5 enero 2018

La Liga Española Pro Derechos Humanos que preside Francisco José Alonso Rodríguez presenta un recurso

Polémica en la Cabalgata de Reyes por la carroza de Orgullo Vallekano, Luis del Val (COPE) contra los provocadores: «Son maricones de mierda»

Hechos

El 2 de enero de 2018 D. Luis del Val hizo un alegato contra la propuesta de Carroza de Orgullo Vallekano en la cabalgata de Reyes de la noche del 5 de enero en Madrid.

Lecturas

La cabalgata de la noche de reyes del 5 de enero de 2018 es precedida por una polémica por la decisión de Orgullo Vallekano de incluir una cabalgata LGTB con drag queens – ‘La Prohibida’ y dos artistas de cabaret –  y referencias sexuales.

La Liga Española Pro Derechos Humanos (cristiana) que preside D. Francisco José Alonso Rodríguez presenta un recurso solicitando al ayuntamiento que garantice que la cabalgata no va a realizar ningún tipo de exhibicionismo ante menores.

D. Luis del Val, dedicó su sección de comentario en el programa ‘Herrera en COPE’ un comentario sontra Orgullo Vallekano que incluyó insultos:

“En vez de los Reyes Magos van a ir drag queen de reinas. Melchor va a ser un traesti; Baltasar, la tortillera y Gaspar, muy hormonado, irá enseñando las tetas. Los de Orgullo Vallekano, que van a ensuciar la fiesta, en vez de ser ellos gais, son maricones de mierda”.

 El 3.01.2018 la presentadora de La Sexta y el D. Francisco José Alonso Rodríguez mantienen una tensa entrevista en relación a su recurso contra la carroza LGTB, manteniendo la Sra. Pardo una actitud burlona cada argumento del Sr. Alonso Rodríguez.

La cadena La Sexta de Atresmedia dedicara un espacio en su ‘Más Vale Tarde’ del 5 de enero de 2018 a criticar las palabras de D. Luis del Val que incluirá una entrevista a D. Rubén López, director del Observatorio madrileño contra la homofobia, en el que anuncia que emprenderán medidas contra el Sr. Del Val.

06 Enero 2018

Reaccionarios, de cara y sin complejos

Milagros Pérez Oliva

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Cuando se usa el término de maricón, como ha hecho Luis del Val, lo que se expresa es desprecio y odio a los homosexuales

De un tiempo a esta parte escuchamos con frecuencia la defensa abrupta de posiciones retrógradas cuyos valedores no tienen reparos en expresarse y hasta presumen de su osadía. Es el pensamiento reaccionario que irrumpe con ardor guerrero, hoy para reivindicar el franquismo, mañana para insultar a los homosexuales. Quieren disputar la batalla de las ideas en el terreno de las palabras. La alocución matinal que el periodista Luis del Val dedicó el viernes a la cabalgata de Reyes de Vallecas (Madrid) en el programa Herrera en Cope es el último ejemplo de ese desparpajo. Del Val arremete con tanta furia contra el colectivo gay como contra la “estúpida alcaldesa” Manuela Carmena por algo que ni siquiera era cierto: la supuesta sustitución de la carroza real por una del colectivo LGTBI. La falsa noticia encendió al locutor. Esto fue lo que dijo: “En vez de los Reyes Magos van a ir drag queens de reinas”. “Melchor va a ser un travesti; Baltasar, la tortillera, y Gaspar, muy hormonado, irá enseñando las tetas”. Y remató: “Los de Orgullo Vallekano, que van a ensuciar la fiesta, en vez de ser ellos gais, son maricones de mierda”.

Aunque pueda parecerlo, no es una anécdota. Es un síntoma. Hay una reacción cada vez más estridente contra la igualdad de género y los derechos civiles. A veces se presenta como una crítica a la tiranía del lenguaje políticamente correcto, pero no son las formas lo que se combate, sino el fondo. Con el término de maricón,lo que expresa es desprecio y odio a los homosexuales. Lo que pone furioso a Del Val es “la exaltación del gay y que los niños aprendan que pueden ser maricones desde las edades tiernas”. Eso tiene un nombre, se llama homofobia, pero no le importa: “Si me acusan de homófobo se pueden ir a la mierda”. Sin complejos.

