8 diciembre 1933
El líder de Acción Republicana y principal perdedor de los comicios no asistió a la apertura de Cortes
Santiago Alba Bonifaz, del Partido Radical, elegido presidente de Las Cortes en una mesa en la que rechaza estar el PSOE

Hechos
El 8.12.1933 D. Santiago Alba fue elegido Presidente de Las Cortes.
Lecturas
El 8 de diciembre de 1933 se formó la nueva mesa de Las Cortes en las que ya se delata la buena relación entre la CEDA y el Partido Radical, que se reparten los principales puestos.
Presidente de Las Cortes:
–
- Santiago Alba (Partido Radical) – 234 votos.
- Diego Martínez Barrio (Partido Radical) – 4 votos.
- Luis Jiménez Asua (PSOE) – 1 voto.
- Cayetano Bolivar (PCE) – 1 voto.
- En blanco – 8 votos.
- –
De esta manera D. Santiago Alba sustituye a D. Julián Besteiro en la presidencia de Las Cortes.
Para la vicepresidencia de Las Cortes son elegidos los diputados D. Cándido Casanueva (CEDA), D. Gregorio Arranz (CEDA), D. Pedro Rahola (Lliga Regionalista) y D. Luis Jiménez Asúa (PSOE), pero este último rechaza ocupar la vicepresidencia dado que el PSOE no reconoce legitimidad a Las Cortes en las que la CEDA tiene mayoría.
En la sesión no estuvieron presentes ni D. Manuel Azaña Díaz (Acción Republicana) ni D. Santiago Casares Quiroga (ORGA) por no reconocer legitimidad a Las Cortes con mayoría de diputados de derechas.
Presidente de Las Cortes:
Santiago Alba Bonifaz (Partido Radical) – 234 votos. Diego Martínez Barrio (Partido Radical) – 4 votos. Luis Jiménez Asua (PSOE) – 1 voto. Cayetano Bolivar Escribano (PCE) – 1 voto.- En blanco – 8 votos.
–
Para la vicepresidencia de Las Cortes son elegidos los diputados D. Cándido Casanueva (CEDA), D. Gregorio Arranz (CEDA), D. Pedro Rahola (Lliga Regionalista) y D. Luis Jiménez Asúa (PSOE), pero este último rechaza ocupar la vicepresidencia dado que el PSOE no reconoce legitimidad a Las Cortes en las que la CEDA tiene mayoría.
En la sesión no estuvieron presentes ni D. Manuel Azaña Díaz (Acción Republicana) ni D. Santiago Casares Quiroga (ORGA) por no reconocer legitimidad a Las Cortes con mayoría de diputados de derechas.
–
AZAÑA Y CASARES QUIROGA NO ASISTEN A LA APERTURA DE CORTES
Los ecos del mal perder serán siempre semilla de batallas mediáticas, era más fácil para las formaciones de izquierda pensar que la derecha había comprado votos y la Iglesia engatusado a mujeres que asumir errores en la política del bienio azañista. Al constituirse Las Cortes de esta segunda legislatura, el señor Azaña y el señor Casares Quiroga optaron por quedarse en sus casitas. Los que más tarde fundarían Izquierda Republicana, daban así un gran ejemplo de democracia, similar actitud tienen los socialistas que rechazan formar parte de la mesa del congreso (pese a que al socialista, señor Jiménez Asúa, los radicales le habían ofrecido la vicepresidencia), la actitud de los perdedores de las elecciones era clara: no querían saber nada de una cámara legislativa en la que no mandaran ellos.
El Análisis
La elección de Santiago Alba como nuevo presidente de Las Cortes debería haber sido un acto de normalidad institucional en una república madura. Y, sin embargo, ha dejado un regusto amargo, casi desolador. El Partido Radical, al que pertenece Alba, ha sido el único puente viable entre las derechas, encabezadas por una CEDA que no oculta sus reticencias hacia el régimen, y una izquierda que ha optado por la retirada del tablero. Para más ironía, el nuevo presidente de Las Cortes, que viene de un pasado monárquico, ha necesitado el voto de la fuerza más votada –la CEDA de Gil Robles–, sin que la izquierda haya querido ni siquiera legitimar con su presencia el inicio de esta nueva etapa parlamentaria. El PSOE, que tenía derecho a la primera vicepresidencia con Luis Jiménez de Asúa, la ha rechazado. Y lo más preocupante: ni Azaña, ni Casares Quiroga, ni otros referentes de la izquierda republicana se han dignado a ocupar sus escaños el día de la constitución del nuevo Congreso.
Esta actitud, tan infantil como peligrosa, debilita la República más que cualquier discurso de la extrema derecha. Porque da argumentos a quienes siempre sospecharon que la izquierda sólo creía en la República si la dirigía. El sistema no se consolida sólo ganando elecciones, sino respetando las instituciones cuando se pierde. Al rehusar participar en la vida parlamentaria, una parte de la izquierda está repitiendo el viejo error de las derechas monárquicas en 1931: negar legitimidad al Parlamento porque no les gusta su mayoría. Y si cada bando sólo valida la democracia cuando le es favorable, no estamos construyendo una República, sino apostando a su fracaso. España necesita más lealtades institucionales y menos actitudes adolescentes.
J. F. Lamata