18 junio 2006
El NO fue defendido en campaña electoral por el PP, ERC y el nuevo partido Ciutadans
Referéndum por el Estatut de Catalunya: Amplia victoria del SÍ (73,9%) defendido por PSC, CiU e ICV y fuerte derrota del NO (20,76%) defendido por PP y ERC
Hechos
El 18.06.2006 se celebró en Cataluña el Referendum sobre el nuevo Estatut aprobado antes por las Cortes Españolas y el Parlament Catalán.
Lecturas
LOS DIRECTORES DE PERIÓDICO DEBATEN SOBRE EL ESTATUT EN ’59 SEGUNDOS’ (GLOBOMEDIA) DE TVE
19 Junio 2006
Estatuto ratificado a pesar de todo
Los ciudadanos de Cataluña han refrendado con sus votos el texto del nuevo Estatuto de Autonomía. Las urnas han arrojado un voto afirmativo masivo que no permite albergar duda alguna sobre el resultado de la consulta. La floja participación, que no consigue superar la barrera simbólica del 50%, refleja el nivel también escaso del entusiasmo suscitado por el proceso de elaboración y discusión del nuevo texto legal. Las cuatro circunscripciones electorales catalanas sólo alcanzaron un nivel de abstención más alto en otra consulta, el referéndum de la Constitución europea en 2005, cuando la participación se quedó en un mero 40,6%.
El nuevo Estatuto llega así con menos consenso por parte de los partidos parlamentarios que el anterior, con menor participación de los ciudadanos y con menos votos afirmativos. Pero las épocas son muy distintas, y en 1979 lo que estaba en juego era la mera posibilidad de que Cataluña tuviera autonomía, mientras que ahora se trataba de elegir entre aquel Estatuto y el nuevo. Ya en aquella ocasión, la ratificación de la naciente autonomía suscitó ocho puntos menos de participación que la ratificación de la Constitución un año antes, abriendo una línea de comportamiento dual, todavía no corregida, en la que las elecciones generales suscitan mayor participación que las autonómicas. La consulta de ayer ratifica una vez más este voto dual de los catalanes que debiera preocupar a los partidos, en la medida en que revela que hay una parte de la población que se inhibe de la autonomía y sólo se moviliza en las elecciones y consultas generales.
Los dos partidos que propugnaban el voto negativo, Partido Popular y Esquerra Republicana de Catalunya, han obtenido un resultado mediocre, al alcanzar apenas algo más del 20% de los votos, ocho por debajo de la suma de sus porcentajes en las últimas elecciones autonómicas. No es extraño que se hayan apresurado a intentar deslegitimar los resultados, esgrimiendo la abstención para seguir cargándose de razón a pesar del limitado eco obtenido entre los ciudadanos. La legitimidad de los resultados no se puede discutir sensatamente tal como está intentando el frente del no, y hay que rechazar sobre todo el intento de prolongar in aetérnum el debate sobre el Estatuto. El proceso que hoy culmina con la consulta a los ciudadanos, perfectamente reglado por nuestro sistema legal, es en sí mismo una fórmula que fabrica consenso y legitimidad, y tiene la virtud de cerrar de una vez un periodo excesivamente agitado de la vida política catalana.
No es ocioso recordar que primero fue el Parlamento catalán el que aprobó el proyecto -el llamado Estatuto de Miravet-, luego enmendado por las Cortes generales, donde recibió los votos favorables en el Congreso y en el Senado -momento en el que se cayó el apoyo de ERC-, y ha regresado a Cataluña para que los ciudadanos se pronunciaran. La victoria rotunda del voto afirmativo, por el que han optado tres de cada cuatro ciudadanos que han acudido a las urnas, no admite discusión. El Partido Popular votó en contra en el Parlamento catalán, rechazó su admisión a trámite en el Congreso de los Diputados, votó coherentemente en contra en las dos Cámaras de las Cortes e incluso lanzó una campaña de firmas para instar al Gobierno a la convocatoria de un referéndum en toda España, sin base legal, sobre el Estatuto catalán. Será también coherente su recurso al Tribunal Constitucional, que servirá además para cerrar todos los resquicios y dudas que puedan quedar, aunque el texto legal ya entrará en vigor antes de agosto.
El debate sobre la legitimidad del resultado de ayer se prolongará muy pronto en las elecciones autonómicas anticipadas que se celebrarán en otoño, y en las que se elucidarán las cuentas políticas que los cinco partidos catalanes tienen pendientes con los ciudadanos. Será en algún aspecto la segunda vuelta del referéndum, en el que los ciudadanos tendrán la ocasión de entrar en detalles respecto al peso de cada partido. Paso previo, y del mayor interés, será saber cómo resuelve el PSC su dilema entre presentar como candidato a la presidencia a su actual secretario general y ministro de Industria, José Montilla, tal como desea el conjunto del socialismo (tanto el PSC como el PSOE), o presentar de nuevo al actual presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, mejor tratado por las encuestas pero repudiado por gran parte de la opinión socialista y por el interés de CiU.
La mayoría apabullante de votos afirmativos, junto a la baja participación, no permite decantar la lectura de estos resultados a favor de ninguna de las dos candidaturas. En cambio, si algo se puede deducir es que, a pesar de todo, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha salido con la suya: si se observa el sondeo de Opina para EL PAÍS del pasado domingo, la proporción de votos afirmativos recogidos ayer en las urnas se corresponde con las preferencias de los ciudadanos catalanes por Zapatero, mientras que la suma de los que preferían a Rajoy (8,5%) y quienes no tenían opinión se corresponde con los votos negativos.
