20 febrero 1986

La prensa derechista española señala a Berlusconi como el hombre que montó su imperio en italia con ayuda del socialista Craxi y en Francia con ayuda del socialista Mitterrand

Silvio Berluscono ‘el empresario amigo de los socialistas’ lleva la televisión privada a Francia y apunta hacia España

Hechos

El 20.02.1986 inició sus emisiones en Francia el ‘Canale 5’.

17 Diciembre 1985

Cena de Negocios

Jaime Campmany

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“L´egreggio signore Silvio Berlusconi e stato ospite alla Moncloa”. Creo que se entiende, pero lo diré en castellano llano y en Román paladino, tal como suele el pueblo hablar con su vecino. Berlusconi ha cenado en ‘La Bodeguilla’. Como ustedes saben, y si no lo saben ya se irán enterando, Berlusconi es el magnate italiano de la televisión. Vive en un castillo o palacio como un cardenal del Renacimiento, pero eso no le impide ser amigo y consocio de los más ilustres socialistas europeos. Silvio Berlusconi está construyendo un imperio televisivo en el Viejo Continente. Domina la televisión privada en Italia, y ahora, al amparo de su amistad y relaciones con el presidente Mitterrand, se ha introducido en Francia (Parece claro que los socialistas son enemigos del capital, pero sólo cuando el capital lo tienen otros.).

De Francia, y aprovechando quizá que ya no hay Pirineos, Berlusconi ha pasado a España, precisamente en los momentos en que se está tratando el asunto de la televisión privada en nuestro país. La cena en la Moncloa se ha celebrado en secreto, no sabemos si por razón de Estado o por cautela comercial. ¿Quién más asistió a esa importante y reveladora cena? Pues eso, no lo sé. Casi todos los secretos a voces, pero también son secretos a medias. Si además de Silvio Berlusconi hubiese asistido a esa cena, por ejemplo don Enrique Sarasola, y si además de don Enrique Sarasola hubiese asistido también don Gustavo Cisneros, entonces habría que decir eso que mi bisabuela decía cuando se olía a gato encerrado ¡Tate!

No parece probable que l´egreggio signore Silvio Berlusconi haya venido a España y haya sido invitado a cenar en la Moncloa para pedir a don Felipe permiso para poner un chiringuito de helados italianos y de cassate siciliane en el Parque del Oeste. Algo muy relacionado con la caja siniestra se está cociendo en las cocinas del Gobierno. Ahora es cuando yo empiezo a creerme eso de que vamos hacia la televisión privada. Como el progreso y la técnica son imparables, por mucho que quieran detenerlos los que se llaman progresistas, la televisión privada tiene que llegar, más tarde o más temprano. O vendrá como concesión de canales privados, o en forma de televisión por cable, o nos enviarán programas desde los satélites que ya ruedan por encima de los techos de Europa. Pero la televisión privada viene. Nuestros socialistas habrán pensado seguramente que lo mejor es subirse al tren y ser los primeros en ocuparlo, en vez de cerrar los ojos, estarse con las manos quietas y, luego, quedarse en tierra.

La cena de la Moncloa habrá que relacionarla con la reciente operación de don Jesús Polanco y su entrada en la Sociedad Española de Radiodifusión (SER). Silvio Berlusconi, Enrique Sarasola, Gustavo Cisneros y Jesús Polanco. Hagan ustedes una mezcla con esos nombres, métanlos en la coctelera, agítenlo durante algunos meses y quizá luego salga de ahí una cadena privada de televisión. Sí, además, en los programas de esa cadena empiezan a decirnos lo de que ‘socialismo es libertad’, lo de ‘los cien años de honradez’ y lo que ‘los ochocientos mil puestos de trabajo son un error de cálculo’, ya está; ya no hay que darle al asunto más vueltas: ciertos son los toros.

El ocaso y la decadencia de don José maría Calviño no va a llegar por el lado de Fraga, sino de Berlusconi. Por manipular reportajes sobre el jefe de la oposición, o por manifestar públicamente que hará todo lo posible para que Fraga no gane unas elecciones, nadie va a inquietar al señor Calviño. Su declive y derrumbamiento puede llegar por el otro costado. Los socilaistas habrán usado y abusado de la televisión pública mientras estén en el Gobierno y cuando l odejen, si es que lo dejan, disfrutarán de la televisión privada. De una televisión tan privada que sólo será de ellos. O sea que nosotros al ocio, y ellos, al nec-ocio.

Jaime Campmany