11 julio 1988

¿Maniobra de intoxicación contra el aún presidente de Alianza Popular?

Curri Valenzuela denuncia que Antonio Hernández Mancha pertenece a una secta cristiana llamada «Los alumbrados» y que este cree tener visiones de Santa Teresa de Jesús ¿Bulo contra AP?

Hechos

Publicado el 11 de julio de 1988 por Dña. Encarnación Valenzuela [Curri Valenzuela] en la revista TIEMPO.

Lecturas

El reportaje íntegro:

Hernández Mancha asegura que se le apareció Santa Teresa de Jesús – 11-7-1988 – Tiempo

Cada vez está más solo en la presidencia de Alianza Popular, pero él niega que sus colaboradores más íntimos le estén abandonando. Antonio Hernández Mancha afirma que no  se siente ‘ni acosado, ni acorralado, ni Rambo’ y que no tiene la impresión – que sí tienen los periodistas – de que Abel Matutes le quiera mover la silla. Y es que muy pocos conocen el motivo por el que se encuentra tan seguro en el puesto que heredó de Manuel Fraga: Mancha cree que santa Teresa se le apareció en un sueño y que le aseguró que él será quien reforme la derecha española.

Santa Teresa vaticinó a Antonio Hernández Mancha que él llegará a la presidencia del Gobierno en una aparición que tuvo lugar hace tres años, y de la que el actual presidente de Alianza Popular ha dado cuenta en varias ocasiones a diputados andaluces. “La primera vez que lo contó – recuerdo uno de estos – creí que era una broma, pero después de haberle oído varias veces sé que para él es una cosa muy seria”.

Un ex diputado de AP, ahora en el grupo mixto del Congreso tampoco daba crédito a sus oídos cuando el entonces presidente de Alianza Popular de Andalucía lo contó en una reunión restringida de su partido. La santa de Ávila se le había aparecido, dijo y según las propias palabras de Antonio Hernández Mancha, le anunció: “Igual que yo reformé el Carmelo, tú serás el encargado de reformar a la derecha española”. Otro parlamentario andaluz afirma que lo más curioso es que cuando Mancha refiere este momento trascendental de su vida, Ramón del Río, su principal consejero político, suele aplaudirle y hasta jalearle con un ‘olé mi niño’.

Cuando santa Teresa se le apareció, el hoy presidente de AP no tenía por qué soñar que estaba llamado a desempeñar un pal tan trascendental en la vida del país. Era simplemente presidente de su partido en Andalucía y parlamentario de esa comunidad autónoma, desde la que se estaba empezando a dar a conocer en el resto de España.

Algunos diputados regionales de su grupo comenzaron a inquietarse, sin embargo, ante las ambiciones que por entonces desplegaba su líder, sobre todo cuando escucharon de sus labios el episodio de la aparición de santa Teresa. “Cuando llegó el congreso extraordinario para buscar sucesor a Fraga yo me hice partidario de Miguel Herrero no porque me gustara éste, sino por lo de la aparición”, afirma uno de ellos, que poco después comenzó a investigar las raíces de las extrañas creencias de Mancha. Según su conclusión, el actual presidente de AP es heredero de los alumbrados, una secta que nació y se extendió en el siglo XVI por la zona extremeña de Sierra Aracena, donde precisamente nació Antonio Hernández Mancha en 1951.

“Los alumbrados”

Los miembros de esta secta místico-religiosa decían – y creían – que hablaban directamente con Dios, sin intermediarios, lo cual justificaba su conducta, qe llegó a incluir la práctica de orgías en iglesias. A pesar de que los alumbrados pensaban que todas sus iniciativas estaban abocadas al éxito – por evenir de donde venían – la verdad es que la Inquisición los persiguió hasta aniquilarlos.

Los alumbrados, dice un experto, fueron una de aquellas sectas de cracter místico que proliferaron en la España del siglo XVI, como la de los sufíes. Santa Teresa y san Juan de la Cruz recibieron mucha de su herencia religiosa de estas sectas.

Ambos santos fueron equivocados precisamente por Mancha en el debate de la moción de censura que interpuso a Felipe González en febrero de 1987, recién nombrado presidente de Alianza Popular, cuando evocó los versos ‘que tienes tú que a mi amistad procuras…” y se los atribuyó a Santa Teresa. Adolfo Suárez, abulense él, e corrigió que se trataba de san Juan de la Cruz. Franco, que vivió y murió con un trozo del brazo incorrupto de la santa en su mesilla de noche, no hubiera cometido el mismo error.

