5 junio 2014

Ocho empleados abandonan la revista ante la indicación del propietario de la misma de no publicar burlas al Rey en portada

Crisis en EL JUEVES: el exdirector Albert Monteys, el dibujante Fontdevila y varios colaboradores dimiten tras la decisión de RBA de no publicar una portada contra el Rey la semana de la abdicación

Hechos

  • El 5.06.2014 D. Albert Monteys, colaborador y ex director de EL JUEVES y D. Manel Fontdevila viñetista de EL JUEVES, anunciaron por twitter que abandonaban la publicación.

Lecturas

La revista satírica El Jueves había fijado como portada para la semana de la abdicación del Rey Juan Carlos una viñeta en la que se representaba una imagen del Rey Juan Carlos pasando a su hijo el Rey Felipe una corona llena de barro y heces. La empersa propietaria de El Jueves, el Gurpo RBA de D. Ricardo Rodrigo Amar, decide que la portada de ese 6 de junio de 2014 no sea esa caricatura del Rey Juan Carlos y el Rey Felipe sino otra caricatura de D. Pablo Iglesias Turrión, decisión que acata la directora Dña. Mayte Quileez Burillo.

Esta decisión genera la dimisión en señal de protesta de varios de los artistas que colaboraban en la revista: D. Manel Fontdevila Subirana, D. Albert Monteys Homar, D. Guillermo Torres Meana, Francisco Alcázar Pola, ‘Paco Alcázar’, D. Manuel Bartual Paredes, D. Isaac Rosa Camacho, D. José Rubio Malagón y D. Bernardo Vergara Jiménez.

Las dimisiones serán aireadas desde el programa ‘Las Mañanas de Cuatro’ del antimonárquico D. Jesús Cintora Pérez, a través del operador Mediaset España.

Ricardo_Rodrigo D. Ricardo Rodrigo, presidente del grupo editorial RBA, propietario de la revista EL JUEVES.

Después de que EL JUEVES quisiera improvisar a toda velocidad una portada en la que saliera la abdicación del Rey en lugar de D. Pablo Iglesias como estaba previsto, pero la empresa editora RBA ordenó que en vez de la nueva portada, saliera la que estaba prevista con el Sr. Iglesias, lo que llevó a D. Albert Monteys a anunciar que abandonaba EL JUEVES desde twitter. Acto seguido anunciaron que abandonaban igualmente EL JUEVES sus colaboradores Monteys se han ido D. Manuel Bartual, D. Pablo Alcázar, D. Bernardo Vergara, D. Isaac Rosa, D. Manuel Fontdevila y D. Guillermo Torres. De todos ellos los únicos que tenían algo de popularidad eran D. Isaac Rosa (ex columnista del desaparecido diario PÚBLICO) yD. Manel Fontdevila por sus viñetas en portada.

El Rey abdica… y la monarquía casi acaba con el jueves

José Luis Martín Zabala

Leer

El lunes 2 de junio de 2014, a las 10.30 am, saltó la gran noticia: el rey Juan Carlos I traspasa el negocio. Y nos pillaba con los meados en el vientre: como todos los lunes, la revista estaba cerrada y a punto de ser impresa esa noche, y nosotros ya estábamos trabajando en el número siguiente. Pero no podíamos aparecer el miércoles con un tema en portada que no fuera ese, así que Mayte tocó a zafarrancho de combate, hicimos un consejillo de urgencia ese mismo lunes por la mañana para, al menos, cambiar la portada y las páginas centrales y alguna paginilla más. Ya habría tiempo de tocar el tema en profundidad.

Y, además, ¡que oportuno este tema ahora que estábamos con las ventas en mínimos históricos! O eso creíamos.

Por la noche había cerrado el número con la nueva portada de Manel Fontdevila – la que teníamos hasta ese momento era una de Jordi March, con una caricatura de Pablo Iglesias – y, como todo los lunes, se colgó en nuestra web. Todos contentos de abre sabido reaccionar bien y pronto.

