22 noviembre 2022

Una spot del Ministerio de Igualdad contra el machismo desata una campaña en redes contra Pablo Motos (‘El Hormiguero’) y Joaquín Domínguez (ElXokas), presentados como prototipos de machistas

Hechos

El 22.11.2022 se difunde por redes el vídeo del ministerio de Igualdad «Si tú no vas a hacer nada para eliminar la violencia machista. ¿Entonces quién?».

22 Noviembre 2022

La campaña de Igualdad por el 25N que seguramente te recordará a ElXokas, Pablo Motos o los alumnos del Elías Ahuja

El Rastreador

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“1 de cada 2 mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista a lo largo de su vida. Si no vas a hacer nada para pararlo, ¿entonces quién?”, pregunta el spot

“Eso es trucazo. Yo tengo un amigo que cuando sale de fiestas bebe zumos y siempre pilla cacho con chicas muy borrachas”. La frase es de un streamer ficticio y forma parte del último spot del Ministerio de Igualdad por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que se celebra el próximo 25 de noviembre. El textual de la campaña, sin embargo, se parece mucho a este: “Yo tengo colegas que no beben que eran muy de ir a ligar con las pibas y se divertían mucho llevándose a pibas que estaban colocadas y él no”. Es el comentario que el creador de contenidos ElXokas soltó con una mueca de admiración en una de sus retransmisiones hace apenas unos meses.

La campaña de Igualdad por el 25N juega con estas simulaciones para llamar la atención sobre las violencias machistas que gotean a diario en estos espacios: retransmisiones de gamers, programas de entretenimiento en televisión, colegios mayores o partidos de fútbol. “Una de cada dos mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista a lo largo de su vida. Si tú y yo no hemos sido, ¿entonces quién?”, es el mensaje con el que Igualdad busca romper “el pacto de caballeros”, que “necesita siempre de la complicidad del grupo para la perpetuación de los privilegios”.

Para ello, la publicidad muestra cuatro escenas. La primera, el mencionado comentario del creador de contenido que mientras mueve su joystick justifica ese tipo de agresiones sexuales. “Colega, acabas de decir que tu amigo es un agresor sexual”, escribe en los comentarios de la transmisión un usuario. La respuesta también se parece a la del streamer real, que para defenderse de las críticas ironizaba con que con sus discursos estaba “blanqueando a un violador”. “¿En qué momento has entendido eso de mi discurso?”, preguntaba a continuación a un receptor etéreo.

La segunda también sonará a quien suela ver la televisión. “Y hablando de vestuario… ¿tú cuando duermes usas ropa interior sexy o cómoda?”, le dice un presentador a su invitada. La escena se parece mucho a la que protagonizó Pablo Motos en 2017 en su programa ‘El Hormiguero’, en el que preguntó a la actriz Elsa Pataky si llevaba ropa interior “sexy o cómoda”. En otra ocasión, quiso saber si la periodista Pilar Rubio llevaba ropa interior. “Con ese vestido no puedes llevar bragas”, opinó ante las cámaras de uno de los programas de entretenimiento más vistos de España. En el spot lanzado por Igualdad, la invitada tiene la oportunidad de responder: “Si yo fuera un tío, él no me habría hecho esa pregunta”.

Una marabunta de hinchas aparece en el siguiente corte alentando a un futbolista. “Ese jugador que ovacionan está condenado por darle un puñetazo a su novia”, recuerda el conductor del autobús que lleva a los jugadores. “¿Quién? ¿Él? Él no fue”, responden los aficionados. Los cánticos recuerdan a los de la hinchada del Betis en 2016 a Rubén Castro acusado en ese momento de malos tratos a su pareja: “Rubén Castro alé, Rubén Castro alé. No fue tu culpa. Era una puta; lo hiciste bien”.

La publicidad termina con otra escena conocida: las siluetas de decenas de hombres recortadas por la luz de sus habitaciones en la noche. La misma imagen que circuló en el inicio de curso cuando los alumnos del Colegio Mayor Elías Ahuja acosaron en masa a las mujeres del edificio de enfrente al grito de “putas” o “ninfómanas”. El anuncio de Igualdad usa esa imagen para lanzar el mensaje de la campaña. “Una de cada dos mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista a lo largo de su vida. Si ni tú ni yo hemos sido, ¿entonces quién? Si no vas a hacer nada para pararlo, ¿entonces quién?”, pregunta.

