8 mayo 1980

Los dos acusados reiteraron en el proceso que lo ocurrido en aquella cafetería fue una mera charla de café y que nunca pensaron en serio tomar en asalto el Palacio de la Moncloa

Penas mínimas contra Tejero y Saénz de Ynestrillas, los dos militares acusados de la supuesta trama golpista ‘Operación Galaxia’

Hechos

8.05.1980 se hicieron públicas las condenas al Coronel Antonio Tejero Molina y al Comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas.

Lecturas

SENTENCIA DEL CONSEJO DE GUERRA POR LA ‘OPERACIÓN GALAXIA’:

coronelTejero Teniente Coronel Antonio Tejero Molina – Condenado a siete meses y un día de prisión

Saenzynestrillas Capitán Ricardo Sáenz de Ynestrillas – Condenado a seis meses y un día de prisión

El partido político FUERZA NUEVA dirigido por D. Blas Piñar defendió a los militares condenados y en su revista consideró que estos eran ‘justos’ que habían caído en lugar de pecadores.

09 Mayo 1980

Una sentencia significativa

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera)

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POR PRIMERA vez en el régimen democrático se ha visto ante los tribunales un intento de golpe de Estado: la llamada «operación Galaxia». Un consejo de guerra ha juzgado a un teniente coronel de la Guardia Civil y a un capitán de la Policía Nacional, encontrándolos culpables de conspiración y proposición para la rebelión. No se ha juzgado, pues, un tema baladí hinchado por los periódicos o un mero juego verbal de cafetería entre oficiales. Otra cuestión es que los conjurados tuvieran o no capacidad real para consumar sus propósitos. Pero los resultados de la sentencia (véase EL PAIS del jueves 8 de mayo) no dejan dudas sobre la existencia de una conspiración, protagonizada por los encausados, para dar lo más parecido a un cuartelazo contra las instituciones democráticas en las personas del Gobierno y del Rey.Dichos resultados establecen que se llegó a preparar un golpe de mano para ocupar el palacio de la Moncloa, apresando el Consejo de Ministros, y someter al Rey «la nueva situación», intentando involucrar a los guardias de la agrupación de destinos de la Dirección General de la Guardia Civil y a los 1.200 hombres del batallón de instrucción de la Academia de la Policía Nacional, y destituyendo por la fuerza, si fuera preciso, al teniente coronel Garcia Polavieja, que mandaba la Academia. Con menos trastienda, Fermín Galán se lanzó a su trágica, aventura de Jaca. Así pues, se ha juzgado y sentenciado un golpe de Estado en grado de proposición.

El fallo de la sentencia ha asombrado a la opinión pública: las penas mínimas para un delito que puede ser castigado hasta con doce años, y eso en una sentencia que no contempla ni eximentes ni atenuantes.

No nos parece recomendable el rigorismo en la administración de la justicia -incluida la castrense-, pero faltaríamos a la verdad si no dijéramos que muchos ciudadanos civiles y militares se sorprenden de que dos oficiales de carrera que proyectan un levantamiento armado contra los poderes constitucionales del Gobierno y del Rey continúen hoy en el Ejército.

Es imposible no recordar hoy la absolución del general Atarés, que fue acusado de insubordinación pública ante el vicepresidente de la Defensa, y las condenas de hasta ocho años de prisión (con la consiguiente separación del Ejército) de los miembros de la Unión Militar Democrática que reclamaron la democratización del régimen franquista, hoy conseguida. No vamos a ser nosotros quienes pongamos los adjetivos.

De todas maneras, es de suponer que si a los responsables de una conspiración de este género.se les condena a la mínima de las penas habrá quien sea capaz de comparar el hecho con la petición fiscal para un periodista -Miguel Angel Aguilar- que no conspiró y se limitó, en cambio, a informar de otra supuesta intriga de sables. Para no hablar nuevamente del caso de una directora de cine -Pilar Miró- procesada también ahora por la jurisdicción militar y toda cuya conspiración ha consistido en realizar una película sobre el crimen de Cuenca.

Mírese por donde se mire la sentencia del miércoles marca un hito significativo en la historia reciente de este país. El tiempo lo dirá.

05 Julio 1980

Silencio

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera)

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La decisión del Consejo Supremo de Justicia Militar de ratificar la sentencia sobre la «operación Galaxia», que el capitán general, de Madrid no quiso dar por buena, es el mejor de los elementos de juicio que cualquier observador nacional o extranjero puede establecer para entender lo que aquí está pasando. No hace falta comparar esta sentencia de seis meses para unos militares sediciosos que quisieron dar un golpe de Estado con la de seis años para el escritor de un artículo, o la de tres meses para el director de este periódico, o las, peticiones ante un tribunal militar contra un periodista por informar sobre una supuesta tentativa de golpe de Estado. No hace falta recordar la permanente vulneración de la Constitución por el Gobierno y otros estamentos de la nación, la aplicación puntual de leyes dictadas por el franquismo, la permanencia en sus puestos de jueces, policías y funcionarios de todo tipo que capitanearon la represión, el apartamiento del Ejército, de los militares demócratas de la UMD, cuyo eventual regreso-a filas mediante una ley aprobada por el Congreso -que representa la soberanía nacional libremente expresada- provoca inconcebibles y deleznables inquietudes. No hace falta nada de eso. La democracia naufraga un poco cada día, mientras los órganos de expresión que ayudaron a traerla son reprimidos, perseguidos, cerrados y olvidados ante la benévola mirada de un Gobierno cada día más dividido, de un partido en el poder cada día más descompuesto y de una marea de inquietudes y protestas populares que no son correspondidas ni atentidas por la clase política. El consejo que hoy comentamos amenaza con pasar a la historia de España como el punto de inflexión de un régimen que desde que nació parece inconcebiblemente empecinado en dictar su propia acta de suicidio.Esta España arrinconada, sin política económica, sin política exterior, sin política ciudadana, sin política anticorrupción, sin política educativa, sin política sanitarial, sin política de empleo, sin política de nada o casi nada, sabe ya, por lo menos, que tiene una política.a la que es preciso estar atentos: la política militar.

Silencio. Silencio.