El martes por la mañana Mayte me llama con un mensaje increíble:

  • Han cambiado la portada.
  • ¿Cómo que han cambiado la portada? – Sorpresa, era una noticia difícil de asimilar – ¿Quién?
  • La casa. Rodrigo.
  • Eso no puede ser. ¡Cómo van a cambiar la portada!
  • Ya estaba impreso el número, han tirado los 60.000 ejemplares a la papelera y lo han vuelto a imprimir con la otra portada.
  • ¿La otra portada?
  • La que teníamos hasta ayer, la de Pablo Iglesias.

Estábamos en shock. Era difícil de asimilar que hubiera ocurrido semejante cosa. Un cataclismo. Pero ese solo era el comienzo, a partir de ahí todo empeoró. La portada cambiada estaba en la web y en cuanto se corrió la noticia de la censura, todos los medios llamaron a Mayte para preguntar qué había pasado. Y entonces RBA le pidió – exigió – que respondiera aludiendo a problemas técnicos, o sea, que mintiera.

¡Problemas técnicos, hay que ser gilipollas!

Nos reunimos de nuevo en redacción, absolutamente consternados con la situación. Yo era de los que aún decía que aquello no podía estar pasando y que tenía que haber una explicación. Escribí un mail a Rodrigo solicitando una reunión urgente. No me contestó. Mientras, las redes hacían su magia: nos enteramos por Twitter que Manel Fontdevila se largaba de la revista, en protesta por la censura de su portada. Otros le siguieron al instante Incluso hubo quien comunicó urbi et orbi que se largaba de EL JUEVES en solidaridad con Manel cuando lo cierto es que ya no publicaba desde hacía semanas.

Mayte intentaba hablar con unos y con otros para intentar consensuar alguna estrategia común de protesta ero todo se precipitó. Las redes bullían con la noticia de la autocensura y con insultos al editor. Más dimisiones. El miércoles acudimos a nuestro consejillo editorial y ya no teníamos duda de lo que había pasado, por incomprensible que fuera. Un Albert Monteys muy afectado nos comunicó que él también se marchaba, después de consultar por teléfono con su mujer. Rodrigo seguía sin dar señales de vida. Peor: sus directoras nos conminaban a no tocar al rey esa semana. ¡EL JUEVES no podía tocar el tema de la abdicación del rey! ¡Y precisamente esa semana! Fue todo tan frustrante.

Y seguían las dimisiones. Y Mayte y toda la redacción en estado de shock.

Por la tarde fui a recoger a mi nieta de tres años de la guardería de RBA (en RBA había una guardería para hijos de empleados y mi yerno trabaja en esa empresa desde mucho antes que yo lo conociera) y cuando bajo al aparcamiento me cruzo con Ricardo Rodrigo. ¡Que escena más surrealista! Yo diciéndole a Ricardo que teníamos que hablar, que lo que estaba pasando era una catástrofe y posiblemente el fin de la revista y él, muy cabreado diciéndome que no tenía nada que hablar con los hijos de puta que le estaban insultando en todos los medios. Yo insistiendo: dejo a mi nieta en casa y vuelvo en 20 minutos y hablamos y Ricardo diciendo que nanay. Y mi nieta, asustada, agarrada a mi muslo, mirando con prevención a Ricardo, captando el mal rollo reinante.

No hubo nada que hacer, no aceptaría hablar del tema conmigo hasta dos meses después, el 31 de julio. Y entonces, obviamente, ya no había nada que arreglar.

