1 marzo 1935

El periódico monárquico asegura que su competidor aún le debe dinero de cuando contrató su servicio como suministrador de teletipos

Nuevo enfrentamiento entre LA TIERRA (Cánovas Cervantes) y ABC (Juan Ignacio Luca de Tena) a raíz de ‘un hombre decente’ y el dinero prestado

Hechos

  • En la mañana del 1.03.1935 el diario ABC publicó artículo sobre LA TIERRA
  • En al tarde del 1.03.1935 el diario LA TIERRA publicó un artículo sobre ABC.

Lecturas

El diario La Tierra publica un editorial de crítica a ABC por un comentario publicado en este periódico sobre un vagabundo honrado de Estados Unidos. ABC responderá en su número al día siguiente deslegitimando a La Tierra por su trayectoria. Además, en el ABC Federico García Sánchíz califica de ‘gangster’ a La Tierra y a El Pueblo. El periódico de Salvador Cánovas Cervantes replica tanto a ABC como a García Sanchíz.

28 Febrero 1935

ABC y la locura de un hombre decente

LA TIERRA (Director: Salvador Cánovas Cervantes)

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El diario alfonsino ABC publica hoy en negritas, y en lugar destacado lo que sigue:

«Ya lo sabe usted, señor. En los Estados Unidos, un vagabundo se ha vuelto loco al verse objeto de admiración pública por un acto de honradez que había realizado.

– ¿En qué consistió su acto de honradez?

– En devolver 45.000 dólares que se había encontrado.

– Entonces no ha podido volverse loco. ¡Ya lo estaba!»

Bueno, pues ya lo saben ustedes. Para ABC se necesita estar loco para tener el gesto honrado de devolver unos miles de dólares. Para nosotros, para todo el mundo, devolver dinero encontrado es algo tan lleno de la lógica más elemental, que ni siquiera puede producirnos la menor sorpresa. A los monárquicos españoles, o a su órgano representativo al menos, les parece, en cambio, que se necesita ser digno de Leganés o Ciempozuelos para sentirse persona decente.

Si ellos lo piensan y lo dicen así, nosotros no tenemos inconveniente en creerles.

01 Marzo 1935

ABC y la locura de un hombre decente

ABC (Director: Juan Ignacio Luca de Tena)

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Nosotros, naturalmente, no vamos a enfadarnos con LA TIERRA, ni siquiera cometeremos la candidez de comentar los medios que emplean para combatir al adversario político quienes no cuentan con más armas que esas que usan, ni echaremos de menos una vez más la existencia de un tribunal de periodistas honorables, de todas las ideologías, que por decoro de la profesión actúe contra los periódicos que falten a él. No queremos siquiera comentar el texto de LA TIERRA.

Pero ciertas líneas suyas – las que afirman que devolver el dinero encontrado es algo tan lleno de lógica que a ellos, los de LA TIERRA, no puede producirles la menor sorpresa, mientras que a nosotros, los de ABC, nos parece que se necesita ser digno de Leganés para sentirse persona decente – nos traen a la memoria una verídica y edificante historia que vamos a contar puntualmente a nuestros lectores, sin el menor comentario por nuestra parte.

A mediados de diciembre de 1930, cuatro meses antes de la proclamación de la República, comenzó a publicarse un periódico republicano cuyo fundador lo había sido también, años antes, de un periódico monárquico, y por cierto de los más derechistas. Dicho señor mantenía, desde entonces, excelentes relacionens de amistad y compañerismo con otro periódico monárquico, ¿por qué no decirlo?, de gran difusión, de la máxima difusión en España. Cuando en diciembre de 1930 el nuevo republicano fundó su diario dirigióse al periódico monárquico y solicitó el servicio de su información telegráfica. Firmóse el oportuno contrato , en el que ambas partes quedaban obligadas; pasó un mes y el periódico republicano no pagó el servicio. No lo pagó, y al acreedor no se le ocurrió sin embargo, pensar, estamos seguros de ello, que para los republicanos españoles ‘se necesita estar loco para tener el gesto honrado’ de pagar sus deudas. Pensó, por el contrario, que un periódico que empieza es natural tropiece con dificultades, y quiso tener la deferencia de no cortarle el servicio. Y pasó otro mes, y el deudor continuó sin parar. Y tampoco se le ocurrió entonces al acreedor pensar que el órgano que se decía representativo del republicanismo encontraba que ‘se necesita ser órgano de Leganés o Ciempozuelos para sentirse persona decente». Y siguió dándole el servicio telegráfico gratis. Y pasó un tercer mes, y la deuda continuó aumentando.