“Esta es una campaña que sienta un precedente en el tipo de campañas de sensibilización de políticas públicas contra la violencia machista que se han hecho en España. Llevamos décadas en las que fundamentalmente se les ha lanzado un mensaje a las mujeres, que son necesarios, pero había un mensaje que flotaba en el aire: ¿Cuál es el papel de los hombres en la lucha contra el machismo?”, destacó ayer la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam en la presentación de la campaña, un trabajo de la agencia Ogilvy Madrid.

“La idea es que el sujeto emisor de esta campaña no sea el Ministerio de Igualdad, ni las feministas, sino que sean hombres hablando a hombres. Una sociedad que no valida a los machistas”, cerró Rodríguez Pam.

28 Noviembre 2022

Radiografía de ‘El hormiguero’: entretenimiento blanco de éxito… y polémicas por machismo

Natalia Marcos

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El programa presentado por Pablo Motos lleva 16 años sumando espectadores, pero también controversias como la surgida a raíz de una campaña del Ministerio de Igualdad

Lleva 16 años en antena, más de 2.500 programas. Ha tenido versiones en Portugal, Chile, Brasil, México, China e incluso se intentó adaptar en Estados Unidos. Ha ganado el Premio Ondas, el Nacional de Televisión, el Rose d’Or, acumula varios Premios Iris de la Academia de la Televisión y ha estado nominado al Emmy Internacional en dos ocasiones. En junio completó su octava temporada como el espacio líder de su franja, con un 15,6% de cuota de pantalla y 2,4 millones de espectadores de media, cifras con las que muy pocos títulos pueden soñar hoy en día. Es el lugar donde quieren ir los políticos en campaña, donde las productoras intentan que sus actores hagan promoción y uno de los objetivos prioritarios para los artistas internacionales de paso por España. Pero también es un continuo foco de polémicas por actitudes y comentarios de su presentador, Pablo Motos, calificados de machistas e irrespetuosos con sus invitadas. La última ha sido a raíz de una campaña del Ministerio de Igualdad que ha ofendido a Motos por considerarse aludido, lo que ha desatado una gran controversia, sobre todo en redes sociales.

El éxito de El hormiguero es incuestionable. Se trata de un formato hecho a medida de su presentador, y en el que él tiene un gran protagonismo. Su fórmula puede parecer sencilla, pero no lo es tanto. Creado por Pablo Motos, Jorge Salvador y Juan Herrera, dirigido por los dos primeros y presentado por Motos, nació en 2006 en un jovencísimo Cuatro (el canal solo contaba con un año de existencia) como programa semanal. Aquella primera temporada no llamó demasiado la atención del público, pero su conversión en formato diario, con un modelo más parecido al actual, y tras diferentes ajustes en su contenido, ha logrado captar a un público masivo. Ya entonces, El hormiguero corría a cargo de la productora 7 y acción, empresa creada en 2007 por Motos y Salvador. En 2011, el programa abandonó Mediaset para trasladarse a Antena 3.

El rey del access prime time (la franja previa a la emisión del contenido principal de la noche) ha podido con todos los adversarios que se han puesto enfrente en las cadenas rivales. El público se mantiene fiel a El hormiguero, tanto que la temporada pasada fue su segunda mejor en datos de audiencia. El espacio engancha a los espectadores con una propuesta de entretenimiento blanco, dirigido a toda la familia, con mucho humor. El ritmo no puede decaer en ningún momento y las secciones se suceden: entrevista con un invitado, aparición de las hormigas Trancas y Barrancas, experimentos científicos, magia, bailes de TikTok, tendencias de moda, trucos prácticos para el hogar, retos casi imposibles, premios para el público, tertulias cómicas y de actualidad… Todo en favor del entretenimiento. Ni siquiera la epidemia de covid pudo frenarlo: en solo una semana, el equipo fue capaz de reorganizarse para seguir emitiendo, con entrevistas por videollamada y tertulias presenciales con colaboradores que todavía hoy se mantienen.

