4 julio 1993
Umbral y Pedro Jota arremeten contra el dibujante Máximo San Juan por parodiar a Julio Anguita como «la izquierda favorita de los periódicos de derechas»
Hechos
El 4.07.1993 y el 5.07.1993 EL MUNDO publicó sendos artículos contra D. Máximo San Juan, dibujante en el diario EL PAÍS.
04 Julio 1993
Los «derechistas» disfrazados son Máximo y el diario felipista
En clara sintonía con la línea editorial de su periódico y la estrategia electoral del PSOE, el dibujante Máximo ha tildado de «derechistas» a quienes respaldamos lo que Anguita representa dentro de IU. El juego de las etiquetas intenta engañar a los perezosos. Tomémonos la molestia de repasar dónde ha estado cada quién respecto a la guerra del Golfo, el proyecto de ley de Huelga, los GAL, la política económica de Solchaga o el «caso Ibercorp» y descubriremos cómo hace tiempo que los «derechistas» disfrazados son Máximo y el órgano informativo del sector felipista del PSOE. A menos que sea propio de la izquierda mezclar al coordinador general de IU con «el legado de caos, fascismo, hambre y opresión que los regímenes del socialismo real, conducidos por personajes tan pintorescos como el propio Anguita, han producido en Europa, parte del cual es precisamente el conflicto yugoslavo».
05 Julio 1993
Máximo
Querido, entrañable Máximo ¿de verdad crees que estás en un periódico de izquierdas? Tu rauda inteligencia barroca, tu ironía castellano/anglosajona, tu finísimo escepticismo de curado de espantos histórico/literarios ¿ha llegado a opacarse dentro del rotativo/sistema en que trabajas (y que no se merecen tu elegante cansancio caligráfico y diario), hasta el punto de hacerte creer que estás en el lado bueno de las cosas y los quioscos, hasta hacerte creer que hay lados buenos?
Tú y yo y toda nuestra generación, que ya sabes de quién y quiénes te hablo, hemos estado siempre donde hemos podido, donde nos han dejado, repartiendo nuestra sonrisa gráfica o tipográfica, vendiendo nuestra alma literaria y provinciana al capitalista de ocasión, haciendo un signo de puta genetiana a los lectores, a los paseantes, al pueblo, a la calle, que es donde está nuestra parroquia. Y eso se nos paga, porque somos media docena mal contada con los dedos de una mano, y me sobran manos, y porque con ello aliviamos el plomo y la grisalla de tanta doctrina matinal y férrea, y hasta iluminamos un poco el espíritu almacenero del dueño, que alterna su periódico con una fábrica de fideos, una cadena de cafeterías, una tienda de playeras y un galpón de libros que se autodespachan. Difíciles tiempos éstos, Máximo, en que tengo que explicarte a tí, que tantas cosas me has explicado en esta vida, que esto de escribir, pintar y publicar es una excrecencia de los Bancos, los Gobiernos y las fábricas, más un sobrante de resmas de papel con las que el capo no sabía qué hacer.
Fuiste primero de la clase, Máximo, en un colegio donde yo era el último, esto lo he contado muchas veces, y para mí sigues siendo primero de la clase en las aulas lóbregas de la política, el dinero y la dictadura democrática o la democracia dictatorial, donde nos han metido a todos, a muchos, a tantos, y entre los que yo alumbro con una cerilla a Raúl del Pozo, Haro Tecglen, Martín Prieto, Chumy Chúmez, Campmany (que era otra cosa), El Roto, Vázquez Montalbán, Manuel Vicent, Cándido, Forges y pocos más, que ya irán saliendo, o no. Y el primero de todos tú, Máximo San Juan Arranz, niño feo y listo, angelito blanco de Machín que ascendía a los cielos escolares todas las tardes y que sigue ascendiendo a mis cielos crepusculares todas las mañanas. Eramos, somos una generación, o dos en una, o tres, que hemos mostrado a España el rostro humano de la izquierda, incluso con una sonrisa. No esperábamos nada de la política ni de los Bancos, o sea que éramos libres, y nuestra libertad libérrima es lo único que nos pagan y respetan, perdona que te lo recuerde, Máximo, amor, de modo que no pierdas la tuya, de la que tanto aprendí, haciendo panfletos contra los colegas como si habitases en la caverna de Platón, que encima no era una caverna, o en la Academia de Academos, que encima no era una Academia, sino una casa de sodomía. Lo único, que a mí me dejan decir en este periódico «fascista» es que tú eres un genio, y a ti no te dejarían decir en el tuyo que yo soy un genio (prueba a ver, y si te dejan mejor para mí) ¿Cuál de los dos periódicos está más abierto a lo abierto, que diría Aranguren, nuestro maestro ácrata común?
