1 febrero 1995

Urrusolo pretende replicar en TVE el éxito de su 'Rifi-Rafe' en ETB.

TVE estrena ‘Nadie es Perfecto’, un ‘info-show’ de Antxon Urrusolo con entrevistas, humor y espectáculo

Hechos

El 1 de febrero de 1995 se estrena en TVE el programa ‘Nadie es Perfecto’.

Lecturas

«Nadie es perfecto», programa semanal para la noche de los miércoles presentado por D. Antxón Urrusolo, emitido justo después del telediario en el que se dará la bienvenida a personajes variopintos, representativos de la España más genuina. En honor a su título, revivirá algunas de las «meteduras de pata» más sonadas en la historia de la televisión. Cuenta además con la presencia del dúo Martes y trece [Sres. Josema Yuste y Millán Salcedo], que realizarán sus parodias más famosas.

02 Febrero 1995

Que se vaya

Luis Apostua

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Dos notas de interés. La primera, que los bilbainos – como ahora Urrusolo – descubren Madrid y comprueban que esta ciudad reparte fama y mucho dinero. Segunda, que el programa gana mucho cuando desaparece de la pantallita el mencionado presentador Urrusolo. En vez de él intervienen Martes y Trece con José María Cantudo, con lo cual se consigue un climax magnífico de relajo y diversión que nos viene bien a todos los sufridos españolitos que acabamos de ver los telediarios.

Dadoq ue ayer fue el primer día del Ramadán y todos habremos de convertirnos a Mahoma para seguir en paz, sauvicemos las ideas. No se puede predecir por sólo un primer día como va a desarrollarse un programa semanal. Estos programas son vivos y sensibles y buscan el punto sensible del público para adaptarse a él. Pero tenemos problemas. Por ejemplo se presenta el padrinazgo de Martes y Trece sobre la obra y su autor. Perfecto. Pero no sabemos si Martes y Trece han hecho un batizo o son quienes van a sostener la idea de Urrusolo. Parece predominar una especie de exhibición o vendettismo personal que no tenía antes en que el programa descansaba sobre un tema o controversia, no sobre una persona por perfecta que ésta sea. Me parece, dicho sea con suavidad, que si se van Martes y Trece se podían llevar el programa en la maleta.

02 Febrero 1995

Antxon Urrusolo: Nadie es perfecto

Javier Maqua

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De una persona a quien le encanta dar un saltito en el aire y aparecer, con los brazos abiertos y en cruz -a la vez con el arrobo con que aceptó su cáliz el Sagrado Corazón de Jesús y la alegría con que Gene Kelly culmina un número musical-, a bombo y platillo y entre estruendosas ovaciones de gentes distribuídas en raros altillos y huecos de diseño de un enorme escenario de colorines chillones y con una mesa redonda del tamaño de la de un musical de Broadway de tema artúrico… de una persona como Antxon Urrusola, digo, lo menos que cabe decir es que tiene una piel de elefante y un ego que mete miedo.

No es Antxon el primer show-man con un ego de paquidermo que viene a TVE desde Euskadi; aunque tenga un talante distinto, Gurruchaga también se las trae. Los dos, por cierto, no están exentos de un humor particular que se aplican a sí mismos autocríticamente; es decir, los dos exageran el carácter de espectáculo de lo que hacen hasta unos extremos tan demenciales que lo convierten en una caricatura de sí mismo, con la carga corrosiva que tiene toda caricatura. Ambos -Gurruchaga y Urrusolo- juegan a ser la caricatura de sí mismos (otro que tal era Arús). Y no hay nada más fascinante y cegador que la exhibición despiadada, casi obscena, de un yo bien cebado. Se llegan, por ese camino, a ver verdades muy amargas que muchos espectadores prefirirían no ver, pero que son, después de todo, verdades. No transmiten ninguna verdad la Gemio o la Herrero -que tanto la simulan-, pero sí lo hacen Urrusolo y Gurruchaga, que no disimulan ni lo más mínimo y están siempre sobreactuados e histriónicos; pero sus verdades asustan.

Lo que distingue a Urrusolo del Gurru no sólo son las gafitas de Harold Lloyd o del Repelente Niño Vicente, sino, sobre todo, sus nervios y carreritas. Antxon necesita amplios espacios por donde echar a correr, siempre en dirección insospechada, y las telecámaras tienen que estar al loro para seguirlo. Ayer no pudieron; se les escapaba de cuadro cada dos por tres; sus guiños más personales se perdían en el espacio-off; los crowls y teleprinters no entraban cuando él quería. Faltó sincronía. Antxon Urrusolo es mucho Antxon Urrusolo. Donde manda él no manda nadie más. Ni siquiera Martes y Trece pudieron seguirlo.

Cuando en este periódico el siempre sincero Carlos Boyero manifestó, al ver «Rifi-rafe», la poca gracia que le hacía el vasco, me temí que su éxito fuera rotundo. Y así ha sido. Los críticos no damos una en el clavo. Pero, dejando a un lado nuestra sintonización particular con una y otra estrella, lo único que hace a un programa digno es su calidad. A El Gran Wyomig, por ejemplo, el paso de lo pequeño a lo grande le fue mal no sólo porque a él le gusta más el calor de lo íntimo, sino porque su espacio en TVE-1 era peor. A Urrusolo, me parece, le gusta más el circo y el chinchinpún; ese paso del brasero de Telemadrid al aire acondicionado caliente de los estudios de Luis Buñuel me atrevo a vaticinar que le irá mejor que a Chechu.

05 Febrero 1995

Cruzando cables

Ferrán Monegal

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Antxón Urrosolo estrenó el miércoles Nadie es perfecto (TVE-1). No es en efecto un programa perfecto. Es un arsenal de trajes y personajes que van saliendo como quien sale de un armario. No para ir a ninguna parte; simplemente, para airearse un rato. Urrosolo quiere imprimir el ritmo que imprimía James Cagney en la película Un, dos, tres… Queda certificado que Urrosolo no es James Cagney. Éste es el programa que seguramente pretendía hacer Pepe Navarro (Estamos todos locos) y el que nunca quiso hacer el Gran Wyoming con el suyo (El peor programa de la semana