2 abril 1992

El presidente Miterrand busca quedarse en una posición de centro

Cae el Gobierno de Edith Cresson en Francia tras apenas un año y es reemplazado por el también socialista Pierre Beregovoy

Hechos

El 2.04.1992 Pierre Bérégovoy asumió el cargo de primer ministro de Francia reemplazando a Edith Cresson.

Lecturas

Pierre Beregovoy, nombrado primer ministro François Mitterrand es uno de los hombres fiele del presidente y se alinea en la corriente Fabus del Partido Socialista. De extracción modesta, hijo de ucraniano y normanda, sin más estudios que los de la escuela primaria y un dipoma de ajustador-fresador, que no le gusta que se le recuerde, el nuevo jefe de Gobierno francés – 66 años – es bastante ambicioso.

El nuevo primer ministro de Francia, Pierre Beregovoy soñaba con el puesto desde 1983, cuando Pierre Mauroy lo perdió por pocas semanas. No pudo ser y pasó a ocupar durante un año la cartera de Asuntos Sociales, hasta que en 1984 Fabius lo llamó para encargarse del Ministerio de Economía. Permanece en el puesto hasta 1986 cuando Fabius pierde las elecciones frente al conservador Chirac. Cuando los socialistas vuelven al poder en 1988 de la mano de Rocard, Bérégovoy recupera la cartera de Economía, Hacienda, Presupuesto e Industria.

Este atípico ministro de Economía es autodidacta, habiendo sido, antes de comentar en política, agente de la compañía Gaz de France en la que alcanzó altas funciones. Fue miembro fundador del Partido Socialista Autónomo (1958) y luego, de 1963 a 1967, miembro de la secretaría general del PSU de Mendes France. En 1969 pasó al Partido Socialista. De 1975 a 1981 estuvo a cargo de relaciones exteriores del partido y dirigió la campaña presidencial de Mitterrand en 1988. Al llegar Mitterrand al Elíseo, nombró a Bérégovoy secretario general de la Presidencia. Es alcalde de Nevers dede 1983 y diputado por el departamento de Nievre.

Edith_Cresson Edith Cresson, la primera mujer en ocupar el cargo de jefa de Gobierno en Francia, apenas ha permanecido un año en el puesto.

Al salir del Gobierno, Cresson, miembro de la secretaría nacional del Partido Socialista francés y mujer muy elegante – se viste en la boutique Torrente, frente a su casa – pasó a trabajar como consejera de la firma Schneider, para la que tenía previsto efectuar un viaje a Jpón el mismo día – mayo de 1991 – en que fue nombrada primera ministra, el cargo político más alto que jamás ha llegado una mujer en el país de la Revolución.

03 Abril 1992

Gobierno ambulancia

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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«No vamos a subirnos en una ambulancia», contestó uno de los dirigentes de Los Verdes a un periodista que le preguntaba si su organización entraría en el nuevo Gobierno francés, en los momentos en que Edith Cresson no había dimitido aún. Designado ya Pierre Bérégovoy como primer ministro, esa negativa ha sido confirmada por los representantes de los dos grupos ecologistas. Desde la segunda vuelta de las cantonales -que ha acentuado la derrota socialista-, Mitterrand ha pasado días amargos buscando un primer ministro para una tarea casi imposible: dar la vuelta a una situación política caractefizada por el hundimiento del Partido Socialista, y hacerlo en el plazo de un año para evitar un nuevo desastre en las elecciones legislativas de 1993. Mitterrand trata siempre de evitar dar la sensación de que está presionado por los acontecimientos: pero en este caso ha sido evidente que carecía de margen de maniobra.La designación de Bérégovoy tuvo lugar después de que Jacques Delors rechazara la misma oferta con el argumento de sus compromisos europeos y su voluntad de seguir al frente de la Comisión de Bruselas hasta que los acuerdos de Maastricht estén consolidados. Pero, además de eso, la opinión de Delors es que nadie es capaz, en la actual coyuntura, de evitar en el plazo de un año una nueva derrota socialista en la próxima consulta electoral. Y no es una buena preparación para la elección presidencial -el objetivo al que de verdad aspira- asumir la dirección de un Gobierno condenado a ser derrotado en las urnas en 1993. Por otra parte, Mitterrand no se ha atrevido a designar a un presidente alejado de la élite clásica del Partido Socialista, lo cual le hubiese permitido una apertura hacia el centrismo y hacia nuevas fuerzas políticas y sociales que han perdido confianza en la política tradicional de la izquierda.

