20 noviembre 1989

Tango Muguruza como Esnaola eran firmes partidarios de la organización terrorista ETA

Terroristas fascistas asesinan a Josu Muguruza, diputado electo de Herri Batasuna, cuando intentaban matar a su compañero Esnaola

Hechos

El 20.11.1989 fue asesinado en Madrid el diputado electo de Herri Batasuna, Josu Muguruza, redactor jefe de EGIN. En el mismo atentado resultó herido Iñaki Esnaola, abogado y también electo de Herri Batasuna.

Lecturas

Ángel Duce. Miembro de la Policía Nacional, responsable de los disparos que acabaron con la vida de Muguruza.

ERA LA PRIMERA VEZ QUE HERRI BATASUNA IBA A MADRID

diputadosBatasunos1989 Aunque siempre habían tenido diputados y senadores electores desde su creación en 1978, nunca habían ocupado los miembros de Herri Batasuna estos puestos. Tras las elecciones de 1989 aceptaron por primera vez que sus diputados y senadores tomarían posesión de sus actas y asistirían a algunas sesiones: Iñaki Esnaola, Jon Idigoras, Josu Muguruza, Itziar Aizpurúa e Íñigo Iruín. Muguruza no había logrado el acta inicialmente, pero quienes iban delante de él en la lista renunciaron para que lograra el aforo dado que estaba siendo investigado por sus vinculaciones a ETA.

Muguurza19893 Dos encapuchados entraron en el hotel donde los diputados de Herri Batasuna estaban cenando y dispararon a Esnaola con clara intención de matarlo, pero los impactos que buscaban matar a Esnaola destrozaron la cabeza de Muguruza.

FELIPE GONZÁLEZ CONDENA EL CRIMEN REMARCANDO QUE ÉL NO ES COMO HB

FelipeGonzalezMuguruza El presidente del Gobierno y líder del PSOE, D. Felipe González, condenó inmediatamente el crimen y anunció que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado buscarían y encontrarían a los responsables del asesinato de Muguruza. El Sr. González dejó claro que, al contrario que Herri Batasuna, que apoya los crímenes de ETA y sólo condena los crímenes en los que la víctima es alguien próximo a ETA, ellos, como Gobierno condenan absolutamente todo tipo de crimen.

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21 Noviembre 1989

El signo del fascismo

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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El crimen cometido anoche en Machid lleva el signo del fascismo. Las balas que acabaron con la vida del diputado de Herri Batasuna Josu Muguruza y causaron graves heridas a su compañero Iñaki Esnaola son balas contra la paz y la esperanza. Contra la esperanza de paz abierta por la anunciada presencia de los electos de la formación nacionalista radical vasca en el Parlamento. Por débil que fuera esa esperanza, la presencia de HB en el fóro democrático por excelencia constituía una iniciativa sin precedentes que hubiera sido impensable sin las transformaciones producidas a lo largo de los dos últimos años en la sociedad vasca. Ha resultado determinante en esta iniciativa el hastío provocado por la violencia, la convicción en la conciencia de los ciudadanos vascos de que es preciso interrumpir el mecanismo de la venganza, siempre recomenzada.

Como ha ocurrido en otras ocasiones, los que están interesados en mantener esa estrategia de la tensión han intervenido obedeciendo a los más oscuros designios desestabilizadores. Y lo han hecho en el momento y lugar que han considerado más oportuno para que la exacerbación de las pasiones asociadas a toda muerte violenta arruine las esperanzas de los que quieren la paz.

Más que nunca se impone la serenidad. La firmeza democrática puesta a prueba por los pistoleros y quienes los han lanzado a la acción debe manifestarse ahora, ante todo, en estos dos aspectos: desde el Ejecutivo, en la eficacia en la investigación del crimen y detención y puesta a disposición de la justicia de sus autores; desde las instituciones, en el mantenimiento de la normalidad democrática, empezando por la sesión constitutiva del nuevo Parlamento, prevista para hoy.

La misma eficacia que, con toda razón, ha exigido el Gobierno español de las autoridades de El Salvador en el esclarecimiento del asesinato de los jesuitas abatidos la semana pasada en el país centroamericano debe presidir las actuaciones policiales orientadas a descubrir a los autores materiales y morales del atentado de anoche en el hotel Alcalá, de Madrid. Esta eficacia ha brillado por su ausencia en el esclarecimiento del asesinato, en otro siniestro 20 N, del también diputado de Herri Batasuna Santiago Brouard. Las incógnitas que siguen pesando sobre aquel hecho, de tan pesadas consecuencias para la convivencia en Euskadi y en toda España, no pueden volver a repetirse cinco años después.

