16 octubre 1946

Los americanos ahorcan igualmente el cadáver de Goering ante fotógrafos

Ahorcada la cúpula del gobierno de la Alemania nazi condenada en Nuremberg menos Hermann Goering, que logró suicidarse minutos antes de su ejecución

Hechos

  • El 16.10.1946 los condenados a muerte en el Proceso de Nüremberg fueron ahorcados, menos Hermann Goering, que ya había muerto cuando su cadáver fue ahorcado.

Lecturas

El 1 de octubre de 1945 se hizo pública la sentencia de todos los acusados del Juicio de Nuremberg. 

El 16 de octubre de 1946 estaba previsto que los once condenados a muerte en el gran juicio de Núremberg fueran ahorcados. Sin embargo minutos antes de su ejecución, el más importante de todos los condenados, el mariscal del Reich Hermann Goering logró suicidarse. Su suicidió molestó tanto a los aliados que ordenaron que su cadáver fuera igualmente ahorcado y fotografiado, aunque las fotografías no trascendieron ante el contexto humillante que tuvo todo aquello para las autoridades vencedoras de la Segunda Guerra Mundial.

LOS AHORCADOS:

  • Joachim von Ribbentrop, ministro de Exteriores.
  • Wilhelm Keitel, mariscal de los Ejércitos.
  • Wilhelm Frick, ministro de Interior.
  • Ernest Kaltenbrunner, lugarteniente de las S. S..
  • Hans Frank, Gobernador de Polonia.
  • Alfred Rosenberg, ministro de los territorios ocupados y teórico del Partido Nazi.
  • Alfred Jodl, general de los ejércitos de tierra.
  • Fritz Sauckel, ministro de Trabajo.
  • Arthur Seyss Inquart, jefe del Partido Nazi en Austria y Gobernador de Holanda..
  • Julius Streicher, periodista acusado de antisemita.

Otros juicios a Funcionarios Nazis

Juicio a Adolf Eichmann en 1961.

Proceso a Auschwitz en Frankfort en 1965

Juicio a Klaus Barbie en 1987

El Análisis

UN TRIUNFO MORAL DE GOERING ANTE LA DERROTA

JF Lamata

Hermann Goering había formado parte de un Gobierno que había perdido la Segunda Guerra Mundial, había devastado su propio país y había dejado Europa sembrada de cadáveres. Eso significaba para Goering pasar de participar en fiestas de pompa y lujo a vivir en una celda de escasos metros en espera de su sentencia a muerte, pues el hecho que, hasta que poco antes de que Hitler le degradara fuera el ‘número 2’ del III Reich y su sucesor político significaba que no podía haber otro final para Goering que su ejecución.

Frente a una actitud cobarde de la mayoría de acusados en Nüremberg, culpando de todos a los que ya habían muerto y asegurando no haber compartido realmente las políticas de Hitler, Goebbels, Himmler y Heydrich, como acusado en Nüremberg Hermann Goeirng fue el que más quiso mantener la dignidad y la defensa de la partes positivas que él consideraba que sí tuvo su gobierno. Aunque, eso sí, Goering aseguró en aquel juicio su desconocimiento total del Holocausto, algo difícil de creer, dado que aunque fue un crimen producido por las S. S., esta entidad contó para poder realizarlo con el apoyo de todas las instituciones, algo que difícilmente podía hacerse sin el apoyo del Gobierno. Y constaba su carta a Heydrich pidiéndole una ‘solución’ para le problema judío, a partir de donde se acuñó la expresión ‘solución final’.

Goering tuvo un último triunfo moral en aquel juicio. Vivió exactamente el tiempo de vida que los aliados querían que viviera, pero no les dio el gusto de que pudieran colgarle. Tras negarse su petición de ser fusilado logró hacerse con una capsula para suicidarse. ¿Cómo fue posible si todos los presos tenían designados a un soldado personal para que les vigilara las 24 horas y cuya misión era, precisamente, evitar su suicidio? Durante el proceso Goering estableció cierta amistad con Jack G. Wheelis, el vigilante americano que le pusieron los aliados al que antes de morir Goering regaló su reloj de oro, su pluma y su pitillera, fue señalado como responsable de haberlo permitido. En 2005 el exsoldado Herbert Lee Stivers aseguró haber sido quién le pasó la cápsula dentro de una pluma. Sea como fuere Goering murió el día en que los aliados dictaminaron que debía morir, simplemente se dio el gusto de poder elegir la forma de hacerlo y que no fuera la que estos habían dispuestos. La decisión de los aliados de ahorcar igualmente su cadáver, demuestra lo mucho que logró enfurecerles aquello. Fue el último triunfo moral de un hombre derrotado.

J. F. Lamata