Y aquí viene lo extraordinario del caso. El nuevo periódico, que de republicano de orden habíase convertido a los tres meses en revolucionario de extrema izquierda, sin la menor provocación que lo justificara, sin venir a qué y sin haber pagado ni un céntimo del servicio telegráfico, que seguía disfrutando gratis desde su fundación, comenzó a meterse con el periódico monárquico. Y fue entonces cuando, naturalmente, se le retiró el servicio. Y no por tramposo ni porque las tres mil pesetas debidas valieran la pena, sino por entender los acreedores que no podía seguir tratándose como amigo a quien así procedía. Después de retirado el servicio, el diario izquierdista continuó sin pagar, a pesar de la gran difusión que, momentaneamente, por el espacio de unas semanas, alcanzó en aquellos turbulentos tiempos.

Se proclamó, al fin, la República. El periódico monárquico entendió que no debía cambiar de casaca como hicieron otros. Y el diario nocturno revolucionario se dedicó entonces con fruición a excitar diariamente, en nombre de la libertad, el celo del Gobierno provisional contra su colega acreedor. «Una intolerable actitud que el Gobierno debe reprimir», clamaba un día y otro. Se le contestó adecuadamente. Y entonces fué cuando el periódico izquierdista emprendió una violenta campaña personal contra el hombre a quien debía unos miles de pesetas.

Este se hallaba entonces en el extranjero. A su regreso inmediato, porque era incapaz de olvidar muchas cosas, quiso extremar su generosidad y apurar la consideración que le había merecido su adversario dando fin a la polémica por cauces más dignos que los de la polémicap or cauces más dignos que los de la violencia escrita y el insulto. Más para eso había un pequeño inconveniente: la deuda. El acreedor lo zanjó con un recibo que la cancelaba y dio cuenta en su periódico de la fingida cancelación.

La historia está a punto de terminar. El director y el propietario del periódico izquierdista devolvió alegremente el recibo se negó a dar la satisfacción que se le pedía, rehusó él la que le ofrecían, continuó sin pagar… ¡y hasta hoy!

Los lectores habrán adivinado ya el título de los dos periódicos. Han pasado cuatro años. LA TIERRA continúa casi a diario intentando ofender al ABC, sin saldar su deuda. Nosotros, naturalmente, no hemos vuelto a ocuparnos de LA TIERRA. Pero era tan edificante su concepto expuesto anteanoche sobre la cordura de los que devuelven lo que no es suyo y el que a nosotros nos atribuye, que no hemos podido resistir a la tentación de relatar al público la sugestiva historia precedente, encabezándola con el mismo título con que el periódico del Sr. Cánovas y Cervantes ha puesto el dedo en la llaga: «ABC y la locura de un hombre decente». No. En serio. Es, en efecto, indudable que LA TIERRA y nosotros tenemos sobre las materias de su comentario conceptos diferentes. Como del vagabundo de nuestro cuento, seguimos creyendo que hay, desgraciadamente, muchas personas en el mundo que necesitarían volverse locas ‘para tener el gesto honrado de devolver unos miles’. O, por lo menos, para no tratar de injuriar a quien se lo deben.

01 Marzo 1935

Las informaciones de LA TIERRA sobre las andanzas de la familia Borbón, vuelven loco a ABC

LA TIERRA (Director: Salvador Cánovas Cervantes)

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Conocíamos la desesperación que produce en los monárquicos de Annual la publicación de nuestras verídicas informaciones sobre las andanzas y vicisitudes de la familia Borbón. Teníamos noticias de las maquinaciones que contra nosotros se pone en juego hasta ahora subterránea. La ofensiva pública ha comenzado en el número de esta mañana de ABC, réplica a nuestro ‘Palique’ de ayer sobre la familia que fue real. Porque si no fuera así, ¿Cómo contesta hoy el colega a un comentario publicado por LA TIERRA hace ya días?

Como nosotros no acostumbramos a mordernos la lengua cuando tenemos que replicar a las insidias y a las calumnias de nuestros adversarios, sean de la especie que sean sin importarnos la categoría ni el sector político y social a que pertenezcan, porque en nuestra vida nada existe que nos obligue a bajar la cabeza delante de nadie, gustosos recogemos el reto que hoy nos lanza ABC, lo que dará motivo y ocasión a nuestro director, Cänovas Cervantes, para publicar una serie de trabajos de divulgación histórica contemporánea, aclarando algunos extremos interesantes de la vida política y periodística relacionada con ABC.

Pero antes de entrar en materia nos interesa aclarar las inexactitudes del diario alfonsino, para que el público no se dé cuenta de cómo se actúa en aquella casa tan conocida por nosotros.

Un ‘Gran Servicio’ telegráfico que resulta de balde

ABC, que blasona del diario rico, de no necesitar a nadie y de ser independiente económicamente, tiene montada una agenda telegráfica cuya organización está acoplada a las necesidades informativas del diario. Para que los telegramas de resultan gratis, dándose tono de disponer de un gran servicio telegráfico que le pagan sus asociados, se venden dichos telegramas a otros periódicos sin importarles las ideas de los mismos.

