2 marzo 1977

Maniobra del PCE para demostrar que tiene apoyos internacionales sin tener que recurrir a las dictaduras de la Europa del Este

Cumbre Eurocomunista: respaldo de los líderes comunistas de Francia e Italia a la legalización del PCE de Santiago Carrillo

Hechos

  • El 2 de marzo de 1977 se celebró una cumbre pública entre los lideres del Partido Comunista Francés, Sr. Georges Marchais, del Partido Comunista Italiano, D. Enrico Belinguer y del ilegal Partido Comunista de España, D. Santiago Carrillo. La cumbre fue autorizada por el Gobierno Suárez.

Lecturas

El 2 de marzo de 1977 se reunieron públicamente en Madrid los secretarios general del Partido Comunista de Italia, Enrico Berlinguer, del Partido Comunista de Francia, Georges Marchais y del Partido Comunista de España, D. Santiago Carrillo. Este último aún sigue siendo ilegal de acuerdo a la legislación española.

03 Marzo 1977

La cuestion comunista en la España de 1977

Manuel Azcarate

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Miembro del Comité Ejecutivo del Partido Comunista EspañolLa llegada a Madrid de Georges Marchais y Enrico Berlinguer, para celebrar un encuentro con Santiago Carrillo, representa, sin duda, un hecho de cierta trascendencia, no sólo en el marco de la vida española, sino a escala europea e internacional. Lo demuestra el aflujo de periodistas, equipos de radio y televisión, etcétera, de numerosos países, incluido el Japón.

¿Por qué este interés? Dejando de lado una serie de factores que exigirían un análisis más pormenorizado, creo que existe en el trasfondo de ese interés una especie de sensación muy general de que los comunistas de Europa occidental están elaborando, aportando, unas respuestas nuevas, unas propuestas de solución originales a los problemas graves, gravísimos, desde la crisis económica hasta la degradación de la calidad de la vida y de la cultura, que angustian a todos los sectores de nuestras sociedades contemporáneas. He aquí que estos hombres, a los que era tan fácil catalogar como repetidores de las «consignas de Moscú», a los que, en todo caso, se les reconocía una capacidad extraordinaria de abnegación y sacrificio en la defensa de sus ideales, resulta que, además de eso, piensan. Y piensan de una manera que encaja particularmente bien con lo que es el talante del hombre de nuestro tiempo: buscando solución a los problemas urgentes, pero, a la vez, enlazando lo inmediato con lo futuro; sin perder la perspectiva de avanzar hacia una civilización superior sin explotación del hombre por el hombre, donde la plena libertad de todos sea garantía de la libertad de cada uno; entroncando los problemas económico-sociales con la defensa y desarrollo de las libertades políticas, con la búsqueda del nuevo lugar que la enseñanza, la ciencia, la cultura, tienen que ocupar en una sociedad democrática moderna…

Después de años y años, no sólo de una represión implacable, sino de falsificaciones y deformacione.s sistemáticas sobre lo que es el Partido Comunista, poniendo a contribución para ello todos los medios de comunicación, la sociedadf española está particularmente necesitada de información auténtica, de debates serenos y serios; precisamente para que la «cuestión comunista» pueda colocarse en su sitio.

Desgraciadamente, la actual conducta del Gobierno, lejos de tender a crear ese clima, discri mina al Partido Comunista con formas y recursos que atentan no sólo contra él, sino contra las ba ses mismas de una normalidad democrática. ¿Cómo puede al guien ignorar, a cien días vista de las elecciones, esta perogrullada de que el único criterio válido so bre los partidos políticos es el de los electores? Ante ellos comparecemos todos. Sus votos dirán lo que unos y otros pesamos en la vida nacional. Pretender eliminar del juego electoral a uno o varios partidos aunque sea am parándose en el Tribunal Supremo es dar muestras de un anal fabetismo democrático total. A la vez, vivimos un momento de sistemática violación de la libertad de palabra y de expresión, al menos en lo que se refiere al Partido Comunista. Se nos prohibe todo: no sólo actos políticos, como los que celebran otros partidos, sino hasta conferencias sobre temas culturales; un coloquio en Ronda con profesores de diversas ideologías sobre don Francisco Giner de los Ríos, y un etcétera que comprende ya muchos centenares de reuniones prohibidas por los gobernadores.

