27 octubre 1967

Polémica por las elecciones a procuradores entre Josep Melià y el periodista Jaime Campmany, que simultanea su condición de columnista de ARRIBA con la de candidato

Hechos

El 27 de octubre de 1967 D. Jaime Campmany publica en ARRIBA una carta de réplica a D. Josep Melià.

Lecturas

Josep Melià Pericàs y Jaime Campmany Díez de Revenga confrontan sus posiciones con motivo de las elecciones a procuradores en las que Campmany Díez de Revenga se presenta como candidato lo que, a juicio de Melià Pericàs le podría dar ventaja a Campmany por contar a su favor con Arriba, Pyresa y la Prensa del Movimiento.

27 Octubre 1967

Nueva pajarita autoctona (Carta a don José Meliá)

Jaime Campmany

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Mi querido y admirado amigo y compañero:

Hágale usted sitio a mi pequeña ‘Pajarita’ en su desayuno de hoy, y permítale que mientras usted sorbe el café con leche o el zumo de naranja, y quizá mientras usted escribe una de esa intencionadas crónicas de Madrid, que yo le leo por obligación y por devoción, le acompañé con un pío-pio de gratitud. Las palabras que con más gozo busca y con mayor facilidad encuentra mi pobre ‘Pajarita’ son las palabras del agradecimiento, hasta el punto que a veces me parece que peca un tanto de vanidosilla y que se recre con cierto regusto voluptuoso en el piropo y en el requiebro. A ratos se inclina en el saludo más de la cuenta, quizá para prolongar un poco el aplauso, o da las gracias en público, mejor que en privado, para poder repetir el ditirambo, aunque inmediatamente, después componga el motín de la modestia.

Usted ha hablado de ‘la gallarda actitud de Jaime Campmany, el gran escritor de la Prensa del Movimiento , que ha dejado de publicar las ‘Pajaritas’ durante todo el tiempo de la campaña electoral, para que no se pudiera acusar de hacer propaganda indirecta. Y como mi ‘Pajarita temía que aquel silencio suyo (tártagos de muerte le costó) pasara inadvertido o despreciado, se ha puesto loca de contento al verse aludida por un cronista tan fino como usted, y que trae cierta y justa fama de repartir más palos que breves.

Yo no tengo la impresión de haber hecho el canelo, como usted dice que tienen otros; pero más de una vez me ha asaltado la duda acerca de si debía o no debía callarme en la ocasión electoral, porque tan libres son mis electores como mis lectores, y podían tirar al cesto tranquilamente lo mismo mis artículos que mis candidaturas. Y por mucho que yo diga que el papel en que escribo pertenece a todos los españoles, algún derecho más tendré yo sobre ese papel, aunque no sea por otra cosa que la de escribir en él casi todas las palabras que escritas llevo en mis veinticinco años de vocación periodística. Tanto es así que alguna noche de examen de conciencia me asaltó el escrúpulo de haber metido a mi ‘Pajarita’ en un paréntesis electoral sólo por un punto de soberbia o por una tentación de fanfarronería. Como si hubiera querido ganar la carrera sin fusta; o el ‘match’ con la mano derecha en el bolsillo; o el partido en fútbol jugando descalzo.

De una u otra forma, mi caso es caso especial y aparte, y no debe contar en el planteamiento general de la actitud de neutralidad de la Prensa del Movimiento ante los diversos candidatos. Por la sencilla razón de que yo era el único periodista que andaba metido en la aventura electoral, y lo que era neutralidad para los demás, era desventaja para mí. Yo deponía la pluma, pero los médicos no deponían el bisturí y el recetario, ni los abogados deponían el código y cerraban el bufete, ni los profesores enjaulaban su ciencia, y ni siquiera algunos altos cargos  de la Administración Pública se dejaban en el Parque Móvil el coche oficial.

