22 junio 1985

A pesar de su derrota en las elecciones autonómicas en las que fue candidato de Coalición Popular

Congreso de Alianza Popular en Catalunya: Eduard Bueno es reelegido presidente derrotando a Francisco Duque

Hechos

  • Eduardo Bueno – 562 votos
  • Francisco Duque – 109 votos

Lecturas

El 21 de junio de 1985 el congreso de Alianza Popular en Catalunya vota el nuevo presidente del partido en esa comunidad dándose el siguiente resultado.

  • D. Eduard Bueno Ferrer – 562 votos.
  • D. Francisco Duque – 109 votos.

Por lo que D. Eduardo Bueno, que ya fue candidato de Coalición Popular a la presidencia de la Generalitat en las elecciones autonómicas catalanas de 1984, pasa a ser presidente del partido en Catalunya.

En la práctica, el ‘hombre fuerte’ de AP en Catalunya es el antiguo gobernador civil de Barcelona, D. Jorge Fernández Díaz, que ya en 1987 había asumido la presidencia de AP en esa comunidad.

Memorias de un Maldito

Jorge Verstrynge

1999

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Al final se consiguió vía Abel Matutes un candidato: Eduardo Buano, vinculando al Sr. De la Rosa, Ercross, el Barça – o sea, como hoy el ministro Piqué; la historia se repite – y a la propia familia Matutes. De la Rosa no era una buena referencia, ya entonces, la familia De la Rosa olía a pólvora, y yo me negué a cualquier entrevista con el tal Javier, que me parecía un mafioso abyecto… aunque, por lo visto, a otros no, pero sí que ocnfiaba en Matutes y, en todo caso, Bueno era un sel made man joven, brillante y aun no demasiado pringado: era un hombre establecido, como dicen en Cataluña, pero por sí mismo, y no tengo más que buenos recuerdos de él. Nos repartimos los papeles: yo el mordisco, él el bálsamo. Y Fraga… pues lo que Fraga quisiera, como era habitual.

La campaña fue dura, pero el aparato del partido en Catlauña se volcó al igual que Bueno y su gran colaborador-recaudador Joan Gaspart, hombre fuerte del Barça y de una cadena de hoteles. AP subió de 0 a escaños a 11.

En Madrid el incansable Gallardón padre, flanqueado por el ultrarreaccionario Juan de Arespacochaga – ex alcalde de Madrid y principal causante del descalabro inmobiliario en el que el franquismo tardío sumió nuestra ciudad – por M. Jiménez Quilez y por Antonio Navarro, todos un pinchito de ultraderechistas que volverían a actuar en el verano de 1986, había pactado con Herrero mi sustitución, alegando que la campaña catalana había terminado para AP en derrota, enemistando el partido con Pujol (cuando en realidad este último es demasiado listo, creo, como para no distinguir  el lenguaje de campaña del lenguaje político normal). Me constaba que Fraga no estaba descontento con los resultados, por lo que, nada más llegar a Madrid, cuando Gallardón le pidió mi dimisión y mi sustitución por Miguel Herrero, no sólo se negó a ello sino que me dio cuenta inmediatamente de la maniobra.


Fraga en un intento desesperado por recentrarse estuvo a punto de empeorar aún más la situación: lejos de lanzar lastre por la derecha, largando a toda una esquela de franquistas y neofranquistas (el famoso alcalde de La Carolina), se le ocurrió, inspirado por los Gallardones, resucitar la extrema derecha, propulsando como ya he dicho antes a Gallardón hijo vía sus vinculaciones familiares con el exministro franquista Utrera al frente de una de esas asociaciones de excombatientes del general Franco. Según me explicó Fraga, la operación sería redonda: Utrera controlaba ese tinglado y, al transformarlo en partido político con la ayuda de Alberto Ruiz Gallardón, se crearía un espacio político de extrema derecha que, además de quedar satelizado, permitiría recentrar geométricamente a AP. Para mí, el único atractivo del a idea era que así los Gallardones se quitaban la careta, pero esa era la única ventaja, porque para AP no se producirían más que problemas. Porque colocar a Alberto al frente de esa operación demostraría que AP era un vivero de la extrema derecha.