22 julio 2012

Carromero aseguró inicialmente que aquella muerte había sido un accidente para, un año después, ya en España, denunciar que Payá había sido asesinado

El líder opositor cubano, Oswaldo Payá y un colaborador mueren al chocar su vehículo conducido por Ángel Carromero, un joven militante del Partido Popular español

Hechos

El 22.07.2012 D. Oswaldo Payá murió en un accidente de tráfico junto al Sr. Cepeda al estrellarse en un vehículo que conducía D. Ángel Carromero, que no sufrió daños.

Lecturas

El 22 de julio de 2012 moría por la colisión de su coche el dirigente de la oposición cubana D. Oswaldo Payá, junto a su colaborador D. Harold Cepedo. En el coche figuraban otras dos personas, D. Ángel Carromero Barrios (militante de Nuevas Generaciones del Partido Popular de España), que era quien conducía el vehículo y el sueco D. Aron Modig. El régimen de Cuba emite unas imágenes del propio D. Ángel Carromero Barrios asegurando que las muertes de Payá y Cepedo se debieron a un ‘accidente de tránsito’. En España sea airea que el Sr. Carromero ya había sido sancionado por temas automovilísticos en España (dos multas y pérdida de todos sus puntos).

El 15 de octubre de 2012 D. Ängel Carromero Barrios es condenado en Cuba a 4 años de prisión. Después de gestiones del Gobierno de España, con D. José Manuel García Margallo como ministro de Exteriores lograrán que el Sr. Carromero cumpla su condena en España en lugar de en Cuba.

Una vez en España, D. Ángel Carromero Barrios cambiará su versión y asegurará que la culpa del accidente de coche fue del Gobierno cubano y que D. Oswaldo Payá fue víctima de los servicios secretos cubanos (El Mundo, 5 de agosto de 2013).

LOS IMPLICADOS EN EL ACCIDENTE:

D. Ángel Carromero aseguró durante el juicio en Cuba que el accidente del coche había sido un simple ‘accidente de tránsito’, pero tras ser repatriado a España y tras unos meses de silencio aseguraría que el accidente fue provocado por los servicios secretos cubanos.

HaroldCepero  D. Harold Cepero, activista político cubano, opositor al Gobierno de Raúl Castro, murió en el ‘accidente’.

 AronModig D. Aron Modig, miembros de las juventudes democristianas de Suecia, presente en el accidente, sobrevivió, durante el juicio corroboró la versión del accidente y luego rechazó hacer opiniones públicas sobre el tema.

27 Julio 2012

El Gandhi cubano

LA VANGUARDIA (Director: José Antich)

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La muerte del político disidente cubano Oswaldo Payá, en un accidente de automóvil aún sin aclarar, representa un importnate golpe para el futuro de la oposición al régimen castrista. Payá era el líder del Movimiento Cristiano de Liberación, adscrito a la Internacional Democristiana, y cuyo objetivo principal era luchar pacíficamente por la libertad y la reconciliación nacional. Algunos le califican como el ‘Gandhi cubano’.

Esa lucha pacífica por los derechos humanos y la libertad de los cubanos no sólo le habían granjeado el respeto de la dividida oposición al castrismo sino que su figura de luchador trascendió los límites de la isla caribeña, como lo demuestra la concesión en el año 2002 por el Parlamento EUropeo del premio Sajarov o las consecutivas campañas para que se le concediera el Nobel de la Paz. En 1998 lideró el Poryecto Vareka en el que proponía una serie de cambios en la legislación para instaurar en Cuba la libertad de asociación, libertad de expresión, libertad de prensa, elecciones libres, libertad de empresa y amnistía para los presos políticos. Un proyecto fundamentado en la Constitución que los castristas rechazaron.

Con la desaparición de Payá se abre una nueva etapa, mucho más difícil, para la oposición cubana por que no existe en ella un líder con la capacidad de estadista y de limar asperezas para la construcción de una transición política que presidió la vida del líder democristiano. Considerado por unos un agente del imperialismo y acusado por otros de mantener una oposición suave al régimen por oponerse de mantener una oposición suave al régimen por oponerse al embargo estadounidense a la isla, Payá sin embargo logró alcanzar en ocasiones consensos como el del Programa TOdos Cubanos que tenía como objetivo la progresiva democratización del régimen castrista.

