16 enero 2005

Alfredo Urdaci ajusta cuentas contra sus enemigos, Miguel Ángel Sacaluga, Javier Tusell o Ana Blanco, con su libro ‘Días de Ruido y Furia’

Hechos

El 16 de enero de 2005 se publica un adelanto del libro ‘Dias de ruido y furia’ de D. Alfredo Urdaci publicado por Plaza y Janes.

Lecturas

FRAGMETNOS MÁS POLÉMICOS DEL LIBRO:

Libro ‘Días de Ruido y Furia’ (2005)

Contra Miguel Ángel Sacaluga.

 El 17 de septiembre de 2022 tuve un encuentro con Miguel Ángel Sacaluga, miembro del Consejo de Administración de RTVE… El mensaje era claro: «Si quieres vivir tranquilo, si quieres evitar el acoso y las batallas, si no quieres que hagamos sangre contigo, nos tiens que dejar colocar los mensajes que nos interese difundir». Le contesté que no me parecía una forma aceptable de abordar las noticias la presencia de su partido en los telediarios. Aceptar aquello suponía convertirse en un mero reproductor del menú indicado por la oficina de prensa y propaganda de la calle Ferraz… No tardaría mucho tiempo en comprobar que las advertencia iban en serio. Pero ¿quién era aquel consejero que se permitía la osadía de dictar desde su casa el trabajo de los periodistas? Sacaluga había sido subdirector de Informativos en la etapa de María Antonia Iglesias, y, por tanto, su brazo derecho en la ejecución de las órdenes y las consignas. Su rastro sep uede seguir en la entrevista en la cárcel a Julián Sancristobal, en la censura de las noticias sobre los principales escándalos de la etapa socialista o en los reportajes en los que se justifica la fortuna de Roldán como fruto de la herencia de su padre, un honrado taxista de Zaragoza. En el 96 Sacaluga da el salto a Paris gracias a los buenos oficios de Miguel Ángel Rodríguez, al que le pide, cuando Rodríguez era Jefe de Prensa del Partido Popular, la corresponsal de Televisión Española en la cpaital francesa. Rodríguez lo justificó diciendo que había sido un buen agente doble al que había que premiar. Ernesto Sáenz de Buruaga, nuevo director de Informativos, mantendrá a Sacaluga en la Subdirección de Informativos, hasta que meses después de la formación del Ejecutivo del PP en el 96 es trasladado a París junto a su mujer, redactora de RNE, a la que la radio, a pesar de tener un corresponsal en la capital francesa, mantendrá en activo y con sueldo. Verán como la austeridad es otro de esos principios generales que se acogen con agrado por la opinión pública pero se aplican de forma desigual. 

Meses después de aquel primer encuentro con Sacaluga llega otro en el café del otel Wellington. Esta vez el tono es otro: «Quiero que sepas que en la ejecutiva del partido gente que piensa que hay que llevarte a los tribunales, otros creen que es mejor no hacer nada y hay quien dice que lo mejor es llamar a tu casa para decir que sabemos en qué colegio estudian tus hijos». No daba crédito a lo que estbaa escuchando, pero puse cara de poker, como si aquello no fuera una amenaza. Y estoy seguro de que no lo era, que nadie en su partido había pronunciado aquella frase, que era más propia de la cosecha particular del consigliere. Todo eso podía ser el precio de no atender las peticiones diarias del señor Sacaluga. 

Contra Javier Tusell.

A principios del año 2003 nos vimos envueltos en una polémica gria y gesticulante a cuenta de un programa en el que Moa explicó la tesis de su última obra, ‘Los mitos de la Guerra Civil’. A los pocos días Javier Tusell escribió una columna en EL PAÍS que titulaba ‘Bochornosa TVE’. El artículo termina con este párrafo: No tiene mayor importancia que Pío Moa tenga esas ideas porque su libro no merecería una línea de reseña. Pero TVE, al jalear su libro, no sólo en hora de máxima audiencia sino con anuncio previo en el Telediario y durante el programa en que Ana Botella informó de su decisión de dedicarse a la política, se cisca en el Congreso de los Diputados, en todos y cada uno de los que hoy lo son.

