6 agosto 2007

Puras firmó un acuerdo con Nafarroa Bai que le hubiera permitido alcanzar la presidencia de Navarra desplazando a UPN, acuerdo que ha sido anulado por orden de Zapatero y Blanco

Crisis en el PSOE navarro: cae Fernando Puras al abortar Zapatero su pacto con Nafarroa Bai y obligarles a pactar con UPN

Hechos

  • El 5.08.2007 D. Fernando Puras renunció a sus cargos del PSN-PSOE y a su acta de diputado en el Parlamento de Navarra y anunció su retirada política.

Lecturas

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Después de que D. Fernando Puras anunciara un Gobierno de coalición entre PSN y lo ex batasunos de Nafarroa Bai, en agosto de 2007 la dirección nacional del PSOE (D. José Luis Rodríguez Zapatero y D. José Blanco) anunció que anulaba el acuerdo y obligaba al PSN a abstenerse, es decir, a permitir que gobernara D. Miguel Sanz, de UPN (referente del PP en Navarra).



07 Agosto 2007

Navarra en la tormenta

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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La dimisión del candidato socialista a la presidencia del Gobierno de Navarra, Fernando Puras, era obligada después de que el comité federal de su partido desautorizase la propuesta de negociar con Nafarroa Bai la formación del futuro Ejecutivo regional, según lo decidido en Pamplona. Puras ha realizado el gesto que se espera de cualquier responsable político que se vea obligado a acatar unas instrucciones de las que disiente. Pero su dimisión no garantiza el cierre de la crisis del socialismo navarro sino que, antes por el contrario, podría marcar su inicio, por más que su secretario general, Carlos Chivite, haya confirmado la intención de seguir en el puesto hasta el próximo año.

Los socialistas se disponen a pagar un alto precio por una crisis que, como la de Navarra, no deriva de ninguna quiebra institucional sino de una mala gestión política de los resultados electorales del 27 de mayo. El PSN fue la tercera fuerza más votada, por detrás de UPN y Nafarroa Bai, y su primer error consistió en creer que convenía a sus intereses y a los de las instituciones forales negociar por separado los principales puestos en disputa: la alcaldía de Pamplona, la Mesa del Parlamento regional y el Gobierno autónomo. A este primer error sumaría un segundo, determinante en el actual episodio: adoptar un papel protagonista que no se correspondía ni con el respaldo electoral del que dispone ni con el contexto político que contribuyeron a crear la estrategia antiterrorista del Gobierno de Zapatero, por un lado, y la desmesura de la oposición del Partido Popular, por otro. El color del Ejecutivo de Navarra se convirtió en una prueba falaz acerca de la continuidad o la ruptura del «proceso de paz», y en estas condiciones los pactos poselectorales se han revelado imposibles por el temor a su influencia en las generales de marzo.

La renuncia de Puras y el malestar de los socialistas navarros hacen impredecible el futuro de un eventual Gobierno en minoría de UPN, opción por la que se inclina abiertamente la dirección en Ferraz. No sin segundas intenciones: en principio, la convocatoria de nuevas elecciones reforzaría la mayoría de la marca de los populares en Navarra y recortaría el apoyo al PSN. Pero ahora la decisión queda por entero en manos del candidato de UPN, Miguel Sanz, quien ha intentado eludirla hasta el último momento mediante una argucia que no era de recibo, exigiendo garantía escrita a los socialistas de que no habría moción de censura a lo largo de la legislatura. Era, y es, una responsabilidad de Sanz realizar el cálculo político de si debe intentar formar Gobierno o, por el contrario, abrir el paso a una nueva consulta electoral. La crisis de los socialistas no puede ser la excusa para disimular el hecho de que si opta por lo primero, hará prevalecer el normal funcionamiento de las instituciones, puesto que los navarros ya se han pronunciado. Pero si opta por lo segundo, eludiendo el riesgo de fracasar, serán los intereses de partido los que se habrán impuesto.

05 Agosto 2007

La coartada navarra

Isabel Durán

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La escenificación de la última decisión, por el momento, de la Comisión Ejecutiva del PSOE es una pantomima más a la que ya nos tiene acostumbrado el patético partido carente de principio alguno que dirige José Luis Rodríguez Zapatero. Perdón, sí que tiene un principio, único y ostentosamente visible, el de mantenerse a toda costa en el poder y por eso, reunidos con toda la urgencia un momento antes de que venza el ultimátum el próximo 18 de agosto, han escrito una página más de su bochornosa trayectoria.

