30 octubre 2016

EL MUNDO desvela que fue Pedro Sánchez el que quiso presionar al diario de PRISA en reuniones con Álvarez-Pallete

Pedro Sánchez asegura que César Alierta y otros poderes financieros le presionaron a través de EL PAÍS para que no pactara con Podemos

Hechos

  • El 30.10.2016 en la segunda cadena de Atresmedia, LA SEXTA, se emitió una entrevista de D. Jordi Évole al ex secretario general del PSOE y ex diputado D. Pedro Sánchez.

Lecturas

El domingo 30 de octubre de 2016, Pedro Sánchez Castejón rompió su silencio concediendo una entrevista, precisamente, a un programa de La Sexta, aunque no de los controlados directamente por la división de Informativos de Antonio García Ferreras, sino al espacio “Salvados” de la productora Producciones de Barrio de Jordi Évole Requena. En esa entrevista dedicó un espacio a criticar a los medios a los que consideraba corresponsables de su caída. Aunque Pedro Sánchez criticó en aquel programa a Antonio García Ferreras como alguien que no había contribuido a su consolidación como líder del PSOE, centró sus ataques en el diario El País presentándolo como una correa de trasmisión de intereses de cuatro entidades económicas del sector financiero que le estaban presionando para que no formara Gobierno con el apoyo de Podemos y los partidos independentistas.

Se daba la circunstancia de que en aquellos momentos en el capital del Grupo PRISA eran accionistas que pudieran ser catalogados como del sector financiero el Banco Santander con un 4%, La Caixa con un 4%, el HSBC con un 8% y Telefónica con un 13% (aunque el accionista mayoritario era el Fondo de Inversión Amber Capital, que estaba en una posición crítica hacia la cúpula ejecutiva de la compañía). De todas esas empresas, Pedro Sánchez Castejon solo citó expresamente a una, a Telefónica, al aludir al empresario César Alierta Izuel, de Telefónica. Aunque se daba la compleja circunstancia de que Alierta ya había dejado la presidencia de la compañía siete meses atrás y, por lo tanto, bastante antes de las elecciones de junio, a partir de los cuáles se podían establecer pactos postelectorales. Aquella acusación de Pedro Sánchez contra El País de ser correa de transmisión del sector financiero no fue respondida desde el diario de PRISA, sino desde El Mundo de Unidad Editorial –el antaño archienemigo de El País– que publicó la réplica a Pedro Sánchez en su portada del 1 de noviembre un reportaje de Carlos Segovia Fernández asegurando que no era Telefónica la que había intentado presionar a Sánchez Castejón a través de El País, sino al revés, que era Sánchez Castejón el que había intentado presionar a El País a través de Telefónica2824. El director de El País, Antonio Caño Barranco, publicaba un editorial el día 2 de noviembre2825 recogiendo la información de El Mundo para arremeter nuevamente contra Pedro Sánchez, asegurando que los hechos revelados por Carlos Segovia acreditaban «la ausencia de cultura democrática» de Pedro Sánchez. Lo más destacable del episodio era ver a El Mundo respaldando a El País en su conflicto con Sánchez Castejón. Era la forma de evidenciar que la eterna guerra entre los dos periódicos había finalizado y el fin de la contienda se puede situar en 2014, con la retirada de Ramírez Codina.

La de Pedro Sánchez Castejón no sería la última vez que un dirigente del PSOE sanchista usaría La Sexta para difundir «Salvados” del día 30, la dirigente del PSOE Susana Sumelzo, uso “Al rojo vivo” del lunes 22 de mayo 2017, el día en que se celebraba el retorno de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE para descalificar a El País.

01 Noviembre 2016

La obsesión de Pedro Sánchez contra “El País” le ciega e impulsa al abismo

J. F. Lamata

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El doctor Maligno, el doctor No, Voldemort, Blofeld y su gato blanco, todos ellos son hermanitas de la caridad al lado de los malvados empresarios del Ibex, mejor denominados La Horda, que sojuzga España desde despachos oscuros y tienen al diario EL PAÍS como su correa de transmisión. ¿Los artículos de las tribunas de ese medio son las opiniones libres de analistas? ¡Nooo! ¡Son las órdenes dictaminadas por siniestros empresarios! A juzgar por el análisis y los titulares que Jordi Évole, Ana Pastor, Carolina Bescansa y Gabriel Rufián resaltaban en LA SEXTA tras la entrevista a Pedro Sánchez en el programa Salvados esa sería la única conclusión posible.