Así que el bochorno de TVE del que habla Tusell es en realidad el enrojecimiento del censor, del profesor universitario que un día de 1996 llamó a la puerta de la FAES para escaldar peldaños en el aznarato como los había escalado en otros tiempos, franquismo incluido. Su patética reacción ante la presencia de Moa en Torrespaña se explica si tenemos en cuenta que a Tusell le gusta tener muy controlado su monopolio de historiador oficial de la profresía. Él puede censurar a gusto desde su puesto de catedrático de la UNED. La Universidad de Educación a Distancia es la única que tiene textos obligatorios. […] Los alumnos de Tusell tienen que pasar todos, por el aro de sus obras. La versión que conocen de la historia contemporánea es la de don Javier .Esto le reporta a Tusell pingües beneficios. Sumen que su esposa y su hija son también profesoreas de la misma materia en la misma universidad. ¿Decía usted bochorno?

Quizá ustedes no sepan que Tusell intentó incoar un expediente disciplinario al profesor Cortázar, el marido de Pilar del Castillo, por colaborar con el Partido Popular… ¿Sería porque Gortázar le cerró la puerta de FAES cuando el arribista intentó escalar los muros y colarse en el jardin de los nuevos gobernantes? ¿Alguien dijo bochorno?

Contra Ana Blanco.

 El paso de Letizia Ortiz por TVE no fue un camino de rosas. Su primer verano en Informe Semanal transcurrió tranquilo. Después pasa a hacer los avances de la mañana y las sustituciones del Telediario primera edición. Es ahí donde despertó las primeras suspicacias. Ana Blanco sintió que su sitio estaba amenazado por la nueva presencia. Letizia se comportó con discreción, sin provocar heridas, sin levantar ampollas. Pero la tensión cuando coincidían en maquillaje o en peluquería se palpaba y era evidente que provocó la sorpresa entre las profesionales que trabajan en esos departamentos. El malestar de Blanco estalló en plena guerra de Irak cuando a Letizia Ortiz se le encargó que presentara un programa monográfico todos los días, de lunes a viernes, a las dos y media de la tarde. Cuando Ana Blanco se enteró de que Letizia sería la encargada de presentar esos programas, estalló. Los primeros en escuchar sus comentarios airados fueron los responsables de la edición. Minutos más tarde subía a mi despacho para intentar forzar una marcha atrás en una decisión que no tenía vuelta de hoja. «A esa chica la estáis pagando un master», fueron sus palabras y su único argumento. «El mismo master que se te pagó a ti cuando llegaste a esta casa desde ‘Los 40 Principales’, fue la respuesta de Blanco, una mujer muy insegura en lo personal, se tranquilizó cuando le aseguré que el hecho de que Letizia presentara el programa no significaba nada más, ni encerraba segundas intenciones para el futuro. 

Contra Fernando G. Delgado.

 A primeras horas de la tarde (del 13 de marzo) me contaron que por los móviles de Madrid circulaba un mensaje con este texto: Jornada de reflexión y Urdaci trabajando. Todos a Génova. Pásalo.’ A esa hora estaban trabajando muchos otros periodistas, mucho más cerca de Génova en un trabajo que sí era incompatible con el clima de serenidad y calma previo a una jornada de voto. A esas horas, por ejemplo, Fernando G. Delgado, responsable de uno de los programas más plurales y equilibrados de la radio española, repetía un gesto que ya había practicado en las elecciones de 2000. En aquel año, el mismo día del voto, djo que votar a la derecha suponía elegir a los hijos de quienes habían fusilado en el 36 a Federico García Lorca. Esta vez fue más preciso, y en plena jornada de reflexión lapadiaria: ‘Mañana tenemos, tienen ustedes, la oportunidad de terminar con gente como Federico Jiménez Losantos, Carlos Dávila, Alfonso Ussía y Alfredo Urdaci, herederos directos de los que asesinaron a Lorca’. Como no ha terminado conmigo y tampoco, creo, con los otros, entiendo que nadie ha seguido la consigna criminal del locutor. La altura densidad del odio con el que estaban cargadas aquellas palabras de plomo llevó a una oyente a pedir al locutor que retirara lo que había dicho. Delgado se negó.