Enfrentado al lobby cubano de Miami, a la iglesia católica de Cuba – se opuso al último viaje del Papa a la isla – y a la política cubana de Washingtom, Oswaldo Payá había emergido como la figura más independiente de la oposición, lo que hacía depositar esperanzas de una transición ‘a la española’ en la isla.

Por todas esas razones, el régimen de Castro le temía y su vida fue un rosario de detenciones, deportaciones y seguimientos policiales que proyectan dudas razonables sobre la verdad del accidente que le costó la vida. A la espera de que estas se esclarezcan, la oposición cubana haría bien en recoger la siempre de un disidente que ha sido un ejemplo, tanto en sus capacidades políticas, como en su ideario basado por encima de todo en la persona humana.

25 Julio 2012

Oswaldo Payá, un luchador heroico

Josep Antoni Durán Lleida

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El domingo murió Oswaldo Payá. La primera tentación era hablar de él como personalidad comprometida con la libertad, los derechos humanos y el humanismo, pero el corazón me pide glosar la figura del amigo. Había coincidido en muchas ocasiones con Oswaldo y hablábamos muy a menudo. Después de ir a Estrasburgo a recoger el premio Sajarov del Parlamento Europeo, vino a Barcelona para celebrarlo. Era un gran amigo de Catalunya, un hombre íntegro, valiente, un cristiano comprometido.

Havel lo propuso como premio Nobel de la Paz y hace pocos días firmé con personas de todo el mundo una nueva solicitud para que le concedieran esta distinción. También nos honró como galardonado con la medalla Carrasco i Formiguera, máxima distinción de Unió, que se concede a personas que han sobresalido en la defensa de la democracia y de la libertad.

Payá ha sido un luchador heroico. Hijo de una familia sencilla de profundas convicciones católicas, de muy joven ya se negó a afiliarse al partido comunista. COn menos de diecisiete años fue enviado a campos de trabajo forzado. Desde entonces fueron habituales las detenciones, los encarcelamientos, los acosos en su domicilio, no sólo por sus convicciones políticas, sino también por su condición de católico. En 1987 edita la revista Pueblo de Dios, la primavera en la que se pide la libertad de los cubanos, y en el año siguiente funda el Movimiento Cristiano de Liberación (MCL) para luchar pacíficamente por la reconcilaición nacional.

Después de detenciones, confinamientos y amenazas, en el año 1997, junto con otros miembros de MCL, empieza a recoger firmas, que dan lugar al Proyecto Varela, iniciativa ciudadana para reformar las leyes cubanas y para el reconocimiento del derecho a la libertad de expresión y la amnistía política. En todo este proceso, quiso que su partido entrara en la internacional democristiana y me pidió que lo apadrinara. Así lo hice.

Poco a poco su proyecto adquiere resonancia y difusión internacional. Lo demuestra el prestigioso premio Sajarov, en el año 2002, y el hecho de que en su salida de Cuba fuera recibido por Juan Pablo II, por el presidente de México o por el entonces secretario de Estado norteamericano Colin Powell.

Su muerte nos ha dejado compungidos. Espero que se aclaren las circunstancias del accidente y que, en definitiva, el luchador por la libertad no haya sido víctima de maniobras turbias. Su lucha, su bondad, su integridad y la firmeza de sus convicciones siempre serán un ejemplo para todos nosotros.

26 Agosto 2012

El Affaire Carromero ¿La justicia es igual para todos?

Pablo Iglesias

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Conocí a Ángel Carromero el pasado mes de octubre, cuando asistió a La Tuerka como representante del PP en un debate en el que se habló, entre otras cosas, de Cuba y Venezuela.

Como todo el mundo sabe, el dirigente de las Nuevas Generaciones del PP ha adquirido una enorme notoriedad a raíz de su detención en Cuba, como consecuencia del accidente de tráfico que le costó la vida a los dirigentes de la oposición cubana Oswaldo Payá y Harold Cepero.

Independientemente de otras consideraciones, un accidente de tráfico mortal es una desgracia de la que cualquiera puede ser víctima; que Carromero hubiera perdido todos los puntos de su carnet de conducir no prueba, a priori, que cometiera una imprudencia susceptible de ser penada. Su presunción de inocencia debe respetarse e incluso si se probara la imprudencia en el juicio, su autor no dejaría de merecer un gesto de empatía; tiene que ser duro para cualquiera asumirse responsable de dos muertes.