La «gran prueba» para demostrar la existencia de La Horda que oprime a los españoles fue que Pedro Sánchez contó que había mantenido una reunión con periodistas de EL PAÍS en la que estos le dijeron que si pactaba con Podemos y los separatistas el diario dirigido por Antonio Caño no lo apoyaría. ¿Libre derecho de EL PAÍS para opinar como le dé la gana? ¡Que nooooooo! ¡La Horda!

El que no compartieran esa opinión demostraba que no eran periodistas. Los de EL PAÍS pasaban a ser recaderos de La Horda. Las crónicas políticas de Anabel Díez y Rafa de Miguel no las hacen a partir de fuentes y de información periodística, no; según parece son meros títeres de las indicaciones de César Alierta, que les pasa memorandos. Las columnas de Rubén Amón, de Manuel Jabois y hasta los editoriales de José Ignacio Torreblanca no son fruto de sus análisis, se las dicta por teléfono Ana Botín.

Eso sí, podría pensarse que La Horda es un poco rara si su única arma para destruir a un político son dos columnas, una crónica y un editorial. Es probable que hayan desarrollado un complejo sistema a mejorando los Jason Bournes de antaño: artículos con poderes hipnóticos. Debieron de ser esos textos malignos los que hipnotizaron a los más de cien miembros del Comité Federal del PSOE que retiraron su confianza a Pedro Sánchez. Y cuando Podemos unió sus votos al PP en marzo para impedir que Sánchez sustituyera a Mariano Rajoy en La Moncloa seguramente también lo hizo «hipnotizado» por las páginas de PRISA siempre a sueldo de «La Horda».

¿Y desde cuándo la horda es horda?
Eso sí, Pedro Sánchez, no ha aclarado desde cuando La Horda es horda. ¿A partir de qué momento los artículos de EL PAÍS están al servicio del Ibex? ¿Cuando EL PAÍS se convertía en el único periódico de ámbito nacional que respaldaba la Ley del Matrimonio Homosexual, La Ley de Memoria Histórica, La Ley del Aborto de Aído, la asignatura Educación para la Ciudadanía y los diálogos de José Luis Rodríguez Zapatero con ETA… ¿ya estaba siguiendo las consignas de la horda bancaria o aún no? Cebrián ya la pilotaba.

EL PAÍS fue también el periódico nacional que más atacó al Gobierno Aznar… («El PP abusa del poder en el campo de la libertad de información y en el respeto a las minorías. Hay un deterioro de las reglas del juego como el que tales actuaciones implican no puede dejar de afectar a su crédito», editorial de El País, 2000) («Aznar ha confirmado su absoluta irresponsabilidad política y su desprecio por las instituciones representativas. (…) Persona de tanta capacidad de división, insidia y rencor», editorial de El País, 2004). ¿Quiere eso decir que a Aznar lo tumbó el Ibex 35? ¿Fue, por tanto la caída de Aznar fruto de esas malvadas campañas de La Horda? ¿Cuando EL PAÍS se convirtió en el único periódico de Madrid que pidió la dimisión de Rajoy («Váyase, señor Rajoy», El País, 4-3-2016) lo hacía por órdenes de Alierta? Tampooooco. Si EL PAÍS ataca a la derecha es «periodismo independiente», sólo cuando ataca a la izquierda es «Horda».