En boca del inefable Pepiño se le explica a los atónitos espectadores del culebrón de la yenka navarra que el sanedrín socialista ha decidido definitivamente perdonarle la vida a UPN para que gobierne en la comunidad foral y que además no admite una sola discrepancia por parte de la sucursal títere en las tierras del rey Sancho el Fuerte. Todo ello sin que Felones, Puras o Chivite, los guiñoles de ZP, piensen siquiera en la dimisión. Y mientras el telón de la farsa se levantaba en Ferraz, el guionista y director de la patética coreografía, el fotopresidente y secretario general de los socialistas, acudía a una ineludible cita en la «playa» de Madrid bajo los flashes junto a cuatro jubilados nadando con gorritos en la piscina del supervotado alcalde Tomás Gómez, recientemente elegido nuevo secretario de los socialistas madrileños.

Una elocuente y gráfica jugada. Zapatero se quita de en medio, para variar, y descarga la responsabilidad de una decisión suya en la Ejecutiva Federal del partido. Así podrá decir a sus radicales socios nacionalistas independentistas y a la ETA que se trata de una decisión orgánica del partido pero que él cambiará el rumbo en cuanto gane las generales. Al mismo tiempo se le llenará la boca a su electorado con que él lidera un partido responsable que permite que gobierne la lista más votada y que todas las acusaciones de vender Navarra eran falsas, fruto tan sólo de las tragedias auguradas por el PP. Todo ello sin que Puras, Chivite y Felones dimitan.

Seguramente Zapatero hace bien al dirigirse exclusivamente a su parroquia, ya sea en la «playa» de Madrid, en la calcinada Canarias o en la colapsada Cataluña. El fotopresidente a lo suyo. Sabe que España es terreno abonado para el sectarismo, el revanchismo; si no que se lo pregunten a Rosa Regás. La ansiosa directora de la Biblioteca Nacional que desearía fusilar a unos cuantos cada mañana y que celebra ahora que «cada vez se vendan menos periódicos» porque no cuentan bien los «grandes» avances impulsados por ZP. Con unas cuantas como Regás la coartada navarra no sólo le saldrá bien a Zapatero, sino que hasta le sobra.

10 Agosto 2007

Más allá de la encuesta del desayuno

Josu Jon Imaz

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Discurría el año 1994. Participábamos con el canciller alemán Helmut Kohl en un buró político del Partido Popular Europeo. Una dirigente del PP planteaba a Kohl la necesidad de moderar el europeísmo del PPE, dada la creciente desafección de la ciudadanía hacia Europa. El canciller espetó a la interpelante: «Mire señora, hay dos tipos de políticos. Los que se levantan por la mañana, leen la encuesta y toman en función de ella sus decisiones, y aquellos que tienen una estrategia y están dispuestos a llevarla adelante, aunque en ocasiones les suponga oponerse a las ideas mayoritarias en la opinión pública a la que intentarán convencer de lo contrario. ¿O cree usted que yo pregunté a los alemanes en 1982 si querían que instalase los misiles Cruise y Pershing?». Aquella decisión, respuesta a los SS-20 soviéticos, fue el último pulso decisivo de la guerra fría y aceleró la debacle de la dictadura soviética. Kohl conocía las encuestas aquel otoño de 1982. Sin embargo, no actuó en función de ellas. Había un objetivo de rango superior, y el tiempo le dio la razón. Actuó con visión de Estado.

Hemos vivido un fallido proceso de paz. Todavía es pronto para escribir la historia con objetividad. El escaso tiempo transcurrido no nos da la suficiente perspectiva. Sin embargo, estoy convencido de que dentro de un tiempo se aceptará que uno de los factores que contribuyó a su fracaso fue la falta de política de Estado en algunos de los actores implicados. Alguien jugó con las encuestas de la mañana, y trató de debilitar la posición del Gobierno a partir de acusaciones de rendición ante ETA. Y ETA, que había entrado en un proceso negociador para su disolución, subió su listón cambiando el marco de negociación, consciente de que la ruptura del alto el fuego dejaría al Gobierno a los pies de los caballos. El rédito a corto plazo estuvo por encima del interés general.

Se ha impedido al PSN la conformación de gobierno con Nafarroa Bai e IUN. Posiblemente esta decisión tenga rédito en el corto plazo en alguna cuenta electoral. Pero alguien debería haber pensado que la Transición quedó inacabada en Navarra. En el debate entre reforma y ruptura, la Comunidad Autónoma de Euskadi tuvo un consenso básico transversal que estabilizó la sociedad en el marco del Estatuto de Gernika. Nacionalistas vascos y partidos de ámbito estatal encontramos un marco -no exento de tensiones y déficits- en el que casi todos nos reconocíamos. El nacionalismo democrático implantó su hegemonía en el campo del nacionalismo, minorizando y debilitando al radicalismo.