El equipo trabaja a destajo. Motos ha explicado alguna vez que su vida está dedicada casi en exclusiva al programa. A cambio, él y su socio están consiguiendo una gran rentabilidad a través de su productora (que se encarga de otros programas como El desafío, también en Antena 3). En 2021 se repartieron ocho millones de euros en dividendos de su empresa, según publicó Cinco Días a partir de las cuentas presentadas en el Registro Mercantil. Poco más se sabe sobre Motos que lo que él mismo cuenta en su espacio: apenas concede entrevistas (la última con EL PAÍS data de 2013), pero sí participó recientemente en el programa de Joaquín Sánchez, El novato.

Polémicas que resucitan

Cada noche, de lunes a jueves, Motos presenta a su invitado con la misma fórmula: “Hoy ha venido a divertirse a El hormiguero…”. Pero no siempre ha sido así. De tanto en cuando, invitados o espectadores señalan momentos incómodos que tienen por protagonistas, sobre todo, a mujeres. El pasado jueves, Motos decidió dedicar casi 10 minutos del programa a responder a lo que consideraba una referencia directa a él en una campaña del Ministerio de Igualdad. En el anuncio, un presentador formulaba a una invitada la misma pregunta que él hizo a Elsa Pataky en 2016 mientras la modelo y actriz promocionaba una marca de lencería. La defensa de Motos, poniendo en contexto la entrevista y rememorando preguntas similares a invitados hombres, despertó la memoria de los tuiteros. Un vídeo que circula por Twitter (y que desaparecía de forma reiterada tras ser denunciado por vulnerar los derechos de autor) recopilaba muchos de los momentos más cuestionados.

Una de las visitas que más se ha recordado en estos días fue la de Charlize Theron y Kristen Stewart en mayo de 2012. O más bien, se ha rememorado la explicación que Theron dio pocos días después, en Estados Unidos, en el programa de Jimmy Kimmel sobre su experiencia en El hormiguero. La actriz sudafricana se vio sorprendida por el hecho de que el programa se dirigiera a todos los públicos, desde niños a mayores, y que mezclara, por tanto, contenidos inocentes y blancos con otros de cierto tinte erótico. “Por alguna razón, a todo lo que respondíamos ponían una música como sexy. Así que pensé, ah, este es el público”, contó la actriz en la televisión estadounidense.

Unos años más tarde, las protagonistas de la serie Las chicas del cable también protagonizaron una entrevista cuestionada por algunos espectadores. Motos preguntó a Blanca Suárez, Maggie Civantos, Nadia de Santiago y Ana Fernández si sabían bailar reguetón, porque “las chicas se dividen entre las que saben perrear y las que no saben perrear”. Civantos replicó que no era una cuestión de género. Unos meses antes, Motos había preguntado a la presentadora de informativos Mónica Carrillo: “¿Crees que los hombres te leen por lo que escribes o porque les atraes?”. También aseguró que era su mito erótico: “Hay veces que veo las noticias y está el volumen bajado”.

El efecto Streisand (como se conoce al intento de censura de una información que acaba logrando que se difunda más) ha provocado que incluso algunas entrevistadas, como Virginia Maestro, hayan hecho público su disgusto con su paso por El hormiguero hace años. “Pues sí, fue machista, violento, incómodo, cutre, vergonzoso y muy lamentable. Qué fácil hacer eso desde el poder. Menos borrar y más disculpas. Todos nos equivocamos y reconocerlo sería más sabio”, dijo la cantante en un tuit este sábado. Se refiere a una entrevista en la que el presentador hacía comentarios sobre su vestido y su escote.

“¿Es verdad que te cogieron en El internado porque estás de miedo?”. Con este chiste arrancó la entrevista que Pablo Motos hizo a Ana de Armas en 2008. Ella solo pudo responder con un “bueno…”. “¿Se me está notando que estoy intentando conquistarla?”, seguía bromeando mientras la actriz mostraba la incomodidad en sus gestos.

En 2017, Motos besó en el cuello a la cantante Anastacia y bailó con ella mientras que apoyaba su cara en la de la artista. En otra ocasión robó un besó a Chenoa y tocó el culo a Mónica Naranjo. Muy criticada fue su pregunta a la joven actriz Luna Fulgencio, entonces de solo nueve años, sobre si tenía novio. “Tengo nueve años, no tengo 26″, respondió la pequeña. En 2014, el programa propuso un juego a Kylie Minogue: atrapar pelotas de ping-pong con la boca entre ella y el presentador. El mismo juego hizo con la supermodelo Alessandra Ambrosio.