¿Y sobre Pedro Sánchez?
Pedro Sánchez no dedicó ni una palabra a los digitales que le han puesto a parir desde el primer día mientras presentaban a Pablo Iglesias como el gran redentor de la izquierda. Y apenas una tímida alusión a los programas de televisión que le han despellejado. Sólo EL PAÍS fue identificado como miembro de La Horda que es, precisamente, el periódico que más le apoyó. Por poner ejemplos:

Cuando fue elegido líder del PSOE: «Pedro Sánchez aporta una imagen rejuvenecida, desconectada de los Gobiernos de Zapatero y sin responsabilidad en la línea seguida en la oposición. La oportunidad de renovación existe» (El País, julio 2014).
Cuando Sánchez destruyó a Tomás Gómez contra la voluntad de Susana Díaz: «Pedro Sánchez no ha dudado en apartar al líder de la organización socialista madrileña, en un movimiento que refuerza considerablemente su liderazgo (…) más vale una decisión contundente que aguardar a que investigaciones habitualmente lentas determinen inocencias y culpabilidades» (El País, febrero 2015).

Tras su primer cara a cara con Rajoy en el Congreso: Titular de EL PAÍS en portada: Sánchez descoloca a Rajoy, editorial: «Sánchez acertó al reivindicar la reforma frente al inmovilismo de Rajoy. Fue uno de los destellos del líder socialista (…) estuvo bien; lo suficiente como para exasperar al presidente» (febrero 2015).

Por no hablar de que EL PAÍS le presentó como ganador de los debates electorales de los últimos procesos electorales. Alguno podría pensar que Pedro Sánchez ataca al diario de PRISA porque ha dejado de elogiarle y lo echa de menos. ¡Pero quien así piense es que no comprende el grado de maquiavelismo al que llega La Horda! ¡Primero enjabonan a sus víctimas para que se confíen y así sus cornadas duelan más!

Posdata: Puestos a plantear dudas, cabría preguntarse qué es más ridículo: Qué sean políticos entregados a sus argumentarios los que se atrevan a cuestionar de manera insultante la trayectoria periodística de toda la redacción de un periódico o que ese ataque contra un medio sea jaleado por otro medio cuya actitud estas últimas semanas ha sido casi idéntica a la de EL PAÍS: es decir, opinar libremente (y no con menos vehemencia). ¿Veremos a los responsables de ese medio y satélites, amén a asociaciones apoyar a los periodistas presentados como peleles? ¿O es que ellos comparten la opinión de que todo analista que no comparta determinadas consignas es miembro de La Horda?

01 Noviembre 2016

Pedro Sánchez pidió ayuda a Telefónica para frenar la hostilidad de PRISA

Carlos Segovia

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Pedro Sánchez pidió ayuda a Telefónica antes de lanzar su órdago al Comité Federal del PSOE dentro de la estrategia para mantener su liderazgo. El entonces secretario general socialista solicitó ver al presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, el pasado mes de septiembre antes de las elecciones vascas y gallegas, y le expresó su preocupación por la, en su opinión, hostilidad que existía contra él especialmente desde el grupo Prisa, según confirmaron a EL MUNDO fuentes conocedoras del encuentro. Telefónica es un accionista muy relevante de Prisa, con un 13% del capital del grupo editor de El País y propietario de la Cadena Ser.

Se reunió con el presidente de la compañía antes de lanzar el órdago al Comité Federal del PSOE

La reunión tuvo lugar en la sede de Telefónica en Madrid y Álvarez-Pallete y Sánchez se vieron a solas, sin testigos. El entonces dirigente socialista quería pulsar a Álvarez-Pallete para conseguir un papel al menos neutral de Telefónica, ya que consideraba que el anterior presidente, César Alierta, era uno de sus principales enemigos. Álvarez-Pallete aceptó recibir a Sánchez en un momento delicado. El que es desde abril presidente de Telefónica no se ha mostrado hasta ahora proclive a mantener contactos políticos, a diferencia de su antecesor Alierta, que continúa siendo un influyente consejero.Pallete le transmitió que Telefónica no tenía nada contra él. El presidente de la operadora aseguró que él no se entromete en los medios de comunicación ni a favor ni en contra de ningún candidato político y que el objetivo de la multinacional que dirige es estrictamente empresarial.

