30 mayo 2003

La alianza de Disney con Pixar sigue reportando notorios éxitos de taquilla

Se estrena la nueva película de animación de Disney/Pixar «Buscando a Nemo» de un pez que busca a su hijo

Hechos

En mayo de 2003 se estrenó en España la película ‘Buscando a Nemo’.

29 Febrero 2004

El niño fenómeno que pone la voz a Nemo y a otros

Juan Pando / Alejandra Rodríguez)

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Lo que menos le gusta es tener que salir corriendo de clase para llegar a tiempo al estudio de grabación. Puede que no le suene su cara, pero seguro que su voz sí le es familiar. Klaus Stroink, de madre catalana y padre alemán, es a los nueve años uno de los mejores actores de doblaje. Gracias a él, el famoso Nemo habla en español, y suya es la voz de niños que aparecen en filmes como «Love Actually». De su mano nos introducimos en el peculiar mundo de estos jóvenes intérpretes.

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«¡Habla como Nemo! ¡Haz la voz de Nemo!». El pequeño Klaus Stroink, la voz en español y catalán del pez más famoso de los dibujos animados, ya se ha acostumbrado a ser la estrella de su colegio. «Los niños», cuenta entre orgulloso y sorprendido, «me vienen con papeles o me ponen la mano y me dicen [ahueca un poco la voz]: `¡Fírmame un autógrafo!¿». Tiene nueve años. «Si todo va bien», dice, «quiero ser doblador, y si no, lo intentaré con la trompeta», su otra gran afición.

Cualidades para el trabajo no le faltan, a la vista de su excelente labor en Buscando a Nemo, el título de animación que ha batido el récord de taquilla del género en España, con más de 20 millones de euros recaudados. «Con Klaus no recuerdo que hubiese nada complicado de hacer», corrobora Eduardo Gutiérrez, director de doblaje del filme al español. «No le conocía y cuando trabajé con él me sorprendió muchísimo. No me planteó ningún problema. Me pareció una maravilla». El joven actor, que vive, como Nemo, al pie del mar, en la localidad catalana de Vilanova i la Geltrú, reconoce, sin embargo, que hubo cosas que le resultaron más complicadas: «Lo que más me costó fue tener que equivocarme a propósito como lo hace Nemo en la película, cuando dice `una nemo… nemo… una anémona¿. También son difíciles las risas y llorar. Lo más divertido fue cuando las gaviotas van volando y se quedan atrapadas en la vela del barco».

Las consecuencias de un error no son muy graves. Las películas para los cines se doblan en banda aparte, es decir, que cada actor graba por separado sus fragmentos de diálogo o takes (unidades de menos de seis frases por personaje, en las que se divide el filme). Esto evita que un tropiezo individual retrase al resto. El trabajo en sala, con varios intérpretes actuando juntos, se limita hoy en día al vídeo y las series de televisión, que se cuidan menos.

Valor seguro. A pesar de su corta edad, Klaus, hijo de catalana y alemán, es ya un veterano en este arte, en el que comenzó, con sólo tres años, prestando su voz a la versión en catalán de los Teletubbies, la serie para niños. «La primera vez yo era muy pequeño y sentí algo de miedo». Hoy, en cambio, es un valor seguro del doblaje infantil y está cada vez más solicitado. Su voz no sólo se ha escuchado en producciones de dibujos animados, sino también en películas con actores de carne y hueso, en títulos como Love Actually y Los chicos de mi vida. También se le puede escuchar en Doce en casa, lo último de Steve Martin, en la que ha doblado a Mark, el chaval que tiene como mascota a una rana; en la producción de terror Ellos, como el niño al que cuida la protagonista, Christina Ricci; y en Peter Pan, como Avispado, el jefe de los niños perdidos.

«El problema de los críos», se lamenta Eduardo Gutiérrez, «es que duran poco, unos cuatro años, antes de que les cambie la voz. Si deciden seguir en la profesión hay que encuadrarlos en otro tipo de papeles». Esta traba afecta también a las estrellas infantiles a las que doblan. «Fue lo que nos pasó», revela, «con la segunda parte de Harry Potter. Le cambió la voz al actor inglés y optamos por serle fieles al original y sustituir al niño que lo había doblado la primera vez».

Hasta hace unos años esta dificultad se soslayaba eligiendo a actrices adultas en lugar de a niños. «Con una mujer», indica Fabiola Escribano, del departamento de doblaje de Disney en España, «tienes la seguridad de que la interpretación y la sincronía van a quedar bien, porque el doblaje tiene mucho de técnica. Con un crío es más complicado. Suele faltar un poco de interpretación, pero se gana en frescura. Se nota que ahí hay realmente un niño».

Un truco es recurrir a niñas para las voces de niños. «Una chica», justifica Escribano, «suele tener la voz más limpia, más aniñada, más infantil que un chico. Entonces, para críos muy pequeños, es más fácil encontrar a una niña, aunque siempre se nota un poco. Nos pasó con Peter Pan. El hermano de Jane, la protagonista, era un niño que debía de rondar los cinco años. No teníamos a ninguno de esa edad disponible y elegimos a una niña de seis años».

