26 enero 1954
Desestalinización en Bulgaria: Valko Chervenkov es cambiado como dictador comunista por Todor Zhikov, afín a Nikita Kruschev
Hechos
El 4 de marzo de 1954 Todor Zhikov asumió la secretaria general del Partido Comunista de Bulgaria.
Lecturas
Chervenkov era dictador de Bulgaria desde la muerte de Dimitrov
En 1961, Valko Chervenkov fue expulsado del Politburó . En 1962, Chervenkov fue expulsado del Partido Comunista por «actividades antipartidistas», aunque su afiliación fue renovada en 1969 por sugerencia de Zhivkov en el contexto del aplastamiento soviético de la Primavera de Praga .
Chervenkov falleció en 1980 en Sofía. El Partido Comunista no informó inmediatamente de su fallecimiento y prohibió las grandes concentraciones de dolientes, temiendo que dicha ceremonia se convirtiera en una protesta contra el régimen de Zhivkov.
Todor Zhikov estará al frente de Bulgaria hasta noviembre de 1989.
El Análisis
El relevo político en Sofía tiene nuevo nombre propio: Todor Zhivkov. Desde este 4 de marzo de 1954, sustituye a Valko Chervenkov como secretario general del Partido Comunista búlgaro, cargo que en la jerga del socialismo real equivale a tomar las riendas absolutas del país. La maniobra llega en plena “desestalinización” promovida por Nikita Kruschev en Moscú, ese proceso que, más que una ruptura real con el pasado, parece un simple cambio de decorado: se desmontan retratos, se rebautizan calles, pero la arquitectura del poder continúa intacta.
Bulgaria, bajo Georgi Dimitrov primero y Chervenkov después, fue uno de los satélites más obedientes de Stalin, no solo en la política exterior, sino en el manual interno de purgas, represión y culto a la personalidad. Ahora, Zhivkov asegura no ser estalinista, como también lo dice Kruschev, pese a haber servido al georgiano con la misma devoción. La lealtad, sin embargo, no cambia de dirección: antes se juraba a Stalin, ahora se jurará a Kruschev. El trono sigue siendo el de virrey de Moscú en los Balcanes.
Todo apunta a que Bulgaria seguirá siendo uno de los alumnos más aplicados del Pacto de Varsovia, ya sea bajo el manual de Kruschev o, mañana, bajo el de cualquier sucesor en el Kremlin. El guion es conocido: obediencia exterior y control férreo interior. Cambia el rostro que pronuncia el discurso, pero no la partitura que dicta la “nave nodriza” soviética. Zhivkov hereda un país moldeado para servir a Moscú, y todo indica que no piensa alterar ni una línea de ese contrato.
J. F. Lamata