Es conocida la afición de Will Smith a El hormiguero y la buena sintonía que el actor tiene con Pablo Motos, tanto que compró los derechos del programa para intentar adaptarlo en la televisión estadounidense, proyecto que no terminó de salir adelante. Pero no todas las visitas de Hollywood han salido igual de bien, y no solo mujeres se han sentido incómodas, o no han entendido el humor del programa, en sus 16 años de vida. En 2010, Jesse Eisenberg, protagonista de la película La red social, contó en el programa de Conan O’Brien, poco después de su visita a El hormiguero: “El programa está diseñado para humillar al invitado americano. En cierto modo se ríen de ti. Cuando escuchas la traducción, ya no tienes tiempo de responder porque ya han pasado a otra cosa en español”. Parece que no todo el mundo consigue divertirse en El hormiguero.

28 Noviembre 2022

Pablo Motos y los cobardes

Juan del Val

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Juan del Val, guionista de El Hormiguero y amigo de Pablo Motos, responde al "ataque" dirigido contra el presentador tras la campaña de Igualdad: "Esto no va de Pablo, esto va de libertad de expresión, va de censura, va de señalar a quien no entra por el aro"

Pablo Motos es mi jefe y es mi amigo. A lo primero no le doy demasiada importancia, pues tarde o temprano lo dejará de ser. Sin embargo, lo segundo sí es trascendente porque Pablo será mi amigo toda la vida, pase lo que pase y sople el viento de cara o en contra. Vaya esta declaración por delante, pero que le quiera y le admire, no significa que no pueda ser objetivo a la hora de hablar de uno de los ataques mediáticos más injustos que se han hecho jamás contra un comunicador.

El Hormiguero lleva 17 temporadas en emisión, siempre en prime time y, casi siempre, liderando esa franja en la que las cadenas juegan el partido importante del día, a esas horas es donde la televisión gana o pierde pasta de verdad. El Hormiguero nació sin redes sociales, en una sociedad que, para bien y para mal, no se parece en nada a la de hoy. Pablo Motos había sido un guionista brillante en muchos programas de entretenimiento y había hecho radio con éxito, pero no había tenido una gran trayectoria televisiva cuando nació El Hormiguero. Pablo aprendió a hacer tele a medida que la iba haciendo noche tras noche, primero en Cuatro y más tarde en Antena 3.

Una obsesión desmedida por el trabajo y una intuición innata para saber dónde está el talento, le llevaron a convertir El Hormiguero en uno de los programas de mayor éxito que ha habido en la historia de la televisión en España. Por encima de gustos personales, te guste mucho, poco o nada, Pablo Motos ha logrado a lo largo de estos años un programa imbatible para alegría de su cadena y desesperación de las rivales, que han intentado robar puntos de share de todas las maneras posibles, sin lograr arrebatarle jamás el liderazgo.

Ir a El Hormiguero como invitado es sinónimo de éxito. Cualquier cantante, actor o escritor que es entrevistado por Pablo Motos en El Hormiguero multiplica las ventas de sus discos, novelas, entradas de cine o de teatro. Cuántas ediciones de libros se han agotado, cuántos conciertos, salas de cine y teatros se han llenado gracias a la promoción en El Hormiguero es una cifra imposible de calcular. Ningún ministerio de cultura de ningún gobierno de cualquier ideología, a través de todas sus campañas juntas, han logrado hacer más de lo que han hecho Pablo Motos y El Hormiguero por la industria cultural de este país.

Sin embargo, hace algunos años una supuesta élite intelectual formada por sujetos habitualmente alejados del éxito, decidió acabar con el prestigio de Pablo. Si no se le podía vencer por las buenas, se le hundía por las malas, así que se orquestó una campaña mediática para convertir su imagen en la de un peligroso machista. El momento era perfecto, se imponía un feminismo necesario, y llegó el me too, un movimiento internacional al que era imposible sobrevivir si te señalaba de machista con su dedo.