Esta discriminación no sólo daña al Partido Comunista. Daña a la sociedad política en sí. Cuando no se deja hablar a un comunista, se viola un derecho humano esencial. Pero lo más grave es que se impide a cientos, o miles, de españoles enterarse de algo que querían saber. Con esta discriminación irracional se impide además un debate real sobre nuestra política; se deforma el juego político, Nosotros no tememos, es más, deseamos, que nuestras ideas políticas puedan ser sometidas a una crítica serena por personas que tienen otras ideas. Estamos convencidos que muchos adversarios políticos nuestros, pero que ponen por encima de todo la defensa en común de la democracia, podrían desarrollar, si fuésemos legales, una crítica en torno a nuestras ideas mucho más neta, más enérgica. Nuestra discriminación frena quese normalice el debate, la crítica sobre nuestras concepciones, lo mismo que en torno a las de otros partidos. El resultado es que el tema del comunismo sigue monopolizado en el terreno irracional de la calumnia, el insulto, el fantasma, por los sectores de la ultra-derecha. Estos sonlos únicos que se benefician de la discriminación contra nosotros. El anticomunismo de los años cuarenta sigue teniendo los favores de agencias oficiales. Puede servir para despertar los viejos demonios de la intransigencia y la intolerancia integrista. Pero es hoy uno de los factores que nos impide la homologación con lo que es la vida política europea. De hecho, la cuestión comunista no se desgaja de su viejo caparazón fascista; no se permite que se plantee en su términos modernos. El único re medio para que este morbo no haga aún más daño es garantizar las libertades efectivas y la legalización de todos los partidos sin una discriminación que choca de forma cada día más insoportable con las exigencias mínimas de un proceso electoral.

¿Qué consecuencias tan terribles tendría que los comunistas pudiesen expresar sus ideas en condiciones de libertad? Simplemente, que un número mucho mayor de españoles tendrán posibilidad de conocer y juzgar esas ideas, en lo qué para unos tengan de positivo y de aceptable, quizá para otros de reprobable. En cualquier caso, los votos de los españoles dirán lo que piensan de nuestras soluciones.

Una de las dimensiones que, sin duda, tendrá la reunión de Berlinguer, Marchais y Carrillo será poner de relieve que, a partir de situaciones concretas diferentes, se perfila una concepción nueva de la relación entre democracia y socialismo en los países industrialmente avanzádos; la idea de un avance democrático hacia el socialismo. Es decir, en el marco de un pluralismo político basado en la-ley del sufragio universal; de la posibilidad, en consecuencia, de. que una coalición favorable al socialismo tenga que abandonar el Poder, y pasar a la Oposición, si sufre una derrota en las umas.

Esta concepción parte de que el pleno respeto de las libertades públicas y privadas es imprescindible en el curso de la transición hacia un sistema socialista. Y seguirá siendo imprescindible en la nueva.sociedad; queremos, en una palabra, un socialismo en la libertad.

Partiendo de estas concepciones, el Partido Comunista de España ha formulado críticas de fondo sobre la falta de democracia en el sistema político de la URSS y otros países socialistas; ha publicado la «Carta de los 77»; ha protestado contra los casos de violación de las libertades.

¿Cabe atribuir estas nuevas concepciones a un propósito diabólico de «hacerse» con el Poder para luego imponer una dictadura? Intentaremos razonar sobre esa hipótesis con absoluta frialdad: en primer lugar, la idea misma del pluralismo implica que serían variospartidos los que ocuparían el Poder en una marcha democrática al socialismo, y después, en una sociedad socialista. En España, además de los comunistas y los socialistas, es imposible imaginar ese avance al socialismo sin la presencia de un componente de inspiración cristiana. En segundo lugar, la educación de. los partidos comunistas en estas concepciones de soc’ialismo en la libertad, la difusión y la defensa de estas ideas, las contradicciones (y en ciertos casos, las rupturas) que en función de ello se han producido, todo ello equivale, en la práctica, a destruir desde ahora la posibilidad- de operar ese maquiavélico «viraje » que algunos dicen temer.

Vivimos en un mundo donde la política se hace cada vez más a cara descubierta. Donde la prensa y la televisión informan de todo. En la medida, en que a los comunistas se nos asegure un lugar normal en el juego democrático, desaparecerán las patologías en torno a la «cuestión comunista». Crecerá en cambio, al menos así lo espero, la influencia de nuestras ideas para contribuir a resolver los problemas que España tiene en estos momentos difíciles.

