12 marzo 2000

El periodista proetarra señala por su nombre a diversos periodistas o comentaristas especializados en información sobre ETA como Carmen Gurruchaga, Gorka Landaburu o Antonio Burgos

La revista proetarra ARDI BELTZA, de Pepe Rei, acusa a periodistas de intoxicar contra Euskal Herria siguiendo órdenes del Gobierno Aznar

Hechos

  • En marzo del año 2000 la revista ARDI BELTZA publicó el artículo «más de un centenar de periodistas hacen información según las directrices de Interior».

Lecturas

En el año 2000 la organización terrorista ETA, tras mantener una tregua durante el período 1998-1999, volvió a los asesinatos de guardias civiles, militares y figuras políticas vinculadas a los partidos no nacionalistas, principalmente el PP y el PSOE.

En ese período la ‘bestia negra’ para los medios de comunicación fue el periodista José Benigno Rey Rodríguez (‘Pepe Rei’), el ex jefe de investigación del clausurado diario Egin que había creado su propia revista mensual Ardi Beltza que durante los años 1999 y 2000 se especializó en señalar a los periodistas que, siguiendo con lo manifestado por Arzallus, ‘intoxicaban’ a sus lectores contra ETA y el País Vasco a favor del Estado siguiendo directrices del ministerio del Interior.

Uno de los números más claros fue el reportaje que aparecía en la edición de marzo de 2000 de aquella revista. En él se hacía una enumeración de todos los periodistas que, según Ardi Beltza, trabajaban al servicio del Estado: señalando directamente a Mamen Gurruchaga Basurto, Jesús María Zuloaga López, Antonio Burgos Belinchón, Gorka Landaburu Ilarramendi, José María Fernández Calleja, Alfredo Semprún Guillén, Manuel Cerdán Alenda, Antonio Rubio Campaña, Fernando Lázaro Fernández, Fernando Garea Baragaño, Pagola, Agustín Valladolid, Alberto Pozas, Alberto Gayo, Raúl Álvarez, José Clemente, Javier García, Carlos González, José Yoldi, Carlos Yarnoz, Frances Pascual, Enrique Figueredo, Antonio Clemente, Mayka Navarro, Mireia Roureda, Cristina Palomar, Domingo Marchena, Concha Raba, Óscar Sánchez Lobaro, Diego Bernal, Carlos Luis Rodríguez, Guillermo Campos, Bieito Rubido Ramonde, Juan Ramón Díaz García, Chema Fernández, Alejandro Orea, Javier Neira y Juan Vega2884.

Aparentemente Rey Rodríguez se estaba limitando a hacer el censo de todos los periodistas encargados de la sección sobre terrorismo en las páginas de las publicaciones de los grupos PRISA, Zeta, El Mundo, El Periódico, Las Provincias, Levante, La Voz de Galicia, El Correo Gallego, El Ideal Gallego y El Comercio de Asturias. Todos ellos lo hacían desde una posición contraria al terrorismo.

El foco de la polémica se daba en el hecho de que varios de los periodistas señalados por Rey Rodríguez serían objetivos de atentados terroristas. A Mamen Gurruchaga un comando de ETA ya había intentado asesinarla en 1997. A Jesús María Zuloaga le mandaron una bomba a la sede de La Razón el 25 de abril de ese año que pudo ser detectada a tiempo.

El 26 de octubre se conocía que el Comando Andalucía de ETA que ya había asesinado a figuras de aquella comunidad como el concejal del PP en Málaga José María Martín Carpena, o el médico militar Antonio Muñoz Cariñanos había tratado de asesinarle pero que había salvado la vida por cambiar de ruta el día previsto para el crimen. Al saber que había estado a punto de ser asesinado, Antonio Burgos Belinchón publicaría un artículo en el que incluiría una referencia a la publicación que era “mira telescópica de los tiros en la nuca2885” en referencia a la revista Ardi Beltza de Rey Rodríguez. En 2001 sería Gorka Landaburu Ilarramendi, otro de los señalados por Ardi Beltza el que recibiría un paquete bomba que le destrozaría la cara y las manos.

La vinculación de Ardi Beltza con la organización terrorista ETA quedaba manifestada de manera clara por la publicación de artículos de opinión de asesinos etarras. Así por ejemplo Henri Parot ‘Unai’, el hombre condenado por el asesinato a balazos de la mujer Carmen Tagle González o por la colocación de la bomba que mató a 11 personas en la Casa Cuartel de Zaragoza incluyendo cinco niñas, publicó tribunas de opinión escritas desde la cárcel en Ardi Beltza como la de ‘Goli, el cerdo’ en la que insultaba a sus carceleros en el que se preguntaba ‘si seguirían vivos’ en el momento en que su artículo saliera publicado en lo que podía considerarse un llamamiento a su asesinato.

