14 septiembre 1993

Cambio entre columnistas en los dos principales periódicos de 'El Sindicato del Crímen'

Pablo Sebastián deja el ABC para pasarse a EL MUNDO y Francisco Umbral deja EL MUNDO para pasarse al ABC

Hechos

  • El 14.09.1993 el diario EL MUNDO anunció el fichaje de D. Pablo Sebastián (que firmaba con el seudónimo ‘Aurora Pavón’) que hasta entones escribía para ABC.
  • El 16.09.1993 el diario ABC anunció el fichaje de D. Francisco Umbral que hasta entonces escribía para EL MUNDO.

Lecturas

La pérdida de D. Francisco Umbral era un duro golpe para el periódico dirigido por D. Pedro J. Ramírez, que perdía así a uno de los principales referentes del periódico del que era co-fundador y accionista minoritario. Era el segundo accionista minoritario que renunciaba como columnista tras el caso de D. Manuel Martín Ferrand.

ANSON CELEBRA EL FICHAJE DE UMBRAL

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14 Septiembre 1993

AURORA PAVÓN

Francisco Umbral

Leer
Quisiera desde esta recatada rinconera del periódico, dar la bienvenida a Aurora Pavón, la más gentil y peligrosa dama del periodismo español. Su éxito es inmediato y su parla muy escuchada, en los salones de EL INDEPENDIENTE, que no mucho más allá.

Quisiera desde esta recatada rinconera del periódico, dar la bienvenida a Aurora Pavón, la más gentil y peligrosa dama del periodismo español. Es casi tan peligrosa y enigmática como las bellas preciosas de Lacios, bachilleras en artes, artesanías y percances, a más de enteradísimas caracolas de la vida. Aurora Pavón nace a nuestro periodismo como un híbrido o machihembrado, como un juego a tres (dos personalidades y un nombre que no corresponde a ninguna). Su éxito es inmediato y su parla muy escuchada, en los salones de EL INDEPENDIENTE, que no mucho más allá. Pero tener un salón en Madrid, en estos tiempos, es casi tanto como haberlo tenido bajo Saint-Beuve. O una Academia en Grecia o Roma. O, lo que quizá le guste más a Aurora, una dacha con Stalin. Aurora y yo nunca hemos podido compartir cama, por esas cosas que pasan, en ningún gran hotel de la Castellana. Por eso ella no figura en mis «Memorias eróticas», aunque sí en alguna novela mía de escándalo, donde juego púdicamente con su ambigüedad sexual, cosa que todavía no me ha agradecido porque las mujeres ya se sabe que no leen libros. Prefieren acostarse con los escritores y los políticos a leer sus novelas o discursos. Y aprenden más, como me dijo una vez Lola Flores. Luego, Aurora se fue al ABC, ya más definida de sexo, con más letra que música en su palabra (la música se la había llevado el otro, el chulo organillero), pero eso le daba novedad y misterio a sus columnas y decires. Yo la invité este año a un curso de verano, pero la casta y hermética Aurora no entrega su virtud a ningún intelectual viejo, de modo que contestó justamente airada a mi insinuación lasciva, y lo hizo públicamente, dejándome de viejo verde, que es lo que soy, aunque ella no tiene edad para saber que también fui un joven verde. Alguien que la conoce bien, me dijo un día: «Aurora es tan banal que ni siquiera ticne orgasmos». Pero «banal», como decía Ramón, no es más que una falta de ortografía referida a lo «vano», y Aurora no hace nada en vano. Ya sabes, Aurora, que los hombres que no te follan te difaman, como a todas. Admiro y envidio tus cualidades, tus dotes, tus gracias y, mayormente, tu misterio bien sostenido, bien llevado, tu secreto, que es como el espejito de mano en que te miras. Así, mediante el espejito de mano (como el espejo retrovisor de las putas de Amsterdam), ves al mismo tiempo al ministro que tienes delante y al general que tienes detrás. Es la única manera de hacer luego una columna con fundamento. A los que vamos de machos nos falta el espejito. Pero un periodista necesita un retrovisor como un Pegaso en la carretera. Lamento, Aurora, que nuestra cohabitación profesional sea siempre corta e interrumpida, pero aprendo mucho de ti, y sobre todo me sugieres temas para elevar a categoría dorsiana lo que tú, mujer al fin, dejas en anécdota o «filosofía en el boudoir». Fuiste por un tiempo la metáfora femenina de la resistencia antifelipista, de la izquierda utopista, y seguramente lo sigues siendo. Se te imagina siempre con una teta fuera, envuelta en una bandera y cantando «La Marsellesa» o «La Internacional», los dos himnos que hacían llorar al fascista José Antonio. Quiero decir que eres metafórica, alegórica, lo que pasa es que no se sabe bien qué es lo que alegorizas, si la Justicia, la Banca, la Agricultura, el Notariado, la Honestidad, la Deshonestidad, la Negritud o la corrida de esta tarde en las Ventas. Pero esto pasa con todas las estatuas públicas y con las musas de Castelar que hay en la Castellana. Tienes tanta gloria, tanto mito, que no se te puede exigir encima que tengas sentido, un significado definido. Eres una alegoría de Marqués de Riscal y otros marqueses, de Archy y de la República. No se puede pedir, además, porque eso sería degradarte, que seas una señal de tráfico en Madrid.

Francisco Umbral

El Análisis

UMBRAL vs PABLO SEBASTIÁN

JF Lamata

Jugamos a las hipótesis, lo sé. Pero D. Pablo Sebastián, el más feroz columnista de oposición al Gobierno felipista, es fichado por EL MUNDO y, ‘casualmente’, acto seguido el Sr. Umbral abandona al diario EL MUNDO. ¿Casualidad? No da esa impresión. El último artículo del Sr. Umbral en EL MUNDO (diario del que era accionista) fue precisamente dedicado a ‘Aurora Pavón’, el seudónimo del Sr. Sebastián y comenzaba diciendo «Quisiera desde esta recatada rinconera del periódico, dar la bienvenida a Aurora Pavón». Con eso de ‘esta recatada rinconera’… ¿no estaría aludiendo el Sr. Umbral a que había visto reducido su espacio en el periódico al rincón para dar entrada al Sr. Sebastián. No hay nada como sentirse desairado para aceptar la oferta del competidor, competidor que en este caso era el ABC del Sr. Anson que deseaba desde hacía tiempo, como toda buena derecha acomplejada, fichajes izquierdistas para su ABC. Pero ni el Sr. Anson ni el Sr. Umbral parecieron medir muy bien en lo que se metían, puesto que la experiencia del Sr. Umbral como columnista diario en ABC duraría apenas dos meses, lo que tardaría el columnista en darse cuenta de que prefería volver con el Sr. Ramírez.

J. F. Lamata