Álvarez-Pallete le contestó que no tenía nada contra él y que no se mete jamás en política

El presidente de Telefónica se tomó la reunión como un encuentro de cortesía con el entonces jefe de la oposición en España. Sánchez se marchó, al menos, con la tranquilidad de que el nuevo jefe de la operadora no le iba a ser hostil como ve a Alierta. A su regreso a Ferraz transmitió que el encuentro había ido bien. Pallete, por su parte, mantiene una firme y estrecha relación con César Alierta.En el entorno de Sánchez incluyen a Alierta entre los responsables de lo que consideran una actitud hostil de los medios del grupo Prisa contra su liderazgo. Y critican que el aragonés mantuviera un diálogo más fluido con la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que con él. Un reciente encuentro de la socialista andaluza, cabeza visible de los críticos a Sánchez, con Alierta en la sede de Telefónica irritó al núcleo duro del secretario general, puesto que atribuyen a la operadora gran influencia en la vida mediática y política española. También conocen la estrecha relación de Alierta con Felipe González. Empresarios consultados aseguran que Alierta es, en efecto, despectivo en privado con Sánchez desde hace tiempo, mientras que suele asegurar que «Susana Díaz es una política de primera». El ejecutivo aragonés es además presidente del llamado Consejo Empresarial para la Competitividad, que agrupa a las principales empresas y bancos de España y que nunca ha querido mantener un encuentro con Sánchez, pese al deseo de éste de asistir a este foro.

Un portavoz de Telefónica declinó hacer comentarios sobre la reunión de Álvarez-Pallete y Sánchez y tampoco quiso comentar las graves declaraciones del ex líder del PSOE en el programa Salvados de La Sexta el pasado domingo. Durante la entrevista televisiva, el ex secretario general acusó a Alierta de «trabajar para que hubiera un gobierno conservador» en España y «para que no se entendiera la izquierda».Sánchez exculpó sin embargo a Álvarez-Pallete: «El nuevo presidente de Telefónica es una persona con la que he tenido reuniones y que quiere que Telefónica se dedique a eso, a vender móviles y ADSL». En realidad, sólo ha tenido un encuentro, el ya citado en la sede de la operadora. Según las fuentes consultadas, el primer ejecutivo de la compañía describió a Sánchez el desarrollo tecnológico de Telefónica y ambos compartieron su interés por la economía en un encuentro que las dos partes consideraron cordial.

Alierta asegura en privado que «Susana Díaz es una política de primera»

En contraste, el líder socialista declaró en La Sexta que «ha habido otros responsables empresariales que han intentando influir a través de los medios de comunicación en las decisiones de distintas organizaciones políticas». Y puntualizó que se refería concretamente a César Alierta y a «dos» de los tres grandes bancos del país: Santander, BBVA y CaixaBank. Ninguna entidad financiera quiso realizar ayer comentarios.La declaración de Pedro Sánchez contrasta con la que hizo a este diario el pasado 31 de mayo en el Foro organizado por EL MUNDO antes de las elecciones generales de junio. En esta cita negó que existieran presiones de los poderes económicos a diferencia de lo que él mismo había afirmado meses antes en el Comité Federal del PSOE del pasado 28 de diciembre. Aquel día, el entonces secretario general lanzó esta grave acusación: «Los poderes económicos intentaron condicionar y hasta someter al PSOE, y no lo lograron. Yo, personalmente, pasé el Rubicón frente a sus pretensiones cuando declaré la incompatibilidad del PSOE con el PP y su máximo dirigente, Mariano Rajoy. De ahí los duros ataques de la derecha».En cambio, el 31 de mayo, declaró a EL MUNDO: «No me consta que haya habido presión de los poderes económicos. Si alguna vez se ha trasladado, quiero decir que no es cierto, lamento el equívoco».

