18 noviembre 1994
El locutor deportivo de la COPE asegura en su programa que los 'ultras' que lo hicieron estaban pagados por el presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza
Ahorcan y queman en el Estadio Santiago Bernabeu a un ‘muñeco’ representando a José María García
Hechos
- Durante la celebración de un partido de fútbol del Real Madrid en el Estadio Santiago Bernabeu, un grupo de los asistentes, desde las gradas, alzó un muñeco que llevaba las etiquetas de ‘COPE’, ‘gari’ y ‘Butano’ (apodo del locutor de la Cadena COPE, D. José María García), lo ahorcaron y lo quemaron entre aplausos y vítores.
Lecturas
Durante la celebración de un partido de fútbol del Real Madrid en el Estadio Santiago Bernabeu, un grupo de los asistentes, desde las gradas, alzó un muñeco que llevaba las etiquetas de ‘COPE’, ‘gari’ y ‘Butano’ (apodo del locutor de la Cadena COPE, D. José María García), lo ahorcaron y lo quemaron entre aplausos y vítores. Desde su programa ‘SuperGarcía’ en la Cadena COPE D. José María García ha asegurado que aquellos ‘ultra-sur’ estaban pagados por el presidente del Real Madrid, D. Ramón Mendoza. El Sr. García, en el pasado aliado del Sr. Mendoza, es su archienemigo desde 1991.
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EL DIRECTOR DE LA SER CULPA A JOSÉ MARÍA GARCÍA DE LO OCURRIDO:
D. Daniel Gavela
Durante la Presentación del libro ‘La estirpe de Sautier’, el director de la SER, D. Daniel Gavela fue preguntado Por el incidente del muñeco. El directivo de la radio del Grupo PRISA declaró que el único culpable de lo ocurrido era el propio D. José María García: «es el hombre que ha introducido la violencia en el mundo del deporte en España «. Aseguró que en su programa de la COPE el Sr. García había dicho que los jugadores del Real Madrid debían ser recibido a pedradas». El Sr. Gavela concluyó con respecto al Sr. García que ‘quien siembre vientos recoge tempestades» . Se daba la circunstancia de que el mayor enemigo del Sr. García, el presidente del Real Madrid D. Ramón Mendoza, es accionista del Grupo PRISA, propietario de la Cadena SER.
03 Diciembre 1994
Un muñeco destripado
Los amigos, patria o muerte. Si el amigo es tuerto, lo miro de perfil. A los amigos el culo, a los enemigos por el culo. Pero si José María García no fuera mi amigo también me pondría en su pellejo para maldecir esa escalada de envidia y de odio de la que está siendo víctima. Miren ustedes adonde nos llevan esas metáforas de la limpieza étnica, de los «sindicatos del crimen», de los bosnios, de los croatas: a la horca. En esta crispación en la que vivimos sólo falta que se empiece a rejonear a las personas, que es lo que hicieron, de momento sólo como juego, los forajidos de ultrasur, los comandos de Mendoza. El muñeco que lo simbolizaba fue pinchado, picado, destripado en las gradas del Santiago Bernabeu por esos rufianes. Primero le han llamado Hitler, después le han aplicado el vudú, si cualquier día le pegan una paliza, o le pasa algo a él o a su familia, ya sabemos quiénes han sido los instigadores, los autores intelectuales. La batalla por la audiencia en la radio se ha convertido en la guerra de los Balcanes; desde los micrófonos se dicen las frases que luego se convierten en consignas. Muchos de los que se han embadurnado con las pinturas de guerra de los hinchas hace unos años hubieran sido pistoleros, y lo serían si esto se encanalla. José María García, esa metáfora eterna de nuestro hermano menor, el angelote barroco y castizo, que convirtió la crítica y la denuncia en un gran espectáculo, el que atrae la mayor audiencia, levanta cada noche las alfombras de los clubes y mete las narices en las faltriqueras de todos esos rufianes que dirigen el negocio del fútbol. Les sugiero a sus competidores que desistan, no podrán con él, es un milagro de esta profesión, tiene de oficio una pasión, por eso es el Dorian Grey, el eterno adolescente. Buena persona, valiente, trabajador, excelente compañero, levanta las emisoras cuando llega y las hunde cuando se va. Con su agudeza, su estilo popular, se ha convertido en un líder, tal vez la persona más conocida después del Rey. Y no lo pueden soportar, le han echado encima a los jueces, le han chantajeado, le han pegado, le han calumniado, pero él sigue en primera línea del reporterismo como, cuando para castigarlo, el redactor jefe lo enviaba a sucesos y traía el cadaver en el asiento de atrás de aquel descapotable que andaba como una burra. Mendoza y Lorenzo Sanz, se la tienen jurada. Que no digan que no tienen nada que ver con los ultras. ¿No enchufaron a José Luis Ochaita, jefe de los ultrasur, al que previamente habían expulsado de entre los socios por mal compartamiento? Lo colocaron de jardinero en el asilo de San Rafael. A los ultras les dan dinero. Por eso han conseguido convertir a José María en un judas, en un toro de burla, en un demonio, al que se le puede torturar por el aire. Esa idea salvaje y mística, carpetovétonica, es el anuncio de lo que puede venir después si no actuamos todos con más prudencia y cuidado. Esos son los verdaderos cristales rotos.