Manuel Azcarate

04 Marzo 1977

Entre el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián Echarri)

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AYER CONCLUYO la reunión que los secretarios generales de los partidos comunistas de España, Italia y Francia han celebrado en Madrid. Lo que algún colega de la mañana ha calificado de «injerencia eurocomunista» no ha sido, entre otras cosas, más que un generoso intento de italianos y franceses para apoyar a sus camaradas españoles en un momento en el cual, luchando por su reconocimiento legal, esa manifestación de civilizada solidaridad constituye un capital inapreciable para el partido de Santiago Carrillo. Al fin y al cabo, lo mismo sucedió con los congresos socialistas y democristiano y las visitas de sus correligionarios europeos. En todo, y más en política, es malo hacer acepción de personas.En la declaración común hecha pública destacan tres puntos: el deseo de que en España se alcance pronto el grado de democracia que es común en esas dos naciones latinas; la visión general del tipo de sociedad que los comunistas europeos proponen, y, por último, el valor que dan al principio de no injerencia y de respeto a la búsqueda de soluciones propias en la construcción del socialismo.

El comunicado se inicia con una afirmación clara de la confianza de los tres partidos en que «el pueblo-español alcanzará el pleno restablecimiento de la democracia» y del «interés particular que para los pueblos francés e italiano» tiene la consecución de ese logro. La manifestación explícita del deseo de liquidar para siempre el problema de los presos políticos en España no podía faltar, y su oportunidad es indudable en un momento en el cual parece que, por fin, se va a cerrar este contencioso entre el Gobierno y la Oposición Democrática.

Existe en el comunicado una interesante manifestación de lo que podríamos denominar la visión eurocomunista del momento actual de crisis que atraviesan las sociedades industriales avanzadas de la Europa occidental. Su formulación general es de una gran moderación. Quizá por ello los tres partidos, pero sobre todo el italiano y el español, están sometidos al fuego cruzado de sus derechas y sus izquierdas. Para las primeras, las declaraciones comunistas sobre la necesidad de un «entendimiento entre las fuerzas políticas y sociales dispuestas a contribuir a una política de progreso y renovación» constituye una añagaza destinada a encubrir su nueva estrategia de conquista del poder. Para la segunda, por el contrario, los partidos comunistas están dispuestos a vender su herencia y sus aspiraciones revolucionarias -en otras palabras, a traicionar al proletariado y a su misión corno motor de la historia- por el plato de lentejas de un puesto en el consejo de administración que va a gestionar la declaración de quiebra del capitalismo mundial. Lo cierto es que cada día que pasa parece más difícil mantener la sospecha de que las declaraciones comunistas sobre el valor de la libertad son una simple maniobra maquiavélica. La historia no muy lejana avala en cierto modo parte de las dudas sobre el convencimiento, en partidos comunistas como el francés, de que la libertad constituye un valor fundamental que debe defenderse por encima de todo. Hasta hace pocos años, la palabra libertad figuraba en los textos comunistas ampliamente entrecomillada o seguida de algún calificativo que provocaba estremecimientos en cualquier demócrata. Ahora bien, suponiendo, que no lo suponemos, que la intención inconfesa de los comunistas fuera defender la libertad con fines puramente instrumentales, el experimento hasta valdría la pena.

Condenarse por desconfiar es un triste sino, y por eso nosotros creemos que no se puede decir públicamente una y otra vez que se está a favor del pluralismo de las fuerzas políticas, de las libertades de expresión, pensamiento, prensa, sindicales, del respeto al sufragio universal, de las libertades religiosas, culturales, etcétera, sin quedar enredado para siempre en ese precioso e invisible hilo dorado que es la libertad a secas. Si los comunistas opinan que las reformas democráticas constituyen el mejor medio para solucionar la crisis del sistema capitalista, no se les puede responder diciendo que ellos no saben lo que significa la democracia, porque es muy probable que quien formula la acusación no tenga un historial demasiado brillante como demócrata. Simplemente, hay que ofrecer a la sociedad soluciones políticas, sociales y económicas mejores.

