15 marzo 1980

El dirigente pro-soviético Enrique Líster asegura que fue su contacto en Berlín

Polémica periodística: Francisco Umbral y Víctor Alba airean el pasado comunista del periodista franquista Augusto Assía en un debate iniciado por José Gutiérrez-Solana

Hechos

En marzo y abril en distintos periódicos de Madrid, Galicia y Barcelona se publicaron artículos sobre Augusto Assía, Víctor Alba y Enrique Líster.

05 Marzo 1980

Augusto Assía

Francisco Umbral

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Cuando yo aún apenas estaba en el mundo, había una guerra mundial. Entre los periodistas españoles de aquellos años cuarenta, que eran informadores de trayecto único, por favor del Régimen (que aquello si que era un Régimen), trayecto Café Gijón/Ministerio de Censura y vuelta, había un profesional que a mí me interesaba mucho en sus libros y crónicas, desde mi existencialismo infantil de rodillas sucias: era Augusto Assía.

Luego supe que aquel gran reportero de motor internacional y nombre euroasiático se llamaba Felipe, porque los mitos de infancia se devalúan mucho con el tiempo y ya dice Proust que es loco el que pretende encontrar una ciudad de su fantasía (Venecia, por ejemplo), visitando una ciudad real, aunque también se llame Venecia. Pero Augusto Assía, hoy, ni siquiera se llama Venecia. Entonces, cuando la España/Germania, creíamos que Assía era anglófilo de Byron, Shakespeare, Oscar Wilde y Virginia Woolf. Hoy sabemos que era, ya entonces, anglófilo de Margaret Thatcher. Y la señora Thatcher no es sino una imitación en duraluminio de doña María Victoria Fernández-España. Yes. En reciente artículo del YA, el viejo maestro y joven ultraconservador se pregunta: “¿Solana, antecedente del marxismo-comunismo?”. Como unas cosas traen otras y luego pasa lo que pasa, todo viene de que yo hice columna, días pasados, sobre el pueblo visto por el gran pintor Solana, a quien definí como apolítico, y el pueblo visto por el comunista Carrillo. Esta columna, leída por el gran maestro de periodistas por su larga sabiduría y su galaica ironía, parece que arroja un corolario como un puño cerrado: don José Solana, antecedente del marxismo-comunismo. A Augusto Assía, que me dicen escribe desde un pazo gallego, me parece que las vacas no le dejan ver la leche.

Leche mala o buena de sus vacas periodísticas que le hace entender todo lo contrario de lo que yo decía: “En Solana este pueblo es aún la máscara anónima de la nada” (…) “En Santiago Carrillo (…) el cuadro de Solana se ordena”. La modesta síntesis pues, de lo que yo había vivido aquella tarde entre dos luces, en mi zascandileo madrileño, es que, antes de la guerra civil – por simplificar – el pueblo español era como lo habían visto Solana, Goya, Valdés Leal, etc. Una acumulación desesperada de individualidades salvajes e incapaces. Después de la guerra, después de la passsada marxista por la Historia, después de Pablo Iglesias, el pueblo es ya otra cosa. Carrillo, Felipe, quien sea, todo el que tenga una visión lúcida del proletariado, lo que hace haciendo sociología (y aunque el sociólogo sea de derechas) es ordenar el cuadro de Solana, convertir a la destrozona en proletario o productor, a la masa en sindicato, convertir la alegre desesperación carnavalera en conciencia histórica. “Incluso desde la derecha más o menos liberal – García-Ramal junior lo dejó clara – el pueblo se ve ya como imagen neta, como entidad histórica nítida, como realidad social coherente”. ¿Y qué tiene que ver con todo este rollo don José Gutiérrez-Solana? Nada, Felipe.

¿Solana, precursor del marxismo-nosequé? Yo no he dicho esa parida. Mis paridas me las invento yo mismo, lejano maestro y con mejor fortuna. Gracias, pero no se admiten colaboraciones espontáneas ni originales que no hayan sido previamente solicitados. Tampoco se mantendrá correspondencia con los remitentes, salvo que se llamen nada menos que Augusto Assía. Yo he dicho exactamente lo contrario, o sea que el pueblo, en Solana, aparece desordenado, caótico, disperso y cualquier sociología de hoy sea de derechas, de izquierdas o de Fraga, viene a ordenar el cuadro de Solana, en el que no hay tales sociologismos, que el arte es inocente y salvaje. Pero Assía sólo pretende ‘echar una cana al aire’ (horrible tópico: luego dicen del cheli), hablar de mis licencias (López-Sancho me tiene por escritor libertino: gracias), hablar de mí como de un ‘ilustre y un gran escritor’ y muestrear mis trenzados de bolillos literarios. A más, claro, de asustarme a sí mismo un poco con los rojos, que eso les gusta mucho a los liberales de antaño.

06 Marzo 1980

Augusto Assía replica a Umbral

Augusto Assía

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Pero, hombre de Dios, qué puede tener que ver que yo haya sido antes liberal y ahora sea conservador, el que cuando era liberal a Francisco Umbral le «intersaran mucho» mis libros y mis crónicas, que ahora que soy conservador no le interesen nada, que yo escriba, o no escriba, en un «pazo gallego», que me llame «Augusto» o que me llame Felipe, que admire a Margaret Thatcher o a Virginia Woolf, ¿qué puede tener todo esto que ver con que yo lleve, o no lleve, razón cuando he escrito en un artículo mío que, asociando al pintor Solana con Carrillo, Umbral nos tomaba el pelo y que es espúreo su procedimiento de colocarnos a Solana como un «antecedente» del marxismo-leninismo? ¿A santo de qué no puedo yo escribir en un pazo y que lo que escribo merezca crédito? Cervantes escribió en la cárcel el Quijote, y Proust, a quien Umbral dice admirar tanto, escribió en la cama. Hacerle reproches, en vez a atenerse al grano, a aquél con el que no estamos de acuerdo es uno de los procedimientos polémicos más usuales del oscurantismo español; y es curioso verlo usado con tanta fruición, y sin ninguna precaución, a un escritor como Umbral que tanto presume de progresista.La cuestión no reside en lo que yo soy ni lo que he sido.