Las instituciones deben funcionar según las previsiones legales. Herri Batasuna puede verse tentada de reaccionar en el sentido que quisieran los inspiradores del atentado, renunciando a su intención de comparecer en las nuevas Cortes. Sería un error. Esa formación representa a más de 200.000 electores que libremente le otorgaron su confianza. Iñaki Esnaola, uno de los blancos deliberadamente buscados por los pistoleros, se había distinguido por defender, en el seno de HB, una estrategia más flexible, que incluía la paulatina participación en los foros democráticos. Sus ideas y aspiraciones políticas tienen cabida en el Parlamento, al igual que las de los demás representantes de la voluntad popular. Los demócratas españoles, sin necesidad de compartir las ideas de Esnaola y sus compañeros, han defendido su derecho a expresarlas y someterlas al veredicto del electorado. La mejor respuesta a los asesinos de Muguruza sería la presencia de Herri Batasuna en las instituciones representativas.

Los asesinos han atentado criminalmente contra representantes de una parte de la ciudadanía. No es la primera vez que ello ocurre en estos años, ni la primera en que el crimen se intenta justificar en base a oscuras motivaciones políticas. Con ocasión de atentados cruentos, remotos o recientes, cometidos por ETA, Herri Batasuna ha callado, e incluso ha reivindicado su derecho a no condenarlos aduciendo la intencionalidad política de los mismos. Por el contrario, las fuerzas democráticas, las vascas y las no vascas, han negado que cualquier argumento político sea suficiente razón para disculpar los crímenes. Esas mismas formaciones condenan hoy, consecuentemente, el atentado de anoche con la misma fortaleza con la que lo han hecho antes. Ojalá que las mentes más serenas de Herri Batasuna sepan comprender, sobreponiéndose a la emoción del momento, que el mismo dolor que ahora sienten, y que comparten todas las personas decentes, lo experimentan los ciudadanos amantes de la paz cada vez que un ser humano es abatido por las armas. Cualquiera que sea la mano que las empuñe.