Actitudes parecidas se observan en el discurso de los cada vez más crecidos neomachistas. Su estrategia consiste en resignificar el feminismo como un movimiento totalitario. Hablan de feminazismo. Niegan que exista violencia de género, tratan de desacreditar a quienes la combaten con bulos como el de las falsas denuncias de maltrato y acusan a los poderes públicos de estar abducidos por una nueva tiranía, la de las mujeres que quieren echar a los hombres del poder. Sin complejos.

Son las ideas reaccionarias y machistas de siempre, solo que quienes las defienden ya no creen que deban disimular o esconderse. Susan Faludi, en su celebrado libro Backlash: The Undeclared War Against American Women (Reacción, la guerra no declarada contra las mujeres americanas), denunciaba en 1991 cómo el pensamiento reaccionario se había organizado para combatir el feminismo tratando de convencer a las mujeres de lo mucho que habían perdido con el cambio: en lugar de un trabajo, el del hogar, ahora tenían dos y además pagaban con angustia el precio de su libertad. Ahora, fracasada la reacción sutil, a los neomachistas, como a los homófobos, ya solo les queda el ataque frontal.

03 Enero 2018

Reyes sin reino

Manuel Jabois

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Tratando de evitarles a los niños un trauma imaginario a los ocho años, se les provoca uno real a los 18

Parece ser que se ha detectado otro ataque a la tradición, con niños de por medio, en la ciudad de Madrid: no todo iban a ser malas noticias. El Ayuntamiento ha dado permiso a la organización de una de las 17 cabalgatas de Reyes, la de Vallecas, para incluir una carroza por la igualdad y diversidad, algo que ha despertado el espíritu de No te lo Perdonaré Jamás, un movimiento ciudadano surgido espontáneamente para defender que lo que se le enseñe a un niño en casa se le enseñe a todos fuera.

La oposición de PP y Ciudadanos demuestra que el esfuerzo hecho por la sociedad española para que buena parte de la derecha reconociese que los homosexuales pueden casarse tiene que dirigirse ahora a hacerle comprender que esos seres tan rentables políticamente no brotan de la tierra a edad adulta, sino que nacen al mismo tiempo que los demás niños, crecen al mismo ritmo y, en lugar de empezar a gustarles alguien de sexo contrario en el colegio, les gustan del mismo. Esos niños, en un mundo infantil pendiente de normalizar, siguen creyendo antes a los 12 años en los Reyes Magos que en su integración.

La respuesta alterada a una iniciativa escasa e inocua ha descubierto a cargos de Ciudadanos y PP reivindicando el Día del Orgullo de la manera que se sospechaba que lo reivindicaban: como un día. Una ocasión especial, un momento pintoresco sin significado más allá de la fiesta; nada que ver por tanto con la visibilidad social. Los Reyes Magos seguirán siendo los Reyes Magos en Vallecas, es decir, señores disfrazados, y en cualquier caso si hay algo difícil en la cabalgata de una gran ciudad es distinguirlos entre tanta carroza y disfraz; lo que debería hacer el Ayuntamiento es premiar a los niños que acierten, entre semejante jaleo, el sexo de cada participante.

Básicamente, el principal reproche que se le hace al Ayuntamiento de Madrid —la asistencia de niños a una cabalgata con una carroza por la diversidad sexual— es la principal razón por la que ha de hacerse. Para que los niños se acostumbren a ver cómo los espacios pueden ser ocupados por todos, independientemente de su sexo o de su orientación, incluidos aquellos en los que resulta más creíble la presencia de un rey de Oriente que una transexual. El movimiento LGTBI ha encontrado un respaldo mayoritario en la sociedad con una condición muy sensible en los sectores más recalcitrantes: mantenerlo alejado de los niños; sí a todo, pero con aviso reflectante. Por eso a muchos, tratando de evitarle un trauma imaginario a los ocho años, se le provoca uno real a los 18.

