Estalla el caso Nummaria: La cúpula de la serie ‘Cuéntame’ encabezada por Imanol Arias y Ana Duato, investigada por defraudar a Hacienda

LA serie «Cuéntame» ha sido probablemente el primer espacio televisivo en el que un amplio relato cronológico ha terminado concluyendo en la actualidad… y en la vida real. La declaración ayer de Antonio y Merche ante la Audiencia Nacional por el fraude a Hacienda de tres millones de euros denunciado por la Fiscalía Anticorrupción supone un epílogo inmejorable. Ni el mejor guionista hubiese imaginado un final más impactante: cuando la historia llega a la actualidad concluye en la vida personal de sus protagonistas. El arabesco narrativo que da definitiva credibilidad al relato.

Las fotografías de Ana Duato e Imanol Arias entrando en los juzgados son en cierta forma las imágenes de nuestra propia sociedad. Durante años ambos han puesto rostro al espejo en el que se representaba a los españoles. Merche y Antonio teatralizaban un libreto conocido en todos los hogares españoles: la lenta evolución de una sociedad modesta y tradicional, con el padre pluriempleado y la madre dedicada al hogar, hacia una modernidad expresada básicamente en un desarrollo económico y progresivo desgaste de los valores familiares tradicionales. ‘Cuéntame’ ha ido desplegando una trama más o menos seductora, pero el secreto de su éxito consistía en ofrecer guiños permanentes a la memoria colectiva de los españoles, una sucesión de escenarios y situaciones reconocibles que hacían intuir a los televidentes que la serie no narraba la historia de los Alcántara, sino su propia historia.

Por tanto, el salto a la vida real con el presunto fraude fiscal perpetrado por los protagonistas de la serie es el colofón perfecto para una sociedad que ha asumido el fraude como un elemento cotidiano. Porque tendemos a contreñir la corrupción como un problema político, cuando en realidad es un problema social. En este país cada uno malversa lo que puede, ya sea escamoteando el IVA, omitiendo un alquiler en la declaración de la renta o pagando con dinero negro una transacción. Pero cuando nos enteramos de que los ricos tienen fortunas en paraísos fiscales nos indignamos – si son de derechas doblemente – hablamos de podredumbre del sistema y nos entran ganas de votar a Podemos. La naturaleza del defraudador es la misma, ya sea para pedir una factura sin IVA o para utilizar sociedades en Costa Rica para ocultar ingresos como parece que podrían haber hecho Ana Duato e Imanol Arias. La sociedad española no está legitimada para indignarse con fraudes como éste; más bien confunde con un ardor honesto lo que probablemente  no es más que un calentón de envidia.