1 agosto 1984

Nadie dudaba que el candidato del Partido Republicano volvería a ser Reagan

Primarias EEUU 1984: Los Demócratas eligen al ex Vicepresidente Walter Mondale, que llevará a una mujer, Geraldine Ferraro, como candidata a Vicepresidente

Hechos

En el verano de 1984 se celebraron las convenciones para la elección de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos de América.

Lecturas

Los derrotados:

Gary Hart y Jesse Jackson fueron derrotados por Mondale.

08 Junio 1984

Incertidumbres demócratas

EL PAÍS

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DESPUÉS DE las últimas elecciones primarias que se han celebrado en diversos Estados de Norteamérica, los números indican que Mondale será el candidato del Partido Demócrata en las próximas elecciones de noviembre. Sin embargo, la mayoría teórica de Mondale es de muy pocos votos. Aún se pueden producir cambios. El mismo reglamento de la futura convención de San Francisco puede modificar el voto por el candidato con que se ha comprometido en un principio. Por lo tanto, de la primera etapa de la designación del candidato demócrata, la conclusión más evidente es que el Partido Demócrata está profundamente dividido. Que no hay una marea en favor de una de las posibilidades que se han presentado. Y que por lo tanto la convención de San Francisco será muy abierta. En ella se tendrá que decidir, y probablemente en reñidas batallas hasta el último momento.Sin duda Mondale representa lo conocido, la continuidad demócrata. Ha sido ya vicepresidente. Su candidatura convertiría la batalla de noviembre en una especie de reedición de la pugna de 1980 entre Carter y Reagan. Por lo tanto la victoria de éste sería aun más segura. Mondale cuenta con el aparato del partido y con todo lo que eso significa. Ha tenido el apoyo oficial de los sindicatos, y ello le ha permitido ganar en las mayores concentraciones industriales, sobre todo en el Oeste, en los centros tradicionales del poder político norteamericano.

Hart ha sido la sorpresa: desde el principio, en New Hampshire, y hasta el último momento, en California. No cabe duda que ha logrado introducir unos aires nuevos en la política demócrata. Nadie discute su superioridad intelectual; está rodeado además de un brain trust, de un equipo con personalidades de primera talla. Si Mondale recuerda a Truman, la figura de Hart significa una especie de nuevo experimento en la política norteamericana; algo parecido a lo que fueron, cada uno en su época, un Roosevelt o un Kennedy. Hart ha contado con los votos mayoritarios de la juventud y de los sectores de profesionales y técnicos, la fuerza sin duda más dinámica en la actual sociedad de Estados Unidos. Si Mondale tiene el aparato, Hart tiene el estilo.

Uno de los hechos más importantes de la campaña de las primarias ha sido, indiscutiblemente, la candidatura de Jackson. Ha logrado, en primer lugar, aumentar el porcentaje de ciudadanos de color incritos en el censo, y por lo tanto susceptibles de participar en la vida política. Pero su candidatura, movilizando la gran mayoría del voto negro, ha desbordado ese espacio. Jackson se ha revelado como un político de gran talla. Quizá ha sido la revelación más sensacional de la campaña. Con sus viajes a Damasco, a México, y el que ha anunciado a Cuba, ha hecho una demostración de audacia política. Ha materializado a los ojos de muchos ciudadanos que EE UU podría hacer una política diferente. Jackson tendrá un gran peso a la hora de las determinaciones definitivas en la convención de San Francisco. Pero su acción tendrá otras prolongaciones. En realidad, ha empezado a perfilar una nueva forma de autonomía de la minoría negra, y en cierto modo de las otras minorías nacionales, dentro del sistema político; una modalidad de pluralismo cuyos futuros desarrollos son imprevisibles.