Se valieron entonces -como lo están haciendo ahora- de varios fragmentos de entrevistas, algunas sacadas de contexto, en las que Pablo había hecho preguntas a algunas invitadas, que escuchadas 15 años después, suenan impertinentes.

Aquellas preguntas feas y situaciones incómodas existieron, sí. Y vistas con la perspectiva actual resultan ofensivas, también. Eso sí, son muy pocas y se produjeron hace demasiado tiempo. Prueba de ello es que después de más de 2.500 programas y unos 2.000 invitados, no han sido capaces de montar un video de más de un minuto o de conseguir una imagen con menos de cinco años en la que Pablo haga alguna pregunta irrespetuosa. Juzgar con la mirada de 2022 situaciones producidas en 2006 es injusto y perverso, pero da igual porque para perpetrar este escarnio público todo vale.

El pasado jueves Pablo se defendió en El Hormiguero de una campaña del Ministerio de Igualdad (ya la habrán visto, así que es innecesario explicarla). La desmontó y criticó duramente que el Gobierno haya invertido dinero público en semejante esperpento. Las críticas, cuando se hacen ante más de tres millones y medio de espectadores duelen mucho. Tres millones y medio de personas son muchos votantes y naturalmente no lo iban a dejar pasar. Así, que «¡a por él!». Algunos medios de comunicación sumisos al poder elaboraron el video de los ya referidos peores momentos de Pablo y para devorarle lo echaron en ese estercolero que es Twitter como el que echa carne cruda a los leones.

Yo no soy tan importante, pero de paso me han metido a mí en la trituradora del trending topic acusándome de machista. No deja de tener gracia que yo, que he pasado más de 20 años trabajando para mi mujer, siempre en segundo plano, detrás de las cámaras ante las que ella no paraba de brillar (yo llevo saliendo en la tele poco más de cuarto de hora) y que se me ha conocido toda la vida como «el marido de… » se me ponga ahora la etiqueta de machista. No pasa nada, cualquiera que no le dé la razón a esta caterva de sectarios y sectarias será acusado de machista. No hay otra opción, o estás con ellos o te meten en la trituradora de carne. Este artículo también servirá para colocarme en el bando de los malos, es previsible.

El machismo es un problema estructural en esta sociedad y los avances del feminismo en los últimos años han sido maravillosos, pero vamos camino de convertir la causa social más importante de este siglo en puro fanatismo. Se trata ya una especie de inquisición que señala aquel que no compra su discurso de principio a fin, sin matices.

La campaña contra Pablo Motos es infame y seguramente estará haciendo disfrutar a todos sus enemigos, pero lo que todos nos estamos jugando aquí excede a un comunicador concreto por muy importante que sea. Esto no va de Pablo, esto va de libertad de expresión, va de censura, va de señalar a quien no entra por el aro, va de destrozar al primero que se ponga por delante con toda la artillería posible.

Resulta sonrojante ver cómo tantos callan por miedo a que los poderosos desplieguen toda su artillería. Sí, los poderosos son ellos, desengáñense. Y dan miedo. Así que la mayoría se calla: compañeros, supuestos amigos, colegas de profesión… se esconden no vaya a rozarles una bala que va para Pablo Motos. No es su guerra, creen. Son cobardes y además son cómplices.

Eso sí, os aseguro que este tsunami pasará como pasan todos hasta que vuelva el siguiente, y apuesto a que El Hormiguero seguirá siendo líder noche tras noche. Lo sé porque Pablo tiene más talento que toda esa panda de guays juntos, es más valiente y, sobre todo, trabaja muchas más horas que ellos.

El seguirá cuando todos estos se hayan ido. Tiempo al tiempo.

29 Noviembre 2022

Pablo Motos, mi chepa y los hombres pequeños

Pablo Iglesias

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El presentador de ‘El Hormiguero’ no solo ha convertido la campaña “Entonces quién” del Ministerio de Igualdad en la más vista de la historia, sino que también ha desatado un movimiento “Me too” contra el machismo más casposo

Tiempo después de haber ido por primera vez a El Hormiguero, Ana Pastor, la directora de El Objetivo, me dijo cuando nos vimos en su programa que esa había sido mi entrevista más importante. En cierto sentido tenía razón; Pastor sabe mucho de televisión y era perfectamente consciente de que un programa como el de Pablo Motos era mucho más importante que cualquiera de los programas de La Sexta. El target de La Sexta es una audiencia interesada en la información y la política, una audiencia progresista, muy minoritaria frente a las audiencias masivas de programas como el de Motos. Para un líder político, ir a un programa como El Hormiguero es la oportunidad de llegar a sectores a los que resulta muy difícil llegar, a través de un dispositivo ideológico mucho más eficaz que los programas informativos: el entretenimiento.

