Alfonso Rojo responde a Beatriz Montañez por acusarle de ‘transgiversar’: ‘era tonta desde que sus padres eran novios’

Si están leyendo esta columna, quiere decir que no les importa que la firme una mujer, sino su contenido. No se espera menos de los lectores de LA VANGUARDIA. Y espero que les llame la atención como a mí una serie de pequeñas indecencias que se repiten demasiado a menudo.

Esta semana, a raíz de una encendida pelea entre el cantante Bertín Osborne y la periodista Beatriz Montañez en televisión sobre la democracia en Venezuela, se ha oído y leído cosas muy desagradables. Como ejemplo: el tertuliano Alfonso Rojo asegurando que Montañez era ‘tonta desde que sus padres eran novios”. Un argumento de peso, como pueden comprobar. Teniendo en cuenta que Rojo es un profesional del debate político, es evidente la intención de desacreditar a la persona y a no a sus argumentos.

Hace una semana, en otra riña televisiva, la diputada de IU Tania Sánchez le preguntaba al periodista de EL MUNDO, Eduardo Inda sobre la tributación de la publicidad de su periódico. Visiblemente molesto, su respuesta fue insinuar que la diputada hablaba en nombre de su pareja, el popular líder de Podemos, Pablo Iglesias. De nuevo, en vez de argumentos o ataques políticos, descalificaciones estrictamente personales.

Quizá alguien dirá que al final todo esto no tiene tanta importancia ante injusticias manifiestas como los crímenes de honor o los increíbles sueldos menguantes que tenemos las mujeres ante colegas del mismo trabajo. Pero, para mí, todo forma parte del mismo mal. Sobre esta almohada de intolerancia mezquina se justifican los peores crímenes contra las mujeres.