1 agosto 1990

Sediciones en la URSS: La república soviética de Bielorrusia anuncia que quiere la independencia

Hechos

Fue noticia el 1 de agosto de 1990.

01 Agosto 1990

Bielorrusia, soberana

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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LA DECISIÓN del Parlamento de Bielorrusia, adoptada el pasado viernes, de proclamar la soberanía de la república, agregando que quiere ser un «Estado neutro» y zona desnuclearizada -el recuerdo de Chernóbil sigue vivo-, demuestra hasta qué punto es irre versible el proceso de desmantelamiento de la Unión Soviética tal como ha existido hasta ahora, con un sistema centralizado nue seguía oprimiendo a numerosas nacionalidades, como había hecho el zarismo durante siglos. Bielorrusia, con una población eslava de 10 millones de personas, ha sido siempre un ejemplo de fidelidad a Moscú. Su partido comunista era hasta hace poco un baluarte de disciplina y ortodoxia. Parecía la república menos afectada por las sacudidas y los carribios que se multiplican en la Unión Soviética. Pero era una apariencia. También en Bielorrusia se ha afirmado la voluntad de libertad y de una vida nacional propia, no sujeta a las decisiones que se tomen en Moscil.No se puede interpretar el voto del Parlamento de Minsk como un ataque directo a la línea de Gorbachov. El partido comunista votó a favor de la soberanía, mientras se opusieron sectores de oposición deseosos de una formulación más radical. Pero el hecho es que hoy, sobre las 15 repúblicas que constituyen la URSS, 11 han hecho ya declaraciones de soberanía o independencia. Y que Georgia, Armenia y Taylkistán se disponen a hacer lo mismo. Ello pone de relieve la urgencia -para que ese conjunto de pueblos que se denomina Unión Soviética pueda seguir existiendo como tal y actuar en la escena internacional- de reconstruir sobre bases completamente nuevas las relaciones entre las repúblicas.

Según Grigori Revenko, uno de los miembros del consejo presidencial de Gorbachov, la preparación de un nuevo «pacto federal» con criterios muy flexibles está ya en marcha. La nueva «umón de Estados soberanos» se basará en la voluntariedad: cada república decidirá, si quiere formar parte de ella. Las competencias de los órganos centrales se limitarán a ciertos aspectos decísivos de defensa, finanzas, transporte y otras esferas. Además, las repúblicas podrán tener relaciones bilaterales entre sí. El deseo del presidente Gorbachov es que este plan federal esté acabado antes de finales del presente año.

Por audaces que sean las concepciones renovadoras de este proyecto, choca ya con enormes dificultades. Por un lado, las repúblicas bálticas se niegan a participar en su elaboración: sólo quieren negociar con Moscú el camino que les lleve a la plena independencia. Por otro lado, las iniciativas de Yeltsin, presidente de Rusia, que actúa por su cuenta en diversos dominios -negociando, por ejemplo, con los presidentes bálticos-, merman la autoridad y la capacidad de acción del poder central.

La URSS se halla en una transición peligrosa, en la que las viejas normas pierden vigencia y las nuevas están aún en proyecto. Este vacío debería ser llenado por los poderes extraordinarios de Gorbachov, pero es una solución arriesgada y de dudosa eficacia. ¿Podrá el decreto presidencial impedir que se establezca el «Banco Ruso», pedido por Yeltsin y votado por el Parlamento de Rusia? ¿Se llevará a efecto el desarme de las milicias armenias -exigido por Gorbachov- cuando el Parlamento de Eriván apoya a esas milicias por considerarlas necesarias para impedir los ataques de los azerbaiyanos? En la URSS de hoy, la incertidumbre abarca desde esas cuestiones inmediatas hasta el futuro del gran proyecto de un nuevo edificio confederal que evite, o limite, el desmantelamiento.