15 diciembre 2004

La popular presentadora Ana Rosa Quintana hará un cameo en la película

Una familia de superhéroes protagonistas del nuevo éxito de Pixar ‘Los Increíbles’ con un doblaje dirigido por Lorenzo Beteta

Hechos

En 2004 se estrenó la película ‘Los Increíbles’.

Lecturas

DOBLAJE: PROFESIONALES PARA LOS PROTAGONISTAS Y ‘CAMEOS’ PERIODÍSTICOS

 D. Lorenzo Beteta, uno de los directores de doblaje con mayor prestigio de Madrid ha sido el encargado por Disney para dirigir esta película  selecciones a actores de doblaje profesionales para ocupar los papeles protagonistas (en el anterior largometraje de Pixar, cuyo doblaje dirigió D. Eduardo Gutiérrez, Disney impuso la presencia de una actriz ajena al doblaje, Dña. Anabel Alonso).

 D. Rafael Alonso Roldán, conocido en la profesión del doblaje como ‘Naranjito’ y célebre por ser la voz de ‘Karate Kid’ o de ‘Sálvados por la Campana’ fue seleccionado por el Sr. Beteta y Disney para poner la voz al villano de la película ‘Síndrome’.

 Figuras destacadas del periodismo como D. Carlos Herrera (locutor de ONDA CERO) o Dña. Ana Rosa Quintana (ex presentadora de ANTENA 3 cuyo paso a TELECINCO es inminente) tendrán ‘cameos’ en la película.

 

16 Diciembre 2004

Superhéroes en paro

David Torres

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Está muy bien el título de la última película de la Pixar: Los Increíbles. Hay que verla para creerla. Pensé que iba a ver una de dibujos animados, una honesta aventura cinematográfica, y me encuentro ante la mayor crítica de la realidad que ha dado el celuloide en los últimos años. Digo celuloide por decir algo.

El plano del antiguo superhéroe encajonado en una oficina, gordo y desentrenado, añorando su épico pasado mientras le enseña a una viejecita a saltarse unas cuantas triquiñuelas legales, es puro Billy Wilder. Hay más tristeza y más nostalgia en esos ojos azules pintados en dos dimensiones que en todo ese necio desfile que ha atiborrado el cine hispánico de falsos curas parapléjicos, niñatos travestidos y postizos o chapuceros psicópatas paletos.Ni la Kidman cargada de joyas ni la Roberts de dientes ni mucho menos Penélope de premios, podrían componer jamás una mujer como la que pasa delante del espejo, enfundada en su nuevo traje elástico, y lamenta el paso y el peso de los quince años de retiro forzoso aglomerados en su culo con un único y magistral gesto de fastidio.

Superhéroes en paro, condenados a llevar una vida normal, anónima, anodina, mientras los estúpidos, los malvados, los mediocres triunfan. ¿Les suena el argumento? ¿No les suena a Gran Hermano, a Operación Triunfo, a Hollywood, a cualquier festival cinematográfico, a cualquier congreso de cualquier partido político? ¿No les suena a su empresa, a su trabajo de todos los días? ¿No les sucede que a veces les hierve la sangre al ver cómo indefectiblemente premian al lameculos, al chivato, al inepto, al necio, mientras condenan al verdadero talento al anonimato, al desprecio y a la fofa trivialidad de la masa?

«Un día», dice el malvado mediocre y resentido de la película, «todos seremos superhéroes. Y entonces nadie lo será de verdad».Esto lo sabe bien Abraham García, que nació supercocinero por la gracia de Dios, sin necesidad de sifones ni enchufes mediáticos.Pero hay ingenios mecánicos que suplen los dones naturales del superhéroe auténtico. Zapatos voladores, campos antigravitatorios, rayos láser… Hoy día, para ser un superhéroe basta con parecerlo.Una pose, un truco de micrófono, y ya tenemos un supercantante.Dos operaciones quirúrgicas, un kilo de maquillaje y he ahí una superbelleza. Un cambio de pelo, una corbata nueva y voilá, un superpresidente.