02 Noviembre 2016

Opiniones y presiones

EL PAÍS (Director: Antonio Caño)

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El ex secretario general del PSOE Pedro Sánchez ha acusado a este periódico de presionarle para que no formara Gobierno con Podemos y los independentistas y de ser correa de transmisión de los intereses de los poderes económicos. No hubiéramos entrado a desmentir semejante despropósito si el diario EL MUNDO no hubiera revelado este martes que, en realidad, los hechos ocurrieron exactamente al revés, es decir, que fue Sánchez el que visitó al presidente de Telefónica para pedirle que presionara a su favor sobre la línea editorial de EL PAÍS, de cuya empresa la compañía de telecomunicaciones posee un 13% de las acciones.

Esta revelación pone de manifiesto la completa ausencia de cultura democrática de quien por dos veces ha encabezado, con pésimos resultados, la candidatura electoral de los socialistas.

Ejercer presión desde el poder político sobre las empresas y accionistas de medios de comunicación, para torcer o manipular sus posiciones editoriales, es algo común en los regímenes autoritarios pero constituye un acto inaceptable que descalifica por completo a quien aspiraba nada menos que a presidir el Gobierno de España. Si desde la oposición se permitía esa clase de licencias, no queremos imaginar qué sería capaz de hacer Sánchez en este terreno si hubiera obtenido el Gobierno.

Confundir el derecho de los medios de comunicación a tener una línea editorial y expresarla libremente con el ejercicio de una presión inmoral e ilegítima sobre los partidos políticos solo puede deberse a la ignorancia acerca del papel de los medios de comunicación en una democracia o, peor aún, a una mala fe deliberada al servicio de intereses y estrategias puramente personales.

Las reuniones con directivos de EL PAÍS en las que Sánchez participó y en las que asegura que se vio más o menos intimidado se realizaron en el marco de los contactos habituales que este periódico y los demás medios de comunicación mantienen con los líderes de todas las formaciones políticas, por insignificante que sea nuestra contribución, con el objeto de conocer de primera mano sus planteamientos y posiciones.

En dichas reuniones, lejos de presionarle, se le dijo lo mismo que este diario ha manifestado de forma pública, reiterada y con toda claridad en sus editoriales y que, por tanto, es de sobra conocido por nuestros lectores y la opinión pública: que, tras los resultados electorales conocidos, un Gobierno alternativo al minoritario del Partido Popular solo era posible desde el punto de vista aritmético si contaba con el apoyo no solo de Podemos, sino también de los partidos independentistas, lo que nos parecía una solución perniciosa para los intereses de los ciudadanos, aunque saciara el apetito personal de Sánchez de ocupar el poder. La única presión visible en esto es la que se deriva de nuestro ejercicio de la libre expresión.

Los comportamientos posteriores —en sede parlamentaria y en algunas televisiones— de los señores Sánchez, Iglesias y Rufián ponen de relieve lo acertado de nuestro análisis.

02 Noviembre 2016

Pedro Sánchez en El País de la ‘posverdad’

Jesús Maraña

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Un montón de gente supuestamente informada se ha echado las manos a la cabeza ante el (presunto) desahogo de Pedro Sánchez en el confesionario laico de Jordi Évole, mientras una selecta élite de gente demasiado bien informada utilizaba las manos (y todo tipo de herramientas) para taparse las vergüenzas. Las reacciones han oscilado entre la indignación (comprensible) de sus propios compañeros de partido, la preocupación (lógica) de algunos de los señalados y el silencio (prepotente) de quienes no se cansan de demostrar su desprecio a la inteligencia de los ciudadanos/lectores/espectadores/oyentes/internautas. Los especialistas en poner nombre a lo innombrable bautizaron como «era de la posverdad» a estos tiempos en los que desde el poder se nos miente como siempre, con la peligrosa novedad de que nos creemos mejor informados que nunca. Al grano.

1.- Es cierto que desde el poder económico, financiero y mediático se ha hecho lo posible y lo imposible para evitar que cuajara siquiera el intento de un gobierno progresista en España. Menos aún si precisaba el apoyo o el consentimiento de fuerzas nacionalistas. Invitamos a los nuevos lectores y socios de infoLibre a repasar lo que venimos publicando desde la primavera de 2014, cuando en estas mismas páginas empezamos a desvelar los movimientos que se producían en esos ámbitos tras observar demoscópicamente que era más que probable el fin del bipartidismo y la fragmentación parlamentaria en las (todavía por celebrar entonces) elecciones generales.