En cambio, Bérégovoy es la fidelidad y la continuidad, el amigo de siempre que era ya secretario general del Elíseo en el inicio de la presidencia de Mitterrand, en 1981 y 1982. Es cierto que su balance como ministro de Economía es el aspecto más positivo que los socialistas pueden presentar de su acción de gobierno en los últimos años: ha representado una política a la alemana: ha dominado la inflación, mejorado el comercio exterior, colocado a Francia en un lugar modélico de acuerdo con los criterios fijados en Maastricht para la creación de la unidad económica y monetaria. Pero las consecuencias de tal política, el paro, las restricciones en materia social, han contribuido en gran medida a generar el descontento popular que se ha reflejado en las elecciones. Por eso, Edith Cresson considera que Bérégovoy es el principal culpable de su fracaso al frente del Gobierno.

Bérégovoy se encuentra en una situación contradictoria. Por un lado, la confianza que se ha ganado en los medios de negocios determiné la subida de la Bolsa tras su designación. Por otro, en sus primeras declaraciones antes de anunciar anoche la composición de su Gobierno dijo que habría renovación y que dará prioridad a la lucha contra el paro. En realidad, es probable que Mitterrand le haya escogido para que introduzca ciertas modificaciones en la línea rígida seguida hasta ahora en materia económica. Precisamente porque cuenta con el respaldo del mundo financiero, Bérégovoy puede ser la persona más indicada para soltar lastre en la austeridad financiera que ha marcado la etapa de Cresson: flexibilizar la política de gastos para atender las demandas sociales y estimular una política ecónomica susceptible de reducir el paro. Es una de las pocas palancas que le quedan al Partido Socialista, y a Mitterrand, para modificar en lo posible las preferencias de los electores, tan negativas para ellos en las últimas consultas.

03 Abril 1992

Con poco margen de maniobra

Carlos Nadal

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En principio ningún cambio espectacular. Edit Cresson era un cadáver político. Su caída estaba cantada por los desastrosos resultados electorales. El nombramiento de Beregovoy como primer ministro para sustiuirla de muestra que a Mitterrand le queda poco margen de mnaiobra. Vuelve a lo seguro. Pero dentro del círculo de los suyos. No tiene mano o no desea un reambio capaz de crear un clima de renovación. Más bien parece lo primero que lo segundo.

Una salida de verdadero efecto hubiera sido la de nombrar a Delors. Pero tenía un inconveniente insalvable. Delors, colocado en el palacio Matignon eclipsaría a Mitterrand. El actual presidente de la Comisión Europea no puede volver a París como peón del rey Mitterrand, sino como candidato a sustituirle en el Elíseo.

Como los ecologistas no quieren gastarse coaligándose con los perdedores e incluso los comunistas cuidan de guardar distancias, Mitterrand ha depositado su confianza en un vlaor constnate pero difícilmente renovador.

Beregovoy puede llevar con tino las riendas de la economía en una línea de buena gestión. Sbae que no puede hacer milagros. Lo ha dicho con suficiente claridad al afirmar que su objetivo es conseguir un suplemento de crecimiento con relación a nuestros asociados comunitarios. Veremos si este objetivo bastará en caso de alcanzarse, para ganar el favor de los votantes dentro de un año.

De momento el presidente juega con pocas cartas. El PS está disminuido y metido en un círculo vicioso de animadversiones internas. Y la brumosa ‘mayoría presidencial’ se diluye todavía más.

En estas condiciones no cabe esperar demasiado ni de sangre joven que según algunos comentaristas va a reavivar el Gobierno, ni de la explicación que el presidente debe a los franceses y que retrasa con significativo mutismo.