Antes los superhéroes necesitaban la máscara para que nadie los reconociera. Ahora, los pocos que subsisten, malviven ocultos, asustados, mimetizados con el medio. No hay peligro de que los descubran. Lo sé porque conozco un par de ellos. Uno trabaja cara al público, vendiendo libros; otro, en un almacén, catalogando bolígrafos. Deberían estar haciendo aquello para lo que nacieron.Deberían estar buceando en las entrañas del mal para salvar el poco bien que nos queda.

«Mediocres del mundo, uníos», gritaba Salieri. Mozart ha muerto.Superman envejece en una oficina, pegando sellos.

29 Octubre 2004

'Los increíbles' retrata a una familia de superhéroes jubilados

Raquel Garzón

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Qué hacen los superhéroes cuando dejan de pegar tiros, salvar trenes de descarrilamientos inminentes, rescatar gatos inquietos de árboles altos como rascacielos y convencer a suicidas a última hora? Se casan, se convierten en vendedores de seguros y amas de casa, tienen niños e intentan (con suerte dispar) un simulacro de normalidad. De esa rutina heroica trata Los increíbles, la nueva película de animación en 3D, escrita y dirigida por Brad Bird, responsable de Los Simpson, que los magos de Pixar/Disney (Toy story 1 y 2, Monstruos, S.A. y Buscando a Nemo) estrenarán en España el próximo 26 de noviembre.

«El desafío fue inmenso desde el comienzo, porque Pixar nunca había animado figuras humanas», se sinceraban ayer en Madrid Rodrigo Blaas (Granada, 1973) y Carlos Baena (canario de 29 años), dos animadores («algo así como titiriteros electrónicos», explican) que han participado en este ambicioso proyecto, superior «en tecnología y diseño» a todo lo visto en animación hasta hoy. Cien platós (el triple de los usados por Pixar en sus filmes anteriores), que incluyen selvas, urbes y oficinas; programas especiales de ordenador para dar naturalidad a la piel, el movimiento y la ropa de los muñecos, y una increíble paleta de colores son parte de las novedades. «El reto era lograr que los personajes se vieran creíbles, vivos; que parecieran vulnerables y que el espectador temiera de verdad que si alguno de ellos caía al precipicio podía hacerse daño», precisó Blaas.

«Cuatro años de trabajo y unas quinientas personas» se han requerido para que los Parr (Bob, tras la máscara Mr. Increíble; Helen, Elasticgirl cuando se pone el traje, y los hijos superdotados de ambos) cobraran vida en la pantalla. Tras 15 años de su retiro (víctima de un Programa de Relocalización de Superhéroes), el matrimonio empieza a sacudirse cuando Bob, que vive soñando con los viejos tiempos, recibe una extraña llamada y la orden de cumplir una misión secretísima. Ilusionado, se calza el traje y… casi no le va por el kilaje adquirido tras el escritorio de la aseguradora en la cual trabaja.

«Esa mirada», sostiene Baena, «se vincula con el estilo Pixar que trama películas para niños, pero con mensajes muy profundos. Nunca hablan de un mundo idílico, sino de seres con problemas reconocibles: juguetes que se preguntan por su identidad; monstruos que tienen miedo; peces con conflictos emocionales, y en ésta, superhéroes con michelines, que envejecen o tienen dificultades para ser padres, madres, hijos». Baena acuerda: «Los increíbles es una película de acción, pero sobre todo es la historia de una familia y sus conflictos para adaptar sus deseos a la rutina». El humor y la capacidad de sorpresa también son claves del filme («un concepto como el de superhéroes jubilados causa risa por sí solo», dice Baena).

Ambos reconocen que su oficio implica algo «de niño eterno» y que «especializarse en animación es todavía muy difícil en España», a pesar de la «altísima calidad» de los profesionales locales. «La animación ya ha llegado a la mayoría de edad y cuenta historias de cine clase A», afirman, pero en Europa, «por desconocimiento, algunos inversores siguen mirando las 3D con desconfianza». ¿Cambiará? «Sí», dicen a dúo. «Hasta entonces», aseguran, «nos divertimos mucho».