La cuestión es si Umbral dijo, o no dijo, lo que yo le atribuyo. Ante la disyuntiva, el gran escritor tenía dos recursos. Demostrar que no lo dijo o sostenerlo. A lo que recurre es a protestar de que yo he entendido todo al revés y que él nunca dijo una machada como la de que Solana es un antecedente de Carrillo.

Que el lector relea, si tiene curiosidad y paciencia, EL PAIS del 5 de marzo, que lo abra por la página 27 y eche sobre el artículo titulado «Augusto Assía» su vista a lo largo de la primera columna hasta llegar al último párrafo. Donde Umbral, con descuido impropio, se cita a sí mismo, en el artículo en cuestión, con las siguientes palabras: «En Solana este pueblo es aún la máscara anónima de la nada. En Santiago Carrillo el cuadro de Solana se ordena.» Si esto no es colocar a don José Solana como antecedente de Carrillo, ¿qué es?

23 Marzo 1980

Después de Franco, ¿qué?

Francisco Umbral

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Eso es lo que ha pasado después de Franco, tíos, tías. Que nos hemos aclarado y ya sabemos que Augusto Assía (aun cuando Víctor Alba le explique en un libro de Historia como contacto de Moscú en Ginebra) es un gran periodista liberal que ordefia vacas sagradas en el Finisterre político.

Esto hay que escribirlo así, sin interrogaciones tipográficas, porque las interrogaciones ya se las ponen y me las ponen todos los días los reporteros audaces en las entrevistas, desde la revista Europ, que me saca a toda galleta, hasta el Lui, que me sa ea con María Asquerino, Pepe Martín, Africa Prat, López-Vázquez (nuestro Groucho nacional) y otras mitologías.-¿Y después de Franco, qué?

Quieren decir que qué ha pasado en la cultura española con la muerte de Franco y la liberalización del rollo. Como si uno tuviese algo que ver con la cultura, aparte los folletos de editoriales que puntualmente y por bandadas vienen a posarse en mi alféizar/buzón, como palomas impresas y generalmente catalanas. Ahora mismo la Televisión Española, para el programa «Encuentros con las letras», que haceCarlos Vélez, y que me ha parecido siempre el hombre más serio, responsable, Culto y modesto de aquella casa de la Bernarda Alba. Lo cual que van a filmarnos a unos cuantos sobre lo que ha pasado con la cultura después que matamos al difunto de muerte natural.

Pues miren ustedes, a ver si se aclaran: la democracia, que no es poco, ha tenido sobre la cultura, más que nada, efectos clarificadores, mejor que efectos creadores, que la creación es la loca de la casa y va por donde y cuando quiere, hasta el punto de que había más y mejores figuras antifranquistas con Franco que sin él, o sea que es lo suyo: la censura provoca inmediatamente la subversión del texto, el texto en subversión, como he explicado hace poco a los universitarios de Amberes. Lo que no puede expresar el texto censurado lo expresa el subtexto, e incluso el contexto, y ahí es donde se produce la subversión. Muerto Franco se acabó la rabia. Muerto Franco, la cebada al porro, que mi pasota se hace porros hasta de cebada, y Africa Prat se lo hace con pastillas de heno y cerveza. Aquí, el que no corre flipa. Digo, decía, que la democracia, aunque sea festiva y cheli, como la que tenemos (gracias, Torrente, por concederme doctorado en cheli), ha ejercido sobre todo efectos clarificadores, que eran los más urgentes. Lo que yo llamo las culturas nocturnas, los teatros e iglesias ético/estéticos del silencio y la resistencia antifranquista, dieron el realismo, el tremendismo, el retoricismo de izquierdas y el estilismo de derechas. Así, ha podido saberse que el antifranquismo profesional de toda una mitología culta, desde Luis María Ansón al teatro de Ruibal, desdeFernando Arrabal a Emilio Romero (con su supuesto periodismo en subversión: «somos la izquierda del Régimen», decía), no vivía sino de Franco y con él ha transmigrado socialmente, profesionalmente, estéticamente. Noches de Oliver, en el tardofranquismo (Jorge Fiestasme las recordaba ayer por teléfono), cuando el club de Marsillach era un garito de vagos, maleantes y peligrosos sociales, según una legislación no totalmente extinguida, como nos recuerda Martínez Zato.Felices sesenta; década prodigiosa en que Terenci Moix podía alcanzar el prestigio de un Jean Cocteau de la cultureta, para que ahora, democráticamente, se lo trague todo el catalanismo católico y agiotista de Jordi Pujol.