La aparición de santa Teresa al presidente del principal partido de la oposición es desechada como ‘habladurías con mala intención’ por los principales dirigentes de AP, que nunca han oído a Mancha narrar ese episodio, porque éste dejó de contarlo cuando se instaló en Madrid, como sucesor de Manuel Fraga, hace un año y medio. Los parlamentarios andaluces que aún recuerdan lo de la aparición justifican la actitud actual de Mancha de negarse a aceptar que está siendo cuestionado por sus más directos colaboradores al mesianismo de un hombre que cree estar protegido por los cielos frente a todo mal. “Mancha está convencido de que ya está a mitad de camino de lo que vaticinó Santa Teresa, ya que cuando se le apareció nadie pensaba que iba a dirigir AP. Así que cree que si aguanta un poco más acabará por realizarse su sueño”, explica uno de los que le ha oído hablar de su aparición

Declaraciones públicas.

Hay colaboradores de Hernández Mancha que, aunque no se creen lo de la profecía, sí encuentran difícil justificación a muchas de las declaraciones públicas que ha hecho su líder desde que se mudó a Madrid en enero del año pasado. Recuerda un diputado: “Yo fui manchista hasta el día en que oí por radio que le preguntaban si él tenía las aspiraciones de llegar a la presidencia del Gobierno y, para mí asombro, Mancha contestó: ‘Sí, me hace mucha ilu…’”.

Eso fue al poco de ascender a la presidencia de su partido, cuando Antonio Hernández Mancha aún usaba el lenguaje cheli y hacía números como el de salir a cantar, ante los micrófonos de otra emisoras de radio, lo de ‘ahí viene la plaga…’ o la canción de Ché Guevara, en recuerdo de cuando fue vocalista del grupo rockero Los Infames. La noche anterior a su elección había rechazado una propuesta para que su adversario, Miguel Herrero, fuera su secretario general con la frase contundente de ‘no me mola’. Los primeros periodistas a los que recibió en su despacho se asombraron de que llamara a su secretaria, Macarena y se dirigiera a ella con ‘por fa, tráeme un café’.

Varios meses y un asesor de imagen después, Mancha comenzó a peinarse su rebelde flequillo, tarea en la que aún continúa: cuando las cámaras de televisión irrumpen en una reunión de la ejecutiva para plasmarla en el telediario, el presidente de AP desaparece un momento, corre al baño y vuelve, repeinado, a ocupar su asiento. Al regreso de Estados Unidos – donde dijo que felicitó a Reagan por su santo como si los protestantes tuvieran santo – usando modismos a la inglesa: el very good le acompañó como saludo varias semanas; a su secretario general, Arturo García Tizón, le llamó Arthur una temporada.

Reacciones desconcertantes

El reloj de Bush que se trajo en la muñeca le duró, sin embargo, poco. Su hijo Hugo se lo quitó un día, se metió en la bañera con él y el mecanismo con la efigie del candidato republicano se paro sin remedio.

Un año y medio después y dos asesores de imagen más tarde, Antonio Hernández Mancha, ya no dice “por fa” ni “O. K.” en público, pero sigue teniendo reacciones desconcertantes para quienes le rodean. Hay semanas en las que desaparece varias tardes, y resulta que se las pasa jugando al billar en un céntrico local de Madrid. Hay mañanas en las que permanece reunido con extraños personajes que son recibidos simplemente porque le quieren conocer. Hace unos días, por ejemplo, acogió en su despacho al cantante Torrebruno, mientras dos de sus más directos colaboradores – el vicepresidente Alberto Ruiz Gallardón y el secretario general, Arturo García Tizón – daban una rueda de prensa para desmentir que se hubieran peleado en una reunión de la ejecutiva, ante los atónitos periodistas a los que le constaba la pelea por boca de uno de los protagonistas de la rueda de prensa. Mancha aún no sabe quién llevó a cabo la filtración. Quizá santa Teresa no le advirtió de que sus principales colaboradores le pondrían muy difícil su mesiánica misión.

Curri Valenzuela