Cuando en 1930 comenzó a publicarse LA TIERRA recurrimos a dicha agencia para que nos suministrase información. Entonces no existía otra organización de este orden. Se llegó a un acuerdo, por medio del cual LA TIERRA pagaría dos mil pesetas mensuales ‘por el servicio’. Se dio orden a los corresponsales para que enviaran un duplicado a nuestra redacción y comenzamos a recibir aquel ‘servicio’ que desde el primer momento se vió que era inservible para un periódico de la noche por estar organizado, naturalmente, para un periódico de la mañana.

Inmediatamente reclamamos a la agencia de ABC haciendo constar la imposibilidad de aprovechar dichas noticias. Los telegramas comenzaban a llegarnos después de las ocho de la noche. Dejamos de cuenta aquel saldo de telegramas haciendo constar que no podíamos pagar lo que no habíamos utilizado doliéndonos de que una Empresa tan seria como ABC se comprometise a lo que no podía cumplir. El tiempo transcurrido desde la orden a los corresponsales de envío de los telegramas y la de suspensión, fue de mes y medio, que a razón de dos mil pesetas mensuales por un servicio imaginario, sumaban las tres mil pesetas que ABC, con una tranquilidad que aterra, segura que le adeudamos. ¿Está claro?

Una campaña en defensa de la república – 1-3-1935

Este asunto quedó ya dilucidado en los primeros días de marzo de 1931. Recién instaurada la República, el diario ABC inició una campaña de descrédito contra el régimen popular. Ni el Gobierno provisional, ni la Prensa de empresa convertida en republicana cinco minutos después de proclamada la República, se creyeron en el caso de salir al paso de las insidias políticas de ABC contra el naciente estado de las cosas. Como siempre tuvo que ser LA TIERRA quien defendiera al régimen que el pueblo se dió a sí mismo, con cuyo motivo y a falta de otro argumento salieron a relucir los ya famosos telegramas y la reclamación por un servicio que no se había prestado. ABC terminó aquella polémica como el judío de ‘los intereses creados’, gritando con angustia: ‘¡Mi dinero! ¡Mi dinero!…’

El colega alfonsino cuando no sabe por donde salir termina siempre de la misma manera. Echando en cara a sus contradictores el más pequeño favor, la publicación de una gacetilla o el recuerdo de ayudas económicas como le ha sucedido con EL LIBERAL, cuyo caso trataremos en nuestros próximos artículos para que el lector aprecie la táctica de ABC.

En aquella polémica nosotros publicamos toda la correspondencia cruzada con ABC a propósito de este asunto y quedó demostrada nuestra razón. Loco y sin saber por donde salir, el pequeño Luca de Tena nos retó a un desafío, y para dejar expédito el camino del honor con arreglo a lo que ordenan los libros y los codigos, nos envio el recibo de las célebres tres mil pesetas. Nosotros devolvimos, con el natural desde el recibo y el reto, haciendo constar que aquellos no eran procedimientos aceptables, aunque el director de ABC, el señor marqués, los creyese muy caballerosos y que nosotros por una cuestión de honor planteada cuando le convenía a él no ibamos a suspender una campaña que había producido en la opinión enorme impresión. Mucho más, siendo público que nuestro director, en toda ocasión, acepto cuantos lances de este género se le hablan planteado, y que habiéndose batido muchas veces con gente tan valiente y hasta quizá más valiente todavía que el señor marqués, estaba en su derecho al elegir la ocasión y el adversario cuando tuviera por conveniente.

Por qué y como pusimos fin a la polémica

Terminamos la campaña, sí; pero no fue por habilidades ni maniobras de esta clase, sino porque al producirse el intento de asalto y quema del diario ABC como contestación a sus insultos contra la República, nos créimos en el deber de no ensañarnos con el caído ni aprovecharnos de aquellas circunstancias. Y añadiremos más, que fue tan grande la impresión de extrañeza que este silenci nuestro produjo al Sr. Luca de Tena que esperaba ser atacado sin piedad por LA TIERRA que, al visitar en la cárcel su amigo íntimo el informado y popular torero Sánchez Mejias, no le ocultó su asombro elogiando a LA TIERRA y a Cánovas Cervantes y dando a dicho señor el encargo de que hiciera constar a nuestro director el testimonio de su reconocimiento. El señor Sánchez Mejias cumplió su encargo con la gentileza y corrección que én él eran peculiares.

Así es como procedemos nosotors y así contestamos a los calumnias e insidias de nuestras adversarias. Con la frente alta y la verdad y la razón por delante. Y ahora, a contestar adecuadamente en sucesivos artículos al diario ABC para poner en claro de una vez lo que debe Cänovas Cervantes al ‘gran diario’ y lo que este debe a nuestro director, que no es poco. ¡Quizá la propia existencia de ese organo periodístico, cuya actuación tantos y tan hondos estragos dota haciendo en la sociedad española! Seguramente, de cuanto vamos a decir no tendrá la menor noticia, el señor marqués.