Eso es lo que ha pasado después de Franco, tíos, tías. Que nos hemos aclarado y ya sabemos que Augusto Assía (aun cuando Víctor Alba le explique en un libro de Historia como contacto de Moscú en Ginebra) es un gran periodista liberal que ordefia vacas sagradas en el Finisterre político. Que los grandes socialrealistas de los cincuenta no eran los de la nómina oficial o plantilla Seix, sino Miguel Delibes, Ignacio AldecoaSánchez-Ferlosio, tres particulares peatonales que iban por libre. Sólo quienes se habían saltado la muerte de Franco con diez años de ventaja, como diez metros lisos, han funcionado después: Savater en el ensayo, Benet en la novela, Gimferrer en la poesía. En cuanto a las carrozas anteriores que venimos de cuando entonces, algunos han sabido seguir haciendo franquismo/antifranquismo después de Franco, y los demás se han ido a tomar por retambufa. Con perdón.

Francisco Umbral

25 Marzo 1980

Augusto Assía, Umbral y Víctor Alba

Augusto Assía

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¿Podría nadie confirmar la tesis de mi anterior carta mejor que lo ha hecho el propio Umbral? Escribí entonces que una de las características más constantes del oscurantismo nacional consiste en que, cada vez que se le coge en cortedad, el oscurantista se sale por los cerros de Ubeda y empieza a decir que quien le descubrió es esto, fue lo otro ova a ser lo de más allá.Porque yo avisé a los lectores que la teoría de Francisco Umbral,

presentando al pintor José Solana como «antecedente del marxismo-leninismo» y «abuelo espiritual» de Santiago Carrillo, carecía de relación alguna con la realidad. Todo lo que al gran escritor que es Umbral se le ocurrió fue contestar, en EL PAIS, que cuando yo era liberal, me admiraba mucho, pero que ahora que soy conservador no me admira nada, que escribo en un pazo gallego, que patatín y patatán, hasta meter en el fregado incluso a mi mujer.

Cuando vuelvo a la carga y alego que todo eso está muy bien, pero que nada tiene que ver con si Solana es un «antecedente del marxismo-leninismo», ¿qué intenta el señor Umbral para demostrar su razón y subrayar mi error? Sencillamente, vuelve a hablar de mis vacas, mi liberalismo y, para buena medida, añade: «Aun cuando Víctor Alba le explique en un libro de historia como contacto de Moscú en Ginebra.» El contacto, lógicamente, soy yo.

¿Es con estas paparruchas como los que se creen liberales y presumen de ilustrados y antifranquistas quieren esclarecer la historia actual y construir una España más potable que la que hemos vivido hasta ahora?

Yo no sé muy bien quién es ni lo que escribió Víctor Alba -salvo que es un oportunista de la actual confusión-, como tampoco leí el «libro de la historia» a que se refiere Umbral, pero puedo asegurar a los lectores de EL PAIS, sin temor a que se me contradiga con hechos como hice yo con Francisco Umbral, respecto de su teoría sobre Solana, que si defiende algo tan ridículo, igual podría decir misa. Tan capaz es el señor Alba de pro bar con testimonios, documentos o cualquier otra demostración que era yo el contacto de Moscú con Ginebra, como capaz sea de tocar el cielo con un dedo.

El señor Alba sabrá por qué mantiene esta ridiculez ya qué tipo de estímulos se debe, pero yo sé que miente, y reto tanto al señor Umbral como a Víctor Alba a que públicamente demuestren sus afirmaciones y yo, por mi parte, aclararé por qué el señor Umbral miente al definir a José Solana como «antecedente marxista-leninista».

Ahora ya no hay duelos a sable de los que yo era padirno. Pero ¿por qué no ha de haberlos documentales, en los que cada uno mantenga el tipo que tiene?

Augusto Assía

27 Marzo 1980

Líster un trapisondista

Augusto Assía

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Querido director:

De no ser por una patraña inventada, al parecer por el señor Víctor Alba, y si Umbral no la hubiese aireado en el periódico EL PAÍS, yo no me hubiera enterado quizá nunca de una trapisonda increíble que me afecta. De no ser porque ahora ha surgido aquí la moda intelectual de asumir que cualquiera que hubiera ganado la guerra, los rojos o los nacionales, hubiera sido lo mismo, y porque hay que echarse a temblar cuando aquí surge una moda, ni siquiera aunque me afecta, habría valido la pena de dedicarle la menor atención a la tal trapisonda. Pero, señor director, el trapisondista fue nada menos que uno de los grandes dirigentes en la España roja, uno de sus hombres más poderosos y, posiblemente, si los rojos ganan, no sólo uno de los más decisivos gerifaltes de la España de la posguerra, sino incluso el dictador. Se trata del guerrillero llamado Líster.

Aunque quizá demasiado larga, para lo que merece, vale la pena de contar la historia, porque en mi opinión, y el lector juzgará, es una viso claro sobre las manos en que, sin Franco, hubiéramos podido caer y del as que, cualesquiera sus errores nunca le agradeceremos los suficiente que nos hubiera salvado.

Hace ya años y respondiendo a una cita de Rafael García Serrano en la que ponía en labios o pluma, no recuerdo ahora, de Líster la especie de que había estado en mi casa de Berlín, yo dije que tanto había entrado en mi casa de Berlín, o cualquier otro lugar, Líster como iba a entrar en el cielo. Sin darle demasiada importancia conté como la única vez que le había visto había sido durante unos cinco minutos, y de pie, en Moscú, cuando se anunció, como un ‘joven gallego’ y para pedirme que, al llegar a España, echara en el correo una carta que llevaba para sus padres, “porque en el colegio que estoy nos las censuran y ya verá usted lo que les digo” me dijo entregándome la carta abierta. Con Líster iba otro joven ,también gallego, que creo que había sido camarero en La Coruña. En la carta que leí por si me la revisaban en la frontera, les decía a sus padres que, a su vez, le escribiesen diciéndole que sus hermanos estaban sin trabajo y lo estaban pasando mal “a fin de que les concedan a ustedes aquí un socorro”.