Sin embargo me indigna que la militancia de Carromero en el partido del Gobierno le esté brindando unos privilegios de los que nunca han gozado otros jóvenes detenidos en el extranjero por razones políticas (que no es el caso del dirigente juvenil conservador). Me indigna también que ciertos medios de comunicación agitaran fantasmas conspiranoicos sugiriendo que el accidente podía ser un montaje para asesinar a Payá y pusieran en duda que las autoridades cubanas fueran a respetar las garantías del detenido.

El Gobierno de nuestro país se ha movilizado para facilitar a Carromero los mejores abogados y la asistencia permanente del cónsul en persona. El propio García-Margallo ha confirmado además que su ministerio está trabajando intensamente para traerle a España antes o después del juicio.

En lo que respecta a la situación del dirigente de Nuevas Generaciones en Cuba, pudimos verle en un vídeo, emitido en casi todas las cadenas, pedir a la comunidad internacional nada menos que se movilizara para sacarlo de allí y sabemos también que su condición de preso preventivo no es especialmente dura. Según publica este periódico, el dirigente juvenil del PP comparte con otra persona un apartamento con salón, televisión y cocina y además no tiene que relacionarse con otros reclusos.

He dicho que conocí a Ángel Carromero hace menos de un año. Hace casi 12 conocí a otros dos jóvenes que fueron detenidos en un país extranjero y pasaron varias semanas en prisión preventiva antes de ser puestos en libertad y regresar a España. Los detuvieron en Praga el 26 de septiembre de 2000 y yo estaba con ellos allí. Se llamaban Gaizka Azcona y Mikel Oliva y, a pesar de sus nombres, no eran vascos. Eran, como yo, estudiantes universitarios madrileños y participaban, como yo, en las movilizaciones por una justicia global que se produjeron en la capital checa mientras se reunían el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. No les detuvieron por un accidente con resultado de muerte, sino por protestar.

Por aquellos dos jóvenes politizados no se movilizó el Gobierno de José María Aznar y el único apoyo institucional del que gozaron fue el del diputado europeo Pedro Marset y el de Gaspar Llamazares, que hizo una pregunta al Gobierno en la comisión de exteriores del Congreso. Uno de ellos me contó después cómo, ya detenido, varios agentes encapuchados le golpearon y se burlaron de él y también que compartió celda con un ciudadano argelino (empeñado en que podía aprender italiano a fuerza de practicarlo con un español) que trató de enseñarle (a cambio de las clases de “italiano”) a arrancar cuchillas de afeitar con los dientes por si había que defenderse de otros presos. Desde luego las condiciones en las que el país presidido por Václav Havel, tuvo a mis compañeros, eran como poco algo peores que las que Cuba brinda a Carromero. Lo que cuento no es una anécdota; hay decenas de casos documentados de activistas políticos de nacionalidad española detenidos y maltratados (en México, en Marruecos, en Israel…) que no gozaron de las atenciones que el gobierno presta al militante del PP.

Si Carromero es condenado, es posible que se aplique el convenio que le permitiría cumplir su pena en España y ello sería, sin duda, una buena noticia. Cualquier preso debería tener derecho a cumplir la pena cerca de su familia. Pero si eso finalmente ocurre es seguro que deberemos soportar el escandaloso espectáculo de ver a la derecha pedir manga ancha para que su hombre no pise un centro penitenciario. Hablamos de esa derecha defensora a ultranza de un tipo de populismo punitivo que exige cada día (contra toda la doctrina penal democrática) el cumplimiento íntegro de penas o incluso que un preso enfermo terminal de cáncer con metástasis en el cerebro se muera en la cárcel.

El affaire Carromero está poniendo sobre la mesa una verdad indignante para todos los demócratas, a saber, que el Gobierno que debiera ser el de todos es en realidad el de unos pocos y que, como decían los Habeas Corpus en un tema legendario, la ley es igual para todos pero para unos más que para otros.

16 Octubre 2012

Preguntas

Rosa Montero

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La dictadura castrista ha tenido la suerte de que Ángel Carromero, implicado en la muerte de Oswaldo Payá, sea un conductor petardo e irresponsable al que le habían quitado todos los puntos del carné, porque así la versión oficial queda más niquelada. Una vez apagado el pequeño revuelo de la sentencia, me temo que no volverá a hablarse gran cosa del asunto. La llamada opinión internacional, siempre tan inconstante y vagarosa, ya ni se acuerda del fallecimiento de Payá, el líder más importante de la oposición cubana. Aún no han pasado tres meses y el muro de la indiferencia y el olvido vuelve a levantarse en torno a esa pequeña y sufrida isla.