Motos es un actor ideológico mucho más relevante incluso que figuras como Ana Rosa o Griso. Motos juega en la liga de Jorge Javier Vázquez que, por algo, es la figura con la que cualquier candidato progresista querría retratarse hoy (recuerden a Pedro Sánchez llamando a Sálvame, o a Mónica García presumiendo de foto con él) porque es un actor ideológico progresista que dirige uno de los programas de entretenimiento más influyentes en España. Si Jorge Javier es progresista (hasta el punto de echarme de vez en cuando un cable incluso a mí y a otra gente de Podemos), Motos es básicamente el facha que encarna el cuñadismo de las masculinidades empequeñecidas en España. Motos es un símbolo y una referencia para los hombres que se ven o se sienten pequeños. Motos encarna el éxito del hombre cuya pequeñez intelectual y moral no le impide alcanzar el éxito, que para esa comunidad significa básicamente pasta y pibones…

Motos no tiene un pelo de tonto pero, como a cualquier hombre orgulloso de sí mismo, le pudo ir de sobrado. Les contaré una anécdota. Una de las veces que fui a El Hormiguero, Motos me dijo que le preocupaba verme tan encorvado y me regaló una TRX, un sistema de cuerdas para el entrenamiento en suspensión a partir del propio peso corporal. Lo inventaron las fuerzas especiales de los Estados Unidos para poder entrenarse en condiciones precarias y es, ciertamente, un sistema muy favorable para los ejercicios de espalda. Lo tengo puesto en casa y lo uso con frecuencia. Pero hay que ir muy de sobrado para regalarle a un líder político una máquina de ejercicios para que corrija su chepa. En aquel momento pensé en enviarle de vuelta unos zancos o unos zapatos de suela alta pero, ¡qué narices!, la TRX era un regalo muy útil. Le di las gracias.

El otro día, Motos volvió a ir de sobrado pero, esta vez, se colocó una soga en su propio cuello. La suerte a veces cambia de banda, cantaban los Estopa y así fue. No solo convirtió la campaña “Entonces quién” del Ministerio de Igualdad en la más vista de la historia de un gobierno en España, sino que desató un movimiento “Me too” que estalló contra el machismo casposo de los hombres pequeños que Motos lleva años representando. Los intentos desesperados de Atresmedia por eliminar los vídeos de las hazañas de Motos solo han provocado que estos vídeos se viralicen aún más y han conseguido que Pablo Motos vaya a pasar a la historia como la figura popular encarnadora del machismo. Basta saber un poco de televisión y comunicación para entender que el tropiezo de Motos definirá su legado audiovisual para siempre. Verán que, a partir de ahora, salir en El Hormiguero dejará de ser tan importante para los líderes políticos. Si Ayuso va mañana al programa, el favor se lo estará haciendo ella a Motos. El machismo de Motos representa a una parte muy importante de la sociedad. Todos (o yo por lo menos) hemos sido alguna vez hombres pequeños como él, pero quizá el exceso de autoconfianza le hizo a Motos no olfatear el espíritu de los tiempos. Un buen comunicador (o simplemente una persona honesta) habría salido de inmediato a reconocer su machismo pasado, se habría disculpado, habría reconocido que el feminismo es la mejor vacuna contra la pequeñez masculina y habría hecho propósito de enmienda… Pero en estos tiempos los hombres pequeños van más de sobraos que nunca.

