11 abril 1996

Según el periódico conservador Antonio Rubio y Manuel Cerdán ya habían sobornado a testigos en su etapa en INTERVIÚ

El ABC de Anson acusa a dos periodistas de EL MUNDO de sobornar a testigos para que inculpen al coronel Galindo en caso GAL

Hechos

El 11 de abril de 1996 el diario ABC acusó a los periodistas D. Antonio Rubio y D. Manuel Cerdán de pagar a testigos para que inculparan al Coronel Enrique Rodríguez Galindo en el ‘caso Zabalza’

Lecturas

El diario ABC dirigido por D. Luis María Anson publicaba en su portada del 11 de abril de 1996 un sorprendente alegato contra dos periodistas de EL MUNDO, D. Antonio Rubio y D. Manuel Cerdán, a los que acusaba de ‘sobornar al guardia civil Vicente Soria para que inculpara a Galindo en el caso Zabalza.

Era el paso más alto llevado a cabo por ABC en su defensa de los acusados por el caso GAL. Y la fecha exigida no era ninguna casualidad. Ese día D. Rafael Vera pisaba los tribunales en el pleito que mantenía contra los periodistas del diario EL MUNDO y, según relataron a J. F. Lamata los periodistas Sres. Cerdán y Rubio, el Sr. Vera había orquestado con el Sr. Anson esa portada para que pudiera referirse durante su declaración al incidente “miren, incluso en la portada de ABC de hoy se deja testimonio de la catadura de estos periodistas”.

¿Significaba eso de que el Sr. Anson rompía el pacto de no agresión con el Sr. Ramírez?

No del todo. Atención al texto de la información publicada en ‘actualidad gráfica con las fotos de los Sres. Cerdán y Rubio: “Manuel Cerdán y Antonio Rubio, sin duda sin conocimiento del director de su periódico ofrecieron dinero, cambios de residencia y solución a un problema en el Colegio de Huérfanos al guardia civil Vicente Soria a cambio de que inculpara al general Galindo en el caso Zabalza”.

El Sr. Anson mantenía, pues, su pacto de no agresión con el Sr. Ramírez, de ahí la frase de ‘sin el conocimiento del director de su periódico’. Los Sres. Rubio y Cerdán desmintieron aquella información desde EL MUNDO, pero sin el menor ataque ni agravio ni a ABC ni a su director. Es de imaginar que si un ataque de esas proporciones lo hubiera hecho EL PAÍS entonces EL MUNDO no se hubiera limitado a un simple desmentido, sino que hubiera lanzado toda su artillería contra PRISA y los Sres. Cebrián y Polanco. Pero el pacto de no agresión seguía vigente.

LA ACUSACIÓN DEL ABC CONTRA RUBIO Y CERDÁN

zabalzaRubioCerdan El diario ABC llevó la acusación a su portada.

TENSIÓN EN LA COPE: PEDRO JOTA (EL MUNDO) vs JOSÉ ANTONIO SÁNCHEZ (ABC)

ramirez_jota1997jose_antonio_sanchez_1 En el programa del 11.04.1996 ‘La Mañana’ de la COPE que conduce D. Antonio Herrero se trató el tema de lo publicado teniendo en la tertulia al director de EL MUNDO, D. Pedro J. Ramírez y al periodista de ABC, D. José Antonio Sánchez. El Sr. Ramírez acusó al ABC de haber actuado de manera frívola a lo que el Sr. Sánchez respondió identificándose como uno de los autores de la nota y asegurando que se había limitado a reproducir las declaraciones del ex Guardia Civil Sr. Velázquez Soriano.

En el mismo programa el Sr. Herrero logró poner en contacto al Sr. Velázquez Soriano por un lado y a los periodistas Sres. Rubio y Cerdán por el otro, que se desmintieron mutuamente.