Por la carta me percaté que se trataba del mismo personaje que, algo antes y en mis tiempos de Santiago, había matado a tiros a alguien y había desaparecido de Galicia. Me hizo gracia que un joven revolucionario internacional quisiera engañar al estado proletario en beneficio de sus padres gallegos y cuando llegué a Berlín eché la carta al buzón.

Nunca volví a oír nada más de Líster hasta la guerra civil, y en la guerra civil oí lo que, más o menos se oía en la España nacional de los más conspicuos guerrilleros rojos y tampoco le di muhca importancia a las atrocidades que nuestra propaganda le atribuía. Un día, terminada la guerra, el famoso o ilustre médico, plonero universal de la cirugía torácica, doctor Caralps, me contó en Londres cómo en un hospital de sangre, que Caralps dirigía, Líster sacó la pistola y asesinó a tiros en la cama a un herido, cuando un médico que le acompañaba en la visita le dijo, inocentemente, que la herida de que padecía se la había infringido el mismo herido para librarse del frente.

Tal es la relación o conocimiento que después de la guerra civil, yo no he tenido directamente o indirectamente. Jamás le volví a ver excepto en fotografía.

Ahora, y estimulado por la . Un amigo mío que estaba en Berlín conmigo me cuenta que en un libro cuenta que amigo y camarada que estuvo en tu casa de Berlín y que se reunió con la plana mayor de Partido Comunista Español y que tú protegías a la Internacional de un grupo contra otro.

No ya una palabra, ni una sílaba, ni un punto, ni una coma, ni el blanco de las líneas tiene en todo esto la menor relación con nada que sea verdad.

Si alguien le pregunta tan sólo a este trapisondista que donde vivía yo en Berlín cuando estuvo en mi casa ¿qué contestaría?

Pero la cuestión fundamental es la causa que lleva a inventar la calumnia como Víctor Alba inventa la suya y para que, movidos por quien, ese objeto. Sólo alguien desprovisto en absoluto de la más elemental decencia, sólo un profesional de la impostura, un embrollador por falso servicio de quien le compre puede inventar así. Cuando nos libro de Líster y de que España pudiera caer en tales manos, en tales embrolladores, Franco nos ha prestado u nservicio que, aunque no nos preste otro, nunca podremos agradecerle bastante, como digo. Imaginen que en la España roja miles de hombres a las órdenes y tenían su vida en manos de patranista y que todos los españoles, si ganan los rojos, hubiéramos podido caer en el mismo. Y aún ahora, según veo, Líster, que vive aquí, quiere que le paguen la jubilación como coronel del Ejército español. Coronel ¿de qué? A esto hemos llegado quizá por nuestra inconsciencia y nuestra cencia. Perdone usted, señor director, el que otro va a adoptar uno ante esta nueva ofensa de la indecencia envalentonada.

De usted afectísimo amigo y servidor

Augusto Assía

08 Abril 1980

"Oportunismo" de Víctor AIba

Víctor Alba

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Leo en su diario del 25 de marzo una carta de Augusto Assía en la que incurre en el mismo vicio nacional que critica en Umbral: salirse por los cerros de Ubeda cuando no se tienen argumentos para desmentir hechos. Dice el señor Assía que «yo no sé muy bien quién es ni lo que escribió Víctor Alba -salvo que es un oportunista de la actual confusión-, como tampoco leía el «libro de historia» a que se refiere Umbral». Para ahorrarle al señor Assía el llevar a cabo el mínimo de investigación que cabe esperar, por ética profesional, que todo periodista lleve a cabo antes de escribir sobre algo o alguien, le aportaré algunos datos que ilustran mi «oportunismo».Cuando Augusto Assía firmaba manifiestos patrocinados por el PCE, yo comenzaba a militar en el Bloque Obrero y Campesino (BOC). Cuando el señor Assía estaba en el lado nacional, durante la guerra civil, yo me encontraba en la zona republicana perseguido y calumniado por el PCE, como militante del POUM (continuador del BOC). Cuando el señor Assía escribía desde Londres crónicas de guerra, yo me hallaba en la cárcel, primero por haber sido redactor del diario del POUM y luego por haber publicado clandestinamente, con otros compañeros, el primer periódico clandestino del POUM. Cuando el señor Assía escribía desde Galicia cartas sobre los problemas de los propietarios agrícolas, yo me encontraba en el exilio publicando libros que me valían por parte de los comunistas la continuación de las difamaciones de que ya había sido objeto durante la guerra civil. Cuando el señor Assía nos daba lecciones sobre lo que debe ser la verdad en la democracia, yo seguía recibiendo calumnias de los comunistas, sazonadas ahora por las de Augusto Assía, y cuando éste cuidaba de los intereses electorales de su familia, yo, que no era candidato de nadie, escribía mi EPartido Comunista en España, que tanto saca de quicio a los comunistas y al señor Assía, y donde están indicadas las fuentes bibliográficas de los hechos que parecen molestarle tanto. ¿Dónde está el oportunismo de alguien que desde los dieciséis años hasta ahora ha sido persistente en las mismas convicciones y no ha cambiado nunca de campo?