Hasta aquí, querido y admirado Josep Meliá, creo que estamos de acuerdo. La Prensa del Movimiento ha sido exquisitamente neutral en las elecciones. Y a usted le parece bien. Y a mí, también. En donde surge un punto de discrepancia es en la razón de esa sana neutralidad. Usted afirma que “los periódicos del Movimiento (a diferencia de los privados) son patrimonio de todos los españoles, y todos contribuimos a su financiación mediante nuestros impuestos”. Eso, querido Meliá, no es verdad. Usted y yo podríamos discutir largamente sobre si es ‘Prensa gubernamental’ o ‘Prensa popular’, porque eso es materia opinable, en la que no cabe demostración definitiva. Pero  que la Prensa del Movimiento se financia por sí misma y no recibe un solo céntimo del Gobierno, ni siquiera del Movimiento, es cosa de fácil demostración. Usted, que me lee con tam amable asiduidad, recordará quizá cierta ‘Pajarita’ mía que se tituló ‘Pajarita autóctona’, en la que todo eso quedaba claramente explicado y en la que ofrecía demostración documental a quien deseara comprobarlo.

La razón es otra. Todos los candidatos manifestaron expresamente su adhesión a los Principios Fundamentales del Movimiento. Y la Prensa del Movimiento debía dar desde ese momento iguales oportunidades a todos ellos. No es cosa de dinero, sino de juego limpio. Y el hecho de que anduvieran maridos en elecciones algunos altos funcionarios del Gobierno sin que la Prensa del Movimiento haya roto su exquisita neutralidad, me da ahora cierto derecho para insistir en su carácter ‘popular’ más que en su carácter ‘gubernamental’.

Creo, querido Meliá, que pocos motivos ha dado mi ‘Pajarita’ para ser calificada de gubernamental. Menos, espero, que para ser llamada popular. Mi ‘Pajarita’ debe respeto, debe fidalidad, debe – si usted quiere – benevolencia. Pero le aseguro que no debe dinero. Ni a usted ni a ningún otro contribuyente.

Reciba un saludo muy cordial y la admiración de:

Jaime Campmany

31 Octubre 1967

Postal mallorquina para Jaime Campmany

Josep Meliá

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Bien sabe usted querido Jaime Campmany, amigo de tantos amigos, que no me duelen prendas para el halago y para el reproche. Quisiera en verdad que mi pobre pluma supiera de arreboles o de dulces sabores de confitería. Pero no va a ser posible porque me la dieron parca y escueta, miserable en adjetivos, inexperta en la navegación de las metáforas. Aunque quizá le quede, aún, gracia y mordiente con suficiencia para rendir las armas en señal de pleitesía y para que su inclinación reverente no sea acogida como rendición incondicional sino como prueba de homenaje. Nos hacen falta señor Campmany, en esta tierra de cismas y capillitas, gente de corazón abierto y generoso como usted, actitudes diagonales, fraternos maestros en la controversia y el parecer contrastado. Da gusto pensar que algunos francotiradores, como usted mismo, se esfuerzan día a día en que la convivencia sea posible y llevadera. Que se esfuerzan, ,en fin, para que la tolerancia y el respeto mutuo sean virtudes previas e incondicionales, premisas de un entendimiento fecundo en el que la diversidad y la discrepancia permitan ensanchar la Patria de todos, las esperanzas de este pueblo sufrido que cada uno de nosotros reencarna.

Leo sus artículos, efectivamente, con la asidua devoción que los incondicionales. Recuerdo pues, perfectamente, aquella pequeña polémica que mantuvo la pajarita con el comentario de nuestro amigo Wifredo Espina. Si a pesar de todo he reincidido en el tópico de que la Prensa del Movimiento la financiamos todos los contribuyentes es porque sus argumentos no me acaban de convencer. Me parece perlas, y no dudo que ha de ser verdad cuando usted lo afirma con legítimo orgullo y constancia admirable, que la Prensa del Movimiento no nos cuesta, hoy por hoy, ningún céntimo a los españoles. Pero esto no resuelve el problema. Para que su tesis me pareciera cerrada e inapelable sería preciso que esta absoluta independencia de la Prensa del Movimiento respecto del presupuesto del Estado se diera por igual en el pasado y en el futuro, en el pretérito histórico de su origen y puesto en marcha, en el mañana de las contingencias imprevisibles y en la continuidad operante del patrimonio de los periódicos del Movimiento.

