23 mayo 1987

El dimitido, que será reemplazado por Javier Rupérez, asegura que su mayor error político fue entrar en Coalición Popular

Óscar Alzaga Villaamil dimite como presidente del democristiano PDP forzado por dirigentes de su propio partido y renuncia a su escaño

Hechos

El 21 de mayo de 1987 D. Óscar Alzaga anunció su dimisión como presidente del Partido Demócrata Popular (PDP) que él mismo había fundado y como diputado en el Congreso en lo que suponía su retirada política.

Lecturas

El 21 de mayo de 1987 D. Óscar Alzaga Villaamil anuncia su dimisión como presidente del Partido Demócrata Popular (PDP) y la renuncia de su acta como diputado.

El objetivo del Sr. Alzaga Villaamil de romper con Alianza Popular para intentar convertir al PDP en una fuerza bisagra en las autonómicas y municipales del PDP. La realidad es que el partido democristiano ha tenido grandes dificultades para formar candidaturas y ha visto como sectores conservadores pedían la retirada de estas listas para no dividir más el voto de la derecha y como los bancos rechazaban créditos por considerar que el PDP tenía pocas opciones. La retirada de D. Rodolfo Martín Villa como candidato del PDP en Castilla y León la candidatura en la que tenía más esperanzas electorales supuso el golpe final al Sr. Alzaga Villaamil.

El nuevo presidente del PDP es D. Javier Rupérez Rubio que en las elecciones del 10 de junio de 1987 se presenta como candidato de manera simultánea a la presidencia de Castilla La Mancha y como cabeza en la candidatura del PDP al Parlamento Europeo. Los otros principales candidatos del PDP son D. Javier González Estéfani, candidato a la alcaldía de Madrid, D. Jaime Ignacio de Burgo, candidato a la presidencia de Navarra y D. José Antonio Rodríguez Martínez, candidato a la presidencia de Cantabria.

JAVIER RUPÉREZ, NUEVO PRESIDENTE DEL PDP

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El nuevo presidente del PDP sería D. Javier Rupérez, que en las elecciones de 1987 era cabeza de lista del PDP en las elecciones al Parlamento Europeo y candidato del PDP a la presidencia de Castilla la Mancha. El Sr. Rupérez se hizo tristemente célebre en 1979 al ser secuestrado por unos meses por unos terroristas.

22 Mayo 1987

La crisis del PDP

ABC (Director: Luis María Anson)

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Sean cuáles fueren en su última raíz las razones por las que D. Óscar Alzaga ha dimitido de la presidencia del PDP y por las que además anuncia, para después de las próximas elecciones, que renunciará a su escaño de diputado, cosa será de lamentar que el conjunto de las circunstancias políticas actuales favorezca la retirada, la pérdida para el juego político plural, de personalidades tan avaladas de prestigio profesional y tan capaces. Y aunque no se trate de episodio insólito porque los de esta naturaleza son normales en las democracias, no por ello dejan de significar la creación de vacíos personales, no fáciles de llenar. Óscar Alzaga es un político serio, capaz, equilibrado y prudente. Es, además, un gran jurista y un hombre recto y hornado. Su brillantez intelectual sobresale de la mediocridad general.

La retirada de Sr. Alzaga obliga, sin embargo, a recordar datos precedentes de alcance inevitable. Cuando el PDP, luego de las últimas elecciones generales, produjo la ruptura política de Coalición Popular separándose incluso parlamentariamente de ella, pese a haber conseguido sus votos en las listas cerradas de la Coalición y no propias, la reacción de la opinión mayoritaria no fue favorable y prevalecieron manifestaciones de censura. Desde estas mismas columnas – y dejando naturalmente a salvo la libertad de decisión política de cada partido – se señaló previamente hasta qué punto parecía evidente la necesidad de no romper Coalición Popular: la conveniencia de mantenerla como la base más ancha del contrapeso político que la hegemonía socialista requiere. Pero la separación cristalizó. Nueva ocasión para que se ahondase la discrepancia surgió en la moción de censura planteada por Alianza Popular que no fue secundada en la votación por el partido del Sr. Alzaga. Y en posteriores episodios políticos se ha mantenido, ya enconada, la rotunda oposición entre los que fueron aliados. Cuando AP presentó como candidato a la alcaldía de Madrid a un político procedente del PDP, el señor Álvarez del Manzano, la presentación de otro candidato del PDP, el señor González Estéfani, provocó la indignación, justificada, del centro derecha.