08 Abril 1980

España Entera

Francisco Umbral

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Perez Ornia ha dado en este periódico una eficaz información sobre el inminente programa televisivo España entera. Recuerdo que hace meses, el señor Jáuregui me hizo una entrevista para ese programa, sobre el decorado esperpéntico de una plaza de toros de cartón donde estábamos todos, y digo todos porque estaba yo, tocando una incongruente zambomba, según precisa ahora Pérez Ornia. El esperpentismo del decorado, que incitaba a hacérselo de desmadre, quedó luego corregido por el formalismo de la austera entrevista que se me hizo.Pero ahí vuelvo a verme, entre Velázquez y don Cicuta, en el ambiguo ademán de tocar la zambomba, ademán que tenía olvidado desde que, en la adolescencia quevedesca, viví «amancebado con mi mano», como dice Quevedo. Hoy tengo amigos, como Luis Berlangao el escultor Otero Besteiro, mucho más quevedizados que yo en el menester manual, según confiesan. Y con ellos y conmigo, en el burladero televisivo, la Maja desnuda, Santa Teresa, Andrés Segovia, José Antonio Primo de Rivera, Lope, la Dama de Elche, Suárez, Felipe Carrillo, el Real Madrid, Miguel Bosé, Franco, Buñuel, Tarradellas, Blas Pillar, Picasso, Séneca, Colón, doña Rogelia, Tarancón, Rodríguez de la Fuente, Camacho y más personal. ¿Somos España entera? No, porque falta Augusto Assía, quien, según me dice la lectora Begoña de Amuriza Velasco, de 59 años (DNI 46.222.405), en los años 38/39 escribía simultáneamente para el Diario de Burgos y El Día Gráfico, de Barcelona, o sea para la España nacional y la republicana a dos manos, a dos bandas, a dos pares. Esta lectora conoce el tema por razones profesionales que me explica en su carta, aunque no se responsabiliza de su buena/mala memoria y sólo habla de recuerdos, sin pruebas. Yo no entro ni salgo, pero cito una vez más a Assía porque me parece que la anécdota, apócrifa o no, es abarcadora de la España entera, mucho más que el programa de Jáuregui, y me pregunto cuántos españoles no han/hemos jugado a dos palos, mientras a otros se los daban todos.

Escribir al mismo tiempo para los rojos y los nacionales. Eso sí que era unificar España. Pero, con o sin mi augusto Augusto, pienso que lo de la tele no es España entera, sino los cuarenta principales de siempre, que ni son principales ni son cuarenta (y entre los cuales me incluyo en elno-ser). Creer que un país es una minoría de couché y divorcios es algo muy de Televisión Española, pero España entera no sería ese tendido de sombra cuajado de vips, sino el tendido de sol donde el pueblo /masa/mayoría/proletariat/lumpem se abanica el sol nuclear de Carter con un abanico de cartón de esos que dan en las tiendas de comestibles. Antonio Asensio va a lanzar un libro/reportaje de Raúl del Pozo y Diego Bardón sobre El Cordobés. Queda muy «antiguo Régimen» y muy «populares de Pueblo» presentar España entera como una conjunción de Séneca (que para nada era español) y el bailarínAntonio. Los de arriba y los de abajo. La filosofía y el baile. Lo apolíneo y lo dionisíaco, que diría don Ricardo de la Cierva. Pero resulta que no hay una España entera, sino mil Españas parciales, que además están en el tendido de Jáuregui: don Cicuta, última caricatura judía. La Dama de Elche, prehispánica, como Séneca. El Real Madrid (populoso deoriundos, negros y otras importaciones). Miguel Bosé, que ha tirado al río que pasa por Somosaguas su apellido paternoespañol para que darse en el maternoitaliano. Tarradellas, catalán. Colón, italiano.

Incluso cuando trata de reunir el ramillete o florilegio/martirologio de supersepañoles, quizá para ofrecérselo inoportunamente a la España plural de las nacionalidades, el señor Jáuregui tiene que hacer recluta de oriundos. Esa es la verdad política peninsular que no se quiere ver. Españoles enteros, en España entera, sólo quedamos Santa Teresa y yo. Los más hombres.

09 Abril 1980

Augusto Assía, el PCE y Umbral

Augusto Assía

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Pero ¿adónde vamos a ir a parar? Porque sorprendí in fraganti a Francisco Umbral y escribí un artículo explicando que la propaganda según la cual el pintor español don José Solana era un «antecedente» de Carrillo y el comunismo, no respondía con exactitud a la verdad, el señor Umbral contestó, cambiando de tema, que lo que era yo es «un contacto con Rusia en Ginebra» y que esto lo decía en un «libro de Historia» Victor Alba. Porque dije que, cualquier cosa que «un contacto con Rusia en Ginebra» pudiera ser, yo nunca lo había sido e invitaba al señor Víctor Alba, en cuestión, a que lo probase, el señor Alba le escribe a usted, y usted la publica ayer, una carta en la que, dejando de lado lo del «contacto», como si eso no tuviera nada que ver con el asunto, procede a enumerar una retahila de cosas buenas que el señor Alba ha sido en la vida, y otra retahila de cosas malas que he sido yo. En mucho de esto puede tener razón. Pero hay una cosa en la que tampoco la tiene: aquella en la que, para encubrir su huida respecto a la acusación concreta del «contacto», menciona en abstracto que, mientras el señor Alba practicaba excelsas virtudes con su excelsa vida, yo «firmaba manifiestos patrocinados por el PCE».El concepto de «patrocinado» por el PCE es no poco lato (¿qué es lo que ha «patrocinado » y lo que no ha «patrocinado» a lo largo de los tiempos?), pero ni aun escurriéndose desde lo concreto a lo abstracto la suerte le favorece al curioso «historiador». Si yo le reto para que demuestre lo de los manifiestos, como antes le reté para que demostrase lo del «contacto», el señor Alba va a verse obligado a recurrir a nuevas invenciones. No encontrará ni una sola firma mía en un solo manifiesto, ni ahora ni nunca, porque, para desgracia del «historiador» señor Alba, aunque pude haberlo hecho (¿y qué?), nunca firmé ningún manifiesto, ni comunista ni no comunista. Las insidias tienen una suerte tan perra que hasta convierten en simple al señor Umbral. ¿Ha visto nadie una inocentada como aquella en la que incurre en su número de ayer?