2.- Es innegable que el diario EL PAÍS ha jugado un papel esencial en la estrategia dirigida a lograr un gobierno sujeto o facilitado por PP, PSOE y Ciudadanos (el orden de factores resultaba secundario), triángulo en el que grandes empresarios y banqueros españoles consideran que descansa la garantía de lo que el mundo del dinero exige: estabilidad y certidumbre. A la prensa tradicionalmente conservadora o al propio Partido Popular no hace falta insistirles en esa prioridad porque está en sus genes y razón de ser (sin olvidar tampoco el volumen de ingresos publicitarios de origen institucional). La posición (y la evolución) de la cabecera más influyente desde 1976 en el espacio progresista de la opinión pública puede constatarse repasando sus editoriales, los artículos de su presidente, Juan Luis Cebrián, las tribunas de Felipe González y los análisis de una serie de firmas convocadas para arropar esa misma estrategia o bien surgidas ‘motu proprio’ para mayor alegría de sus ideólogos. Desde muchísimo antes del 20D, al PSOE ya se le colocaba ante dos opciones: la Gran Coalición o la abstención.

3.- Pedro Sánchez tiene un problema de credibilidad evidente. No tanto por negar en su día la existencia de esas “presiones” económicas y mediáticas (podría aducir que resistió cuanto pudo y ahora se siente liberado, harto y dispuesto a dar la batalla que antes no se atrevió a dar) sino porque hubo etapas en las que además actuó como cómplice de lo que hoy denuncia. Cuando el entonces secretario general del PSOE fulminó a Tomás Gómez como líder del PSM (también elegido por las bases), este último denunció que fue liquidado con la inestimable ayuda del diario EL PAÍS, que publicó una encuesta extraterrestre para justificar la actuación de Sánchez y que explicitó insinuaciones de corrupción que hasta el momento no se han demostrado. Incluso Gómez explicó que había mantenido una reunión con directivos del citado periódico que le habrían advertido de que sufriría “las consecuencias” si se le ocurría pactar con Podemos tras las inminentes elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2015. Es incontestable que Sánchez aplicó a Gómez la medicina que ahora le han aplicado a él.

4.- Por veraces y sólidas que hayan sido las presiones del mundo empresarial, financiero y mediático sobre Sánchez, no excusan el hecho de que durante su mandato el PSOE ha ido cosechando peores resultados en cada cita electoral. Tiene razón cuando dice que la caída de voto tiene un origen anterior a él. Los 11 millones de votos de la segunda legislatura de Zapatero en 2008 se reparten ahora casi a partes iguales entre PSOE y Podemos. No es Sánchez el único responsable, pero pilotaba un equipo que se ha mostrado incapaz de leer el significado del 15-M y la ruptura generacional y de perfil electoral que separa a PP y PSOE de los nuevos partidos. Hay un reto común a todas las formaciones socialdemócratas en Europa, lo cual no puede ocultar los problemas concretos irresueltos por el socialismo español ni su incapacidad para frenar la fuga de votos hacia Podemos. (La dirigencia del PSOE debería revisionar unas cuantas veces la conversación de Évole con cuatro militantes socialistas previa a esa entrevista con Sánchez que tanto ruido ha desatado: todos admitían que sus hijos ya no les votan).

5.- Culpar al resto del mundo (sean barones o baronesas, banqueros, Aliertas, Cebrianes o Podemos) de la imposibilidad de un gobierno progresista tendría muchísimo más fundamento si Pedro Sánchez lo hubiera intentado con algunos pasos concretos. Pese a los límites que le impuso el Comité Federal del pasado 28 de diciembre (no negociar con independentistas ni apoyar al PP), nadie le puso una pistola para convertir el pacto con Ciudadanos en condición previa e indispensable para la suma de cualquier otro apoyo. Esa cerrazón sólo habría tenido sentido si garantizaba al PSOE gobernar, pero no era así, como se demostró al sufrir el rechazo total de Podemos (aunque este no fuera acertado). Más recientemente, tras el “no es no” a Rajoy, nada ni nadie impedía a Sánchez haber convocado un Comité Federal al que proponer una nueva hoja de ruta: conversaciones a fondo para intentar un acuerdo con Podemos que colocara la presión para la abstención o el apoyo (con o sin condiciones) sobre Ciudadanos o los grupos nacionalistas. Si esa propuesta hubiera sido rechazada, Sánchez se habría cargado de razones para dimitir o para convocar primarias y congreso del partido. Sin ese paso, todos los datos indican que Sánchez tenía la prioridad de continuar en la secretaría general a toda costa, pasara lo que pasara con la gobernabilidad o las terceras elecciones.