El diario La Razón advertiría contra Rey Rodríguez en su sección ‘en baja’ el 27 de octubre en la que mostraba su preocupación por que personas señaladas por Ardi Beltza ‘fueron objeto de atentados de ETA’.

01 Marzo 2000

MÁS DE UN CENTENAR DE PERIODISTAS HACEN INFORMACIÓN SEGÚN LAS DIRECTRICES DE INTERIOR

Pepe Rei

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Su número rebasa ampliamente el centenar y todos ellos tienen unas fuentes preferentes y, en la mayoría de las veces, casi únicas: las cloacas del Estado. Ellos son imprescindibles para que tanto el Cesid como el Ministerio del Interior puedan llevar adelante sus campañas de intoxicación y criminalización, con el independentismo vasco siempre de fondo. Pero ecologistas, okupas, insumisos, antifascistas y otros militantes de movimientos sociales antisitema también suelen estar en su punto de mira. Ellos son los periodistas de Interior.

Un selecto número de periodistas es el encargado en las redacciones de periódicos, televisiones y emisoras de radio de ocuparse de la “información de Interior”, eufemismo utilizado para referirse a las noticias procedentes de las fuentes policiales o militares.

Todos ellos tuvieron como referencia al policía periodista Alfredo Semprún un redactor del diario ABC que se hizo célebre durante los diez últimos años de la dictadura franquista por demonizar a militantes comunistas o independentistas vascos.

La escuela de Semprún ha tenido alumnos aventajados que, sin apartarse apenas de los esquemas del maestro, se dedican a criminalizar a “etarras” , okupas, nacionalistas, obreros o filólogos no castellanos.

La escuela de Semprún se fue transmitiendo de generación en generación periodística y sus discípulos siempre tuvieron un lugar preferencial en las redacciones de los medios de comunicación. Pero nunca tanto como ahora alcanzaron su apogeo. Así, tras las célebres parejas Cerdán-Rubio, Lázaro-Garea o Zuloaga-Pagola, una pléyade de redactores aventajados han ocupado su lugar.

No es que Zuloaga o Pagola se hayan retirado, sino que las nuevas olas vienen empujando con fuerza. Aún así, Zuloaga es capaz de escribir en LA RAZÓN (Pagola sigue en “ABC”) el día 8 de este mes una perla como la que sigue: “Una organización del entorno proetarra agita a los presos comunes para provocar motines”. “Zulu”, como era conocido en la Escuela de Periodismo, no tiene inconvenientes en ocultar sus fuentes “penitenciarias” y reproducir sin ningún tipo de problema ético “varios documentos, uno de los cuales se atribuye a una asociación del País Vasco que se ocupa de los presos y que expertos antiterroristas sitúan en el entorno del llamado MLNV, al que pertenece la banda criminal ETA”. Zuloaga no cita en ningún momento a la citada asociación, a la cual tampoco consulta.

ETA

La excusa de ETA es el recurso más manido de estos periodistas para arremeter contra personas y entidades situadas en la línea ideológica contraria a su publicación. O que, por determinadas estrategias de los cuerpos policiales o de la inteligencia militar española, conviene criminalizar previamente.

Los ejemplos son numerosos y un repaso por las hemerotecas de la prensa del Estado avala esta información. LA RAZÓN, de nuevo, o la “Voz de Asturias” del grupo Zeta, publicaron este pasado mes de enero sendas informaciones que, con apenas diez días de diferencia, incidían en el “tema ETA” como argumento central para avalar futuras intervenciones represivas.

El 17 de enero, Raúl Álvarez titulaba en el periódico asturiano que “la policía vigila a Jarrai en la región”, asegurando seguidamente que “militantes de la organización visitan el Principado en momentos de conflicto”. Ello daba pie para introducir en escena al delegado del Gobierno en Asturias, que no tenía inconveniente en afirmar que “algunos grupos de vándalos se encubren bajo la política”. El reportaje salpicaba de paso a la formación nacionalista Andecha Astur, a la que, utilizando una organización facha, Democracia Nacional, acusaba de intentar “batasunizar” la vida política asturiana.

