2 diciembre 1990

El 24 de diciembre de 1990

Revienta Yugoslavia: Eslovenia y Croacia se proclaman independientes comenzando una sangrienta guerra civil

Hechos

  • El 24-12-1990 la región de Eslovenia votó a favor de la independencia de Yugoslavia con el 88% de los votos a favor.
  • El 14-01-1992 La Unión Europea reconoció oficialmente la independencia de Eslovenia y de Croacia.

06 Febrero 1990

Desintegración

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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LOS COMUNISTAS yugoslavos fueron los primeros en enfrentarse, ya en 1947, con el estalinismo. Entonces, la ruptura con Moscú fue un factor de aglutinamiento de las diversas repúblicas en torno a Tito, cuyo prestigio como combatiente antihitleriano estaba intacto. Hoy, en cambio, Yugoslavia tiene enormes dificultades para incorporarse a la corriente de libertad que recorre Europa. Y cuando lo hace es de forma desarticulada, en medio de la confusión: Eslovenia, la república más desarrollada, en vanguardia; mientras que Serbia, la república más grande con mucha diferencia, se ha convertido en un freno del progreso, en un fortín tanto del viejo autoritarismo comunista como del nacionalismo.En Kosovo, la política del nacionalismo serbio presenta su imagen más repulsiva, la brutalidad de la represión contra los habitantes de etnia albanesa (el 90% de la población) que piden se les devuelva la autonomía de que gozaban hasta hace un año. Las víctimas suman ya cifras aterradoras: decenas de muertos, cientos de heridos. Unidades del Ejército han sido enviadas a la región con el pretexto de realizar «maniobras». El clima es casi de guerra civil. El presidente de la República yugoslava, Drnovsek, de nacionalidad eslovena, ha hecho, durante su visita a Kosovo, un esfuerzo para intentar abrir cauces de negociación. Pero el peso de las autoridades federa les es escaso como consecuencia de la reforma constitucional impuesta por Serbia hace un año para reforzar su dominación sobre Kosovo.

La responsabilidad de esta dramática situación corresponde al actual presidente de Serbia, Slobodan Milosevic; surgido en la escena política como un renovador por sus críticas a la burocracia corrompida, muy pronto se desveló como una personalidad propensa al populismo y la demagogia. Con la bandera de Kosovo movilizó a los ciudadanos, alentó el nacionalismo serbio y se convirtió en líder carismático, pero manteniendo a la vez los peores métodos autoritarios del comunismo. Ahora acusa a los manifestantes de Kosovo de «terroristas» y ha organizado un proceso de corte estaliniano acusando a los dirigentes comunistas de la región de ser «contrarrevolucionarios». Pero los efectos de la política de Milosevic no se reflejan solamente en Kosovo. El temor a las pretensiones hegemónicas de Serbia se extiende a otras repúblicas, que afirman cada vez más una voluntad de seguir un camino propio.

En ese marco, Eslovenia lleva más de dos años haciendo progresos importantes hacia la democratización. Al amparo de un recobrado pluralismo político han surgido organizaciones de diverso carácter, ecologistas, culturales, juveniles, y un debate intenso entre ellas. Existen varios partidos que están en plena campaña electoral con vistas a los primeros comicios libres, que tendrán lugar en marzo. Los comunistas eslovenos tienen ya poco que ver con lo que representa Milosevic. Se mueven en un cuadro político distinto. En el congreso que acaban de celebrar han decidido romper sus lazos con la Liga de los Comunistas Yugoslavos (LCY) y constituirse como Partido de la Reforma Democrática, con un nuevo programa y una ideología renovada. Sin duda, la preocupación electoral ha pesado en esta decisión. Pero el problema tiene mayor calado; mientras Serbia se oponga al avance hacia cambios democráticos será inevitable que aumenten las tendencias centrífugas. Con el peligro incluso de la desintegración.

La medida adoptada por los comunistas eslovenos de romper con la LCY se refiere solamente a la esfera del partido. Pero en otros terrenos se enconan las contradicciones: Serbia boicotea economicamente a Eslovenia como medio de presión. El contencioso entre esas dos repúblicas se agranda y la tragedia de Kosovo añade leña al fuego. Los eslovenos son radicalmente contrarios a los métodos represivos aplicados en ese caso. Al mismo tiempo que han decidido crear un nuevo partido, separado de la LCY, los comunistas eslovenos han afirmado que no desean la secesión y propugnan una solución confederal. En todo caso, existe una gran simpatía por la actitud de los eslovenos en otras repúblicas, como Croacia, Bosnia-Herzegovina y Macedonia. Ello es lógico: frente a los métodos de intransigencia y represión aplicados por Serbia en Kosovo -que son la imagen de la vieja política-, las elecciones de Eslovenia representan la vía del acercamiento a las corrientes que predominan cada vez más en la Europa actual.