22 Noviembre 1989

El guerracivilismo

Francisco Umbral

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Sea quien sea quien ha asesinado a Muguruza (y no sé si consumado a la hora en que escribo, la muerte de Esnaola), uno aventuraría que inevitablemente esto ha sido un crimen ultra porque ultra es el que actúa ultrademocráticamente, más allá de la democracia, que es donde tiene su rojo horizonte la violencia. La derecha oficiosa sugiere deslizantemente que la propia ETA ha llevado a cabo este reajuste de cuentas. Personalmente no le vemos a eso explicación muy clara, pero en todo caso hay que decir que en ETA también existe una derecha, unos ultra/ETA que no quieren entender la entrada de Herri Batasuna en el juego democrático, aunque sea una entrada táctica, ominosa y hasta un poco insolente. Siquiera sea por eliminar esta primera hipótesis, digamos que muy en sus postrimerías andará ETA si una discusión interna de HB sobre su democratización tienen que resolverla los terroristas a tiros. Tampoco cabe pensar, como le gustaría a quien ha dicho que «la derecha no asesina jamás», en una estrategia negra y provocadora para reiniciar la escalada de la violencia, que, por otra parte, bien reiniciada está con tres víctimas de ETA desde las elecciones. ETA, ay, no necesita coartadas para matar, y eso es lo que la hace diabólica. Pero no para matar a sus afines ideológicos. La derecha oficial, efectivamente, no mata, faltaría más, y pienso que tampoco la ultraderecha retrofranquista que el pasado día 20 se ha limitado a quemar un coche en Madrid y pegar cuatro gritos. Pero siempre hay una ultranza más allá de todo ultra, en política, que es quien lleva a la guerra. Por eso diría uno, sea quien sea el que mata, que ha matado la derecha, pues que en todas las izquierdas hay una derecha, y en todas las derechas, entendiendo por tal lo que se sale del esquema democrático por un lado o por otro. No vamos a entrar ahora en una filosofía de la izquierda, claro, pero, ateniéndonos a clisés que la Historie ha consagrado, y no en vano, k izquierda piensa y la derecha actúa. Stalin es la derecha de Marx y el retrofranquismo es la derecha de Fraga. Me lo decís anoche Sisita Milans del Bosch, jugando a un lúcido cinismo: Mira, Paco, tener razón es de perdedores. En ningún pensados he leído tan lúcida y cínica definición de la izquierda. La izquierda suele tener la razón, pero nada más que la razón. La izquierda es perdedora nata. Ahora que la izquierda herribatasuna principiaba a democratizarse, sólo podemos llamar derecha, sean cuales sean sus emblemas, a quienes, en todo caso, no tienen otro emblema en su escudo/panoplia que las metralletas y las pistolas. Más allá de las acuñaciones políticas está el retroceso moral del hombre, tan denunciado por Sciascia, cuya muerte también nos tironea hoy hacia lo negro. Tiene que saberse, claro, quién ha matado a estos dos nuevos diputados vascos, pero en la lucha etarra hay mucho de fanatismo y el fanatismo siempre es de derechas. Alguien nos quiere llevar a la guerra civil y, en último extremo, España sólo se divide en guerracivilistas y demócratas. Los guerracivilistas han vuelto a golpear la democracia. Ahora vemos lo convencional que se queda la dicotomía izquierda/derecha, cuando el crimen político apunta contra la paz, la libertad y la democracia. El guerracivilismo, tan cruentamente arraigado en los genes de España, es lo que desde una perspectiva ideal de la izquierda tenemos que llamar siempre derecha para entendernos. No creo, y ya le explicado las razones, que ETA tenga que ver en esto, pero ETA que empezó como guerrilla antifranquista, viene haciendo durante muchos años guerracivilismo contra la democracia, y ahora se han encontrado con una respuesta que no es sino la teoría en acto de los GAL, los etarras y la ultraderecha fáctica y no meramente retórica. Sobre todos ellos cae hoy la sospecha y condena de guerracivilismo.

22 Noviembre 1989

Han querido matar una esperanza

Teresa Toda (EGIN)