Muy mal debe andar el pasotismo, la porriografia y la insidia para que alguien tan listo como Umbral caiga en tales simplezas con tanta ridiculez. Si todo lo que al señor Umbral se le ocurre inventar es eso, ¿qué van a creer sus lectores de usted? O recobra la picardía, o veo en el alero el dinero capitalista que cobra por sus, hasta ahora, meritorios esfuerzos para socavar todo lo que los capitalistas aprecian.

10 Abril 1980

La República

Francisco Umbral

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Ni Partido Radical ni leches tratantes. Lo que viene ahora, según los más apocalípticos, es la República. Entre Luis Romero y el señor Larahan hecho lo posible por pararla, pero no se deja. Luis Romero ha publicado un tomo barricada al respecto, donde nos da la cara-y-cruzrepublicanas. Siempre que se habla de una objetividad de cara y cruz, es para dárnoslas todas en el mismo lado, o sea en la cruz. Lara, por su parte, explica que los escritores están descubriendo ahora la dificultad de contar las cosas sencillamente y que Franco empezó pintando un lirio y él daría cualquier cantidad por ese lirio:-Me honraría mucho tenerlo en casa.

Si Franco empezó pintando un lirio y se cargó la República, Augusto Assía, que empezó no pintando nada y ahora pinta vacas en la imaginación contable -no sé cuántas vacas quiere llegar a tener este hombre-, Augusto Assía, di00 se ha convertido en mi mayor fuente de correspondencia desde los tiempos de Nadiuska, que ya ha llovido. No lo voy a meter aquí todo, pero voy a meter a un señor cuñado de un hermano de Assía que se llamaba Ricardo, ejecutado por los nacionales a finales del 39, con 21 de edad. «Assía dijo que no vendría a España mientras estuviera en el poder Franco, pero vino y encima se hizo amigo personal de él. » Este cuñado de cuñados (en las polémicas históricas siempre causan baja algunos cuñados) se llama Enrique Olmedillas Beato y trabaja en un teatro de Madrid. Promete seguir informando. Por su parte, un escritor republicano y gallego me dice:«Alba (para probar el co munismo de Assía) se limita a reproducir los testimonios de Líster y Bullejos. Era enlace de Moscú en Berlín.» La revista galleguista Nos (1931) publica unas crónicas de Vicente Riscopor Alemania, donde habla de Assía y «su rígida ortodoxia marxista».

Risco cuenta en gallego lo que habló con Assía y Tobío y cómo le impresionó el sovietismo de Assía. «Assía, entonces -dice mi corresponsal- no soñaba con llegar a convertirse en propietario de la Casa Grande de Xanceda.» «Ahora exhibe la furia del converso.» «Assía era comunista en la etapa estalinista más desaforada.» Bueno, yo preo que con estalinistas así con anticomunistas así, con conversos así, no hacemos una República que lo valga, ni tampoco veo la necesidad apremiante de hacer una República de la que luego todos se desdigan, por la vaca o por el cuerno.

Franco pinta un lirio, Lara quiere comprárselo, Luis Romero cuenta lacara-y-cruz de la República, Lara se lo edita. Assía ordeña una vaca. Su concuñado dice que es el becerro de oro. Enrique Líster, el legendario, me escribe una carta larga con la biografía comunista completa de Augusto Assía. Líster pide «una República democrática y popular». Yo, siquiera sea porque no se les retire la leche a las vacas de Assía, defiendo la Monarquía democrática y autonomista que tenemos, pero hay mañanas que no le dejan a uno ni marcarse un poco la melena. Primero el cartero, luego el del gas, luego Pepe el motorista, ahoraCaballero Bonald, Pablo Castellano, Andrés Sorel y toda una basca de ingenieros, escritores, abogados, profesores músicos, sociólogos, sindicalistas: periodistas y economistas, tan, tan, ¿se puede?, que hemos fundado el Foro Republicano para que surjan «nuevas corrientes revolucionarias».

Me han dejado de un aire acondicionado. ¿Es tan fuerte la presión republicana en la vida española?

¿Es sólo la nostalgia confusa de aquella República de sangre y lodo,como decía Franco mientras pin taba el lirio, es el eterno retorno de la Historia de España, que siempre vuelve con su confusión de Augustos, Assías, cuñados, Lísteres, vacas, Laras y lirios? Más vale Borbón en mano que cien Armestos volando.

13 Abril 1980

Assía vuelve a la carga

Augusto Assía

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Porque dije que escribe ahora, hoy, en este momento, un artículo de propaganda en Madrid sobre el pintor Solana, que no es exacto, Francisco Umbral contestó que yo lo que he sido es «un contacto con Rusia en Ginebra» y que esto lo dice «en un libro de historia» Víctor Alba.Porque dije que no hay en esto nada de verdad, Francisco Umbral contestó que yo escribí en dos periódicos, uno, que estaba en la Barcelona roja y se llamaba Diario Gráfico, y otro en Burgos, y se llamaba Diario de Burgos, durante la guerra civil.