En Navarra las cosas fueron diferentes. El nacionalismo vasco, que ha oscilado entre un 20% y un 30% del voto en las elecciones al Parlamento navarro, quedó fuera del consenso básico de la Comunidad Foral. No aprobó el Amejoramiento, y quedó desplazado en las diferentes combinaciones de mayorías democráticas para los sucesivos gobiernos. El radicalismo se hizo hegemónico en el campo del nacionalismo vasco. HB o EH patrimonializaron el voto de la mayoría de navarros que se querían expresar políticamente como vascos. La entrada de Nafarroa Bai en las instituciones navarras suponía que por primera vez la componente democrática e institucional del nacionalismo vasco se convertía en mayoritaria y además se implicaba en la gobernabilidad de Navarra. El vasquismo político salía de la marginalidad, dejaba de estar liderado por el radicalismo y estabilizaba la comunidad política compartiendo responsabilidad de gobierno.

Frente a este análisis, se ha tratado de presentar como violentos a los que tienen unas convicciones democráticas intachables. Se ha dado con la puerta en las narices a aquellos que, con gran valentía, habían cortado amarras con el mundo radical, lanzando una señal equívoca a los que todavía dudan sobre dar ese paso o no. Todo por la encuesta de la mañana. ¿Por qué puso ETA a Navarra en el punto de mira en octubre de 2006 durante las conversaciones de Loiola? Porque temía perder la hegemonía en el nacionalismo vasco en Navarra. ¿Por qué intentaba atentar en Navarra en los últimos meses? Porque quería hacer imposible el Gobierno PSN-NaBai. ¿Por qué adelantaron el comunicado de ruptura a la primera semana de junio? Para dificultar ese acuerdo. Ha faltado visión de Estado para acabar con un foco de inestabilidad permanente e integrar a un 30% de la población que, liderada ahora por fuerzas democráticas, se siente cada vez más empujada fuera del sistema político.

Pronto habrá que abordar un acuerdo político para el encaje de la Comunidad Autónoma de Euskadi en el Estado. Un acuerdo necesario entre diferentes, en el que las apelaciones a la sociedad no pueden ser cómodas disculpas para escapar del reto de estar a la altura de nuestras responsabilidades. El acuerdo corresponde a una clase política que debe jugar con altura de miras. La generación anterior fue capaz de hacerlo. Llegada la hora de revisar nuestro modelo de autogobierno, potenciando sus posibilidades y adaptándolo a las necesidades actuales, nos toca actuar con la misma responsabilidad. Nuestros predecesores fueron capaces de ello porque su visión de futuro y su voluntad estratégica no estaba fatalmente condicionada por una sumisión a las clientelas electorales y porque comprendieron que profundizar en el pluralismo es el mejor medio para construir espacios de convivencia. Sin someterse a la encuesta de la mañana.

Hay quien sostiene que nuestras sociedades no entenderían determinados acuerdos. Yo estoy convencido de que lo que no entienden es que hayamos sido incapaces de ponernos lealmente de acuerdo, sin que ello suponga consensos absolutos o renuncias a otras legítimas aspiraciones. No deberíamos ir ni más lejos ni más cerca de donde la sociedad nos lleve. Pero esa sociedad cuya voluntad hemos de escuchar e interpretar en todo momento no se reduce a la inmediatez de los sondeos o a la agitación superficial y mediática de la opinión pública, sino que se contiene en el despliegue de lo mejor de sus posibilidades, en sus sinceras aspiraciones y en su deseo profundo de convivencia y encuentro. Eso exige riesgos. Ése era el mensaje de Kohl, más allá de la encuesta del desayuno.

11 Agosto 2007

Navarros sin sorpresas

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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Si no hay sorpresas, el candidato de UPN, Miguel Sanz, será elegido hoy, en segunda votación, presidente del Gobierno de Navarra; y aunque las haya, pues incluso si hubiera algún electo socialista que rompiera la consigna de abstención del PSN (ayer hubo un voto nulo incontrolado, no se sabe de qué partido), bastaría con que se abstuvieran tres de sus doce parlamentarios para que prosperase la investidura. Ello viene a recordar que el primer motivo por el que va a seguir gobernando UPN, aunque no tenga mayoría absoluta, es que cuenta con casi el doble número de escaños que el partido que encabezó la fallida alternativa. Con una menor distancia, las cosas habrían podido rodar de otra manera.