19 Junio 2006
Estancamiento de Cataluña
19 Junio 2006
Sí, por goleada
Catalunya ya tiene nuevo Estatut d´Autonomia. Los catalanes expresaron ayer en las urnas un sí rotundo, amplio y generoso. En términos políticos, el resultado es inapelable; en estrategia partidista es otra cosa. Las valoraciones se pueden hacer ir hacia uno y otro lado. El 73,9% de síes da al texto aprobado una enorme fuerza política y una foto bastante exacta de cuál es la voluntad de Catalunya. El no ha fracasado y lo ha hecho, se mire por donde se mire, de una manera inapelable. ¿Acaso es significativo el 20,76% de noes cuando dos partidos políticos con representación parlamentaria superior lo avalaban? Se podrán hacer muchas lecturas de la jornada electoral de ayer, pero utilizando un símil deportivo tan acorde estos días con el Mundial de fútbol de Alemania, la victoria del sí ha sido por goleada y el resultado que deja es de 7 a 2. Aunque es comprensible la preocupación porque la participación se ha quedado rondando el 50%, la abstención no tiene partido, es de todos y de nadie. Es también del sistema. Agarrarse a ella para leer los resultados es legítimo, pero no es realista. Celebrado el referéndum, es urgente que se despeje el horizonte institucional de Catalunya, con un Govern en minoría parlamentaria. La convocatoria de elecciones no se debe demorar, y es urgente que todos los partidos den a conocer sus candidatos. Ahora sí toca saber cuál es la decisión del PSC.
19 Junio 2006
Un descalabro de la clase política catalana
Después de depositar su voto, Pasqual Maragall dijo que el día de ayer «era el momento» en el que Cataluña decidía «qué quiere ser, cómo quiere estar en España y cómo quiere que sus ciudadanos se sientan». Pues bien, el presidente de la Generalitat ya tiene la respuesta de Cataluña. Los catalanes han dado la espalda al Estatuto que define a Cataluña como «una nación», pero que ha nacido sin el consenso del segundo partido del país y con la mancha de la sospecha de inconstitucionalidad. La participación en el referéndum sólo alcanzó el 49,4% del censo, 10 puntos por debajo del 59,7% que votó en 1979. El sí ha ganado de forma abrumadora -el 73,9%- frente al 20,7% de votos negativos. Sin embargo, el resultado es que el Estatuto catalán ha sido aprobado con el 36% de los votos sobre el censo. Y ello a pesar de dos años de profunda fractura entre Cataluña y el resto de España.
Los resultados de la consulta ponen en evidencia que el nuevo Estatuto no era en absoluto una demanda de los catalanes, sino un empeño de la clase política de esa comunidad autónoma, dominada por los nacionalistas. No cabe duda de que la alta abstención registrada es un voto de castigo contra esa clase política endogámica que, lejos de ocuparse de las necesidades reales de los ciudadanos, se ha encelado en cuestiones identitarias.
Montilla se apresuró a advertir ayer de que la baja participación «no deslegitima» la consulta. Legalmente no, pero políticamente es imposible restar importancia a la elevada abstención. Es verdad que en este tipo de consultas la participación no es tradicionalmente muy alta, pero no es menos cierto que los ciudadanos acuden a las urnas en masa cuando consideran que el momento es decisivo. Y en esta ocasión no lo han considerado así, a pesar de que el establishment económico y mediático se ha volcado en el respaldo del Estatuto. La legislación española no establece el quórum necesario, aunque es obvio que el resultado de una votación en la que participa menos de la mitad del censo queda muy devaluado desde el punto de vista de la fuerza moral de la ley que va a entrar en vigor. En el reciente referéndum de Montenegro, la UE fijó en más del 50% los votos necesarios para la validez de la consulta.
En cuanto a los resultados concretos, difícilmente puede hallarse una metáfora más pertinente que lo sucedido ayer precisamente en el Gran Premio de Motociclismo de Catalunya, en el que varias motos sufrieron una colisión múltiple que obligó a repetir la salida. Tal y como sucedió con los pilotos, algunos partidos han sufrido un descalabro mayor que otros. Maragall es el mayor damnificado como líder del tripartito que se saldó con un clamoroso fracaso de la desunión. El 18-J deja muy mermada su capacidad de resistirse a ser sustituido por Montilla como candidato en las próximas elecciones autonómicas.
La otra formación claramente perjudicada por el referéndum es ERC. El 20,7% de los votos negativos se los tiene que repartir con el PP. Los independentistas fueron expulsados del tripartito por pedir el no y ni siquiera han logrado movilizar a sus votantes. Paradójicamente, el principal impulsor del texto, Artur Mas, puede ser el menos dañado por el resultado. El líder de CiU culpó ayer de la abstención al descrédito del tripartito, en lo cual no le falta razón.
El PP no ha conseguido tampoco un gran número de votos negativos, pero puede consolarse con haber pronosticado la alta abstención. Rajoy advirtió ayer a Zapatero de que la falta de consenso ciudadano es un motivo suficiente para paralizar operaciones como la del Estatuto catalán. Evidentemente, el resultado no es un triunfo, sino todo lo contrario, para el presidente, principal impulsor del texto. Zapatero ha sorteado todas las tormentas y escollos legales, pero este aterrizaje con más pena que gloria no indica ni que Cataluña haya hecho un buen negocio ni que la criatura vaya a ser robusta. Aunque, a diferencia de lo ocurrido en la competición deportiva, esta carrera no se puede volver a repetir.