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Un viaje a Málaga.- La extrema derecha de los campos de fútbol ya ha dejado regueros de sangre en los céspedes. Han apuñalado a espectadores, han torturado a rockers, han amenazado a entrenadores, jugadores, periodistas. Como cuenta Mariano Sánchez Soler, de los diez mil hinchas integrados en medio centenar de peñas, alrededor de mil setecientos son rapados, skinheads, con arsenal; se llamen Boisos, Ultrasur, Frente Atlético, Brigadas Azules, Brigadas Blancas o Celtarras. El caso es que se convierten en las tardes del domingo en un corifeo bárbaro, y en apariencia folkclórico, pero muchos de ellos serían «paseadores» si en España hubiera una situación caótica. Esa es la última navaja de la ultraderecha: el desprecio al extranjero, la xenofobia, el patriotismo sanguinario. Pero lo más peligroso es que tienen la comprensión y el apoyo económico de los estúpidos presidentes. Un ejemplo: el día del partido España-Dinamarca, Mendoza, pagó el viaje a Málaga a seis ultrasur (900.000 pesetas).
23 Febrero 1994
El «sindicato del crimen»; o el crimen del sindicato
Las quejas de algunos prelados catalanes sobre la programación puntera de la COPE (la radio de la Iglesia) lloran sobre mojado, aunque sus eminencias no lo sepan. En las Pampas argentinas crece el pasto sobre metro y medio de humus, escupes y crece un ombú, así se pueden alimentar setenta y cinco millones de vacas, y en las lindes de las grandes estancias los gauchos, los «cabecitas negras», se hacen su avío cultivando hortalizas y tubérculos. La polémica del idioma en Cataluña da para lo mismo: para vivir en sus riberas de viejas querellas y agravios que poco tienen que ver con el catalán o el castellano, y donde meten mano personas ajenas al asunto y a las que el debate les trae al pairo. Y hoy lo que parece interesante es desplazar a Martín Ferrand y al equipo de profesionales criado a sus pechos desde el cero que voluntariosamente superaron con tanto empeño, ganando dineros para sí y haciéndoselo engordar a sus patronos, hasta el infinito que se les desea, no ya camino de Marte sino fuera del sistema solar en una navegación hacia la galaxia de Andrómeda, pero con octavo pasajero incluido.
Daniel Gavela, ex jefe de eso que ahora se llama «relaciones externas de PRISA», y ya flamante director de antena de la SER, es un buen muchacho que resiste el listón de lo que Juan Luis Cebrián, padre del periodismo español, precisa para continuar vendiéndole su adormilada burra a Jesús de Polanco, y hasta intranquiliza la brillantez estupefacta de Augusto Delkader. Hace meses llamé a Gavela: «Tengo sobre la mesa de mi despacho dossiers de tu casa contra la dirección de ABC, contra EL MUNDO y contra el desembarco de la gente de Martín Ferrand en la COPE». Gavela vale mucho, pero cuando Dios repartió la astucia estaba haciendo pis. Lo escribo en su honor, porque aun cuando pretendieron hacer de él un chisgarabís, reaccionó con la sinceridad ingenua e instintiva que le aureola: «Te equivocas, MP. No hemos confeccionado ningún dossier; sólo equitativos servicios de comunicación sobre lo que están haciendo EL MUNDO, ABC y la familia Ansón, y la gente de Ferrand en la COPE». Sobre mi mesa sólo tenía la agenda del día, el teléfono, un abrecartas con cabeza de caballo, un cenicero y dos fax de advertencia. Blanco y en botella; verde y con asas.