6.- Que Pedro Sánchez se muestre ahora dispuesto a admitir que “España es una nación de naciones” y a negociar con los independentistas el reconocimiento de Cataluña como nación es tan importante que no merecía ser despachado tan tarde y en minuto y medio de entrevista. Precisamente la posición independentista de 19 diputados en el Congreso (que representan a 1,3 millones de ciudadanos) es absolutamente clave para explicar el bloqueo político del último año. La propuesta de un nuevo modelo de Estado capaz de cautivar a un electorado progresista en Cataluña, en Madrid, en Andalucía, en Euskadi o en Galicia es probablemente el reto más serio que tiene España además de la lucha contra la galopante desigualdad. (El PP sigue anclado en el «no es no» y en su exclusiva lectura constitucional que tanto ha ayudado a engordar el independentismo). Alguien que aspira seriamente al liderazgo político en una etapa tan compleja debe demostrar una mayor profundidad, coherencia y seriedad en asuntos capitales. No se trata de decir a cada cual y en cada momento lo que uno cree que el otro quiere escuchar. Sea el otro un periodista, un empresario, la militancia de tu partido o la ciudadanía misma.

7.- Los errores, incapacidades y contradicciones de Sánchez no justifican los errores, incapacidades y contradicciones de los compañeros y compañeras de partido que le obligaron a dimitir el pasado 1 de octubre en un Comité Federal que todos coinciden en calificar de bochornoso. Responder con medidas disciplinarias o amenazar con la ruptura con el PSC a quienes reivindican, más allá de sus obligaciones estatutarias, la coherencia de haber votado este sábado en el Congreso exactamente lo que el PSOE se comprometió a hacer en campaña electoral sólo puede favorecer un mayor distanciamiento de militancia y electorado respecto a los cuadros del partido.

8.- Fuera de la dirigencia (incluso dentro de ella cuando se habla en privado), nadie niega que vencer electoralmente a la derecha exige un entendimiento o colaboración entre PSOE y Podemos o viceversa. Era así en el último año y así seguirá siendo en el futuro. Y ambos deberían asumirlo si no quieren contribuir al mantenimiento de políticas conservadoras durante un largo e indefinido periodo de tiempo.

9.- La denuncia de Sánchez sobre las presiones de poderes económicos, financieros y mediáticos ha sido recibida desde el PSOE hacia la derecha con una negación rotunda o con una displicencia digna de mejor causa. En realidad es toda la llamada “clase política” la que debería denunciar esas presiones (que son obvias y estridentes) si quiere recuperar la credibilidad perdida y la confianza de los ciudadanos. Ese es el mejor camino para frenar populismos de cualquier signo y para fortalecer una democracia muy debilitada, más aún cuando la solución dada al bloqueo puede suponer la impunidad política de quienes aún no han asumido responsabilidades por el cenagal de la corrupción.

Cerrar los ojos a la realidad no la convierte en ficción. EL PAÍS (periódico) es libre de no publicar prácticamente una línea sobre la entrevista de Évole a Sánchez, ni antes ni después de producirse. Pero el país (ciudadanía) es mayor de edad, y merece políticos y medios que le muestren un mayor respeto.