06 Enero 2018

Los aguafiestas

Cayetana Álvarez de Toledo

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El periodista Manuel Jabois ha publicado en El País un artículo moralizante contra lo que ha bautizado como «el espíritu de No te lo perdonaré jamás». Del espíritu poco puedo decir. He sido agnóstica hasta que recibí por whatsapp un vídeo del Papa Francisco advirtiendo de la presencia de Satanás entre nosotros, «¡en nuestras propias casas!». Aterrador. Bergoglio, digo. Ahora estoy seriamente valorando afiliarme al club de Dawkins. Pero sobre la letra del «No te lo perdonaré» sí reclamo mi paternidad. Perdón, mi maternidad. O mi progenitoriedad. O el término que los neoclérigos de la neolengua consideren correcto e inofensivo para cualquier minoría viva o muerta. Es mi frase. Es mi tuit. Y su utilización espuria altera mi predisposición –insisto con lo del espíritu– navideña. La izquierda española sigue sin entender que el debate sobre las cabalgatas no tiene nada que ver con el catolicismo y mucho con la felicidad de la comunidad. Con la felicidad como la entendía, socialdemócratamente, la muy liberal Constitución de Cádiz: derecho del pueblo y deber del gobernante. Paz civil.

Estas fiestas nos dejan imágenes que no olvidaré jamás, jamás. Oigan, jamás. Madrid y Cataluña, comunidades europeas –recuperada y efervescente la primera, gravemente autolesionada la segunda– compitiendo para ver cuál de las dos tiene la izquierda más idiota de Occidente. Sí, idiota, en su dórico sentido griego: persona que se preocupa sólo de sus intereses privados, sin atender los públicos. Y los intereses privados de la actual izquierda española se condensan en uno: aguar la fiesta al prójimo. Si es creyente, mejor.

Como la izquierda ya no sabe hacer la revolución, hace el ridículo. Aquí, tres estampas protagonizadas por nuestros entrañables Scrooges ibéricos:

1. Izquierda Unida de Madrid felicita la Nochebuena a través de Twitter con la foto de un gran árbol de Navidad en llamas. El árbol arde violentamente; familias huyen despavoridas. La asociación es evidente: ¿un atentado terrorista?, ¿un regalito-bomba? Qué alegría. Ahora sentémonos a esperar, con un dedo en la pantalla de Twitter y el otro en una bandeja de jamón Joselito. Ah, bien. Comunistas pero valientes: «Izquierda Unida felicita a todos los musulmanes el inicio del Ramadán». Abajo, La Meca en llamas. Tengo que contárselo a Ayaan.

2. En Puente de Vallecas salta la sorpresa y la polémica —venga la prosa deportiva— por la presencia en la cabalgata de una carroza con drag queens. ¿Sorpresa?, pienso. ¿Polémica? Pero si en 2015 ya hubo drags: Gaspar, mi Gaspar, con su traje rosa chicle y su barbita de algodón. De sus sucesoras la más aclamada se llama, paradójicamente, ‘La Prohibida’. Es habitué/e en actos de Podemos y encarna divinamente el ambiente de estas fechas: «Vivo la Navidad completamente indiferente. Me da un poquito de asco». Un poquito de asco indiferente. Bien. Menos nonchalant, el colectivo impulsor de la carroza, Orgullo Vallekano, desenfunda el arma nuclear contra las críticas reales, imaginadas y sobre todo anheladas: el victimismo. «No es un ataque a una carroza. Es un ataque a toda la comunidad LGTBI, es un ataque a las mujeres [a mí también, eh] y es un ataque al barrio de Vallecas». Un ataque más y fundan su propio Estado libre asociado. Que pidan consejo a los promotores de Tabarnia, maestros en eso que llaman «la visibilización de la diversidad». Y, por cierto: ¿De verdad todos los gays y lesbianas quieren ser visibilizados o incluso simplemente vistos como cabareteras y drags? La caricatura, esa curiosa garantía de integración.