La legislatura se inicia bajo una doble espada de Damocles: la oposición podría derribar a Sanz mediante una moción de censura; pero Sanz podría adelantarse a disolver y convocar elecciones anticipadas, lo que según en qué circunstancias podría darle la mayoría absoluta. El equilibrio entre ambas amenazas tal vez facilite una cooperación fructífera entre Gobierno y oposición, o al menos entre UPN y el PSN. De entrada, Sanz asumió en su discurso de investidura elementos del programa del PSN, y el portavoz de este partido ofreció colaboración no incondicional. Sin embargo, ese equilibrio podría romperse por su lado más débil: la latente división interna en el PSN, motivada por la desautorización de Ferraz al intento de PSN de volver a intentar un pacto con los nacionalistas de NaBai.

Nadie discute ya que la negociación ha sido mal llevada por los socialistas. Sin embargo, algunos de los argumentos esgrimidos contra ellos son muy discutibles. No puede hablarse de imposición centralista del PSOE: es lógico que la política de alianzas de un partido serio sea competencia de sus órganos centrales, si no quiere ver comprometida su estrategia general. Lo que seguramente ha habido es agravio comparativo: en Baleares se aceptó una coalición más heterogénea y con presencia nacionalista. Y también en Cataluña se pactó con independentistas, aunque en este caso hay el argumento de la autonomía orgánica del PSC. El agravio lo ha empeorado la falta de claridad de la dirección, que dijo que la decisión correspondía a los socialistas navarros y luego se echó atrás.

Una crítica con más peso es que el PSOE ha dado un portazo a un sector del nacionalismo que había roto con la violencia, lo que se considera incoherente con la idea de que todo es defendible si se hace pacíficamente. Sin embargo, que sea legítimo defender las ideas del nacionalismo vasco sobre Navarra no obliga a compartirlas. Y menos a formar una coalición con quienes las defienden. Incluso si puede alcanzarse un acuerdo programático que evite las cuestiones más delicadas, resultaba comprometido gobernar con un partido que por ejemplo considera normal pactar con ANV, la formación colonizada por Batasuna.

17 Agosto 2007

Navarra, sí que sí

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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En vísperas de su toma de posesión como presidente de Navarra, celebrada ayer, Miguel Sanz sorprendió a la afición (y a Rajoy) con unas declaraciones en las que se mostraba partidario de que su formación, la Unión del Pueblo Navarro (UPN), cuente en su momento con grupo parlamentario propio en el Congreso. Este desmarque respecto al PP, con el que UPN tiene un pacto de asociación desde 1991, constituye un reflejo elocuente de la creciente autonomización de los intereses del personal político de las comunidades autónomas, que gestionan ya cerca del 40% del gasto público.

Al anunciar su dimisión, tras el veto de Ferraz al pacto con Nafarroa Bai (NaBai), el candidato del PSN, Fernando Puras, advirtió del riesgo de que surgiera un partido socialista navarro sin dependencia orgánica respecto al PSOE; o sea, algo parecido al PSC, que sí pudo decidir su política de alianzas sin contar con (e incluso contra la opinión de) la ejecutiva socialista. Parece que Sanz quiere adelantarse; que considera que su asociación con el PP le perjudica más que le favorece en la medida que desdibuja su condición de partido navarro y navarrista, que es lo que justificó su creación en 1979. El modelo no es tan diferente del que tuvo en la cabeza Aznar cuando especuló con la posibilidad de que CiU jugara en Cataluña un papel similar al de la CSU de Baviera en relación a la CDU alemana.

Aunque exista el precedente del préstamo de escaños a Coalición Canaria, la propuesta de Sanz sería inviable hoy: UPN sólo cuenta con dos diputados, y el mínimo para formar grupo es de cinco. Sin embargo, sus declaraciones parecen tener menos de propuesta concreta que de mensaje político. En primer lugar hacia los socialistas, a los que ayer volvió a invitar a sumarse al pacto de gobierno que encabeza. Los socialistas dijeron tras el 27-M que el acuerdo era imposible mientras la derecha no retirase sus acusaciones de entrega de Navarra a ETA. Se trataría ahora de desvincularse de esa teoría, marcando distancias con el PP.

Pero la propuesta de Sanz contiene también un mensaje hacia su propio electorado. Sostiene que en Navarra la frontera no pasa tanto entre derecha e izquierda como entre defensa de una autonomía diferenciada o integración en Euskadi. Piensa que el foralismo, pese a ser muy mayoritario, queda difuminado en el Congreso entre los dos grandes partidos, dando un protagonismo desproporcionado a los nacionalistas de NaBai, que se presentan como si fueran la voz de la comunidad. Frente a lo que esas siglas significan (Navarra sí), Sanz viene a proponer unas que digan: Navarra sí que sí.