con ello, aunque sea demasiado burdo».

3.- Lo menos importante de la maniobra es el intento de hacer pasar a Nacho Álvarez como cuota fake de Podemos. En la «oferta» que manda Yolanda Díaz a Podemos y a los 15 segundos a Ignacio Escolar, se exige a los morados que apoyen cualquier cosa que venga del gobierno aunque sea de derechas, que respeten siempre la disciplina de voto de Sumar, que digan públicamente siempre lo mismo que Sumar o callen y que se comprometan por anticipado a concurrir a todas las citas electorales con Sumar. Es decir, lo que se le ofrece a Podemos es cerrar Podemos. Si hoy lees alguna pieza o escuchas alguna tertulia en la que se les olvida este pequeño detalle, una de dos: o estás ante un periodista muy mal informado, o estás ante un periodista corrupto que «va con ello, aunque sea demasiado burdo».