11 Abril 1996

Los periodistas Cerdán y Rubio, que sobornaron en 1986 al guardia civil Velázquez Soriano, denunciados ahora por intento de soborno a Vicente Soria

Editorial (Director: Luis María Anson)

Leer

Manuel Cerdán y Antonio Rubio sin duda sin conocimiento del director de su periódico, ofrecieron dinero, cambio de reisdencia y solución a un problema en el Colegio de Huérfanos, al guardia civil Vicente Soria a cambio de que inculpara al general Galindo en el ‘caso Zabalza’. El Guardia Civil ha denunciado – y firmado su declaración ante ABC – el hecho, por lo que tanto el fiscal como los abogados de Galindo podrían iniciar acciones judiciales contra los dos periodistas. En 1986, ambos periodistas publicaron en la revista INTERVIÚ un reportaje en el que el guardia civil José María Velázquez Soriano implicaba al entonces coronel Galindo en el GAL. Después, el señor Velázquez, arrepentido, confesó que los periodistas le entregaron dos millones de pesetas por su declaración y dirigió un escrito al juez en el que pedía perdón a ‘todos los guardias civiles a los que tanto daño he hecho con mis absurdas e inventadas declaraciones complicándolos en el tema de la guerra sucia y el GAL.

12 Abril 1996

Se desmorona la última patraña en defensa de Galindo

Editorial (Director: Pedro J. Ramírez)

Leer

Tal y como subrayábamos ayer, los nuevos datos sobre la implicación del general Galindo y su equipo de Intxaurrondo en la trama de los GAL están dando paso a todo tipo de maniobras de intoxicación. La última ha sido la irrupción en el medio erigido en abanderado de la inocencia de Galindo [el diario ABC] del guardia civil Vicente Soria, acusando a nuestros reporteros Cerdán y Rubio de ofrecerle «una cantidad de dinero que no llegaron a concretar» por implicar a su ex jefe en el «caso Zabalza». Bastó escuchar las balbuceantes explicaciones del tal Soria ayer en la COPE para que su patraña se desmoronara. La realidad es que fue él quien primero aseguró haber visto el cadáver de Zabalza en un ascensor de Intxaurrondo y ahora se desdice cuando -según su propia versión- «un teniente coronel» le ha prometido arreglarle un viejo problema económico. A juzgar por sus palabras, mencionar que estaba en contacto con nuestros periodistas y encontrar súbito interés en el mando por solucionar su asunto fue todo uno. Es el denominador común desde que se investigan los desmanes de Galindo: cada vez que un testigo parece dispuesto a hablar se le tapa la boca con favores o amenazas. Parece imposible que desde la independencia de criterio pueda alguien dar pábulo a maniobras como la urdida en torno a este pobre diablo. Afortunadamente, la trayectoria y credibilidad profesional de Cerdán y Rubio están por encima de tan burdas operaciones de desinformación. Hace tiempo que EL MUNDO guarda un pudoroso silencio ante la línea adoptada por otros medios de comunicación con relación a la trama de los GAL. Los elementos de juicio sobre el «caso Galindo» son tan abrumadores que el lector está ya en condiciones de poner a cada uno en su sitio e intuir a quién sirve cada cual. Pero que nadie entienda esa tolerancia como debilidad. EL MUNDO seguirá investigando estos hechos horrendos le moleste a quien le moleste. Es una lástima que entre tanto la Guardia Civil permita que un grupo de desaprensivos, generosamente untado, continúe contaminando la imagen del cuerpo.

16 Abril 1996

Soria mintió, y asunto concluido

Editorial (Director: Pedro J. Ramírez)