3. Last but nunca least, los grandes aguafiestas españoles: los nacionalistas de izquierdas. Los de derechas siguen de moules, frites y festejos en Bruselas. Joan Tardà, mi ex vecino de escaño, inverosímil lector de Chaves Nogales, pidió a los ayuntamientos de Cataluña que no encendieran las luces de Navidad mientras Junqueras y sus colegas siguieran entre rejas. Paguen niños por sediciosos. En Vic, los tradicionales farolillos navideños fueron reconvertidos en lúgubres antorchas políticas: en vez de estrellitas, estrelladas. Y en Manresa, la ANC y Òmnium Cultural (sic) hicieron un llamamiento a los hastiados y divididos ciudadanos para llenar la cabalgata de lazos amarillos. Amarillo, el color de la enfermedad. Y sobre todo del sensacionalismo.

Un apunte y un consuelo: el pasado 25 de diciembre, una activista de Femen intentó llevarse la figura del niño Jesús del belén de la plaza de San Pedro del Vaticano al grito de «¡Dios es mujer!». La policía la redujo. No era española.

Este año se cumple medio siglo de Mayo del 68. Se publicarán toneladas de libros, uno de Mario Vargas Llosa que espero con impaciencia. Al parecer, y cómo no, habla de Raymond Aron. Intelectual sobrio, sublime, de pasiones contenidas, Aron se erigió en líder frente a las protestas estudiantiles y su desbordamiento en forma de huelgas masivas. Fue el primero en denunciar el carácter pueril y radicalmente anti-reformista de Mayo del 68; su amenaza para la excelencia académica y para una economía francesa que por fin empezaba a recuperarse. Hay que releer su libro La Révolution Introuvable, escrito en cuatro días a modo de dique contra el disparate. El «psicodrama», lo llamó. Y hay que releer también sus reflexiones posteriores en Le Spectateur Engagé. Cuando el joven periodista, pura carne blanda del 68, le pregunta:

–¿Y qué fue lo que le decidió a pasar a la acción? ¿La debilidad del Estado francés frente a las revueltas?

–No, no. Fue el carnaval, que a la larga me irritó un poco.

Cincuenta años después, la izquierda sigue de carnaval. No es un carnaval brasileño: plumas, labios y curvas. Es lo contrario. Ñoño. Moralizante. Esterilizador. Sus ingredientes son la fragmentación de lo que nos vincula como seres humanos y un pesimismo insoportable. Se ha dicho muchas veces, también aquí: al sustituir la igualdad por la diversidad, la izquierda ha roto la ciudadanía en mil pedazos. En mil cuotas con sus correspondientes dogmas y autos de fe. El feminismo de tercera generación, tan victoriano y llorón, tan refractario a la felicidad sexual o de cualquier otro tipo que en todo hombre acaba detectando un violador. El colectivo LGBTQQIPsSAA –lesbian, gay, bisexual, transgender, queer, questioning, intersex, pansexual, 2-spirited, asexual, and allies–, tan inclusivo que sus distintas siglas ya empiezan a enfrentarse entre sí. Y el etnicismo, claro, la fuerza que con más rapidez y peores consecuencias conduce a eso que Jonathan Haidt llama «la centrifugación de lo común». El regreso a la tribu. La confrontación.

La diversidad se ha convertido en un eufemismo de la división. Y el pesimismo, en la principal razón de ser de la izquierda. Ya lo subrayó Pinker: los progresistas detestan el progreso y viven de su negación. Los datos sobre el progreso de la humanidad son abrumadores. Radiantes. Ahí están la propia obra de Pinker y los libros y gráficos de Matt Ridley: busquen en internet su reciente intervención en la Universidad Francisco Marroquín. El mundo avanza luminoso y liberal. El problema es que su interpretación sigue siendo de izquierdas. Es decir, oscura y plañidera. Pruébenlo hoy mismo. Llamen a ese amigo progre. Díganle: «¡Feliz 2018!». Les contestará con la cifra de mujeres asesinadas y la última idiotez de Trump.