05 Julio 1990

Ruptura yugoslava

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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DURANTE AÑOS se dijo que lo único que mantenía a Yugoslavia unida era el carisma del mariscal Tito; se sobreentendía que el cemento que tapaba las fisuras era suministrado por el partido comunista y el Ejército. Muerto el viejo líder, y descompuesto el sistema comunista, han vuelto a aflorar en el país las tensiones étnicas, es decir, nacionalistas. A principio de 1990 se produjo una sangrienta intervención del Ejército en la provincia serbia de Kosovo, poblada en su mayoría por albaneses que pretendían librarse de la demagogia del líder nacionalista serbio Slobodan Milosevic. Es probable que al Ejército no le hayan quedado muchas ganas de intervenir en los asuntos internos; lo que sí es seguro es que los simultáneos esfuerzos democratizadores y líberalizadores de Eslovenia, la república más rica de la federación yugoslava, aun suscitando las iras de Serbia, concitaron las simpatías inmediatas y el apoyo mimético de otras nacionalidades yugoslavas (Croacia, Bosnia, Macedonia).Las elecciones celebradas en Eslovenia, en abril, dieron el poder a la oposición democrática -democristianos, nacionalistas, socialdemócratas y verdes-. El pasado martes, su Parlamento aprobó el principio de soberanía de las leyes locales sobre las federales, es decir, el germen de la independencia en una futura confederación yugoslava. Al mismo tiempo, el Parlamento de Kosovo -de mayoría albanesa- declaraba su independencia de Serbia, cuyo Gobierno se ha apresurado a condenarla por «ilegal». Era la respuesta al referéndum celebrado en Serbia el pasado fin de semana y convocado por Milosevic para imponer una nueva Constitución rígidamente unitaria. Una actitud y otra son los dos únicos polos posibles en torno a los que gira el futuro de Yugoslavia: la desintegración o la confederación, lo que algunos definen como optar entre Líbano o Suiza.

16 Enero 1992

El reconocimiento

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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LA CE decidió ayer reconocer la independencia de Eslovenia y Croacia. Lo hizo de forma unánime, aunque el gesto haya sido matizado por Francia, que expresaba así dudas sobre el cumplimiento por Croacia de las condiciones para acceder a la personalidad internacional exigidas desde diciembre por la propia Comunidad. La decisión comunitaria es, sin duda, resultado de la presión de Alemania, que antes de Navidad ya había anunciado unilateralmente el reconocimiento.Un organismo jurídico nacido de la Conferencia de La Haya, la Comisión de Arbitraje (en la que figuran altos magistrados de los tribunales constitucionales de Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y España), dictaminé hace días el grado de cumplimiento por las nuevas repúblicas de los requisitos que la CE ha fijado para el reconocimiento, principalmente el respeto de los derechos humanos, de las reglas de la democracia y de los derechos de las minorías nacionales. En opinión de la comisión, sólo Eslovenia y Macedonia cumplen con todos los puntos exigidos; por el contrario, se pedía a Croacia que complete su arquitectura constitucional definiendo claramente el capítulo de los derechos de las minorías, y en cuanto a las. pretensiones de Bosnia-Herzegovina, se le recomendaba que ponga en orden la casa antes de salir a la escena internacional. No puede olvidarse, sin embargo, que la región, con una población nacionalmente muy mezclada y amenazada por los nacionalistas extremistas serbios, es un polvorín, y que negarle el reconocimiento podría estimular las peligrosas corrientes agresivas del nacionalismo serbio.

Finalmente debe tenerse en cuenta que los actos de reconocimiento no son simplemente protocolarios. En este caso deben contribuir a un objetivo esencial: evitar que los combates se reanuden. El alto el fuego en Yugoslavia se mantiene, y ello es un motivo de satisfacción para todos los que han seguido con angustia las sangrientas contiendas de los últimos seis meses, causando, sin razón alguna, miles de muertos serbios y croatas. La interrupción de las batallas, aunque inestable, ha creado la esperanza de que los conflictos de la antigua Federación Yugoslava podrán resolverse por el diálogo entre las partes y con la ayuda mediadora de la Comunidad Europea y de la ONU.

La medida actualmente más urgente es consolidar el cese de los combates, para lo cual hace falta que lleguen cuanto antes los cascos azules que el Consejo de Seguridad de la ONU ha decidido enviar para que ocupen tres zonas: Eslavonia oriental y occidental y Krajina. El segundo objetivo de los reconocimientos de los nuevos países por parte de la CE es flexibilizar las negociaciones entre las repúblicas de la ex Yugoslavia; ayudar a definir las nuevas relaciones pacíficas que deberán establecerse entre ellas una vez se haya superado la trágica etapa de las muertes y los combates.