4 febrero 1982

106 militantes de la PTE-ORT encabezados por el alcalde de Aranjuez, Eduardo García Fernández, se pasan al PSOE

Hechos

  • El 4.02.1982 el diario EL PAÍS publicó un manifiesto e 106 militantes de la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) encabezados por D. Eduardo García Fernández, alcalde de Aranjurez anunciaban que se afiliaban al PSOE.

Lecturas

Dentro la clara descomposición del proyecto del Partido de los Trabajadores de España (PTE), la fusión entre la ORT y el Partido del Trabajo, un centenar de militantes de la formación se pasan en masa al PSOE.

EL MANIFIESTO DE LOS 106 MILITANTES DEL PARTIDO DEL TRABAJO DE ESPAÑA (ORT-PTE) QUE PASAN AL PSOE:

PASO AL PSOE. 

Más de un centenar de antiguos militantes de la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) han decidido prestar su apoyo político al PSOE o incluso solicitar su incorporación como militantes. Las razones de esta decisión, basadas primordialmente en la creencia de que el PSOE es hoy la única alternativa eficaz que se ofrece a las fuerzas progresistas, son expuestas a lo largo de este artículo.

La singular decisión política se ha consumado. Un buen número de militantes y simpatizantes de la antigua ORT-PTE de Madrid hemos decidido formalmente colaborar políticamente con el PSOE o integrarnos ya -en algunos casos- en sus filas. La decisión no dejará de extrañar a algunos y escandalizar a los menos. En unos casos se preguntarán cómo es posible que en unos momentos de crisis política y de deterioro progresivo de los partidos quienes han tenido una experiencia política fracasada estén dispuestos a seguir militando. Y en otros, cómo es posible esa trashumancia a espacios tan diferenciados políticamente.

Quienes militamos en la ORT, firmantes de este escrito, seguimos pensando que ésta jugó un papel importante en la lucha contra la dictadura y por consolidar la democracia. Lo jugó desde las fábricas, en el entonces naciente movimiento ciudadano y desde una postura intransigentemente democrática de ruptura con la dictadura.

Cincuenta mil votos en las pasadas elecciones legislativas en nuestra región de Madrid revalidan un peso y un apoyo claro a personas y al proyecto político.

La unificación de ORT y PTE aceleró el proceso de crisis de los respectivos proyectos hasta forzar la disgregación ideológica y organizativa del recién nacido Partido de los Trabajadores.

ORT y PTE, junto a otros, tuvieron un papel de vanguardia en la oposición al fascismo, logrando con su trabajo una influencia notable en los movimientos sociales. Esta fue articulándose en todo el Estado español como cabeza política de una corriente de masas democrática y revolucionaria, deslindándose en aquel momento de otras corrientes democráticas y de izquierda presentes en el movimiento de oposición. En ese período histórico nuestra corriente política tenía claros perfiles. Hoy las cosas han cambiado.

La conquista de la democracia, las nuevas condiciones de la lucha política planteaban al conjunto de los partidos de izquierda un reto histórico que podríamos formular así: articular las fuerzas progresistas (clases y movimientos sociales) interesadas en consolidar la democracia y producir las transformaciones económicas y sociales que España necesita, cara a resolver los problemas históricos y la crisis provocada por el sistema capitalista.

Este reto histórico -en el marco de una crisis más global de toda la izquierda, y en especial del movimiento comunista internacional- originó una convulsión y el fin de nuestros anteriores partidos, incapaces de hacer frente a los problemas que desde el marxismo planteaba la nueva situación mundial, y muy especialmente la española. Para construirnos como alternativa debíamos superar concepciones dogmáticas que nos alejaban de la nueva realidad y articular un proyecto político basado en una nueva concepción de la revolución para nuestro país capaz de integrar los nuevos fenómenos sociales. Esa misma razón es la que ha sumido al PCE en una crisis, en la que se cuestiona su propia razón de ser, tal cual es hoy. Y finalmente, ha situado al PSOE, al menos en nuestra región, como la única vía para avanzar en la concentración de una alternativa frente a la derecha española y las manipulaciones hegemónicas y belicistas de las dos superpotencias que contienden por el control del mundo.