Todos estos episodios han contribuido al deplorable fenómeno de la división de la derecha: es decir, de la natural integración o entendimiento entre partidos distintos cuyas afinidades ideológicas son mucho mayores en definitiva, que sus divergencias. Y que en cualquier caso obtendrían mucha mayor asistencia electoral coaligados que en insolidaria comparecencia.

A este planteamiento se ha negado el PDP. Y ante la retirada de Alzaga forzoso es deducir que el partido no tiene ante si horizonte. Y que ha perdido, además, algina importante coordenada de equilibrio interno.

22 Mayo 1987

Políticamente, cero

Lorenzo Contreras

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La noticia de la dimisión de Óscar Alzaga como presidente del PDP no ha podido sorprender en los medios políticos, donde ya se especulaba con este hecho. Problemas internos del partido y problemas económicos o de financiación para la campaña electoral han determinado tal desenlace. Óscar Alzaga ya no convencía a parte de los suyos y, por supuesto, distaba de convencer a los Bancos o fuentes crediticias sobre sus posibilidades de conducir la campaña electoral correspondiente con un mínimo de aliento y vigor.

Ante la realidad producida, varias reflexiones acuden a la mente. Un hombre inteligente como Alzaga tuvo su momento el acierto de incorporarse a Coalición Popular para buscar por su conducto electoral la presencia parlamentaria que los democristianos necesitaban. Pero este inteligente político cometió después el error de olvidar cuáles eran los orígenes de esa presencia. Y al deshacer el pacto con Fraga no sólo precipitó los acontecimientos que dieron con el líder aliancista en el mundo de los ‘ex’ sino que preparó su propio eclipse personal.

Con toda razón un hombre tan avispado como Rodolfo Martín Villa, de quien no estuvo distante José Luis Álvarez, mostró su discrepancia ante la decisión de Óscar Alzaga tomó al separarse de Alianza Popular, es decir, al liquidar de una manera quizá en exceso autoritaria el nexo que le ligaba al partido de Fraga. Otro democristiano como Álvarez, concretamente José María Álvarez del Manzano, criticó públicamente la actitud alzaguista que ahora se ha revelado nociva para su propio autor, y fue expedientado por ello, si bien el actual candidato de la derecha a la Alcaldía de Madrid supo pone tierra inmediata por medio al abandonar voluntariamente el partido que le castigaba. O que pretendía castigarle.

Se ha demostrado algo fundamental: Óscar Alzaga es políticamente cero cuando trata de conducir un liderazgo por sus propias fuerzas. Hay un factor que la sociedad o el electorado nunca han sabido ver en el PDP su condición de partido de cuadros y, por tanto, de partido útil para cualquier situación política que requiere brillantes cabezas. En España no se valoran las cabezas tanto como las marcas y las pretensiones autónomas razonables desligadas de padrinazgos. Y cuando Alzaga – ya tarde – ha pretendido ir por libre a las elecciones y no depender de nadie, se ha encontrado con que el PDP no registraba sus posibilidades en encuestas o sondeos febrilmente realizados en los últimos meses con vistas al cálculo de opinión que los partidos necesitaban para las elecciones del 10 de junio.

Naturalmente, quienes sabían lo que las encuestas arrojaban eran los banqueros. La queja de Alzaga contra la no financiación de sus pretensiones electorales carece de sentido si se tiene en cuenta que ningún Banco se compromete con quien luego no puede devolver la cantidad prestada.

Pero lo que Óscar Alzaga no podía hacer tampoco era autoinculparse de no representar políticamente ninguna garantía. Distribuir, pues, reproches por su contorno político-económico era cosa natural. Y nadie puede extrañarse de que José María Cuevas, presidente de la CEOE y hombre preocupado por la unidad electoral de la derecha, fuese acusado de torpedear las posibilidades de un partido que como el PDP sólo podía restar y no sumar.

Óscar Alzaga no ha podido probar que Cuevas fuese inductor de nada. Lo que sí ha logrado es ofrecerse como víctima a la consideración pública. Ha preferido la lástima al olvido. Y en vez de retirarse discretamente como la zorra ante las uvas inalcanzables ha procurado organizar todo el ruido posible. La dimisión bien valía una resonancia. O la resonancia una dimisión. El caso es que, durante unos días, Alzaga va a cruzar como un meteoro por el firmamento político nacional.

Lorenzo Contreras