Repasar los actores que han doblado algunos títulos populares depara sorpresas. La voz de Burt Simpson corresponde, por ejemplo, a Sara Vivas. No menos chocante resulta para el profano que al pizpireta Daniel el travieso lo haya doblado Teresa Santamaría, y a Josué, el vivaracho chavalín de La vida es bella, la niña Michelle Jenner. «Cuando aparece un nombre femenino junto al personaje de niño», advierte Eduardo Gutiérrez, «lo normal es que se trate de una mujer y no de una cría».

La nómina de niños y niñas dobladores que trabajan en Madrid y Barcelona, ciudades que capitalizan esta industria, ronda los 20 en la actualidad, aunque la cifra varía mucho de un año a otro. Se estima, en cambio, que hay unos 600 actores de doblaje adultos. La mayoría de las películas se doblan en Barcelona, así como series y versiones en catalán. A Madrid le corresponde casi todo el mercado de vídeo, DVD y las series y material de las grandes televisiones. Fuera de estas urbes, la actividad se limita a las televisiones y publicidad locales.

La escasez de voces infantiles obliga a los estudios a hacer pruebas en colegios y grupos de teatro aficionado. Se echa mano de cualquier crío a tiro, y los más próximos son los hijos de los actores de doblaje. De ahí el tópico, cierto, de que ésta es una profesión que se hereda. Por ejemplo, Nacho Aldeguer, voz de Haley Joel Osment en El sexto sentido, es hijo de Salvador Aldeguer, que dobla a John Travolta y también a Antonio Banderas en sus películas en inglés. La necesidad constante de niños mantiene el mercado mucho más abierto de lo que se cree. Lo demuestra el hecho de que Klaus, hijo de profesores, que empezó a doblar por un conocido de sus padres en TV3, haya participado en una producción de la envergadura de Buscando a Nemo. «Es un mundo muy cerrado para los adultos», dice su madre, Natalia Izard, «pero niños siempre hacen falta, porque crecen». El pequeño de la familia, Kai, de cinco años, hace también voces.

La experiencia de Eduardo Gutiérrez es que la mitad de estos chicos siguen en la profesión. Como Miguel Ángel Garzón, el popular Quique de la serie Farmacia de Guardia, al que ficharon cuando tenía seis años, y que también ha prestado su voz al niño de El último emperador. «Para mí», recuerda, «era un juego. Me divertía muchísimo. No dormía el día antes de ir a doblar. Como no sabía leer, memorizaba el diálogo».

Klaus también se lo pasa fenomenal: «Lo más rollo es que tengo que salir corriendo de clase y coger el tren a Barcelona. Después, depende, porque hay estudios que están lejísimos y hay que tomar el metro». El doblaje al catalán de Buscando a Nemo lo dirigió Quim Roca en la Ciudad Condal, pero la versión en español se grabó en Madrid. Durante un fin de semana, para no interrumpir sus estudios de tercero de Primaria: «No pierdo colegio porque respetan mis horarios».

Fue al estudio de grabación un sábado y un domingo en jornadas de mañana y tarde. «Un niño puede trabajar como máximo tres horas», precisa Eduardo Gutiérrez, «pero realmente no hay un convenio que lo imponga. Es una norma ética. Lo normal es trabajar hora y media o dos horas. A lo sumo, en algún caso excepcional, tres horas seguidas».

«En cuanto a lo que gana, que no es tanto», puntualiza su madre, «se lo ingresamos en una cuenta. En una tarde puede cobrar 40 ó 50 euros, no más. De esto vive bien la gente que trabaja a diario, pero no si vas una vez a la semana, como él. Cuando cobra, le dejo que se compré alguna cosa que le apetezca, así le ve sentido a su esfuerzo y no le resulta todo tan pesado. Un día fue una camiseta del Barça, y cuando hizo la película de Nemo, se compró una cámara digital».

El sueldo mínimo de los actores de doblaje se compone, con independencia de su edad, de dos conceptos: uno fijo, que es la convocatoria o jornada (de mañana o tarde), por la que se cobra unos 30 euros, y otro variable, las fracciones de diálogo (a siete u ocho euros cada una). Estas tarifas, que son para cine, se reducen si se trata de vídeo o series de televisión y se incrementan si hay que trabajar en fin de semana o hay que desplazarse a otra ciudad. Miguel Ángel Garzón, que pone voz al periodista negro de la serie Smallville y trabaja también en Tetuán, película de Juan Madrid de próximo estreno, rechaza la leyenda de los sueldos millonarios . «Conservo la primera nómina, de 1982, por un día de trabajo (antes se pagaba a diario y en efectivo) y cobré lo mismo que hoy, 22 años después. ¿Cómo se entiende eso? Donde sí se gana es en publicidad: pagan 500 euros por spot».

La gran diferencia entre niños y adultos en el doblaje radica en que para los primeros se trata sólo de un juego. «Cuando eres un chaval», confirma Garzón, «no existe esa tensión que sientes luego, de mayor, si te equivocas». Éste es el punto débil de los críos: «El mayor problema es que se den cuenta de que están trabajando», continúa. «Entonces empiezan a agobiarse y lo mejor es suspender la sesión».

No es el caso de Klaus, que disfruta como el niño que es. «Lo vive como una actividad extraescolar», afirma su madre. «Como el que hace teatro o deporte». No es su única distracción: «Me gusta el balonmano, esquiar y montar en bici», enumera entusiasmado. «Y toco la trompeta en la banda de la escuela de música». ¿Puede pedir más un niño de nueve años que, por si fuera poco, ha prestado su voz al pez más famoso de los dibujos animados?