Porque pongo en ridículo una simpleza tal y le digo al señor Umbral que si sigue cayendo en tales filfas corre peligro el dinero capitalista que hoy, en esta época, en este día, aquí en Madrid, cobra de las más distintas y contradictorias publicaciones capitalistas por la labor única de socavar el capitalismo, el señor Umbral entra en trance y echa mano de una amalgama tal como un hermano mío que fusilaron al final de la guerra civil, un presunto cuñado, de Líster, o Bullejos, o un lo que «Risco cuenta en gallego de lo que habló con Tobío y Assía», lo que le dice un «corresponsal gallego» sobre que «Assía era comunista en la etapa stalinista más desaforada» y de mis vacas. Todo este revoltijo de hace innúmeros años lo agita ahora sobre las páginas de EL PAIS y se queda tan ufano.

A la menor cosa que aquí se critique de hoy, de este momento y de lo que ocurre en Madrid, ¿van aquí, ahora, a salir los cadáveres, las calumnias, las insensateces, los infundios, las tonterías, los crímenes de cincuenta años, revolviéndolo todo, sin probar nada, ni siquiera sin preocuparse de probarlo, proceder a enlazar medias verdades con mentiras enteras y al revés, o apoyándose con increíble ligereza en testimonios como el de Líster o el de Builejos, sino en el de, como el propio Umbral lo define, «un cuñado de un cuñado»? Si son los testimonios de Líster y Bullejos los que van a determinar cómo hay que escribir la historia de España de hace cincuenta años, ¿qué «historia» no resultaría?

En todos los que el señor Umbral ha confundido y barajado, sin contar la cruel pretensión de explotar la muerte de mi hermano, uno de los más brillantes yjóvenes licenciados en derecho que dio la Universidad de Santiago en este siglo, sólo es serio el nombre de don Vicente Risco, y, don Vicente Risco no dice nada que no sea verdad y no responda al dominio público. En la época en que surgió el nazismo sobre el panorama político alemán, coincidente con mi estancia en Berlín, yo creí descubrir en la teoría marxista, que estudiaba con el profesor Lukacs, el mejor debelador y antídoto contra el peligro nazi, como tantísimos otros jóvenes europeos de aquellos días. Sobre esto, y a propósito de una de sus novelas, sostuve un coloquio con don Pío. Baroja en el Ateneo, uno de los acontecimientos intelectuales más ruidosos e importantes del Madrid de entonces, con las colas ocupando toda la calle del Prado y con la asistencia de Unamuno, Azaña, Negrín, don Ramón del Valle-Inclán, Azorín, etcétera. Don Pío ha dejado una versión un tanto pintoresca de todo ello y no hay nadie de la época que no la conozca. Hasta que el estudio de las actividades del Partido Comunista me descubrió, precisamente, que, en vez de su debelador, el marxismo era el complemento del nazismo, yo dije, en poco tiempo, bastantes cosas de las que, gracias a Dios, prontamente me arrepentí y todo lo demás, los «contactos» o la amistad con el guerrillero Líster, puestas en circulación, coinciden temente ahora, son infundios e in venciones. Ninguna otra cosa. Víctor Alba da como fuentes dos libros de comunistas de los que el propio Alba dice siete veces en su carta que no han hecho más que calumniarle al señor Alba durante innúmeros años. Si al señor Alba le calumnian tanto los comunistas, ¿a santo de qué han de decir la verdad sobre mí? Respecto a Líster, hasta me sonrojo de tener que mencionarlo, otra vez, apoya unos infundios en otros, pero nunca ha contestado la simple pregunta de en qué barrio, en qué calle, en qué piso vivió quince días conmigo y celebré, la reunión que, como las otras cosas, inventa. Para terminar, y porque encierra una cierta ironía, voy a decirle a usted, señor director, algo sobre el tal piso. ¿Sabe usted quién vivía conmigo en el famoso piso «de Líster»?, pues nada menos que precisamente Vicente Risco, uno de los nombres revelados a Umbral y al que me unía, entonces, una amistad fraternal y me unió siempre y que, en los días de Berlín, don Vicente y yo compartíamos con el diplomático Luis Tobío, otro de los nombres que echa al viento Umbral y que es uno de los pocos de aquel tiempo que aún siguen entre nosotros. Yo cuente. esto ahora porque Luis Tobio no le va a decir a Líster donde yo vivía ni cómo vivía,y es quizá la única persona que lo sabe con detalles. Nada más, señor director, le ruego que me perdone usted la extensión, quizá excesiva para lo que el tema vale, pero es el señor Umbral, saltando de una cosa a otra, lo que me obliga a dar estas explicaciones, mientras yo sigo firm.e sobre las dos cosas que he mantenido desde el principio: don Francisco Umbral tergiversó cuando puso a Solana como «antecedente» del comunismo y no dijo verdad alguna cuando dijo que era «contacto con Rusia en Ginebra». No repito lo del dinero capitalista que cobra por la labor disolver el capitalismo debido que veo que le pone demasiado nervioso, aunque es cosa de hoy no de hace cuarenta años.

Augusto Assía

13 Abril 1980

El encuentro con Líster en Berlín

Enrique Líster

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Habiendo leído en YA del día 27 la Carta abierta del señor Augusto Assía, preparé una respuesta; más al día siguiente, antes de poner ésta en Correos, leo otra carta del mismo señor sobre el mismo tema, y me dicen que periódicos de Cataluña y Galicia también publican otras o las mismas.

