3 septiembre 2009

El diario de Berlusconi 'Il Giornale' aireó las acusaciones contra Boffo después de que este acusara desde su periódico al político italiano de conductas inmorales

Forzado a dimitir Dino Boffo como director del periódico episcopal italiano ‘Avverine’ tras ser señalado por la prensa berlusconista como acosador homosexual

Hechos

El 3.09.2009 se hizo pública la dimisión de Dino Boffo director del diario Avvenire, propiedad de la Conferencia Episcopal italiana.

Lecturas

2009.09.03 Dino Boffo, director del periódico Avvenire de 1994 a 2009, llegó al cargo el 1 de enero de 1994 aupado por Lino Rizzi, presidente de la Conferencia Episcopal italiana. Incrementó su tirada de 80.000 a 100.000 ejemplares.

El 28 de agosto de 2009 Vittorio FEltri le hundió al publicar su homosexualidad y su condena por acosar a la mujer de un hombre con el que se habría encaprichado.  El 2 de septiembre de 2009 Boffo se defendió desde su periódico, pero finalmente renunció el 3 de septiembre de 2009.

(El 18 de octubre de 2010 fue nombrado director de TV2000 de la Conferencia Episcopal, cargo en el que estuvo hasta el 14 de febrero de 2014, que fue despedido).

EL ‘EJECUTOR’ DE BERLUSCONI

feltri El encargado de destruir a Boffo fue el diario IL GIORNALE y su director, Vittorio Feltri – bajo las órdenes directas de un hermano de Berlusconi, que ocupa el cargo de editor del medio – que llevó a su portada el caso de Boffo. Aseguró que su intención era denunciar la hipocresía de Boffo, de acusar en su diario ‘Avvenire’ de inmoral a Berlusconi por sus relaciones con distintas mujeres.

04 Septiembre 2009

Peligro público

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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Desde el 14 de mayo el diario italiano La Repubblica publica cada día 10 preguntas dirigidas al primer ministro, Silvio Berlusconi, sobre distintas cuestiones cuyo hilo conductor es la relación entre sus comportamientos privados y sus responsabilidades públicas. Por ejemplo, si le parece grave haber recompensado con candidaturas electorales y promesas de cargos a las chicas «que le llaman Papi». Berlusconi no ha contestado a esas preguntas, pero sí ha demandado al periódico que las publica, así como al diario ex comunista L’Unità, y ha anunciado acciones legales contra otros extranjeros (EL PAÍSentre ellos) y contra los nacionales que han reproducido lo que en la prensa internacional se dice sobre él.

Ayer, el director de La Repubblica publicaba un artículo en el que sostenía que Berlusconi sí ha contestado con sus hechos a una de las preguntas: la de si podía garantizar que no ha utilizado a la policía y los servicios secretos contra los jueces, testigos y periodistas que según él forman parte de una conspiración para sacarle del poder. Esa respuesta sería una «nota informativa», sin firma, incluida en Il Giornale, periodico de su propiedad, en el que se dice que la policía sabe que el director de otro periódico, L’Avvenire, tiene el «pequeño vicio» de ser homosexual y que en su día estuvo procesado por acosar a la mujer de un hombre con el que tenía una relación. Una novedad de este ataque es que ese diario es el órgano oficial de la Conferencia Episcopal italiana, que se había hecho eco de las críticas de sacerdotes y otros lectores a la doble moral del primer ministro.

Además de controlar los medios públicos, Berlusconi es el mayor empresario de comunicación de Italia. Ahora quiere liquidar a los medios, nacionales y extranjeros, que se resisten a su dominio. Incluso ha pedido a los empresarios que no anuncien sus productos en esos periodicos que le critican. Este hombre es, como ha dicho su mujer, «ridículo»; pero es también un peligro público.

04 Septiembre 2009

Forzado a dimitir tras criticar el estilo de vida de Berlusconi

Irene Hernández Velasco

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Si no hubiera osado criticar a Silvio Berlusconi, es casi seguro que Dino Boffo seguiría hoy siendo el director de Avvenire, el periódico de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI). Pero lo hizo, y eso le ha terminado costando el cargo.

No es que Boffo lanzara un ataque furibundo contra el Cavaliere. Sin embargo, mientras el rotativo del Vaticano -L’Osservatore Romano- no ha dicho ni una palabra sobre los escándalos erótico-festivos que desde hace meses acechan al primer ministro, el Avvenire alzó la voz contra su «inmoral» estilo de vida, exigiéndole mayor «sobriedad».

Estas críticas desencadenaron que Il Giornale, un rotativo perteneciente a la familia Berlusconi, se lanzara el viernes pasado a degüello contra Boffo, con un virulento artículo en portada -el primero de una larga serie- titulado: «El supermoralista condenado por molestias». En un tono muy agresivo, la crónica venía a preguntar con qué autoridad ética se permitía Boffo cuestionar la vida privada del Cavaliere, dadas las sombras que se abatían sobre la suya. Y sacaba a relucir un episodio judicial en el que el hasta ayer director de Avvenire se vio envuelto en 2001, un escándalo que le supuso una sanción económica por acoso telefónico a una mujer. Según Il Giornale, Boffo hostigó con decenas de llamadas a la señora en cuestión con el objetivo de que abandonara a su pareja, con la que supuestamente mantenía una relación homosexual.

El interesado admite haber pagado una multa por acoso telefónico a una mujer. Pero niega no sólo haber mantenido relaciones homosexuales con la pareja de ésta, sino también que fuera él quien realizara las dichosas llamadas. El ex director del diario de la CEI asegura que solía dejar desatendido su móvil y que cualquiera pudo haberlo tomado prestado. Pero ayer, tras el escándalo desatado, los obispos italianos aceptaron su dimisión.

Más allá de la veracidad o la falsedad de las acusaciones de Il Giornale contra Boffo, lo que es indudable es que las mismas se han hecho en represalia por cuestionar la vida privada del Cavaliere. La única duda es si la orden de arremeter contra Boffo partió directamente del primer ministro italiano -algo que el propio interesado niega- o no.

Lo que sí resulta palmario es que Berlusconi ha decidido lanzarse al asalto contra los medios de comunicación que le son hostiles, como lo prueban las demandas por difamación -con abultadas reclamaciones económicas- que ha interpuesto contra varios diarios italianos y extranjeros, además de la campaña de descrédito que ha emprendido contra el director del periódico transalpino La Repubblica, al que acusó de ser un «evasor fiscal». Con la precisión de que el propio Berlusconi ha justificado en numerosas ocasiones a los evasores fiscales.