13 mayo 1952

Fue fundada por el periodista franquista Eugenio Suárez

Eugenio Suárez funda la revista EL CASO, primera publicación sobre Sucesos, la llamada ‘crónica negra’, en España

Hechos

El 18 de mayo de 1952 nació la revista semanal EL CASO, dedicado al periodismo de sucesos, una recopilación de los crímenes que se producían en el país.

Lecturas

En mayo de 1952 nace la revista El Caso fundada por Eugenio Suárez Gómez como primer medio especializado en el periodismo de crónica negra. En octubre de 1956 Eugenio Suárez Gómez fundará una segunda publicación dedicado a la información nacional, internacional y social denominada Sábado Gráfico.

En mayo de 1952 apareció en los quioscos de España una nueva revista que haría historia: EL CASO, un semanario dedicado específicamente al periodismo de Sucesos. EL CASO era una revista muy polémica porque hacía un repaso de todos los crímenes que se producían en España y de sus investigaciones, incluyendo fotografías y retratos de los cadáveres en los casos de asesinato.

Llama la atención que el Gobierno franquista, cuyo ministro de Información en aquel momento era D. Gabriel Arias Salgado, con D. Juan Aparicio como director de la Prensa, autorizó la revista, a pesar de que publicaciones como EL CASO podían favorecer un ambiente de inseguridad ciudadana, algo que no interesaría demasiado a la dictadura.

Un periodista del franquismo

Quizá la explicación de que EL CASO fuera autorizado la tiene el historial franquista del promotor y primer director de EL CASO, D. Eugenio Suárez. El periodista entró en prisión por primera vez a los 17 años – durante la II República – por repartir propaganda de Falange Española. Y se exilió a la Alemania de Adolf Hitler.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el periodista luchó en la División Azul, junto a los alemanes, contra los rusos, coincidiendo con otros españoles como D. Juan José Orozco o D. Jaime Milans del Bosch. También estaría en la Hungría controlada por la Gestapo, para después volver a España.

Con semejante historial se puede entender que los Sres. Arias Salgado y Aparicio le autorizaran la publicación. A pesar de su pasado, posteriormente D. Eugenio Suárez terminaría declarándose ‘anti-franquista’ y democráta de toda la vida.

EL CASO

Eugenio Suárez

2005

Leer

Un criminal – Monchito [un débil mental que necesitaba quinientas pesetas para casarse y que mató con un destornillador a la esposa de su jefe porque se negó a dárselas] fue inmediatamente detenido por el inspector de servicio de la comisaría del distrito Centro. Se llamaba Antonio Viqueira.

La reseña del delito que escribí [Eugenio Suárez era en ese momento periodista en Diario MADRID] fue breve. Deliberadamente la escribí con la extensión calculada para darle al censor la satisfacción de amputar lo que le viniese en gana. Monchito parecía lo que era: un disminuido mental asustado, incapaz de evaluar la magnitud de la agresión. Murió ejecutado por garrote vil.

Yo quedé ‘enganchado’ por la personalidad del policía. Viqueira era un hombre de hablar muy quedo, apenas aparentaba conmoverse de las circunstancias extrañas. Pocas personas he encontrado con mayor vocación y empeño perseguir un delito.

Su extraordinaria memoria fue un filón inagotable de temas que varias veces por semana publicaba en el Diario MADRID.

Casi en los comienzos encontré el título para la sección diaria que tuvo un notable éxito, derivado de la natural curiosidad acerca de estos hechos, insatisfecha desde hacia años. Tomé prestado el nombre de la famosa serie que popularizó el novelista norteamericano Earle Stanley Gardner, creador del detective Perry Mason: “El caso de…”. De esta manera fortuita, derivada de una llamada telefónica a la redacción de un periódico madrileño, se reanudó en España, a comienzos del años 1952, la sección del sucesos en los medios de comunicación. De esto yo mismo era inconsciente.

Se formó en mi cabeza la ide de crear un semanario de sucesos, a raíz del éxito de las veladas con Antonio Viqueira. Lo primero que hice fue proponerlo a los Pujos [dueños de Diario MADRID], a través de Carlos, cuatro o cinco años mayor que yo, y con quien mantenía relación amistosa. La respuesta no resultó alentadora.

