29 junio 1994

La conversación grabada ilegalmente fue remetida de manera anónima al presidente del PP de la Comunidad Valenciana, Eduardo Zaplana y al periódico LEVANTE

Una conversación privada destruye al presidente provincial del PP en Valencia: «Estoy en política para forrarme y mangonear»

Hechos

El 28 de junio de 1994 D. Vicente Sanz dimitió como Presidente del PP en la provincia de Valencia.

29 Junio 1994

'Mascletá' popular

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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EL HASTA ahora presidente provincial del PP en Valencia, Vicente Sanz, no podrá forrarse y mangonear desde un cargo público, como afirma pretender en una conversación privada cuyo contenido ha sido filtrado a un periódico. A no ser que ese partido que ahora ha exigido y obtenido la renuncia de Sanz decida mañana rehabilitarlo, como hizo con los implicados en el caso Naseiro.

El paralelismo con dicho caso no se limita a la existencia de una grabación reveladora. Eduardo Zaplana, actual presidente regional de ese partido, el mismo que ahora ha exigido la dimisión de Sanz, figura en las cintas de 1990 como una de las personas que intentaba beneficiarse en alguna medida del cobro de comisiones ilegales. Incluso la justificación que ahora ha dado de las frases de su compañero -que se trataba de una conversación en tono de broma- fue la misma que adujo hace cuatro años para explicar sus propias sugerencias al concejal Palop para que ambos se repartieran «unas comisioncitas».

Si de aquellas grabaciones no se dedujeron responsabilidades penales fue porque los jueces anularon las pruebas por un defecto de forma. Pero ello no modificó la evidencia de que se trataba de una trama de cobro ilegal de comisiones en beneficio del Partido Popular -y del bolsillo de algunos de sus miembros-. Sin embargo, la dirección del PP, alentada por algunos comentaristas poco ecuánimes, interpretó la sentencia como una anulación de los hechos mismos, insinuando incluso que tal vez el juez que había dirigido la investigación había manipulado las cintas. En la euforia de la exculpación, el comité de disciplina del PP rehabilitó en 1992 a los implicados, permitiéndoles su reingreso en el partido por considerar que se encontraban «sin cuentas pendientes con él».

En cuanto a las responsabilidades políticas, la astucia de Aznar consistió en derivar hacia los socialistas la decisión sobre constituir o no una comisión parlamentaria de investigación. La dirección del PSOE, paralizada por el escándalo Juan Guerra, entonces en su apogeo, bloqueó la investigación para evitar sentar un precedente. Pero el PP tampoco tomó medidas disciplinarias internas, y sus conversaciones no impidieron a Zaplana proseguir su carrera política y acceder, recientemente, a la presidencia regional del partido.

La crisis de estos días ha puesto de relieve la existencia en el seno del partido de dos sectores enfrentados, que encabezan Eduardo Zaplana y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. Ambas partes se intercambian advertencias sobre lo que puede pasarles a los otros si salen a la luz determinadas informaciones. En particular, han advertido de las graves consecuencias que tendría la divulgación de los motivos de la grabación.

Una actitud transparente como la que el PP reclama a otros partidos exigiría como mínimo que despejara las siguientes incógnitas: la personalidad del interlocutor de Sanz, la de la persona que realizó la grabación y el contenido completo de la misma. Sobre todo por si acaso la grabación ofrece pistas sobre la forma como Sanz pretendía forrarse y mangonear.