Pero, ¿qué había pasado? ¿Qué llevó a Ricardo Rodrigo, alguien que no había hecho ni la más mínima intromisión en nuestro trabajo durante ocho años, a cambiar nada menos que la portada de la revista sin ni siquiera advertirnos? No lo sé con certeza. Desde luego, a raíz de la abdicación del rey debieron correr instrucciones por las altas esferas de los medios de comunicación llamando a la prudencia, era un momento políticamente muy delicado para la institución, recordemos que los últimos tiempos no habían sido fáciles – “Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir” – y cada vez había más gente pidiendo un referéndum por la república. La monarquía estaba cada vez más cuestionada. ¿Fue esa la razón? ¿Había recibido Rodrigo instrucciones? Creo que no, me cuesta imaginarlo obedeciendo “instrucciones”, y posiblemente lo que ocurrió fue algo más prosaico: había una audiencia próxima en Zarzuela, o un encuentro en algún acto institución, o alguna relación pendiente con la Casa Real, que se yo, y aquella portada era de lo más inoportuna. Alguien que sabía de la próxima cita se la hizo llegar a Rodrigo – también me cuesta creer que las viera todas las semanas antes de su publicación, alguna vez hubiera dicho algo – y Rodrigo preguntó si no se podría cambiar. Y sí, justamente esa semana se podía porque había otra portada dibujada, la de Pablo Iglesias. El problema se solucionaba si se volvía a la portada original. Y Rodrigo, que es el puto amo y no tiene que rendir cuentas a nadie, ni nadie que le haga ver o se atreva a decirle que aquello no se podía hacer porque era una cagada monumental, va y ordena cambiar la portada inoportuna, sin comunicarlo a la redacción, olvidando el acuerdo fundacional de su entrada en EL JUEVES.

Al día siguiente, martes, a media mañana empieza a oír a dibujantes de EL JUEVES llamándole públicamente de todo menso bonito, anunciando que se marchaban de la revista en protesta por la censura. Quizá en ese momento se percató del error, yo no lo sé, pero ya dio igual porque entonces pilla un cabreo monumental, se parapeta en su orgullo y decide que a él nadie le va a decir lo que tiene que hacer y él, en cambio íbamos a decirnos – a través de sus directoras, él no tuvo coraje – lo que tenía que hacer la revista de ahora en adelante.

El consejillo del miércoles 4 de junio de 2014 fue el más triste de su historia. ¡Por primera vez no somos libres para decidir temas y temitas! Hay órdenes del editor de que no se puede tocar al rey esa semana. Y Albert también nos ha dejado. Estamos tocados y hundidos. Desánimo y nervios también entre la gente de la redacción, ¿Qué van a hacer si cierra la revista?

Ese día hay chats interminables entre dibujantes deshojando la margarita, me voy, no me voy. Mayte colgada del teléfono todo el día intentando convencer a lo que dudaban para que esperaban a hablarlo entre todos… Imposible decidir algo de común acuerdo, muchos ya se habían ido, las redes sociales han precipitado los acontecimientos.

El jueves por la tarde la suerte está echada, más de la mitad de los colaboradores ya se han ido, la revista no puede seguir.

A las ocho de la tarde Mayte y yo nos rendimos, es el fin, nos abrazamos y nos despedimos llorosos, diciéndonos que después de treinta y siete años al pie del cañón ¡vaya manera más gilipollas de morir!

RIP EL JUEVES 1977-2014.

Al día siguiente, viernes yo estoy en una reunión del Patronato de la Fundación, en Sitges. Mayte me llama a la hora de comer. Ha estado toda la mañana reunida con la directora de revistas.

  • Oye, que me dicen que la revista sigue – me dice con voz cansada.
  • ¿Cómo que sigue? ¿Con quién? – Yo no doy crédito a lo que oigo.
  • Me dicen que la semana que viene quite 8 páginas y que siga.
  • ¿Con la mitad de los colaboradores? ¿Cómo vas a llenar las 72 páginas?

Era imposible. Mejor dicho, imposible para alguien que no fuera Mayte. Si siempre admiré su capacidad de trabajo y su tesón, esta vez superaría todas las expectativas.

Afortunadamente, algunos colaboradores dimisionarios no quisieron dejarla en la estacada aquella fatídica semana y entregaron una última colaboración. Yo también quise apoyar en todo a Mayte. Aunque mi historia sentimental con EL JUEVES había sufrido una brusca ruptura, ella no debía sufrir las consecuencias. Durante el fin de semana no conjuramos con los que quedaban para seguir. Si me quedaba algo de autoridad moral (poca o mucha) por haber sido editor tantos años, la utilicé en forma de historieta para arengar a la tropa, que estaba desgarrada entre la tentación de marchar y la necesidad de quedarse. La ruidosa opinión de las redes y algunos medios progres habían dictado sentencia: los que se marchaban eran héroes, los que se quedaban, villanos.