¡La maldita cuestión económica! Mi padre me negó la cantidad inicial. Mi amigo de siempre, José María de Vega, se mostró muy conforme con sacrificar el presente para emprender otra nueva aventura. Ofrecí a los suizos [hermanos Zehr] la inserción de un anuncio, en la última plana y durante un año. Sin dudas ni recelos me anticiparon 150.000 pesetas, que, en aquellos tiempos, eran una barbaridad. Para no olvidarlo más adelante reseño aquí que no uno, sino dos o tres años, el semanario publicó el anuncio de un reloj, más económico y popular: el Buren. Nunca he considerado que el magnánimo y elegante gesto de los hermanos Zehr quedara amortizado con la publicación contratada. Mi gratitud no ha prescrito.

El trámite del premiso administrativo tampoco tuvo incidencias. 30 años después, Juan Aparicio, que lo autorizó, como director general de Prensa, me dijo en cierta velada en mi casa que nadie pudo imaginar el éxito fulminante y clamoroso de EL CASO. “De haberlo sospechado, no lo hubiéramos permitido”, recordó con la más sincera y brutal ingenuidad. Había cambiado también de categoría; dejó de ser director general de Prensa. Hacía el final de su existencia me visitaba en mi despacho;

(Pag 184) El 11 de mayo de 1952, veinticuatro horas después de haber cumplido 33 años, salía a la calle el primer número de EL CASO. Se producía un fenómeno periodístico cuya factura tardé en pagar, pero terminé saldando la deuda, casi imperdonable, de haber tenido éxito. La redacción quedó instalada en un medio piso de la calle Jordán, número uno, donde habían nacido mis dos primeros hijos: María Eugenia y Armando. Y un anexo, en la buhardilla. La autorización del título estaba a mi nombre, era íntegramente mío, gracias a que unos jóvenes suizos, nacidos y crecidos en Madrid, me tendieron una desinteresada y noble mano. Nadie más.

El núcleo fundacional no podía ser más encogido: José María de Vega y yo formábamos la redacción de Madrid. Dos fotógrafos: Manuel de Mora e Isidro Cortina; y Josechu Pinedo, esplêndido dibujante que diseñaría casi todas las portadas hasta su prematura muerte. En Barcelona, un joven reportero manchego que no recuerdo quien me recomendó: Enrique Rubio, que ha sabido ser popular, querido y apreciado en la profesión y fuera de ella; aportó la colaboración gráfica de la diestra y extensa familia de los Pérez de Rozas. Era todo, por el momento. Aparece en sus páginas el prestigioso nombre del novelista William Irish con un largo relato que prolongaría durante varias semanas. Ni él, ni sus agentes literarios o herederos han debido enterarse de esta piratería, por la que no abonamos un céntimo. He de añadir que, además del reloj Buren, ‘bueno, bonito y barato’, en la contraportada, figuran un anuncio de Wagons-Lits / Cook, Compañía, como anoté en su momento, de la que mi padre era médico; la espera Paella Riscal y otro recuadro de Galerías Preciados fruto de la esplendidez de Pepín Fernández, entonces propietario indiscutido, que instaló la cordialidad de relaciones entre el gran comercio, la prensa y el público en general. Era una buena ayuda, aunque, durante más de treinta años los ingresos publicitarios de EL CASO los consideraba atípicos y adjetivos. En la columna de beneficios su destino era comprarme un nuevo automóvil, regalar una buena joya o un abrigo de visón o de pantera.

El Análisis

PUBLICACIONES PARA EL PUEBLO

JF Lamata

En 1951 en Madrid había un gran número de publicaciones generalistas. Sólo en Madrid se contaba con los matutinos ARRIBA, ABC y YA y los vespertinos PUEBLO, MADRID, EL ALCÁZAR e INFORMACIONES. A estos habría que añadir algunos regionales con suficiente fuerza como para ser considerados generalistas, como LA VANGUARDIA de Barcelona o EL CORREO de Bilbao

Pero la realidad es que ninguno de estos periódicos era prensa de masas, porque eran periódicos, por lo general, más dirigidos al público interesado en la política, que no suele ser el mayoritario. Por eso la auténtica prensa de masas de España se dividió en dos publicaciones: la revista del corazón ¡HOLA! y la revista de sucesos EL CASO.

J. F. Lamata