Hemos sido putas en todas las casas de lenocinio, Máximo, amor, amigo, maestro, compañero, condiscípulo, pero siempre las putas más caras del mercado, y ésa es nuestra única gloria. Piensa que lo que te pagan es tu independencia, tu libertad, tu sonrisa, tu templanza, tu oreo de humorista inglés de El Viso. No les entregues eso, no seas alquilón de ti mismo, a la vejez, pues que entonces te malvenderán en el zoco de esclavas viejas. De eso es de lo que tenemos que salvarnos, Máximo, amor, por muy poderosa que sea la rotativa mental que nos imprime ideologías cambiantes y bursátiles en el alma. Sólo que yo a mi jefe le pego broncas cuando nos cabreamos y tú al tuyo no lo ves más que en fotos borrosas. Por eso, quizá, le respetas y sirves tanto: porque no existe.
10 Julio 1993
Réplica a Umbral y al director de EL MUNDO
Me tenéis como bastante apostrofado, desde el último domingo y lunes, con vuestros diagnósticos horribles y panegíricos retrospectivos. ¿Tan bajo hemos caído los tres?
Sosiégueme yo con vosotros y luego de que la calma nos invada, supongo que me permitiréis (es mi turno) algún leve ejercicio de libertad de expresión, consistente, si me sale, en intentar (quizás ilusamente) la restauración del honor perdido (o quizá por vosotros rasgado) en las páginas implacables (con toques tiernos) de EL MUNDO.
Bien, Pedro J. Ramírez: pasemos del barroco al satinado, aunque sin perdemos más respeto del estrictamente indispensable.
Una cuestión previa: En ese dibujo que reproduces el domingo no hablo yo. Tampoco habla Anguita. Habla un personaje de ficción que representa a Anguita. (No sé si me explico). Tomemos a Ricardo III en la obra de Shakespeare del mismo nombre. Lo que dice sobre el escenario no puede atribuirse al famoso bardo. Tampoco es responsable de tales parlamentos el que fuera monarca inglés. (No sé si me expreso, pero esta cuestión previa tiene miga jurídica y me irresponsabiliza, al menos dramáticamente, de atribuciones precipitadas). En resumen: yo jamás hablo en mis dibujos personalmente, ni sé ni tengo por qué saber lo que significan o qué pasa en ellos. Tampoco critico, moralizo, ataco, defiendo, defino en tales rectángulos: sería desproporcionadamente pretencioso por mi parte. Mis dibujos son libres e independientes con respecto a mí mismo. Y a la viceversa, como es lógico.
Bien, querido Pedro: dice el recuadro dominical de tu digno diario que «En clara sintonía con la línea editorial de su periódico y la estrategia electoral del PSOE, el dibujante Máximo…», párrafo en el que, por las buenas, parece suponérseme unas conexiones subalternas en un trío para dos violas y un chiflo. Bien: no tengo ni idea de la estrategia electoral del PSOE. La línea editorial de EL PAÍS la conozco, claro, pero no mejor ni por otras vías que sus abundantes lectores. El dibujo que reproduces es sólo mío y es un solo de caramillo, como el resto de mi excesiva obra. Lo he hecho, como los demás, hasta miles y miles, porque he querido. No sé si en EL PAÍS les ha gustado (nunca me dicen nada) e ignoro la opinión del PSOE al respecto, si la tiene. Ahora que me fijo, es posible que le haya gustado más que a IU: son presuntas opiniones que no busco ni tienen nada que ver con mi absurdo trabajo.