No decimos que el PSOE sea ya esa alternativa. Sí afirmamos que es el único vehículo que hoy se nos ofrece a todas las fuerzas progresistas, aquí y ahora, para influir positivamente en el cambio de las cosas. Las experiencias de Francia y Grecia en el contexto europeo son un punto de mira para las fuerzas y movimientos de progreso en España.

Los acontecimientos del 23 de febrero y la política de agrupamiento de las fuerzas de la reacción en torno a lo que se viene llamando la gran derecha ha vuelto irrelevantes muchas divergencias interpartidos -a pesar de que los hechos actuales vengan a demostrarnos lo contrario-, poniendo sobre el tapete viejos objetivos unitarios.

Hoy más que nunca se necesita una alternativa fuerte e inmediata que sea capaz de canalizar multitud de esfuerzos frente a la derecha en las próximas elecciones. De lo contrario, no es difícil prever la consolidación en el poder de las fuerzas más reaccionarias de la compleja sociedad española (ya ha habido pruebas recientes de ello: elecciones en el Ateneo, palabras y obras de los empresarios … ), lo que daría al traste con cualquier perspectiva de Gobierno progresista durante lo que queda de siglo XX.

Los factores señalados han conducido a una drástica simplificación del panorama politico, al menos en Madrid. Bien entendido que no se trata sólo de que hayan desaparecido algunos partidos: políticos, sino también de la pérdida de credibilidad de otros (caso del PCE).

Lo cierto es que, además de otras razones, están las de laquemazón política que dejan en lit cuneta a militantes activos cuyo capital no se debe perder ni debe quedar marginado por falta de apoyos desde, las, instituciones del poder político. Y todo ello por bien de la propia democracia.

La alternativa socialista

Creemos que en líneas generales estas son razones válidas para afirmar que quienes quieran consolidar la democracia y transformar nuestra sociedad necesariamente han de plantearse influir desde dentro o desde fuera en el PSOE. Esta es una verdad no sólo para los firmantes de este artículo, sino para la mayoría de las fuerzas de progreso que quieren una España diferente. Y ello con el debido respeto y consideración a quienes, fundamentalmente en las nacionalidades, han optado por diversas formaciones políticas.

Indudablemente, este es un reto cuyo logro no depende de personas individuales, sino de la capacidad de los pueblos de España para autogestionar un gran movimiento de cambio capaz de poner al PSOE en el poder e influir en las transformaciones necesarias para democratizar el aparato del Estado (sus instituciones civiles y militares) y producir logros socioeconómicos que garanticen una solución a la crisis al servicio de la gran mayoría del pueblo.

Quienes desconfían de la capacidad del PSOE para gobernar, o quienes creen saber de antemano que los socialistas se arrugarán ante las presiones de los poderes fácticos, no les faltan argurrientos en que apoyarse: la cuestionable política de concertación, el ANE, el acuerdo marco de vivienda y urbanismo, la falta de sensibilidad ante fenómenos como la huelga general de Getafe… son aspectos de ese problema frecuentemente contestados, incluso desde: las propias filas socialistas.

Pero estos hechos no dernuestran que todo esté decidido de antemano. La sociedad está esperando un PSOE que salga de sí mismo, que deje de vivir de las rentas electorales y que se abra consecuente al conjunto social. Esta es la única forma posible de incorporar a los sectores más alejados hoy de una actividad colectiva y del compromiso político.

Desde esta perspectiva, unos hemos optado por la militancia en el PSOE y otros por iniciar o profundizar un proceso de colaboración con los objetivos que ya hemos señalado. Tenemos la certeza de que ello servirá a muchos ex militantes de diversas formaciones políticas de izquierda y a luchadores de todos los sectores sociales para clarificar su propio proceso y a comprender las razones de nuestra decisión y a seguirlas.

En cualquier caso, todo por evitar la progresiva degradación de la política y el pudrimiento de la conciencia activa y militante de muchos luchadores.