Leer

Damos cuenta hoy del contenido de una cinta magnetofónica en la que está registrado lo que el ex guardia civil Vicente Soria, que estuvo destinado en el cuartel de Intxaurrondo, declaró a EL MUNDO en relación al «caso Zabalza». Soria afirmó que vio el cadáver de Mikel Zabalza, revestido con un mono azul, cuando era trasladado por miembros del Servicio de Información de la Guardia Civil (SIGC). Entre los periodistas de EL MUNDO Manuel Cerdán y Antonio Rubio y el ex guardia civil había un compromiso: sus declaraciones no serían publicadas. Y no lo fueron. Nunca este periódico había citado su nombre, ni tampoco había mencionado los datos aportados por él. Pero Soria ha roto el pacto, refiriéndose públicamente a esas declaraciones, falseando su contenido y lanzando graves acusaciones contra los periodistas de EL MUNDO. Llegados a ese inaceptable punto, los periodistas de EL MUNDO están obligados a defenderse, demostrando que han dicho la verdad y que Soria no. Tenemos una cinta en la que está registrado lo que Soria dijo. Y en ella están sus acusaciones terribles contra los hombres de Rodríguez Galindo. Si ahora, por las razones que sea, está arrepentido de haber contado esto o aquello, es su problema. El nuestro se ciñe, pura y exclusivamente, al relato de los hechos.

05 Junio 1996

«El general» sí tiene quien le escriba

Antonio Rubio & Manuel Cerdán

Leer

EL tiempo pasa, la vida da muchas vueltas y la memoria se desvanece. Pero, afortunadamente, existen las hemerotecas. Los que vivimos del periodismo solemos recurrir con bastante frecuencia a esa base de datos, tan ilustrativa. Y a veces tan reconfortante. Un ejemplo de ello nos lo acaba de dar el encuentro de un viejo artículo que el general Andrés Cassinello publicó el 16 de octubre de 1986 en ABC.

Cassinello, entonces Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, tituló su artículo «A la señoría que corresponda». Aunque en su día el artículo del general fue muy comentado, habrá quien no lo recuerde, sea por el tiempo transcurrido, sea porque no tuviera por entonces la sana costumbre de leer ABC, medio al que guardamos gran aprecio, entre otras razones porque en los últimos meses nos ha dedicado bastante tiempo y espacio. Recordemos, pues, lo que hace casi diez años opinaba el jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil.

Empezaba su artículo con una encendida loa de los atributos de la Guardia Civil y de los suyos propios. Continuaba reconociendo con orgullo que no es demócrata («Dicen que no soy demócrata y lo dicen tan enfadados que a lo mejor tienen razón… ¿Para qué querrán un demócrata en la Guardia Civil?»), sazonando la cosa con un amplio repertorio de improperios dirigidos contra todos los que no estaban de acuerdo con sus planteamientos.

El resto del artículo estaba dedicado a juzgar la labor profesional y el tenor personal de quienes esto firman.

Unos días antes de la aparición del artículo del general, el 1 de octubre de 1986, habíamos publicado en la revista Interviú una entrevista-reportaje con José María Velázquez Soriano, ex agente del Servicio de Información de la Guardia Civil del cuartel de Intxaurrondo, en la que éste contaba cuándo, cómo y dónde se creó el GAL de la Guardia Civil, más conocido en la actualidad por «GAL verde».

La versión del nacimiento del «GAL verde» que entonces nos ofreció Velázquez Soriano ha sido confirmada sobradamente diez años después. A partir de sus revelaciones, nosotros preparamos una serie de artículos que constaba de cinco entregas. Sólo la primera vio la luz. Las demás fueron silenciadas gracias a los atributos del general y a la ayuda de quienes democráticamente ya no rigen los destinos de este país.

A Velázquez Soriano le han acusado -lo han hecho algunos miembros de la Guardia Civil y un diario de Madrid- de mentir a cambio de dinero. Y es cierto que su colaboración, que se extendió a lo largo de dos meses, fue remunerada por la revista Interviú. Pero no mintió. Hace escasas fechas, «Txema» -nombre por el que era conocido Velázquez Soriano en Intxaurrondo- ha ratificado ante los jueces Baltasar Garzón y Javier Gómez de Liaño sus declaraciones de octubre de 1986 y ha afirmado que, si luego las rectificó, fue porque los «hombres de Galindo» o la «mafia de Galindo» le amenazaron de muerte.

Cassinello ha reconocido ahora, en un escrito judicial, que investigó a Velázquez Soriano por su presunta pertenencia a banda armada, lo que parece indicar que estaba al tanto de aquellos hechos. Seguro: es difícil que no se enterara también de que «Txema» tuvo que ser atentido en un centro de la Cruz Roja de las lesiones que le produjeron sus «persuasores».