Manuel Martín Ferrand, José María García, Antonio Herrero, Luis Herrero, Amando de Miguel, Federico Jiménez Losantos, Víctor Márquez Reviriego, son gentuza a exterminar. En verdad que se reúnen en una banda rara, todos ellos exitosos, muy críticos pero siempre creíbles y que, haciendo de su capa un sayo, afirman cosas meditables y no les hacen perder dinero a sus empleadores, sino todo lo contrario. Son otra voz que, al menos a mí, no destruye la mía. Según Aurora Pavón, los hermanos «Dalton» somos el director de esta publicación, Raúl del Pozo, Pablo Sebastián, Paco Umbral y hasta yo mismo, que no volveré a portar revólver hasta que no me obliguen a ello: Dos hombres y un destino; deliciosa película que no relató la realidad. La agencia «Pinkerton», hoy representada por los sabuesos implacables perseguidores de cualquier opinión diferente, persiguió a Butch Cassidy, Sundance Kid y la amante de ambos, Etta Place, eméritos asaltantes de trenes, por el sur de los Estados Unidos, por Bolivia y por la Patagonia argentina, donde desaparecieron. El «sindicato del crimen» es una definición de los paniaguados de Jesús de Polanco, que les remunera por hacerle perder dinero y destruir su imagen pública, que podría ser muy alabada, dadas sus condiciones y hasta sus comprobadas hazañas como excelente editor. Los crímenes del sindicato han sido abyectos y han atropellado a sus discrepantes, antes con las cuentas corrientes que con la fuerza de las ideas. Mis compañeros citados, hoy en la COPE, de los que podré discrepar pero jamás mandar fusilar, pueden buscar destino en el almacén de mapas que guardo en mi escritorio. Yo creo que el éxito de esta gente, para sí mismos y para los demás, es indiscutible. Pero no son ni siquiera los «Dalton». Son Martín Ferrand _ese desavisado que se ha hartado de hacer perder dinero a los demás y procurar un periodismo abyecto_, sus hombres, y un destino, a los que la agencia «J.L.C. Pinkerton», a sueldo de los transportes bancarios en los trenes, ha decidido sacarlos de una buena radio, de una buena televisión, de otra buena emisora, y de España si es preciso. El consejero delegado y sus jenízaros han puesto el listón tan bajito como ellos mismos, y así no hay quien compita. Hasta puedes ser alcohólico y trepar, pero como tengas algo en la cabeza y generes el éxito, te mandarán a casa por cocainómano. La agencia «Pinkerton» jamás descansa.
El Análisis
Generalmente que quemen un muñeco que te represente o que lancen dardos a una diana con tu foto, para un periodista, es todo un orgullo. Nada gusta más en esta profesión de egos que jactarse de enemigos. Pero lo sucedido era un auténtico tortazo para D. José María García, porque era la mejor evidencia de que había calado el mensaje que la dirección del Real Madrid con D. Ramón Mendoza al frente como presidente y D. Jorge Valdano como entrenador habían lanzado: que el Sr. García era anti-madrilista, que el Sr. García era enemigo del Real Madrid. Ahora la peña blanca le odiaba como un enemigo.
Un locutor deportivo de ámbito nacional, en especial si trata el fútbol, no puede tener la imagen de enemigo del madrilismo que es, junto a los culés, el nicho más grande de espectadores de todo el país. Si una gran parte de madrilistas dejaban de escuchar al Sr. García – por considera que era anti-madrilista – y se pasaban a escuchar a su programa competidor ‘El Larguero’ de la SER – cadena de la que el Sr. Mendoza era co-propietario – su derrota estaría cantada. Dicho y hecho. Para muchos el Sr. García era anti-madrilista. D. Ramón Mendoza había ganado.
J. F. Lamata