30 Noviembre 2022

"Irene Montero ha decidido que tiene que ser Pablo Motos quien asuma las responsabilidades por la defectuosa ley"

Rafa Latorre

La sensacional hormiga expiatoria

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EL PASADO 2 de noviembre, ante las advertencias de que su ley más reputada traería la rebaja de las penas de delincuentes sexuales condenados en firme, la ministra de Igualdad Irene Montero declaró enfática en el Congreso: «Es verdad que todo condenado tiene derecho a pedir, con la modificación de una ley, una reducción de penas y, como vivimos en un contexto donde es más importante el titular que se saca para generar terror sexual y para volver a criminalizar la lucha feminista y para poner en cuestión los avances feministas y para hacer dudar a las mujeres, pues entonces ocurre lo que ocurre, que sí, salen muchos titulares escandalosos. Pero todavía no se conoce una sola reducción de penas. Y no se va a conocer. Es propaganda machista».

Conviene apreciar el vuelo de este puñado de fonemas boomerang: «El titular que se saca para generar terror sexual». La ministra consideraba, por tanto, que la invención de los periódicos tenía la finalidad y, lo que es más importante, la capacidad de crear terror sexual. Dado que lo que ella señalaba como la invención de los periodistas se ha confirmado que es la realidad engendrada por su ley, cabe concluir que el texto tiene tal capacidad: la de generar terror sexual. Su ley está generando terror sexual, aunque no tenga la finalidad que ella le atribuía malevolamente a aquellos veraces titulares.

Para huir de sí misma, por este orden, Irene Montero se escondió tras la fachada de los jueces, se arrogó la condición de víctima, se arropó con la muchedumbre y se encomendó al criterio unificador del Tribunal Supremo. Ahora, el principal órgano de casación ha estimado el recurso de los delincuentes sexuales del Arandina, ha aplicado en beneficio de los reos la nueva ley y ha dictado su sentencia sobre Montero. La ministra de Igualdad no ha pedido todavía perdón a los periodistas por su difamación, a los jueces por sus injurias ni a las víctimas por su negligencia. No ha cesado. Ella y su asalariado entorno, en cambio, con toda la artillería pública que el cargo del que debería haber dimitido pone a su disposición, ha decidido que tiene que ser Pablo Motos quien asuma las responsabilidades por la defectuosa ley.

Hay algo que los españoles deben agradecer a Podemos. Su trayectoria, del principio al fin, del asfalto a la moqueta, habrá sido el más valioso manual de populismo que la ciencia política haya escrito.

30 Noviembre 2022

Luego vinieron a por Motos y ya no había nadie

Emilia Landaluce

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EL IDENTITARISMO nos ha hecho clónicos. Y un coñazo (o como se diga en feminismi). Y previsibles. Cada vez que gana lo que se considera la ultraderecha -llámese Meloni, Orban o la alerta antisfascista de turno- hace sonar la matraca que se repite en las redes. «Primero vinieron a por los socialistas,/ y yo no dije nada, porque yo no era socialista./ Luego vinieron a por los sindicalistas (…)/ Luego vinieron a por los judíos,/ y yo no dije nada, porque yo no era judío./ Luego vinieron a por mí, y no quedó nadie para hablar por mí».

La cosa es manida y pesada. Pero esa indiferencia -también se cita mucho a Burke: «Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada»- se traslada poco a los otros, ahora en la diana de Pablo Iglesias y su vociferío amargo. (Serán las hieles del éxito). Primero se metió con el abrigo de pieles de Ana Romero, pero nadie hizo nada porque los abrigos de pieles son de señoras franquistas (nada más lejos de la periodista); después fueron los que criticaron la casa de Galapagar; las (llamadas hijoputescamente) TERFS, los jueces… Y nuestro Arcadi, la marquesa ultra, el periodista de este periódico del que dijo que parecía epistemólogo… y cuando ya no había nadie a quien llamar fascista (o machista, u homófobo… o lo que sea) se lo empezaron a llamar a cualquiera. Le buscan las vueltas a Pablo Motos que, pese a lo que le atribuyan esos cortes ridículos que sacan en las redes, nunca se ha caracterizado por una militancia feroz de ningún tipo. Ni por el baboseo. (Tampoco ninguna becaria le ha acusado de comportamiento inadecuado). Pero es que la facción que apoya ahora a Iglesias es tan ridícula que es normal que hagan el ridículo con sus manías persecutorias y sus políticas estériles. Son tan patéticos y minoritarios como los que creen que Begoña Gómez nació hombre.