José Clemente, jefe de la sección de Investigación el LA RAZÓN, firmaba el 28 de enero junto con su colega Martínez una información fechada en Barcelona en la que se señalaba que “los datos personales de funcionarios de prisiones catalanas habían sido filtrados a ETA”. Clemente y Martínez añadían que algunos funcionarios habían recibido amenazas “por parte de grupos radicales independentistas”, matizando en el lead de la información que “sus datos personales han podido llegar a círculos próximos a los proetarras de Jarrai”. La ecuación Jarrai=ETA funcionaba de nuevo con total impunidad.

Pero faltaba un peldaño más: buscar a los culpables. Los periodistas-policías no se paraban en barras y se lanzaban contra el sindicato catalán de prisiones CATAC, los sindicatos CNT, IAC; COS, la organización juvenil Maulets, la plataforma independentista PUA e, incluso, contra el ateneo La Torna. De una tacada -y siempre vía ETA”- se arremetía contra el enemigo común. La rectificación de los afectados apenas ocupó un espacio menor en LA RAZÓN, que no se hizo eco de la subsiguiente querella en su contra.

Listado amplio

Pero informaciones como las de Jesús María Zuloaga, Raúl Alvárez y José Clemente son una constante en los medios de comunicación. En un estado centralista como el Español, los medios de Madrid se llevan la palma en cuanto a redactores conectados a las terminales de Interior o del Cesid. Los Agustín Valladolid, Alberto Pozas y Alberto Gallo, todos ellos del Grupo Zeta, son la punta de lanza de una ofensiva mediática que, dependiendo de las épocas, tuvo a Javier García, Carlos González, José Yoldi y Carlos Yárnoz, entre otros, en EL PAÍS. Pero la relación, con cerca de treinta redacciones de periódicos, emisoras de radio y televisión, además de revistas de información general y agencias de noticias conforman una nómina de cerca de cien personas que exceden la posibilidades de este trabajo. Pero todos ellos cuentan, como condición inexcusable para desarrollar su trabajo, con el placet de Interior. Y todos aceptan unánimemente el “libro de estilo” de dicho ministerio, lleno de calificativos -o “descalificativos”, según se tercie-, tópicos e imputaciones contra el enemigo común.

Escuela

Los medios de Madrid exigen a sus corresponsales en las distintas autonomías o comunidades autónomas en el Estado (“provincias”) una sumisión estricta al citado libro de estilo de Interior, reproduciendo los esquemas a través de las delegaciones del Gobierno, jefes de Guardia Civil o responsables del CESID.

A esta tarea se aplican con entusiasmo en Barcelona Frances Pascual, de EL PAÍS, Enrique Figueredo de EL MUNDO y Antonio Clemente de LA RAZÓN. Junto a ellos compiten en beligerancia contra independentistas, antifascistas u okupas Mayka Navarro, de EL PERIÓDICO, Mireia Roureda y Cristina Palomar de AVUI y Domingo Marchena, de LA VANGUARDIA.

En Valencia, la palma de la agresividad contra estos movimientos la ostentan, una por periódico, Concha Raba, en el ultraderechista LAS PROVINCIAS, y José Parrilla, en LEVANTE.

La información más beligerante de Interior la escriben en Andalucía Oscar Sánchez Lobato, de “El Diario de Cádiz”, Rafael Guerrero Moreno, en “El Correo de Andalucía”, mientras que en EL MUNDO brilla con luz propia Antonio Burgos.

En Galicia, las fidelidades se reparten entre Madrid y Santiago a partes iguales, sin que ello les suponga a los afectados ninguna contradicción. Ellos son Diego Bernal, delegado de la agencia EFE; Carlos Luís Rodríguez y Guillermo Campos, de “El Correo Gallego”; Pastor Alonso, vinculado a la Universidad compostelana; Bieito Rubido, de LA VOZ DE GALICIA y, con un más amplio historial a sus espaldas; Juan Ramón Díaz García, director de “El Ideal Gallego”.

En Asturias, además del citado Raúl Álvarez, se distinguen por su belicosidad Chema Fernández, de “El Comercio”; Alejandro Ortea, de la TLG; Javier Neira de “La Nueva España” y Juan Vega, de la televisión de Oviedo.

El listado tiene un complemento indispensable en Euskal Herria, donde se han cimentado su fama los José María Calleja, Etxauz, Gorka Landaburu, amén de la inefable Carmen Gurruchaga. Pero esa ya es otra guerra.

Pepe Rei