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Habíamos hablado de todo. Hasta de fútbol, de Gil y Gil, de su referéndum, del Atleti de Bilbao; de la edad de, cada uno -Josu era el más joven, de cómo iría todo el día siguiente, día de la constitución de la Cámaras parlamentarias… Habíamos comido espárragos, pescado, menestra de verduras… La verdad es que repetíamos escenario. Con variantes sobre las posiciones que en la misma mesa habíamos ocupado ese mediodía, allí estábamos juntos los 7 parlamentarios electos de Herri Bata suna, el consejero delegado de Egin, el jefe de prensa de HB y la corresponsal de Egin en Madrid. De espaldas a los accesos al comedor nos encontrábamos, de izquierda a derecha, Ramón Uranga (consejero de Egin), Josu Muguruza, diputado, Jon Idígoras, diputado, y yo. En el otro costado de la mesa; de espaldas a la pared y de frente a nosotros, de derecha a izquierda, Itziar Aizpurua, diputada, Iñaki Esnaola, diputado, José Luis Elkoro, senador; José Luis Alvarez Emparama, senador. En las cabeceras de la mesa; a la izquierda, el abogado y senador Iñigo Iruin, y a mi derecha el jefe de prensa de HB, Xabier Oleaga. En la radio estaban dando las noticias. Queríamos oír las informaciones sobre la rueda de prensa de Herri Batasuna esa misma mañana, lo que acababa de declarar Félix Pons, lo que se podía prever para el día siguiente. Josu y yo acabábamos de intercambiar platos: ambos habíamos pedido «plato único» y los mediocompartíamos. En la radio decían que eran las 11.08. Pusieron un par de anuncios y empezaron a hablar de Checoslovaquia. Me quité el auricular y lo comenté. Habrían pasado dos o tres minutos más. En ese momento, un ruido, dos; secos, secos. Duros. Imposible. La mayoría de nosotros no creíamos -según hemos comentado después- que fuera de verdad; parecía una especie de broma de mal gusto, al fin y al cabo era 20-N y cualquiera sabe. Pero de repente; era verdad, se materializó sin saber cómo. Nadie gritó; nadie , pudo avisar a los demás, tal fue la velocidad de los acontecimientos. Quienes estaban de cara a la puerta no debieron de ver nada, o vieron durante -tan poco espacio de tiempo a los pistoleros que no pudieron ni dar una voz de alarma. Sólo los tiros; cuando nos dimos cuenta que eran de verdad, no se muy bien por qué, nos metimos debajo de la mesa. Pasó en pocos segundos, pocos. Nos levantamos. Por debajo de la mesa, vi a Iñaki Esnaola sangrando; a mi izquierda Jose Muguruza estaba caído en el suelo, con el brazo derecho sobre el cuerpo, en una postura rara y un pequeño orificio justo debajo de la oreja derecha. La vida se le escapaba por momentos. Un médico, un médico, Iñaki, Iñaki, Josu, Josu… gritos, búsqueda de algo que hacer. Uranga y yo subimos corriendo al vestíbulo del hotel, donde la telefonista se preguntaba qué había pasado. El llamó a Egin, yo a la Policía y a la agencia EFE, a El País y a El Mundo. Era lo único que podía hacer. Bajamos otra vez, pareció una eternidad de tiempo, mientras estábamos allí, viendo a Iñaki tan grave, tan grave, y a Josu… Por fin llegaron, muchos, muchos policías, y empezó otra parte de esa larga y terrible noche. Evacuación de heridos, testimonios directos, ideas que se te mezclan y escapan. Ese detalle, aquél otro. Yo no vi, pero oí. Oí muy claramente disparos por encima de mi hombro derecho, como quien dice, el sonido de los estampidos se me quedó en el oído durante horas, como un calor. Esa fue la trayectoria. No soy experta, para nada, en armas. Pero enseguida pudimos adivinar que no se trataba de metralletas, sino de pistolas. Los 6 o 7 disparos que recuerdo claramente -hubo alguno más- fueron seguidos, pero no ráfaga. Iban dirigidos muy claramente contra sus objetivos. De haber querido atentar indiscriminadamente o contra todos los diputados, no cabe duda que se habría hecho de otra manera. Ofrecíamos un blanco fácil: cuatro espaldas por una parte y cuatro cabezas mirando de frente por la otra, más dos personas de perfil. Una ráfaga y… No. Fue una acción premeditada, contra personas determinadas. Yo no sé si gritaron o no. Tampoco sé en este momento si la reivindicación de los GAL es cierta o no. Pero no me sorprendería. Los GAL sólo han presentado una vez un largo comunicado datado en el Estado español; fue en el verano de 1985 y lo fechaban en Vitoria Gazteiz. Ahora también ha sido allí la reivindicación. ¿Qué motivación cree usted que hay? me preguntaba la otra noche la Policía. Huelgan las palabras, huelgan las contestaciones. Está tan claro… han matado. a una persona firme en sus ideas, íntegra en sus comportamientos políticos, a un compañero de trabajo cálido y a un amigo entrañable. Han malherido a un abogado que tampoco abdicaba de sus planteamientos, que sabía bromear y comentar de tenis a la vez que defendía tenazmente lo decidido por el colectivo al que pertenecía. Han , querido matar una esperanza, el principio del camimo por el que habrá que avanzar, inevitablemente, si se quiere conseguir paz de verdad en Euskadi y en el Estado español. El camino de un diálogo que, sin rebajar planteamientos o ideales, con dignidad, defendía Josu Muguruza y seguirá defendiendo Iñaki Esnaola, cuando se recupere, y todos sus compañeros. Porque es la única vía. Y, como decía Josu el pasado lunes, hay unos puntos de partida que .se establecieron en Argel. Son válidos, y al Gobierno corresponde dar el primer paso. Pero no con las balas de los GAL.