El tercer aspecto que destaca es la ausencia explícita de toda crítica a las repúblicas comunistas orientales, por su actitud en el caso de los disidentes. A pesar de las declaraciones de Santiago Carrillo, es lamentable que el comunicado, aun haciendo del principio de no injerencia y de respeto a la libre elección de vías para la construcción del socialismo su piedra angular, no haya sabido casar su defensa de la libertad que para las sociedades occidentales hacen los comunistas con la de los derechos humanos violados en las naciones del Este.

El movimiento de disidencia que se extiende como mancha de aceite por los países orientales constituye un fenómeno que ha sorprendido a los dirigentes de esas naciones. Por vez primera se trata de defender no una posición política, un matiz doctrinal, o las resoluciones de un congreso comunista, sino de abogar por el respeto de los derechos humanos reconocidos en las constituciones de dichos países y ratificados por ellos al firmar el Acta Final de la Conferencia de Helsinki, de 1975. Según el Principio VII de dicha Acta, firmada también por España, los Estados se comprometen a respetar una serie de derechos humanos y de libertades fundamentales que, dicen los disidentes, son cotidiana y cruelmente violados en los países comunistas orientales.

Pues bien, la libertad es un valor básico y no una cuestión geográfica. No se puede reclamarla aquí, y no allí, antes y no ahora.

Es en nombre de la libertad como se reclama justamente la legalización de todos los partidos políticos. Y los eurocomunistas, que están deseosos de que la opinión pública dé credibilidad a sus declaraciones de respeto al pluralismo, han perdido con su tímida actitud una ocasión de disipar las dudas. Mientras no exista una condena formal y expresa del totalitarismo soviético y de los regímenes de partido único, hay que decir que las sospechas subsistirán.

06 Agosto 1977

El eurocomunismo, una forma de anticomunismo moderno

José Sanroma

(Secretario general de la Organización Revolucionaria de Trabajadores)

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Quieren ganarse la confianza de la gran burguesía de su país y que se ven obligados a tolerar las injerencias de EEUU. Los eurocomunistas con a la revolución incapaz de vencer al Estado burgués y derrocarlo, que sólo sueñan con una «transformación democrática» de éste. En ese camino se convierten en una fuerza contrarrevolucionaria.

Aunque el eurocomunismo se presenta como un desarrollo creador del marxismo. su argumentación doctrinal es tan pobre que no merecería por sí misma ninguna atención. Es más. su desprecio por el auténtico desarrollo creador del marxismo se refleja en su rechazo del pensamiento Mao Tse-tung que sintetiza las experiencias del desarrollo histórico de la revolución socialista mundial.Por el contrario, como fenómeno Político tiene una gran importancia, y para su enjuiciamiento hay que partir de las circunstancias esenciales de su historia y de su situación actual. Someramente las podemos describir así:

En primer lugar, el eurocómunismo está encabezado por tres partidos que se llaman comunistas, y que realmente lo fueron en el pasado, pero que ahora de ello sólo conservan el nombre. pues han abandonado progresiva pero completamente el marxismo-leninismo.

En ese proceso han sido apoyados extraordinariamente por el PCUS desde su XX congreso y con ocasión de la crisis del movimiento comunista internacional, se alinearon incondicionalmente en el ala revisionista encabezada por el PCUS, y atacaron rabiosamente al PC de China que encabezaba el ala marxista-leninista. En la URSS se produjo la sustitución del Estado de dictadura del proletariado por una dictadura burguesa de nuevo tipo, lo que acarreó posteriormente la plena restauración de¡ capitalismo.

Dichos partidos -PCI, PCF, PCE- moderaron sus planteamientos ante el imperialismo USA cuando el socialimperialismode la URSS en sus relacionescon éste le interesaba ampliar y prolongar los acuerdos es decir cuando existía una fase, previa a su actual lucha desbocada por la hegemonía.

Los eurorevisionistas se complacen incluso en la vieja tendencia socialdemócrata de escindir a Marx de Lenin, como más fácil forma de atacar a éste.

En segundo lugar, los partidos eurocomunistas han ido configurándose como poderosos factores de estabilización del capitalismo monopolista bajo el Estado democrático-burgués. (En el caso de España, el PCE, que fue una fuerza antifascista de primera importancia, ha sido un factor decisivo para que la dirección del tránsito del fascismo a la democracia burguesa, haya quedado en manos de los representantes de¡ gran capital, es decir para que no haya habido derrocamiento sino desmoronamiento de la dictadura franquista).