A Cassinello no le hizo ninguna gracia que metiéramos el dedo en la llaga de Intxaurrondo: «Cada vez que sale un alumno de la Escuela de Periodismo, con el cascarón pegado a donde su señoría sabe, se le ocurre hablar del general Cassinello».

«El General» -como el propio Cassinello se define cuando habla de sí mismo- sostenía que la información de Interviú «era cosa de niños, y no se enfade su señoría; que el otro día un colega suyo, de La Mancha, opinaba que llamar cabrón no es un insulto, y esto se me antoja algo menos». Y seguía: «Lo malo es que a esos niños les pasa lo que a los policías nuevos y a las niñas tontas: se lo creen todo y después, hala, lo largan pensando que así van a echar otra vez a Nixon».

La vida, como decíamos al comienzo, da muchas vueltas, y ahora nos encontramos con que «El General» -lo mismo que el otro general nombrado por el Gobierno socialista y apellidado Rodríguez Galindo- reconoce sorprendentemente que las declaraciones de Velázquez Soriano de octubre de 1986 ya fueron investigadas por orden del Juzgado Central número 2 de la Audiencia Nacional.

Sorprendentemente «El General» asume ahora, en su escrito de defensa, que, a resultas de «unas amplias declaraciones del ex guardia civil José María Velázquez Soriano, en las que aseguraba formar parte de los GAL y daba su versión sobre cómo y quiénes cometieron el asesinato de Oñederra, la propia Dirección de la Guardia Civil (cuyo jefe de Estado Mayor era en aquel momento Cassinello) abrió una investigación para comprobar esas afirmaciones y ordenó la detención de Velázquez por su presunta integración en banda armada».

La sorpresa es aún mayor cuando «El General», después de diez años intentando desprestegiar una información veraz con insultos y falsas acusaciones, ¡y ahora se apoya en ella para defenderse!

Es indudable que el barco se hunde y que la principal preocupación del jefe es la de salvarse y salvar a los que le nombraron y le dieron el generalato. Si para conseguirlo tiene que echar mano del denostado José María Velázquez Soriano y del trabajo periodístico de «dos niños con el cascarón pegado al culo», lo hace, y que paguen los «números».

En su artículo de ABC, «El General» acusaba a los miembros del sindicato de la Guardia Civil, que acababa de salir a la luz pública en Sevilla, de «llevar los faldones fuera y parecer guardias civiles del ombligo para arriba. Vamos, que era una foto de medio cuerpo sí y medio cuerpo no». Sin embargo, este general, a diferencia del coronel de García Márquez, sí tiene quien le escriba: le escribimos nosotros para que no olvide sus comentarios de hace diez años y para preguntarle por qué guarda prudente silencio ante Garzón y trata de derivar sus responsabilidades hacia abajo.

Y también queremos recordarle que, a partir de su investigación sobre Velázquez Soriano, se hicieron dos informes: uno en el que se decía que todo lo manifestado por el ex agente de Intxaurrondo era mentira y otro, mucho más jugoso y profesional, en el que se reflejaba que «Txema» decía sencillamente la verdad. ¿Fue por ese segundo informe por el que el ex guardia civil tuvo que comprobar en sus propias carnes cuáles eran los métodos democráticos que algunos de sus subordinados empleaban para conseguir información -recuérdese el caso de Mikel Zabalza- o para que algunos detenidos, como el propio Velázquez Soriano, firmaran algo de lo que no estaban muy convencidos?

El señor Cassinello terminaba su artículo de octubre de 1986 de la siguiente manera: «De verdad, señoría: los he llamado gilipollas y les he mandado a tomar todos los vientos. Le juro que me he quedado corto». Nosotros sólo queremos decirle que la Guardia Civil está por encima de conductas individuales y que el Instituto Armado nos merece el mayor de los respetos, tanto a nivel personal como profesional.

Manuel Cerdán y Antonio Rubio son periodistas de EL MUNDO, especializados en trabajos de investigación.