23 enero 1936
Está considerado un monarca próximo a los regímenes fascistas de Alemania e Italia
Muere el Rey Jorge V del Reino Unido a la edad de 70 años, le sucede su hijo Eduardo VIII

Hechos
El 23.01.1936 la prensa de todo el mundo informó sobre el fallecimiento del Jefe del Estado de Gran Bretaña, Jorge V.
Lecturas
A las 10 de la mañana de este 22 de enero de 1936 tal como se viene haciendo desde el siglo XII, el Rey de Armas del colegio Heráldico dio lectura a la proclamación de Eduardo VIII como rey de Inglaterra. Cuatro trompeteros hicieron sonar su instrumentos de plata. Eduardo VIII es el sucesor de su padre, Jorge V fallecido ayer en su residencia de Sandrigham.
La reina madre María continuará ostentado la dignidad real junto a su hijo, que permanece soltero.
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El Análisis
La muerte de Jorge V, ocurrida el 20 de enero de 1936, marca el fin de una era en la que el Reino Unido resistió y se adaptó a las convulsiones de un mundo en constante transformación. Coronado en 1910, el monarca guio con prudencia y sentido del deber a su nación durante la Gran Guerra, el colapso de imperios, la agitación social de la posguerra y el inicio de una difícil recuperación económica. Supo mantenerse como símbolo de estabilidad en un país que avanzaba, aunque lentamente, hacia mayores demandas democráticas y sociales.
Pero al morir Jorge V, el mundo que deja atrás es mucho más incierto. En Alemania, Adolf Hitler ha consolidado su dictadura, y sus discursos expansionistas y racistas resuenan más allá del Rin, encontrando ecos de simpatía incluso en ciertas élites europeas. En la Unión Soviética, Stalin gobierna con puño de hierro, mientras los partidos comunistas, bajo su disciplina, agitan las conciencias obreras del continente. El Reino Unido sigue manteniendo su imperio, pero los desafíos coloniales se acumulan, desde la India hasta África, y la política de no intervención empieza a parecer insuficiente ante las crecientes amenazas globales.
La llegada al trono de Eduardo VIII no disipa esas incertidumbres. Hombre de temperamento moderno, pero también objeto de sospechas por su aparente cercanía a sectores pro-alemanes, el nuevo monarca hereda no sólo una corona, sino una pesada carga de inquietudes. ¿Será capaz de mantener el equilibrio que su padre encarnó durante un cuarto de siglo? ¿O su estilo personal, menos distante y más polémico, abrirá grietas en una institución que ha sobrevivido, precisamente, por su contención? El Reino Unido entra en una nueva etapa con un nuevo rey, pero también con viejas sombras que vuelven a crecer en Europa.
J. F. Lamata