Dice en una de sus cartas: «Si alguien le preguntara tan sólo a este trapisondista que donde vivía yo en Berlín, con quién y cuándo estuvo en mi casa, ¿qué contestaría?»

La respuesta es sencilla. Llegue a Berlín el día 3 de septiembre de 1932; me presenté en la dirección del contacto de la Internacional Comunista, que era una tienda de comestibles, donde me hicieron esperar varias horas en una habitación, hasta que vino un enlace del aparato de la lC que, tras comprobar mi identidad, me llevó a un magnifico piso, que resultó ser el domicilio de Felipe, donde vivía con su esposa —así me la presentó—, hija de un diputado socialdemócrata alemán.

En ese piso viví durante los quince días que permanecí en Berlín y ocurrieron las escenas a las que me refiero en mis memorias: «La primera noticia sobre esta situación en la dirección del partido (me refiero en estos párrafos a las discusiones habidas posteriormente en Moscú) la tuve en Berlín, en casa de Felipe Fernández Armesto, paisano y camarada de partido en esa época y que hoy es conocido en los medios periodísticos bajo el nombre de Augusto Assia. Los quince días que estuve en Berlín viví en su casa, y allí llegaron, en viaje para Moscú, Bullejos, que era el secretario del partido: Adame y Vega, miembros del Buró Político. Al comienzo me quedé extrañado de que hablaran delante de Armesto y de mí de la grave situación en la dirección del partido y de las discrepancias con la lC; pero luego me di cuenta de que Armesto estaba de lleno en el «ajo», pues era él el enlace intermedio entre ellos tres y León Trilla, que en ese período era delegado del partido español en la Internacional Comunista.»

A esto deseo agregar hoy que, estando de visita los tres personajes citados en casa de Armesto, llegó Hurtado, que también era del Buró Político, pero del bando contrario, y que regresaba de Moscú hacia España, y me sorprendió enormemente ver que ni siquiera se saludaban. Yo, en esa época, estaba en la luna en cuanto a lo que sucedía en la dirección del partido.

Ahora, el que no estaba en la luna, sino con los pies bien en tierra y desempeñando el papel de funcionario de la IC en Berlín y el de agente doble, y puede ser triple, era Felipe Fernández Armesto. Pero, ¿es que dejó de jugar un cierto doble —por lo menos— papel alguna vez? De no ser así, ¿por qué ese interés en querer ocultar ciertas actividades de su juventud?

15 Abril 1980

Recontrarréplica

Víctor Alba

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Pero ¿a dónde vamos a ir a parar si los cerros de Ubeda se convierten con tanta facilidad en montañas? Porque quise aclarar que el «oportunismo» de que me acusaba el señor Augusto Assía no era tal, sino consecuencia conmigo mismo, en lugar de leer las excusas profesionales que cabía esperar del pundonor profesional del señor Assía a sus lectores por haberlos informado sin informarse previamente y a mí por haberme difamado, me veo obligado a quitarme unas comillas con que me han obsequiado durante años los comunistas y que ahora me regala el señor Assía al llamarme «historiador» (EL PAIS del 9 de abril).Me habría podido ahorrar este trabajo si el señor Assía leyera el diario en que me amalgamó -procedimiento estaliniano si lo hay- con los asesinos de mis mejores amigos, los comunistas. Porque el 30 de marzo, en La Vanguardia, de Barcelona, salió una carta puntualizando las fuentes de lo que Augusto Assía niega con tanta indignación como malos modales, que debe creer que le permiten su veteranía.

Decía el señor Assía que Franco prestó un servicio a España al librarla de caer en manos de gentes como yo. Supongo, pues, que un franquista como Eduardo Comín Colomer, que recogió sus datos de los archivos de la policía a la que perteneció, debe merecerle confianza. Pues bien, ese señor, en su libro Historia del Partido Comunista de España, dice que Felipe Femández Armesto fue uno de los firmantes del manifiesto fundacional del Socorro Obrero Español, organización satélite del PCE. Desde 1967 han transcurrido trece años y el señor Assía nunca desmintió esta afirmación. Cabe, pues, suponer que debía haber algo de verdad en ella. Tampoco desmintió la de Líster, publicada en 1977, según la cual era el enlace entre Bullejos y Trilla, cuando vivía en Berlín (no en Ginebra, como erróneamente cita Umbral). Y tampoco desmintió a Pío Baroja cuando en sus memorias cuenta que Fernández Armesto le pedía que firmase manifiestos patrocinados por el PCE.

Todo esto lo publicó el diario barcelonés. Ahora el señor Assía insiste en que es una patraña mía. Con la ventaja de que, viviendo en Madrid, puede contestar al día, cuando el lector se acuerda aún de qué se trata, mientras que yo tengo que contar con las demoras del correo -cada día mayores- y recordar a los lectores todo el asunto, si no quiero que me tomen por un despistado.

A un hombre que en medio siglo no cambió de camisa, el señor Assía lo llamó despistado. A uno que cita sus fuentes de información, lo llama «historiador» con comillas. A uno perseguido por los comunistas lo amalgama con Líster. ¿Cómo habrá que llamar a un periodista veterano que no se toma la molestia de informarse antes de escribir y que no desmiente lo que a él se refiere cuando se publica en libros y que cuando aparece en periódicos lo utiliza como medio para darse una excursión por los cerros de Ubeda? Ya que el señor Assía es tan aficionado a calificar, le dejo a él el cuidado de encontrar calificativo para esa conducta, con la seguridad de que no volveré a hacer perder el tiempo a sus lectores con una nueva respuesta. /