Pero, si prestas atención, podrás escuchar, como en una tragedia griega, el clamor de los deudos. De la viuda, Ofelia; de los tres hijos. “Nosotros nos hemos enterado de todo por la televisión oficial, porque las autoridades nunca nos han informado de nada”, me dice Rosa María, la hija, desde La Habana. ¿Quién puede fiarse de una dictadura que no habla con la familia de la víctima y que ni siquiera permite que los hijos asistan al juicio? Imposible no sospechar que Carromero calla para salvar el pellejo. ¿Por qué nadie mencionó el Lada rojo que vieron los testigos? ¿Por qué tardaron cuatro horas en llevar a Payá al hospital? “Nos dijeron que Carromero y Modig mandaron un sms contando que les había embestido un auto”, añade Rosa María. Por no hablar de las constantes amenazas de muerte y del extrañísimo accidente que ya había sufrido Payá semanas antes, cuando su coche dio varias vueltas de campana tras ser embestido por otro. Es la agonía de la duda, la desesperación ante la impunidad. “Hay demasiadas preguntas sin contestar. Por eso pedimos una investigación internacional: porque las víctimas tenemos el derecho de exigir respuestas”, dice Ofelia, la viuda. Una voz clamando en el desierto.

30 Diciembre 2012

¿Delincuente?

Carlos Boyero

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"El dirigente de las nuevas generaciones peperas había perdido todos los puntos del carné de conducir"

Me manejo con inconsciencia adolescente en los semáforos y en los pasos de cebra. O sea, doy por supuesto como peatón que puedo cruzar al otro lado cuando el semáforo se pone verde y que los coches tienen la obligación de parar cuando atravieso un paso de cebra, actitud que obedece a la lógica pero que demuestra escaso sentido de la supervivencia, ya que en demasiadas ocasiones he sentido que han estado a punto de atropellarme. Y, por supuesto, jamás anda cerca un policía que dé la bronca y multe al que conduce ese arma letal. Y te preguntas qué urgencia vital, qué inaplazable problema de vida o muerte, qué sagrado objetivo embarga a esos tarados y homicidas potenciales para cometer esa infracción, para no respetar los derechos del peatón, para amenazar su existencia. También compruebo que la mayoría de ellos no hacen un gesto de disculpa sino que mantienen su vista al frente o la desvían al otro lado. Y curiosamente, la mayoría no tienen pinta de delincuentes ni de andar colocados, sino que poseen inequívoca pinta de gente de orden.

Testifican que el dirigente de las nuevas generaciones peperas había perdido todos los puntos del carné de conducir, lo cual evidencia una contumaz y transparente vocación transgresora. Pero no hay pruebas de que se comportara como un bárbaro en el accidente de Cuba. Que le condenaran a cuatro años de cárcel obedece al estercolero político, a ejemplificar en un chivo expiatorio, a los problemas que le crea al Gobierno cubano que los muertos fueran los líderes de la disidencia interna. Es altamente dudoso que hubieran sido igual de severos en su castigo si ese accidente lo hubiera protagonizado Oliver Stone, un dirigente de Izquierda Unida, o un amigo de la causa, trágicamente acompañado por pesos pesados del régimen.

Afirma Esperanza Aguirre en la visita que ha hecho al extraditado Carromero en la cárcel de Segovia (aunque haya abandonado su cargo político esta señora se las ingenia para seguir teniendo abusiva presencia en los medios de comunicación) que el entrullado no es un delincuente. Es probable que solo sea un hombre con mala suerte. Y Aguirre, como cualquiera que haya ocupado el poder durante tanto tiempo, debe de acumular experiencia y sabiduría sobre delincuentes. Eso sí, de guante blanco.

El Análisis

CUANDO LA IDEOLOGÍA SE SUPERPONE A LOS HECHOS

JF Lamata

Lo más triste de un caso como el del accidente que costó la vida a los anticastristas Sres. Cepeda y Payá es que a nadie le importa demasiado las pruebas. Para los anticastristas estaba claro que la muerte de estos era culpa de la malvada dictadura cubana, y estaban convencidos de ello por motivos ideológicos, sin importarles demasiado sin pruebas. Por otro lado los comunistas pro-Cuba estaban convencidos de lo contrario, de que el Sr. Carromero era un mal conductor, cuando no directamente un borrachuzo, y único culpable de aquella muerte, y era un convencimiento no motivado por las pruebas, sino sólo por su ideología.

J. F. Lamata