Con todos los perdones por saltarme una serie de sutilezas jurídicas tales como la distinción entre Estado y Movimiento, le diré que la situación financiera de la Prensa del Movimiento me parece bastante semejante a la de TVE. Nuestra televisión no sólo no nos cuesta un céntimo a los españoles, sino que es una fuente de ingresos para el Estado. Pero la TV es de todos porque todos la financiamos y forma parte de nuestro común patrimonio nacional. Y también porque, si por alguna contingencia se destruyeran irreparablemente sus edificios o sus instalaciones, sería el Estado quien nuevamente volvería a pechar con los gastos de establecimiento. ¿no es esto idéntico con lo que ha ocurrido o puede ocurrir con la Prensa del Movimiento? ¿Quién financió los edificios y la maquinaria? ¿Quién la repondría sí, por circunstancias que Dios quiera que jamás se produzcan, un día los periódicos del Movimiento se encontrarán en estado de insolvencia irreparable?

Así veo yo en mi cortedad este pequeño tiquismiquis que nos ocupa. Bien es verdad que quiero escribir sin apasionamientos y sin ningún rencor contra nada y contra nadie. Yo he leído en viejo decretos la configuración de la Prensa del Movimiento como portavoz de influencia ideológica de la Secretaria General. Pero aún así yo no podría escribir como Juan Beneyto que ‘la Prensa diaria falangista depende de la Delegación Nacional de Propaganda, Prensa y Radio del Movimiento y ha de considerarse portavoz del Régimen, vinculada a la Secretaria General de la Falange. Su órgano en el ARRIBA de Madrid que ha de verse como expositor doctrinal y no sólo informativo”. Bien sabe Dios que a usted en concreto le tengo más por periodista del pueblo que del Gobierno, y que no rastreo sus escritos en pos de la última filosofía oficial. Pero creo que es una cuestión obvia que la neutralidad de la Prensa del Movimiento no podía deberse a la aceptación de los Principios Fundamentales porque entonces esa admirable neutralidad de la Prensa debiera haber traido aneja la de las restantes instituciones que en el Movimiento se integran. Y bien sabe usted, admirado señor Campmany que se ha dicho y se ha escrito que en bastantes casos esa neutralidad ha sido tan sólo un ideal por el que vale la pena seguir esforzándose.

Es un informe sobre medios de difusión elaborado por el Instituto de la Opinión Pública organismo que como todos sabemos, depende del Ministerio de Información y Turismo, se dice que ‘la cadena de Prensa del Movimiento no tiene capital constituido por ser del Estado”. Yo soy un perfecto lego en estas cuestiones.

Pero me parece que la explicación histórica a que antes me refería es bastante evidente. 1948, al crearse la Radio del Movimiento, todavía se replanteó la cuestión. El artículo tercero de la orden de 15 de febrero de 1948 decía: “Hasta la constitución de un patrimonio independiente, el referido Departamento de Radio será costeado económicamente por la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda”. Esto es lo normal y lógico y no hay motivo alguno para escandalizarse de que así haya ocurrido o de que pueda volver a ocurrir. Para mí, al menos, es base suficiente para pensar que, a fin de cuentas, es con nuestro dinero con el que se financian unos medios de expresión dependientes de uno de los Ministerios que integran la Administración Pública.

En cualquier caso, benévolo y sagaz amigo, tenga la seguridad de que infunde optimismo político comprobar su profunda elegancia espiritual, su cordial energía en la defensa de las causas que estima dignas de que se las defienda. No me importaría estar equivocado en mis convicciones si siempre se me tratara de convencer con tanta amabilidad y respeto. Sus palabras, como la brisa, han servido para aplacar la aspereza de tantas y tantas lanzadas implacables, de tanta zancadilla bastarda, que uno va encontrando por estas tierras de Dios. Que España no conserve la ilusión de seguir pujando en esta subasta incruenta de la convivencia plural e indiscriminada que nos es tan necesaria.

Josep Meliá