22 junio 1978

El periodista trasgresor acumula un gran número de demandas judiciales por sus artículos contra fuerzas de seguridad del Estado en distintas publicaciones como INTERVIÚ o LA CALLE

Demanda y encarcelamiento del periodista Ricardo Cid Cañaveral por injurias a la Policía en la revista INTERVIÚ

Hechos

El artículo ‘¡Que llegan los guardias!’ firmado por D. Ricardo Cid Cañaveral y publicado por la revista INTERVIÚ el 22 de junio de 1978 provocó un pleito que concluyó con la condena a un mes y un día de arresto y pago de 30.000 pesetas de multa por injurias a la Policía.

22 Junio 1978

¡QUE LLEGAN LOS GUARDIAS!

Ricardo Cid Cañaveral

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Por cada diez policías fascistas, difícilmente se encontrará medio policía demócrata y ninguno socialista, y ninguno comunista, y ni una diezmillonésima parte de policía abertzale. Esa es la verdad.

Y es que al final todo es una cuestión de Policía. El Estado se sabe así mismo – sabor a fresa – como Policía. Lo más grave es que la Policía se sabe a sí mismo – sabor a menta – como Estado. Y es aniversario de las elecciones, cuando votábamos escépticos, y sin embargo enardecidos puro 15 de junio, cuando Emilio Gastón, minoritario, socialista y aragonés, acaba de hablar en la Comisión Constitucional de que la autonomía debe ser para todos, pero que la electricidad es para otros que luego la venden cara. Habla Gastón de equilibrio regional, y luego viene la Policía. Siempre viene la Policía. Ellos (los policías) deben estar muy contentos, porque se han escurrido como sapos, y ahora hay que respetarles en nombre de las honradas gentes que se han hecho policías, como si ellos fueran honradas gentes.

Sale en la Comisión Constitucional el tema de las Policías territoriales, que en el fondo es el tema de que una metralleta que habla tu lengua es como tu madre, porque tu madre habla lengua de metralleta. Pero en estas que viene López Rodó, que es un rompedor de esquemas y hacer sentirse al más pintado esquema puro, y el Laureano dice que esto es volver a la Edad Media, y que el orden público – ¿por qué lo ponen con mayúsculas? – es indivisible y que no le parece bien que haya puentes levadizos y ciudades amuralladas. La verdad es que, si viene López Rodó, te entran ganas de estar en una ciudad amurallada, pero si no, no, preferirías una ciudad normal, pero entonces López Rodó te obliga a que te gusten los guardias que hablan idiomas, mira tú.

Peces-Barba dice que volver a la Edad Media es más cosa de López Rodó que de los demás y que eso es un tema muy Berdiaiev (autor ruso, cristiano, un poco ecologista, a lo bárbaro y antiguo), pero López Rodó responde que en ninguno de sus libros se ve amor por Berdialev, aunque se vea en su vida amor por la Policía.

Solé Turá, de comunista catalán, defiende las Policías territoriales y se pone autonómico y serio. Luego, Heribert Barrera, que es casi más catalán que de derechas, monta un número y cuenta que en Estados Unidos hay 4.000 clases de Policías diferentes, lo cual está muy bien, y en Inglaterra – porque es más pequeña, leche – sólo hay cuarenta y tantas clases de policía. También dice Heribert muy enérgico, que el Estado español es un conjunto de naciones, lo cual quedaría muy moderno si no fuera porque, mire usted, don Heribert, es un conjunto de prendas de nylon, como el Estado, que es un conjunto de prendas. A don Heribert le parece ideal que la Policía hable la lengua de la gente, lo cual es buenísimo

Responde Pérez Llorca que es poco constructivo hacer comparaciones. Y es verdad que las comparaciones son odiosas. A ver a santo de que se va a comparar un policía fascista que nunca existió, con un policía democrático y autonomista que no existe. Que tontería.

Pero al día siguiente todo es mucho mas tenso. Que barbaridad. Letamendía ya había dicho que él se proponía hacer un discurso largo, aviso por el que le dio las muchas gracias el presidente de la Comisión, señor Attard. Y ocurrió que, en efecto, Letamendia lo hizo largo: crímenes del franquismo y tropas de ocupación en Euskadi y necesidad de negociar los putnos de ETA, y Policía más autonómica que la prevista.

A Letamendía le respondió Pérez Llorca, muy altivo, diciendo que la prueba de que las cosas han cambiado Y no hay más franquismo es que se habla como lo hace Letamendia. ¡Toma ya!

Y en medio queda la desolación. Torpe y estúpida. Letamendía es víctima de su contradicción: tiene que decir que el Congreso no es nada, pero él solo está en el Congreso en función de su nada política; tiene que justificar el presente en función del pasado. Por su parte, Pérez Llorca le dobla contradicción a derechas: tiene que decir que el Congreso lo es todo, aunque él sólo está en el Congreso en función de la corrupción política; tiene que justificar el presente en función de no responder del pasado que le ha llevado hasta donde está. En realidad, Letamendia es más pacífico que Pérez Llorca es largarnos la idea de que las fuerzas de ocupación (no del País Vasco: de nuestra conciencia) son ahora la vanguardia democrática. Lo que no puede hacer Letamendia es convencernos de que se puede pensar como querríamos y actuar como no queremos y vivir como manden las circunstancias.

Hay algo que es verdad: por cada diez policías fascistas, difícilmente se encontrará medio policía demócrata y ninguno socialista, y ninguno comunista, y ni una diezmillonésima parte de policía abertzale. Esa es la verdad. Aunque también es cierto que los gritos de insulto diciendo cacereños de los chicos de San Sebastián a los grises, resuenan en los oídos como cajas destempladas con mocasines de 5.000 pesetas. ¿Cómo se resuelve eso? Dicen que negociando. Puede ser. Aunque es posible que no. ¿Cómo se interpreta el enunciado? Cada cual como quiera y otorgando significados peyorativos al contario. El PCE se desmarca del tema, y el PSOE también. Todos nos desmarcamos del tema, con objeto de que los demás nos marquen (como a reses) con el estereotipo conveniente.

Los policías fascistas deben estar la mar de divertidos. Ya lo decían ellos, que servirían a unos como a otros (aunque las bandas fascistas gritan viva la Policía, y nadie más) y además, ahora van a tener compañeros autonómicos y democráticos. Pero se trata de hacer una Constitución. O sea, una cosa del Estado. Aunque, no nos engañemos: el tema del Estado, los estados y los estadillos, gusta mucho. No gusta otra cosa: se pelean por eso. Viva la Policía. Qué duda cabe.

Ricardo Cid Cañaveral