14 Julio 1984

La sorpresa de Mondale

EL PAÍS

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EN VÍSPERAS de la apertura de la convención demócrata de San Francisco, Mondale, rompiendo su imagen de político gris, cauto, indeciso, ha causado una gran sorpresa al designar a una mujer, Geraldine Ferraro, para que figure en el ticket del Partido Demócrata como candidata a la vicepresidencia. Entre los elogios que tal designación ha provocado en los círculos políticos destaca la apreciación de Edward Kennedy, diciendo que se trata de un acontecimiento «histórico». No cabe duda de que lo es, porque no tiene antecedente. En los últimos años, algunas mujeres han ido ocupando cargos de alta responsabilidad en la vida norteamericana, incluso en el Ejército y en el Tribunal Supremó. Pero aspirar a la vicepresidencia es algo cualitativamente diferente, porque se trata de un cargo que, en caso de accidente, atentado, enfermedad o muerte del presidente (y en las últimas décadas tales casos no han sido muy excepcionales) implica asumir la máxima dirección del país y el mando supremo de las fuerzas armadas. El hecho de que una mujer entre en tal elección en 1984 representa un avance histórico en la destrucción de concepciones aún muy arraigadas, que aceptan, sí, en abstracto, la igualdad de la mujer, pero que son muy reticentes cuando se trata de su promoción a puestos de dirección decisivos.Con la designación de la señora Ferraro, Mondale puede evitar que la convención de San Francisco se centre en su enfrentamiento con Hart, el cual no ha renunciado, al menos por ahora, a presentar su propia candidatura. La solución que hubiese dado probablemente los mejores resultados a los demócratas, un acuerdo con Hart para la vicepresidencia, ha fracasado por causas que aún no están claras. Mondale quiere provocar ahora un movimiento de unidad y de entusiasmo entre los delegados de San Francisco hacia el ticket Mondale-Ferraro, en un esfuerzo por superar su propia falta de carisma. Geraldine Ferraro puede dar a la,campaña presidencial un clima de viveza, de excitación; algo de esto se ha producido ya en el momento de su designación. La candidatura de Mondale aparecía como un remedo aburrido de la vieja política maniobrera del Partido Demócrata. Ahora puede adquirir un nuevo brillo, un color de novedad, atractivo no sólo para grandes masas de mujeres -no se puede olvidar que son mayoritarias entre el electorado norteamericano- y para otros sectores, muy diversos, pero inclinados hacia soluciones de cambio.

Sería erróneo ver en la designación de Geraldine Ferraro solamente el hecho de que se trata de una mujer: en su personalidad, en su vida política se da una serie de factores que tienen una importancia considerable para elevar el voto demócrata: es hija de emigrados italianos, lo que acarrea la simpatía de las numerosas minorías étnicas y nacionales, que constituyen una parte considerable de la población de EE UU. Por otro lado, es católica, pero partidaria de la legalidad del aborto; demuestra con ello una comprensión clara (de la que carece la Iglesia española) de la diferencia entre unas convicciones personales y una legislación que necesita tener en cuenta la pluralidad de las opiniones existentes en la sociedad. Frente a las actitudes retrógradas de Reagan sobre el aborto y otras cuestiones de ese género, la candidatura demócrata presentará ahora una imagen más netamente progresista. Ello puede impulsar a votar a millones de personas que normalmente no lo hacen, porque consideran que no sirve para lograr ninguna mejora. Recordemos que en 1980 Reagan fue elegido con el 51% de los votos; pero sólo votó el 52% del censo. La táctica demócrata para modificar las actuales previsiones, según las cuales Reagan va a obtener una victoria tranquila, tiene que esforzarse por lograr la participación de nuevos millones de electores. Para ello, el apoyo de Jackson a Mondale, después de la campaña que ha llevado a cabo para movilizar a la población negra, será sin duda importantísimo. Y en el mismo orden de cosas, la decisión audaz de designar para la vicepresidencia a Geraldine Ferraro.

Sin embargo, una larga experiencia demuestra que las cuestiones económicas son las que suelen decidir de modo prioritario las elecciones en EE UU. En ese orden, Reagan se presentará en noviembre con triunfos muy fuertes en la mano. Y todo indica que está resuelto a evitar, al menos hasta entonces, que graves tensiones en la situacion internacional pudiesen alterar esa prioridad.

14 Octubre 1984

La recuperación de Mondale

EL PAÍS

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DURANTE LOS meses de agosto y septiembre, Mondale ha sido considerado de un modo general como el perdedor de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Pero en el curso de la última semana, y como consecuencia, sobre todo, del debate ante la televisión entre Reagan y Mondale el domingo pasado, «los términos de la campaña electoral han cambiado», según la expresión tiulizada por The Washington Post en un reciente editorial; y agrega que ese cambio consiste sobre todo en que está cayendo la confianza de los republicanos en una vii:noria segura de Reagan, y que la moral en el campo demócrata, que estaba muy baja, está subiendo. Las cámaras de televisión, testigos, en cierto modo, neutros, pero implacables, han vuelto a poner sobre la mesa el problema de la edad de Ronald Reagan. Es un hombre de: 73 años; tendrá 77 al término del mandato que ahora