Pero esa tropa hace ruido en las redes. Como lo hacen todos los militantes de causas que buscan la visibilidad que no tienen en la vida real. Otra cosa es que los medios les hagamos caso. O que un ministerio les haga caso. De momento, solo tienen un objetivo: volver a colocar a Irene Montero en la lista de las listas. Y en el caso de que el PP pudiera gobernar, convertir a Iglesias en la cara visible de la oposición de la calle. Y tengan una cosa clara. Si alguna vez llegan adónde quieren, vendrán a buscarlos.

02 Diciembre 2022

Bienvenido al club, Pablo Motos

Eduardo Inda

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Que lo que antes se llamaba Batasuna, ahora Bildu y siempre ETA es en el fondo lo mismo que Podemos resulta una verdad más allá de toda duda razonable. Lo que les ha diferenciado históricamente son las formas: los primeros amenazaban a los adversarios políticos con quitarles de en medio si no abandonaban el País Vasco y Navarra. Cuando osaban desoír sus mafiosescas advertencias, los asesinaban. El final físico venía precedido de una campaña de estigmatización que tenía como perogrullesco objetivo meter el miedo en el cuerpo a la víctima y su familia. Al empresario que se negaba a pagar el chantaje revolucionario, por ejemplo, lo involucraban falsariamente en el tráfico de drogas. Las jaurías de Pablo Iglesias operan con modus operandi similares con todos aquéllos que hemos osado llevarles la contraria; con quienes contamos y probamos que les financiaban la narcodictadura venezolana y la teocracia iraní; con los que destapamos sus machistoides y delictuosas frases sobre Mariló Montero; y no digamos ya con los que descubrimos desde Okdiario que había cambiado Vallecas por un casoplón de 1,2 millones en Galapagar. Lo que ha tenido que soportar un servidor es inenarrable. El día que los norcoreanos, los sicarios cibernéticos podemitas escondidos tras decenas de miles de cuentas falsas, no me llamaban «hijo de puta», me tildaban de «cabrón», y cuando no hacían ni lo uno ni lo otro se inventaban que estoy «loco», que me meto «de todo» y que soy un «maltratador». Llegaron incluso a publicar la dirección de mi casa y una foto de mi coche gracias al chivato Lacambra. Sus amenazas buscan, implícitamente, que alguien me dé un susto por la calle el día menos pensado. He de recordar también que el quinqui de Pablo Iglesias pidió la cárcel para mí en la primavera de 2019 siendo vicepresidente y que la ministra Irene Montero hizo lo propio cual cacatúa 24 horas después. La siguiente en ser linchada públicamente fue esa gigantesca periodista que es Ana Rosa Quintana. Las campañitas que le han montado son de un machismo recalcitrante y contienen un común denominador: su falsedad. Nadie salió a defendernos, unos por envidia, otros porque son rabiosamente podemitas, la mayoría por ese miedo que es libérrimo. Salvo honrosas excepciones, el periodismo patrio no tuvo en cuenta, siquiera por egoísmo, el poema de Martin Niemöller. El de «cuando finalmente vinieron a buscarme a mí no había nadie que pudiera defenderme». El último episodio de este matonismo bolivariano lo está padeciendo ese inigualable showman que es Pablo Motos. Desde el estercolero de twitter y desde los medios podemitas lo están poniendo a caer de un burro llegándole a imputar actos de «violencia machista» en El Hormiguero. Día tras día, todos a una, le lapidan en la plaza pública con bulos nivel dios. Le acusan de preguntar a Elsa Pataky por su ropa íntima cuando la actriz fue precisamente a su programa para promocionar una marca de bragas. Lo peor de todo es que esta montería contra Pablo Motos, en la que se incluye al streamer gallego El Xokas al que atribuyen actuaciones por cierto idénticas a las de Pablo Iglesias, se ha vehiculado en paralelo a través de dos spots del Ministerio de Igualdad que nos han costado a los contribuyentes 1 millón de euros. En cualquier país serio, la profesión se uniría para hacer frente a estos facinerosos. Aquí todos se hacen los suecos. Nadie quiere líos. El miedo a la muerte civil provoca que la crítica a Podemos sea cuidadosa o inexistente y que ningún juez se atreva a meter mano a sus fechorías. Tuvieron buenos maestros: Chávez y Maduro, dos sanguinarios sátrapas.