Yo defendí que los que se quedaban hacían lo correcto. ¿Dónde se había visto que cuando uno tenía un conflicto con el patrón de la fábrica la solución fuera abandonarla a la carrera? Eso era un disparate. Y eso lo sabían perfectamente muchos de los que se fueron, que en otros medios donde colaboraban o habían colaborado habían sufrido todo tipo de censuras y no por ello se habían largado. ¿Eso valía para otros medios y no para EL JUEVES? No, había que quedarse y luchar. Lo más urgente, conseguir poner al rey en portada para demostrar a los lectores que, pese a todo, estábamos vivos.

Lo conseguimos en tres semanas.

Pero lo que había sucedido era tan grave, afectaba tanto a lo que habían sido los valores tradicionales de la revista – honestidad con el lector, absoluta libertad creativa y atrevimiento -, que, pensé, la única manera de resurgir de las cenizas era cambiándola de arriba abajo.

Propuse a la gente de RBA una nueva revista, tabloide, con menos páginas y con un contenido reforzado de denuncia de chanchullos y corrupciones, pensando que en ese campo quizá nosotros podríamos ir más lejos que la prensa tradicional, tan esclava de sus compromisos económicos y políticos. Pero nunca recibí respuesta y cuando por fin me recibió Ricardo Rodrigo, el último día de julio, con las maletas en su despacho dispuesto a irse de vacaciones y le presenté un informe reiterando esta propuesta, él se limitó a transmitirme un mensaje claro: no iba a tener en cuenta mis opiniones porque ya no sabía hacer funcionar el artefacto, como le expliqué en nuestro primer encuentro ocho años antes.

  • Me explicas por qué la revista está bajando pero ya no sabés cómo hacerla subir.

Salí el despacho con el convencimiento de que si EL JUEVES hubiera estado vendiendo 70.000 ejemplares, como años atrás, nada de todo aquello hubiera pasado. Pero ahora EL JUEVES ya no era negocio y por lo tanto nuestras opiniones ya no serían tenidas en cuenta.

Mayte sacó adelante la revista. Y con una agradable sorpresa: resultó que algunos de los dibujantes más jóvenes, los que yo había bautizado como ‘tercera generación’, demostraron ser muy buenos. Los que se fueron les dejaron hueco… y ellos aprovecharon la oportunidad. Cuando celebramos el número 2.000, un año y medio después del trauma de la portada censurada, yo me alegré mucho por ellos y les felicité muy sinceramente. El JL cenizo de los que había pensado que con lar marcha de Albert, Manel, Guillermo, Vergara y tantos otros las ventas se resentirían y serían el final de la revista. Pero no, las nuevas estrellas de la revista consiguieron aguantar las ventas a base de talento y de mucho mucho trabajo – siguiendo la tradición – a pesar de que el papel vivía tiempos agónicos.

El Análisis

¿ES MÁS IMPORTANTE EL JUEVES QUE ANA ROMERO?

JF Lamata

Que curioso… varios programas de televisión dedicaron su espacio a analizar la crisis de una revista de tirada residual como EL JUEVES (que no dejaba de ser la marcha de un ex director), en especial el programa ‘Las Mañanas de CUATRO’ de D. Jesús Cintora de Mediaset, alineado con las tésis de D. Pablo Iglesias, que era tertuliano del espacio y detractor declarado de la Monarquía. Pero, extrañamente, ni ‘Las Mañanas de CUATRO’ ni ninguno de los otros programas de temática similar dedicaron ni un minuto a hablar de la ruptura de la periodista EL MUNDO Dña. Ana Romero con su periódico por no quererle publicar un artículo referido, precisamente, al Rey saliente. A ese tema ni un minuto. ¿Acaso era más fácil para el Sr. Cintora tratar divergencias de EL JUEVES que tratar divergencias de EL MUNDO? La respuesta es obvia.

J. F. Lamata