Dimite el ministro de Instrucción Pública, Filiberto Villalobos, acusado por la CEDA de estar más cerca de la izquierda

En la sesión parlamentaria de ayer quedó anunciada desde el banco azul una crisis ministerial, que no se ha producido dentro del Gobierno entre las representaciones de la concentración, sino en debate público; no por eso dejará de ser chocante que haya sido una minoría y no la representación de esa minoría en el Gobierno quien haya obligado a dimitir al ministro. Cosas nuevas. Pero estamos hablando de una crisis que no existe. Hoy, por la lectura de la Prensa, el público verá que se ha esfumado la crisis en que ha creído unas horas, si sólo se ha de entender por crisis una dimisión aceptada o siguiera mantenida. Un pequeño conciliábulo en el salón de ministros bastó para disipar el grave episodio que se produjo ruidosamente; y esto ya no tiene ninguna novedad.

El ministro de Instrucción pública se ha empeñado en una gestión para la que no podía contar con el voto de la mayoría ni con otro beneplácito que el de las izquierdas, a cuya labor en la enseñanza debían alcanzar las rectificaciones que constituyen un compromiso de la concentración gobernante. Ha prodigado con el mismo vértigo de sus antecesores, la substitución y reforma de planes, prescindiendo de las Cortes, incluso para el de la Segunda enseñanza y en esto sin cumplir lo pactado con las minorías. Al discutirse ayer la prórroga del presupuesto, el Sr. Pabón, a nombre de la CEDA, expuso una crítica razonable de la gestión del Sr. Villalobos, y para salvar la significación y la consecuencia de su grupo, hizo constar que de haberse tramitado aparte el presupuesto de Instrucción pública, la CEDA le hubiese negado sus votos. El ministro echó por delante su dimisión y el tono agrio de su réplica demostró para quien hablaba y para quien había realizado su labor ministerial. Se hizo aplaudir calurosamente de las izquierdas. El Sr. Gil Robles, después de justificar la actitud de la CEDA le devolvió el ataque, reprochándole lo que, en punto a lealtad, significaba la coincidencia cordial en que aparecía con los del cinco de octubre.