Estos partidos aspiran a ser los gobernantes y reformadores del caduco sistema del capitalismo monopolista de Estado. Para ello no tienen más remedio que confiar en la llamada «vía democrática»: y su vuelta al Gobierno (ya que los tres. aunque en diversas circutistancias el PCE el PCF y PCI fueron partidos de Gobierno) no la asocian ya a perspectiva revolucionaria alguna. La pérdida de sus ilusiones revolucionarias, algunos incluso la cubren con un reaccionario sentimiento de nostalgia por una ocasión perdida. Estos partidos aspiran a adueñarse o compartir el poder en sus propios países al servicio del régimen social imperante en ellos. Son revisionistas y no pretenden derrocarlo. Su renuncia teórica al marxismo-leninismo- equivale a la renuncia práctica a la revolución.

En tercer lugar, estos partidos eurocomunistas actúan en países capitalistas que están bajo el área de influencia de EEUU, desde el fin de la segunda guerra mundial de la que el imperialismo norteamericano surgió como indiscutido jefe de filas del campo capitalista.

En cuanto al tiempo presente su actuación se desarrolla cuando ya la situación Internacional está marcada por la intensa lucha por la hegemonía de dos superpotencias imperialistas: EEUU y URSS, una en declive ya y otra aún en ascenso.

En cuarto lugar, estos partidos tienen una comunidad ideológica con el PCUS en su antimarxismo-leninismo, pero el revisionismo como ideología común no puede dar fraternidad duradera a esa familia. Además el PCUS ocupa frente a los demás una posición muy distinta que origina un creciente choque de intereses, cuya forma concreta de resolución decisiva y futura está por fraguar.

Si la importancia del eurocomunismo como cuestión política es clara, también lo son las razones de su actualidad.

No hay que ver como causa de la misma -sino como efecto- la actual abierta confrontación entre el PCUS y el eurocomunismo. Las razones profundas de la actualidad de éste hay que buscarlas en otra parte.

En primer lugar en la nueva crisis del capitalismo, reflejada con toda agudeza en los países europeos. Crisis cuyas consecuencias éstos han visto agravadas perjudicialmente para sí mismos por la actuación de EEUU en dicha crisis, que han utilizado su posición de dominio para descargar los efectos de la misma sobre Europa. Crisis en la que se ha visto coartada la positiva integración económica, política (y en el futuro militar) de una Europa independiente de las dos superpotencias.

Crisis en la que el fantasma de nuevos choques revolucionarios vuelve a recorrer Europa y amenaza con encarnarse si el capitalismo monopolista europeo no consigue un nuevo período de desarrollo y estabilzación.

El papel a cubrir por el eurocomunismo en esta crisis y en la salida a la misma así como la actitud a tomar ante él, es tema de candente urgencia.

Una segunda razón viene dada por el hecho de que la disputa por la hegemonía mundial que enfrenta a la URSS y a EEUU, se centra cada vez más sobre Europa. centro neurálgico a dominar.

Para EEUU se trata no sólo de mantener bajo su influencia a la Europa Occidental. sino además asegurar su dominio sobre ella para poner término a su declive como primera potencia imperialista. y lograr una nueva base que le permita afirmar su hegemonía mundial. hoy amenazada por el ascenso del socialimperialismo. Para hacer frente a éste y recuperarse de los golpes y las derrotas que le han infringido países y pueblos del Tercer Mundo, EEUU necesita asegurar su dominio sobre Europa.

Para la URSS el dominio de Europa es fundamental también en su carrera por dominar él mundo. La potencia militar de la URSS es muy grande, pero no tanto su poderío económico. La URSS puede ir ganando paulatinamente terreno en el Tercer Mundo (utilizando también el instrumento de la corrupción y el chantaje a diversos movimientos revolucionarios), pero es un proceso lento y costoso, que puede quebrantar seriamente su base económica (que además ya está siendo puesta en cuestión por las luchas que son crecientes de¡ pueblo soviético contra la nueva burguesía monopolista que domina política y económicamente la URSS).’La URSS necesita dominar el gran centro tecnológico e industrial que es Europa para lograr la hegemonía mundial con la rapidez que le es precisa.

Europa débil económicamente ante EEUU (no por volumen de producción) y militarmente ante la URSS pretende intento que empieza a dar sus primeros frutos, a veces inmaduros a veces tardíos- hacerse fuerte económica, política y militarmente ante las dos superpotencias. Lo que debe llevar a la independencia frente a una y otra y al combate contra las dos (así deberían verlo quienes verdaderamente quieran ser capaces de lograr esa Europa independiente y unida) y debería llevara no ver la solución en incrementar unas relaciones de explotación sobre el Tercer Mundo.