Prosigue, Pedro, tu confusa nota (o vuestra), con que «…, el dibujante Máximo ha tildado de «derechistas» a quienes respaldamos lo que Anguita representa dentro de IU». El dibujante Máximo no ha tildado de nada a nadie (no es su estilo). Es un personaje de ficción que representa (sólo imaginariamente) a Julio Anguita, en una situación inventada y abocetada en un bloc de notas (para mayor distanciamiento), quien dice o piensa que le mosquea que «seamos la izquierda favorita de los periódicos de derechas». Y en esa invención no está entrecomillada la palabra derechas, como en la nota de EL MUNDO. Ni mucho menos se alude a ningún «derechismo» disfrazado, como tituláis y repetís en el texto. Allí se dice (con acierto o con desacierto) periódicos de derechas, sin entrecomillado alguno ni disfraz de ninguna clase. Tampoco se alude a ningún periódico.
Vosotros sí me aludís a mí (me acusáis, vaya), EL MUNDO o tú directamente, quiero decir, y me llamáis (con saña) «derechista» disfrazado (que debe ser algo horroroso). También se lo llamáis a EL PAÍS, aprovechando las etiquetas. No sé si a EL PAÍS le impactan esas etiquetas. Yo, de momento, no tengo fiebre.(Salvo que me ataquéis con otros virus). Porque decís, dices, dice la nota justiciera y lumínica: «Tomémonos la molestia de repasar dónde ha estado cada quien respecto a la guerra del Golfo, el proyecto de ley de Huelga, los Gal, la política económica de Solchaga o el «caso Ibercop» y descubriremos cómo hace tiempo que los «derechistas» disfrazados son Máximo y el órgano informativo del sector felipista del PSOE». ¡Eso, Pedro, tomémonos esa molestia, o tómatela tú por mí, que tienes estructuras! No recuerdo la doctrina de EL PAÍS al respecto, aunque la supongo honesta y responsable. Sí recuerdo (es un decir, ya que carezco de memoria) mis dibujos. Recuérdamelos tú. No pidas que te busquen todos (serían cientos y cientos) sólo una muestra de los que tratan esos temas (y el 14-D y la OTAN y la Biblia en verso): los que te parezcan así como de izquierdas, ponlos en una torre, bien colocaditos para que no se caigan; por cada uno que encuentres tirando a la derecha, dame con un canto en los dientes. Y termino, Pedro, por insistir en que la nota es confusa y espesa cuando la rematas con un párrafo entrecomillado, creo que de Juan Luis Cebrián, sin citar nombre alguno y dando pábulo a que algunos que me han llamado creyesen que era mío, al ser yo el reo visible de tu binaria furibundia. (Juan Luis es mayor y lleva sus improbables réplicas y sus habituales silencios por su cuenta. Deberíais haber respetado sus derechos de autor, ¿no?).
Porque esa es otra, querido Paco, en el siglo Francisco Umbral: que llaman los amigos del alma y los que disfrutan con estas cosas y dicen: «¿Pero qué le has hecho a Paco?» «¿Pero cómo y dónde te has metido con él? Estos días no he visto periódicos». Y en este plan, que dirías tú.Porque, claro, que yo sepa, no te he dicho en ninguna parte que tú estés en el lado malo del quiosco y yo en el bueno, ni que EL PAÍS sea de izquierdas y donde tú escribes prodigios, «fascista». Estas son cosas que sólo han ocurrido en tu legendaria «olivetti», admirado Paco, escritor de inmenso tonelaje y arrebatado vuelo: en tu columna pro/contra del lunes 5 hay un abierto en lo abierto que firmaría T. S. Eliot tras visitar a San Juan de la Cruz. Ya me cuesta un poco más tolerarte que llames cursi a Saint-Exupéry.
