20 diciembre 1982

Pinto Baisemâo abandona el cargo de Primer Ministro de Portugal tras enfrentarse con su propio partido y su propio periódico ESPRESSO

Hechos

En diciembre de 1982 Francisco José Pereira Pinto Balsemão dejó de ser primer ministro de Portugal.

20 Diciembre 1982

El fin del 'milagro' en Portugal

EL PAIS (Editorialista: Javier Pradera)

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FRANCISCO PINTO BALSEMAO fue un hombre-milagro para su partido y para el Gobierno de su país cuando se hizo cargo, hace casi dos años (5 de enero de 1981) de la sucesión de Francisco Sa Carneiro, muerto un mes antes en un accidente. de aviación. El milagro ha terminado, y Pinto Balsemâo ha presentado, en la madrugada del sábado al domingo, su dimisión como primer ministro. Ha perdido la confianza de un sector de su partido que difiere de la interpretación de las elecciones municipales hecha por él, y estima que su partido ha sido el más castiga do por los electores el 12 de diciembre pasado. Balsemâo ha señalado insistentemente que la Alianza Democrática, en la que su partido forma coalición con otros tres, reunía aún el 43,5%. de los votos y debía seguir gobernando, a pesar de sus pérdidas (47% en las anteriores municipales) y a pesar, también, de que el principal partido de la oposición, el socialista, se confirmaba como el primero del país, con el 33% de los sufragios en las locales.Balsemâo había conseguido en los primeros momentos rectificar la política de Sa Carneiro dentro de una continuidad ideológica y conseguir así la adhesión de la derecha moderada, lo mismo que la confianza de la izquierda también moderada, al mismo tiempo que garantizaba la conexión de la Alianza. Una política prudente y hábil que se ha reflejado en la estructuración de un sistema de leyes y reformas constitucionales. Entre estas medidas son dignas de atención especialmente las más recientes: la supresión del Consejo de la Revolución, con la devolución así del poder militar a los cuarteles, la reducción de los excesivos poderes presidenciales y la creación de unos organismos civiles de alto consejo para garantizar la democracia. Todo ello en el marco de una reforma constitucional que permite decir por vez primera desde la Revolución de los Claveles que en Portugal existe una democracia civil.

Estas reformas, que constituyen sin duda el gran éxito del primer ministro dimisionario, han contribuido a crear un clima favorable a la disolución de la Cámara, en vista de que «el país ya no es el mismo». Mario Soares confortado con su éxito electoral, el presidente Eanes por su enemistad perpetua contra la Alianza Democrática y su ambición indudable de poder personal, los disueltos militares del Consejo de la Revolución, piden elecciones generales.

El peso de esta situación es tan fuerte que se pensaba que en el Congreso Nacional del PSD, en febrero, Pinto Baisemâo se vería en graves dificultades; pero la urgencia y el hastío han consumado la liquidación en el consejo del partido. Las salidas son ahora inciertas. No parece que el partido que encabeza la coalición gubernamental pretenda, de todas formas, las elecciones generales. Querría seguir gobernando con la Alianza, con un nuevo primer ministro salido de su seno (probablemente Mota Pinto o tal vez Joâo Salgueiro, ministro de Hacienda en este Gobierno). Muchos tienen dudas de que unas elecciones generales contribuyan a clarificar la situación, son más que razonables. En cambio, apuntan la posibilidad de que el centro derecha sufra en Portugal la misma disgregación que en España frente a un partido socialista enormemente más débil que el español y con un líder endeble y discutido. No es fácil, por lo demás, que la Alianza encuentre un hombre de la talla de Pinto Balsemâo para sustituirle, y aunque éste aceptase volver de nuevo a la presidencia, la herida interior del partido y las desconfianzas de la Alianza son demasiado graves ya. En resumen, el milagro Balsemâo ha sido poder gobernar sobre el caos y frente a la intriga y el personalismo de su propio partido durante dos años. Un milagro que parece haber llegado a su fin. Al menos por el momento.

El Análisis

Balsemão cae: Portugal despide un gobierno sin rumbo

JF Lamata
Francisco Pinto Balsemão, el primer ministro que asumió el timón de Portugal tras la trágica muerte de Francisco Sá Carneiro en diciembre de 1980, dejó el cargo este diciembre de 1982, cerrando un capítulo de dos años marcados por la inestabilidad y la desilusión. Como líder del Partido Social Demócrata (PSD) y cabeza de la Aliança Democrática (AD), Balsemão heredó un gobierno fuerte tras las victorias electorales de 1979 y 1980, pero no pudo mantener la cohesión de la coalición ni el impulso reformista de Sá Carneiro. Su caída, tras una moción de censura y tensiones internas, refleja las dificultades de gobernar un Portugal aún herido por la crisis económica y las divisiones políticas de la joven democracia post-Claveles. Aníbal Cavaco Silva, un economista tecnócrata y exministro de Finanzas, tomará las riendas como nuevo primer ministro, prometiendo estabilidad en un país que clama por un liderazgo firme.
Balsemão llegó al poder en circunstancias dramáticas, tras el accidente aéreo que mató a Sá Carneiro, su mentor y fundador del PSD. Como uno de los creadores del semanario Expresso, Balsemão era una figura respetada en los círculos intelectuales y mediáticos, pero carecía del carisma de Sá Carneiro para mantener unida a la AD, formada por el PSD, el Centro Democrático Social (CDS) y el Partido Popular Monárquico. En el parlamento, su gobierno minoritario enfrentó constantes roces con el CDS, que exigía políticas más conservadoras, y con el Partido Socialista (PS) de Mário Soares, que capitalizó el descontento popular ante la austeridad impuesta por el FMI. Dentro del PSD, las divisiones entre moderados y los sectores más liberales, liderados por figuras como Cavaco Silva, debilitaron aún más su liderazgo. La economía, con una inflación del 20% y un desempleo cercano al 8%, no ayudó: las reformas de Balsemão, aunque ambiciosas, no lograron resultados rápidos, y su imagen de indecisión alimentó la percepción de un gobierno a la deriva.
Un aspecto llamativo de su mandato fue su tensa relación con Expresso, el periódico que él mismo fundó en 1973. Los vínculos de Balsemão con el semanario, donde aún tenía influencia, no impidieron que Expresso mantuviera una línea crítica, atacando la gestión económica y las vacilaciones del gobierno. Esta independencia editorial, que algunos atribuyen al deseo del periódico de evitar ser visto como un títere del poder, resultó en titulares que golpeaban duramente al “padre” de Expresso, erosionando aún más la credibilidad de Balsemão. Su salida, tras una moción de censura liderada por el PS y apoyada por el Partido Comunista, abre la puerta a Cavaco Silva, cuya visión liberal y perfil tecnócrata contrastan con el estilo más conciliador de Balsemão. En este diciembre de 1982, Portugal despide a un líder que no pudo llenar los zapatos de Sá Carneiro, y apuesta por Cavaco Silva para enderezar el rumbo. Pero con un país dividido y una economía en crisis, la pregunta es si el nuevo primer ministro podrá apagar el incendio que Balsemão no supo controlar.
JF Lamata