En este contexto se plantean una serie de interrogantes cardinales en relación con el eurocomunismo.

a) ¿Es el eurocomunismo una fuerza revolucionaria que amenace el capitalismo europeo?

No, desde luego. Los eurocomunistas están tan desengañados de la revolución, la consideran tan incapaz de vencer al Estado burgués y derrocarlo, que sólo sueñan el sueño reformista de una «transformación democrática» de éste. En ese camino se convierten en una fuerza contrarrevolucionaria.

La gran burguesía de sus propios países puede contar con ellos para salvar la crisis del sistema. Pero sabe al tiempo que el precio que le piden los eurocomunistas es que le otorguen la detentación del poder político en una mayor o menor medida y a costa de los tradicionales representantes políticos del gran capital; lo cual crea las naturales contradicciones, resolubles no antagónicamente en un proceso más o menos largo. La gran burguesía sabe, al tiempo que corre el peligro de que una vez llegados al poder los eurocomunistas se conviertan en instrumento servil. de los intereses extranjeros de la URSS (no por maquiavelismo sino como resultado de una determinada evolución de la coyuntura internacional).

b) ¿Son y serán vehículo del socialimperialismo soviético los partidos eurocomunistas?

Cierto es que durante mucho tiempo se han apoyado mutuamente con el PCUS. Cierto es que subsisten -lazos ideológicos, políticos, organizativos (más o menos oficializados estos últimos). Pero cierto es también que quieren ganarse la confianza de la gran burguesía de su país y que se ven obligados a tolerar las injerencias de EEUU.

Una y otra cosa los somete a una doble presión contradictoria. Es más, el afán soviético de acelerar su conquista de Europa les fuerza para que planteen más.. . exigentemente su acceso al Gobierno y al poder. Y esto agudiza las tensiones. La polémica «doctrinal» sobre el marxismo entre PCUS y eurocomunistas es sólo tapadera de los intereses reales en juego.

Teniendo en cuenta el estado actual de cosas, se puede seguir considerando aún a estos partidos como fuerzas prosocialimperialistas.

c.) ¿Cuáles son las relaciones que EEUU establecen con el eurocomunismo?,

EEUU adopta una actitud de enfrentamiento por, un doble motivo: el papel que estos, partidos pueden jugar directamente a favor de la U RSS y el papel que puedan jugar de cara a la integración europea que la independice frente a EEUU.

Lógicamente, como todos los poderosos, EEUU, no juega sólo una baza sino que también presiona al eurocomunismo; y la evolución de la actitud que hasta el momento adopta éste, le indica que los métodos de los poderosos siguen siendo efectivos ante los débiles que no se atreven a luchar y vencer.

d) ¿Qué significan el eurocomunismo para la unidad europea? ¿y para la paz mundial?

Por ahora desde luego que no un factor seguro que impulse esa unificación y esa paz, aunque se declaren fervorosos partidarios de ellas. Su misma afirmación de que no quieren una Europa que sea antiamericana ni antirusa señala precisamente los límites de su acción en ese sentido. Porque precisamente la real unificación e independencia de Europa pasa forzosamente por el enfrentamiento con las dos superpotencias, y porque precisamente la defensa de la paz mundial está ligada además al debilitamiento de una y otra que con su lucha por la hegemonía crean el peligro de una nueva guerra mundial, cuyo escenario (¿por qué no habría de serlo esta vez?) también sería Europa.

é) ¿Y qué significa para nosotros los comunistas el euro comunismo?

Sencillamente, y por ir a lo esencial: una traición a la causa más justa: la del comunismo, y a la teoría más científica: el marxismo-leninismo.

En fin los problemas y las respuestas han sido sólo esbozados. Además la realidad del eurocomunismo va a ser muy fluida, como en toda cuestión en la que hay un entrelazamiento y choque múltiple de intereses.

Los eurocomunistas se auguran a sí mismos un brillante porvenir. Yo, salvando el respeto que me merecen los hombres que lucharon aquí en España contra el fascismo, quiero terminar diciendo que no me parece así el futuro de quien es siervo de muchos señores.

José Sanroma, Secretario General de la ORT