P.D. Este miércoles, tres días después de las declaraciones de Sánchez, El País ha dedicado un editorial a esa noticia que había ignorado, y lo ha justificado en que el martes otro periódico, EL MUNDO, reveló que Pedro Sánchez visitó al actual presidente de Telefónica para pedirle que «presionara a su favor sobre la línea editorial de EL PAÍS, de cuya empresa la compañía posee un 13% de las acciones». El editorial acusa ahora a Sánchez de «ignorar el papel de un periódico en una democracia», niega haberle presionado para que no intentara formar gobierno alternativo al PP y concluye felicitándose por «lo acertado» de su línea editorial.

03 Noviembre 2016

Suicidio en «prime time»

Tomás Gómez

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La situación del Sr. Pedro Sánchez ya era muy complicada. Su dimisión como secretario general le dejaba fuera de la única plataforma que le proporcionaba alguna esperanza de poder continuar al frente del PSOE y la decisión de impedir unas terceras elecciones le obligaba a salir del Parlamento. Eso sí, lo hacía pensando en la posibilidad de presentarse de nuevo a unas elecciones primarias y no tanto en ser coherente con las posiciones que había defendido. Su campaña tenía como pistoletazo de salida la entrevista en La Sexta, en el programa «Salvados» del Sr. Jordi Évole. Sin embargo, lo que debía ser el principio y la exposición de un relato capaz de ganar adeptos se convirtió en el suicidio político del Sr. Sánchez.

El «yoísmo» genera contradicciones, y eso es un atajo directo para dañarse a sí mismo y, al tiempo, también a la organización. La histórica cultura política del PSOE ha sido la del respeto a los que han sido sus dirigentes, pero esta máxima es de imposible aplicación si no se respetan ellos a sí mismos.

El Sr. Sánchez intentó esbozar una explicación a lo ocurrido: que él es una persona de izquierdas de verdad y le han echado para que no pudiese pactar con la otra izquierda, Podemos, y con los nacionalistas.

Los que conocemos al Sr. Sánchez desde hace más de 20 años podríamos tener la tentación de hacer un repaso de las posiciones conservadoras defendidas durante toda su vida por el ex líder, pero no lo haremos por no evidenciar aún más sus contradicciones. Sin embargo, es necesario analizar algunos temas del pasado inmediato. No es verdad que alguien impidiese un acuerdo con Podemos, como indicó el Sr. Sánchez. Si Podemos no dio su voto al PSOE, en la investidura fallida que provocó las elecciones de junio, fue porque no quiso, porque pudieron más su ambición y su odio al PSOE que su deseo de cambio político.

El Sr. Sánchez no fue investido presidente, sencillamente, porque no había suficiente número de diputados dispuestos a apoyarle por eso, el intento de investidura fue un error estratégico gravísimo.

Después de escuchar al portavoz de ERC, por cierto, nunca un apellido encarnó mejor la personalidad de quien lo lleva, y la posterior ovación de la bancada del Sr. Pablo Iglesias a los insultos hacia los socialistas, es evidente por qué era imposible desde el principio un gobierno alternativo. Nunca permitirían que el PSOE llegase a La Moncloa, ni tampoco el Partido Socialista puede ir de la mano del odio, la insolvencia y la deslealtad con el Estado. Podemos votó «no» al PSOE porque así lo decidió, porque está más cerca del Sr. Rufián que de los socialistas y porque prefiere tomar el Congreso que usarlo para cambiar la vida de la gente.

Su drama no es que 70 diputados sean insuficientes para facilitar un cambio político en España, sino que no sepan qué hacer con esa importante bancada frente a un Gobierno que está en minoría.

El PSOE tiene 85 diputados que pueden ser muy útiles para millones de ciudadanos. La votación de investidura pasó, ahora toca trabajar a todos. Los diputados militantes del PSOE tienen un compromiso con su organización, los independientes deberán valorar si lo siguen teniendo con el Partido Socialista o si desapareció con la salida del Sr. Sánchez.

La entrevista despejó toda incógnita sobre su propio futuro. Ahora llega el momento de reconstruir, primero el relato que la socialdemocracia española debe a sus votantes y, después, los nuevos protagonistas. Los socialistas hemos aprendido que no puede inventarse un liderazgo de donde no lo hay.