22 Noviembre 1989

champán de sangre

Rafael Torres

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EN el Gregorio Marañón hay, cuando menos, dos heridos de bala, y en la morgue del mismo centro hospitalario un cadáver con el cerebro agujereado. Los que todavía pueden contarlo, un mozo de reemplazo y un político abertzale, han sentido en su carne el bocado ardiente de la barbarie, pero el otro ya no puede contar absolutamente nada, ni sentir nada, ni querer nada. En su mismo caso, otro caballero que hace cuatro o cinco días recibió el mismo manotazo ciego y hoy descansa en paz lejos de éste reino jodido. Hace muy poco esos hombres que padecen entre gasas, apósitos y respiradores, o que ya no padecen porque se han muerto para siempre, tenían, seguramente, ideas, ambiciones, señas de identidad, pero hoy todos ellos no son sino pobre materia herida o muerta, aunque en su entorno cacaree sus aspavientos el mismo país que los ha puesto fuera de combate. Son bajas de una guerra que ni ha sido declarada ni ha concluido con armisticio alguno (las guerras, en general, duran siempre), y que crece y se nutre a base de ignorancia y fanatismo, yerbas de las que ésta nación es muy rica. ETA mata, el GAL mata, aquí todo quisque mata, y el que no, el que prefiere la violencia un poco light de los comentarios brutales y el odio sordo, brinda con champán las muertes habidas en uno u otro bando, según. Cuando Franco, lo que quedaba de él entre tanto tubo y tanto comunicado del equipo médico habitual, abandonó por fin éste pedazo del mundo que tanto contribuyó a hacer inhabitable, muchos brindaron con champán, y a uno, que siempre abominó de ese caudillo siniestro («Si hay que matar a media España, se la mata», declaraba un día de julio, desde Africa, al corresponsal del Chicago Tribune), le horrorizó esa profusión de cava para celebrar una muerte. Somos así, y más grave que la implicaciones o las consecuencias de la última matanaza, es que somo así y nos cuesta horrores ser de otra manera. Si en amplios sectores de País Vasco se brinda a la salud de las víctimas de ETA, había que oir ayer los comentarios en mucho mercados, oficinas, hogares y taxis de otras zonas de España: Con mucho champán de sangre iban a brindar las multitudes. Qué asco.

22 Noviembre 1989

Otro atentado

Luciano RIncón

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Un parlamentario ha sido asesinado y otro está gravemente herido y, su vida aún es un enigma clínico. Eso es lo que importa. Ése es el planteamiento inicial del problema; después vienen los nombres y los apellidos. Los dos son de Herri Batasuna; el muert.o es Josu Muguruza, y el herido, Iñaki Esnaola. En este momento, para el juicio de este atentado, no ímporta recordar cómo se llamaba el teniente coronel asesinado el otro día. Ni siquiera importa, en este momento tarribién, recordair que se llamaba Enrique Casasel senador asesinado en vísperas de unas elecciones autonómicas. La situación es la misma. Los fanáticos de uno u otro signo, los enernipps de la democracia por la derecha o por la izquierda, han vuelto a golpear al sistema intentando que todo se encone, que nada se olvide, que nada cicatríce. Alguien, por la derecha y por la izquierda, se ha propuesto que Euskadi sea siempre una herida abierta pese al esfuerzo de la mayoría, pese a los intentos de construir la democracia, de dar paso a la sociedad civil y de que sólo hablen las urnas. Es lo que caracteriza a los partidos democráticos vascos, nacionalistas y no nacionalistas. Por eso esta muerte ha causado la indignación que provoca todo asesinato, sea cual sea la víctima, y además el pesar de que una posible fórmula de acercamiento a la paz haya sido saboteada bárbaramente.El asesinato de Josu Muguruza, precisamente, y el intento de matar también a Iñaki Esnaola pueden ser simples casualidades producidas por la agresión de una banda fascista residual o el cálculo más complejo de quien pretende mantener el enfrentamiento. Puede ser un simple ajuste de cuentas, una venganza zontra quienes son considerados representantes o encubiridores de la brutalidad etarra; o puede ser un disparo al intento de que Herri Batasuna acuda a las instituciones, al principio de su civilización,entendida ésta como asunción de los valores civiles sobre los militares. Personalmente me inclino por esta segunda versión, porque unos disparos al azar contra un grupo de dirigentes de Herri Batasuna y el casual acierto en dos de los partidarios de la presencia institucional de la coalición parece demasiado azar. Más se acerca a una operación ante la posible pacificación, a partir también de que esa presencia en las instituciones por parte de Herri Batasuna no se ha producido sin dolor, sin diferencias y sin que se conozca con exactitud la opinión de la dirección etarra al respecto. Sin embargo, se había decidido y estaba en marcha, al menos como operación propagandística, probablemente con la intención de utilizarla como altavoz para sus monsergas retóricas de cada día; pero se iniciaba el acercamiento.