Y a lo que íbamos, que no me da espacio a decir ni la décima parte de lo necesario, si quiero que tu señorito publique esta réplica. Abreviaré en plan breviario:
Si mi inteligencia se opaca, si mi caligrafía se cansa, no culpe nadie al «rotativo/sistema» en que trabajo: es el metabolismo traicionero. Y el cráneo, que no rige.
Lo siento, discrepo. No sé tú (aunque tampoco). Nunca hemos vendido «nuestra alma literaria y provinciana», (alguna vez, quizá, nos habrán engañado). Tampoco hemos sido putas mercenarias y menos putas caras (las peores). No confundamos el erotismo con la pornografía (salvo que profundicemos en el asunto), ni el culo inolvidable de gloriosos días con las témporas esas.
Tú temes por mi libertad: ahórrate el miedo. Y por mi independencia: pierde cuidado. Coño, es que te tornas en maestro grave y me pedagojizas sin rubor ni la ironía que te sobra. Sé que lo haces por mi bien y para que no venda mi alma a Polanco, si es que ya no la he vendido, como casi adelantas. Gracias, pero ten calma, Paco: Polanco en su gran poder y yo en mi fragilidad vitalicia no somos tratantes metafísicos. No sirvo a ningún jefe, como tú casi afirmas, no me alquilo. He tenido bastantes directores, pero ninguno podrá decir (creo) que me ha dirijido. Rilke decía que tener un jefe debía ser como vivir en una casa con el techo demasiado bajo. Mis techos nunca los he notado y cuando estaban ahí (censura, se llamaban) yo sencillamente los he ignorado. Mis respetuosos directores están vivos y no me dejarían mentir (estoy seguro): don Emilio, Juan Luis, Horacio Saenz Guerrero, Joaquín Estefanía y hasta Ansón en persona, Campmany y Aguinaga de un prehistórico Arriba. Y no me digas melancólicamente que temes que me convierta en «alquilón de mí mismo» vendible como «esclava vieja» porque eso ya me hace llorar, retóricamente hablando. Insisto, hermano mayor de nuestra ilustre cofradía: sólo alquilo muñeca, pulgar e índice: cerebro y corazón nunca han estado en venta.
Así que déjate de acusarme de hacer panfletos contra los colegas, que dime cuáles (los panfletos). El único panfleto que quiero hacer, y éste para ti y Pedro J. (en. lo que os una y en lo que os separe, que yo os tengo por hombres libres y únicos en vuestro respectivo género) es uno en que se diga que la libertad y la independencia se pueden usar también para llegar a la conclusión (personal, desconectada y desconcertante) de que el PSOE puede ahora mismo ser más conveniente para la izquierda que IU (no sé anteayer o pasado mañana). A ese convencimiento se puede llegar libremente, por raro que os resulte, sin vivir en un pueblo andaluz ni cobrar un subsidio. También con plena libertad y a mi aire creo que esto es una democracia normal y no una «democracia dictatorial» o una «dictadura democrática». En fin, modestamente pienso desde hace tiitnpo que la revolución es reaccionaria y que la guerrilla fomenta y ha agigantado el militarismo y el dolor. Estas cosas las pienso libremente y sin que me subvencione nadie (ahora estoy comenzando a barruntar, ¡qué horror!, que dentro de unos años la huelga será un vestigio bárbaro): son ideas así las contraproducentes (la izquierda de la izquierda) a las que voy llegando a base de no frenar la reflexión mientras me afeito y de las que, por supuesto, no intento convencer a nadie. Es más, si me lo pide el público, me dejaré la barba.
Deseando que al periodismo de investigación agregues el de precisión, Pedro, y que la columna dórica, Paco, sea otros días jónicas y hasta corintia, recibid ambos el respeto (abrazos aparte) que yo espero de vosotros.
A ver si nos vemos un día de éstos y nos tomamos unas ostras.
Máximo