27 febrero 1925
El partido es más conocido como Partido Nazi
Alemania: Tras salir de prisión Adolf Hitler reorganiza el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán junto a Julius Streicher y otros colaboradores

Hechos
La reunión se celebró el 27 de febrero de 1925.
Lecturas
Adolf Hitler fue condenado a 5 años de prisión en Alemania por un intento de Golpe de Estado, sin embargo ha quedado libre tras apenas unos meses y su popularidad no para de crecer, como lo acredita el éxito de su libro antisemita ‘Mi Lucha’.
En una reunión celebrada en la más famosa cervecería de Munich, la Hofbrau, ha quedado reorganizado el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, cuyo líder es el austriaco Adolf Hitler. El partido, que fue formalmente disuelto tras el intento de golpe de Estado de Munich en noviembre de 1923, ha vuelto a publicar su diario de partido, el Volkischer Beobachter.
En su primer editorial Hitler sostiene paladinamente que, a partir de ahora, el Partido Nacional Socialista sólo actuará y tratará de conquistar el poder dentro de la más estricto marco de legalidad: ganando las elecciones. Todo indica que los nacionalsocialistas terminarán por agrupar al conjunto del electorado de derechas, desperdigado luego del fracaso de la intentona de Munich.
Durante la reunión de la Hofbrau, Hitler – que salió hace dos meses de la prisión – apareció acompañado por Julius Streicher, Julius Schaub, Gottfried Feder y Hermann Esser. En el acto no estuvo, por tanto, Erich von Ludendorff (que vivirá alejado de la política hasta su muerte en 1937).
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CRÍTICOS DE HITLER
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NUEVA ESTRATEGIA
La nueva estrategia de Adolf Hitler es ganar las elecciones y no dar la imagen de pandilleros violentos que dan a veces sus ‘camisas pardas’. El éxito de la estrategia se verá reflejado en las elecciones legislativas de Alemania de septiembre de 1930.
El Análisis
Adolf Hitler ha salido de la prisión de Landsberg y, apenas transcurridos unos meses, ha recuperado el control del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP), la formación que fundó y que, desde el fallido golpe de Múnich en 1923, se hallaba en estado de dispersión, desorganización y creciente conflicto interno. La humillante derrota del general Ludendorff —presentado por los suyos como figura tutelar del movimiento nacionalista— frente al viejo mariscal Hindenburg en las elecciones presidenciales de 1925, había sumido al partido en una crisis que parecía terminal. Sólo Hitler, pese a haber estado alejado del mando, ha logrado reimponer un liderazgo personal que, a falta de estructura, ha sido siempre la única columna sólida del movimiento.
No lo ha tenido fácil. Sectores destacados del NSDAP, como el grupo del norte liderado por Gregor Strasser o el joven Joseph Goebbels, habían comenzado a perfilar un camino propio, incluso contemplando la posibilidad de desvincularse de la figura de Hitler. Sin embargo, el magnetismo del agitador bávaro, sumado a su habilidad para purgar, cooptar o doblegar disidencias internas, le ha devuelto al timón. Ahora, figuras como Hermann Goering, Rudolf Hess o un todavía poco conocido Heinrich Himmler le rodean, mientras los díscolos deberán decidir si se alinean con el nuevo orden o aguardan entre bastidores su oportunidad. El NSDAP es, otra vez, el vehículo de Hitler, aunque por ahora sea poco más que una maquinaria propagandística con ambiciones electorales.
Y es ahí donde reside la novedad más significativa: Hitler, por primera vez, declara públicamente que no pretende llegar al poder mediante la revolución, sino por los cauces del sufragio. El enemigo sigue siendo el mismo —la República de Weimar, los comunistas, los judíos, el Tratado de Versalles— pero la vía para combatirlo será legal. Queda por ver si las tropas de asalto (S.A.) de Ernst Röhm, nutridas de excombatientes y radicales impacientes, aceptarán esta nueva estrategia sin violencia. Alemania, aún golpeada por la inflación y la humillación internacional, observa el retorno de este caudillo con una mezcla de temor y expectación. El nazismo, lejos de extinguirse, ha encontrado de nuevo su voz.
J. F. Lamata