Si se práctica, la participación puede crecer; el descubrimiento de la democracia, la observación de que -reconocida la imposibilidad de la victoria armada- el debate puede llevar a situaciones más favorables para alguna de sus propuestas, permitiría subrayar un cambio que se está produciendo en algunos de los textos fundamentales de Herri Batasuna. La consigna que sirvió de bandera respecto a la Constitución y el Estatuto, la ruptura, el rupturismo como teoría básica a la que supeditar todas sus intervenciones, ha sido cambiada por el intento de reformar el marco jurídico-político. La ruptura no se ha olvidado, pero está en el almacén.

Todo esto podría dar un cierto tono de optimismo a la presencia de los parlamentarios radicales en Madrid. Incluso la prueba a que iban a ser sometidos con la fórmula para aceptar la Constitución podía ser significativa de su intención. No se puede asegurar si algo ha cambiado. En todo caso, las primeras palabras de algunos de sus representantes, con un moderado llamamiento a la tranquilidad, aseguran que esa presencia se va a mantener pese a los disparos reivindicados por el GAL; aunque ya se sabe que ésta es una sigla-percha de la que cualquier intento de desequilibrar la situación puede colgar sus intervenciones. La posibilidad de asesinar a un dirigente de HB la tiene cualquier grupo con facilidad: no se ocultan ni son suficientemente conocidos. El que sea realizado precisamente ese día, en ese momento, en vísperas de la constitución del Parlamento, tiene su, significado y su ritual, y un mensaje que es preciso descifrar.

Hasta ahí las preguntas; algunas de las preguntas sobre el asesinato. Desde ahí las respuestas. Herri Batasuna, que habitualmente se niega a condenar los actos violentos, pues lo considera hipócrita, ha condenado este asesinato contradiciendo su teoría de que no sirve para nada hacerlo. Al parecer, esta vez sí sirve. Ayer mismo ya estaban en las calles de las capitales vascas carteles con la acusación: «PSOE, asesino: has matado a un parlamentario». Algún dirigente: de HB ha hecho declaraciones acusando a todos los partidos democráticos y a lademocracia española de ser los responsables últimos y políticos del asesinato. Ellos, que no hablaron tras Hipercor, ni mientras la masacre de Zaragoza, ni ante ninguna otra muerte, respecto a las que se manifiestan lndiferentes, se han sentido profundamente afectados por este asesinato, pues la víctima era uno de los suyos. Incluso están heridos porque los demócratas lamenten esa muerte, porque los adversarios de Herri Batasuna y enemigos de ETA condenen esa muerte. Las condenas dejan su conducta demasiado en evidencia.

Entre las respuestas políticas se esperan las de orden teórico, el regreso al Parlamento central al parecer ya definido, y las de orden inmediato: la respuesta a esa muerte. Se convocan huelgas y manifestaciones, los grupos civiles de acción callejera han iniciado ya sus operaciones y ocuparán estas noches las calles de ciudades y pueblos vascos, todo se conmocionará y del dolor se hará barbarie. Pero las grandes preguntas seguirán sin respuesta. Las grandes preguntas sobre el fin de la violencia, sobre la integración de: un número importante de ciudadanos vascos en las instituciones, sobre la reconducción a la democracia -la única que existe, la que no utíliza el tiro en la nuca como catecismo aleccionador-, quedan momeritáneamente suspendi.das. Los demócratas volvemos a dar nuestra lección cotidiana de convivencia: los crímenes se condenan siempre porque eso responde a lo más profundo tanto de nuestros sentimientos como de nuestras convicciones. La de Josu Muguruza es una muerte más. Los radícales condenan la muerte de uno de los suyos y silencian las de los otros. La situación puede estar oscura, pero no está confusa.

El Análisis

HACERLE EL JUEGO A ETA

JF Lamata

Que personas que decían ser enemigos del terrorismo decidan ‘luchar’ contra el terrorismo a base de ‘ejercerlo’ es ya de por sí un contrasentido. Pero lo peor es que pocas cosas podían hacerle más favor a ETA que el asesinato de Muguruza y más aún que el responsable fuera un policía. Gracias a aquel asesinato los miembros de ETA podían presentarse como víctimas, que cuando iban a negociar al congreso eran asesinados.

Eso sí, ni con el asesinato de Muguruza vale el ‘fiftyfifty’, la policía española juzgaría y encarcelaría al asesino de Muguruza, cosa que los líderes abertzades jamás hicieron con los asesinos etarra.

J. F. Lamata